Revolución de color en Tel-Aviv – por Israel Shamir

 

Desde hacía unos meses, se estaba gestando en Israel una revolución de colores. Decenas de miles de ciudadanos se manifestaban todos los sábados por la noche, sobre todo en Tel Aviv, pero también en otros lugares. Las manifestaciones provocaban atascos e interferían gravemente en la vida cotidiana del país. En su punto álgido, más de 250 000 personas participaron en una manifestación en Tel Aviv. Entonces, el Primer Ministro Bibi Netanyahu aplazó sus reformas legales hasta después de las vacaciones. Eso ayudó un poco: las manifestaciones se redujeron en tamaño e intensidad. Las fricciones con los palestinos también han ayudado al primer ministro. Aun así, fue un movimiento fuerte, similar a los de otros países, como el Maidan de Kiev, el Occupy Wall Street de Nueva York, la Revolución Gucci de Beirut, la Primavera Árabe, el Alzamiento de Terciopelo, la Revolución Naranja, la Revolución de la Dignidad, etc. et al.

Ahora nos enteramos de algo interesante sobre las causas centrales del movimiento, por el NYT. El NYT descubrió, a través de filtraciones de los servicios de inteligencia estadounidenses, que el motor que lo impulsó y su coordinación fueron suministrados por el Mossad y el Shin Beth, los servicios de inteligencia externos e internos del Estado judío. No fue una sorpresa total; los medios de comunicación israelíes informaron debidamente a sus consumidores de que se permitió participar en las manifestaciones a personal del Mossad; y los jefes jubilados del Mossad fueron presentados por los rebeldes como sus líderes. Su profunda participación fue revelada por sus hermanos estadounidenses. El amor de los rebeldes por Estados Unidos quedó patente en sus manifestaciones ante la embajada estadounidense. Las banderas nacionales azules y blancas ondeaban sobre las multitudes subrayando su patriotismo, junto con abundantes estrellas y rayas.

Además del Mossad, están los banqueros, que apoyaron activamente la revuelta. Los bancos privados, el Banco de Israel, las estructuras financieras, todos estaban a favor de la revuelta. También los generales, el ejército y los oficiales de alto rango. Y el desagradable Schwab, representado por Yuval Noah Harari, también estaba con ellos. Divertidamente, los funcionarios del gobierno israelí caracterizan a la oposición como “los izquierdistas”. P sea, ¡los banqueros, la multitud de Davos y los espías son los nuevos comunistas! Las feministas y la gente de Soros también apoyan el movimiento. Mientras tanto, el ministro de Justicia, Yariv Levin, ha afirmado que la administración estadounidense está ayudando a los manifestantes israelíes contra el plan de reforma judicial de la coalición. Washington “está trabajando en cooperación con ellos en esto, como podéis ver por las cosas que dice la gente del gobierno de allí”, dijo Levin a los operativos políticos haredi (ultraortodoxos), en un vídeo publicado por primera vez por Walla el lunes.

Levin afirmó que el nuevo gobierno no tiene absolutamente ninguna herramienta: todos los bancos, los tribunales y los jefes del ejército pertenecen a la oposición (o mejor dicho, al Estado Profundo). Es necesaria una reforma legal para nivelar el terreno de juego. Trump se encontró en una situación similar, pero no tenía planes sobre cómo luchar para salir de ella. La diferencia es que el presidente Trump tenía suficientes herramientas constitucionales a su disposición, pero no tenía la maquinaria real necesaria para hacer uso de sus ventajas constitucionales.

Israel es un buen lugar para visitar ahora si quieres cerciorarte de que los judíos no son tan inteligentes como creen. Hay que ser muy tonto para plantearse llamar “izquierdistas” a los banqueros y al Departamento de Estado de EEUU. Thomas Friedman, la voz fiable del Establishment, nos habla a menudo de los hombres que odia. La lista actual incluye a Putin, Trump y Netanyahu. Véase por ejemplo su última filípica. Ser comparado con Putin y Trump es tan malo como ser comparado con Hitler. Netanyahu está integrado ahora en esta compañía.

Todo esto es de lo más inesperado: Bibi era el hijo predilecto de los políticos estadounidenses, y fue recibido con múltiples ovaciones por el Congreso. Pero es demasiado hombre y Estados Unidos prefiere verse  a sí mismo y a sus aliados dirigidos por alguien más blando. Una mujer, o un inmigrante, o un homosexual, como en el Reino Unido, les resultará muy aceptable. Alguien que acate órdenes.

El casus belli de la revolución de colores fue la reforma judicial. En otras palabras, algo de poca importancia. Israel está bendecido con un extraño sistema en el que los jueces son elegidos por los jueces. Una persona ajena a este sistema nunca podrá comprenderlo realmente ni introducirse en él. Pero no es en absoluto un tema candente. A nadie le importa, como nadie entiende la nueva maquinaria judicial propuesta. Sólo es algo que se aprovecha para que la gente salga a la calle a manifestarse y gritar. Lo más ridículo son las necedades enunciadas sobre cómo debe preservarse la “democracia” israelí: una “democracia” en la que la mitad de la población no tiene derecho a voto. Pero juran por ella y están dispuestos a todo para defender la “democracia”.

