La conspiración de los multibillonarios – por Israel Shamir

 

Los millonarios quieren ganar dinero. Los multimillonarios quieren hacer historia. Podemos añadir que los multimillonarios van más allá; quieren que la humanidad se adapte a sus necesidades y deseos. En cuanto a las personas que controlan billones, pues bien, se preocupan por nuestros deseos tanto como nosotros nos preocupamos por las hormigas mientras barremos el jardín. No aplicamos el hormiguicida hasta que los hormigueros invaden nuestros parterres; pero no nos tiembla el pulso si lo consideramos necesario. La humanidad tropezó con muchos megalómanos; algunos de ellos tenían mucho poder. Gengis Khan fue uno de ellos. Sin embargo, siempre estaban limitados territorialmente. El poderoso Gengis podía hacer temblar hasta Roma, pero los ingleses y los franceses no tenían que preocuparse por el creciente imperio mongol. Los nuevos supermagnates no tienen esas limitaciones. La globalización les ha permitido pensar fuera de la caja. El cine, el mundo de los sueños, ya había anticipado sus movimientos. Al igual que los sueños permiten al psicólogo reflexionar sobre los deseos y temores del hombre, la cinematografía ofrece una visión del ego colectivo de la humanidad. ¿Qué temíamos en los relativamente libres años setenta?

El villano clásico de los años 70 y 80 era el magnate malvado. James Bond se enfrentó a algunos de ellos. Recordemos a Hugo Drax de Moonraker, o a Karl Stromberg de La espía que me amaba; estos tipos estaban dispuestos a destruir la humanidad para sustituirla por una versión mejor. Stromberg planeaba desencadenar una guerra nuclear global y sobrevivir a ella bajo el agua. Drax pretendía envenenar a la humanidad con su gas mortal y repoblar el mundo con sus nuevos elegidos. Otro era de Wynter, el supervillano de Los Vengadores, interpretado por Sean Connery. Controlaba el clima mundial, y podía matarnos a todos con huracanes y tsunamis.

Antes de los magnates, cuando la guerra fría hacía estragos, el malo de la película era un agente del KGB o un operativo chino. Cuando la distensión calmó las relaciones entre los bloques, los agentes pasaron de moda; más tarde, se pusieron de moda los malvados fantásticos de Marvel. Los magnates del mal estaban desagradablemente cerca de la realidad; y pasaron del mundo cinematográfico a nuestra realidad.

El mundo en el que vivimos es el mundo formado por los magnates del mal. Son los Demiurgos modernos, los creadores del mal según los gnósticos, una secta primitiva que se enfrentaba a la Iglesia. Como los Demiurgos, son prácticamente omnipotentes; más fuertes que el Estado. El gobierno necesita muchos permisos y autorizaciones para gastar un céntimo. Si un céntimo se ha gastado mal, sonará la oscura palabra ‘corrupción’. ‘Corrupción’ es un concepto tonto; al aplicárselo a quien quisieran, los oligarcas eliminaron la competencia estatal, pues pueden pagar lo que quieran a quien deseen controlar. El Estado debe observar intrincadas reglas arcanas, mientras que los magnates no tienen esos límites. Como resultado, moldean nuestras mentes y nuestras vidas, convirtiendo al Estado en un pobre rey legítimo en medio de unos barones poderosos y ricos.

La crisis del Coronavirus es el resultado de su actividad. Ahora, un grupo de científicos de la OMS completó su gira de inspección de cuatro semanas en Wuhan tratando de averiguar cómo el virus encontró su camino hasta los seres humanos; algunos de ellos piensan (como el presidente Trump) que el virus se escapó del laboratorio de Wuhan. Matt Ridley, de The Daily Telegraph, concluyó su artículo analizando sus hallazgos: “Un número creciente de expertos de alto nivel [proporciona la lista] dicen que una filtración desde un laboratorio sigue siendo una hipótesis científica plausible que debe investigarse”. Es bastante improbable, , según la OMS, pero otras explicaciones (pangolines, etc.) también rozan lo improbable. Los chinos están comprensiblemente molestos. Hua Chunying, la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores (el homólogo chino de Ned Price, del Departamento de Estado) rechazó la idea diciendo: “Estados Unidos debería abrir el laboratorio biológico de Fort Detrick, e invitar a los expertos de la OMS a realizar el rastreo del origen en Estados Unidos”. El informe de The Guardian decía que promovía “una teoría conspirativa de que el virus procedía de un laboratorio del ejército estadounidense”; mientras que la Sra. Hua acusaba a Estados Unidos de difundir “teorías conspirativas y mentiras” al situar el origen en Wuhan. Lo