Estos amantes de la democracia ni siquiera consideran a los palestinos como seres humanos. Ni siquiera los judíos orientales y los judíos ortodoxos son lo bastante buenos para ellos. Y esto ha sido su perdición. Hay pocas maneras de alcanzar la mayoría en el Parlamento: hay que cooptar a judíos creyentes o a judíos orientales. Y a los palestinos, por supuesto. Pero los judíos asquenazíes no quieren desprenderse de su poder ni diluirlo. Si no pueden ganar las elecciones, harán una revolución de colores. Sin embargo, han subestimado a Bibi Netanyahu.

Netanyahu es un político muy experimentado. Había minimizado el peligro negando los informes sobre la situación y organizó una manifestación de sus partidarios, después de Pascua. En ella participaron 200.000 personas, superando a varias de las manifestaciones de Tel Aviv. Después se entregó a sus habituales argucias. Sabe que a los judíos israelíes les encantan las guerras, sobre todo las guerras sin riesgo. Para ello cuenta con el político de extrema derecha Itamar Ben Gvir. Es un hombre de aspecto agradable y relativamente joven, un soñador de la reconquista del Monte del Templo.

Subió al Monte del Templo y provocó la ira de los feligreses palestinos (fue durante el Ramadán, el mes sagrado). Como consecuencia, cientos de ellos han sido golpeados y detenidos en el interior de la mezquita de Al Aqsa. Como era de esperar, las acciones provocaron la respuesta de un pequeño grupo de militantes llamado Yihad Islámica. Los de la Yihad, según la versión israelí, dispararon “mil misiles” contra Israel. No me creo esta cifra: desafía a la lógica que se dispararan mil misiles y nadie resultara herido. (Murió una señora de 80 años, pero a esa edad son cosas que pasan.) Un responsable de la defensa antimisiles afirmó que el sistema cuenta la autodestrucción de sus misiles como “impactos exitosos”. O también podría tratarse de una cifra fantasiosa. Israel atacó la franja de Gaza con su munición suministrada por Estados Unidos y mató a 35 personas, incluidos niños.

Laian, de 8 años, fue asesinada en su casa de Gaza. Este derramamiento de sangre pacificó inmediatamente a los rebeldes israelíes. Ya no querían luchar por la “democracia”, no les importaba la elección de los jueces. Sólo querían sangre palestina. Obtuvieron sangre, y se conformaron. Netanyahu lo sabía. Ya ha utilizado esta táctica antes. Una guerra en Gaza siempre tiene éxito, porque Gaza no tiene armas para defenderse. Es tan seguro como disparar a un pez en un barril.

Como líder israelí, Netanyahu no es demasiado sanguinario. Nunca ha llevado a su país a una guerra realmente peligrosa. Sigue bombardeando Siria y Gaza; Gaza está indefensa y Siria está (en parte) ocupada por Estados Unidos. También mata palestinos en Cisjordania: sus bandas de asesinos vestidos de árabes, los llamados mustaarvim, recorren Naplusa y Yenín asesinando a posibles luchadores por la libertad. Ya son más de 60 los asesinados allí desde principios de año. Ahora ha prometido a la Yihad Islámica que cesarán los asesinatos; pero sus promesas no valen de mucho. Se ha permitido acercarse a Putin, por buenas razones propias.

Rusia tiene una base aérea en Siria y los rusos podrían hacer más para defender Siria y Palestina. Netanyahu, por su parte, podría hacer más por Ucrania, como exigen los estadounidenses. El NY Times lo pide y propone que Bibi ataque la base rusa y eche a los rusos de Siria del todo. Bibi no quiere entrar en este peligroso juego y tampoco siente que tenga que apoyar a Ucrania, ya que los ucranianos fueron los más horribles asesinos de judíos de la Segunda Guerra Mundial, de hecho peores que los alemanes. Mataron a miles de judíos en Kiev y en otros lugares, dirigidos por su actualmente admirado Bandera. Fueron guardias en todos los campos de concentración. Sólo los lituanos fueron peores para los judíos, y no son demasiados. El padre de Bibi era historiador, así que eso lo aprendió en casa. Los judíos ortodoxos también tienen esa memoria. Pero la oposición recibe órdenes de los judíos estadounidenses, para quienes esa historia es discutible. Prefieren culpar a los alemanes del Holocausto y apoyar a Ucrania contra Rusia.

Netanyahu entregó parte de su armamento a Ucrania, algo que se había negado a hacer antes de las manifestaciones. Mientras tanto, la amenaza de la revolución de colores se desvaneció. Sus iniciadores abandonaron la protesta por la reforma legal y pasaron a atacar en general a los judíos ortodoxos. Bibi se alegra de ello: los judíos ortodoxos son sus aliados. Aún así, es demasiado pronto para pensar que la revolución de colores ha terminado. Se ha desvanecido, pero puede volver.

Los dos bandos del conflicto interno israelí son bastante horribles; ninguno de ellos promete justicia alguna para los palestinos. Pero si hay que elegir, Netanyahu, con sus aliados de extrema derecha, es mejor. También tiene más experiencia. Yo posiblemente apostaría por él, aunque también teniendo en cuenta que es muy difícil ganar contra el Estado Profundo, y el Estado Profundo está definitivamente contra él.

Israel Shamir, 27 mayo 2023

https://www.unz.com/ishamir/tel-aviv-colour-revolution/

Traducido por MP para Red Internacional

Print Friendly, PDF & Email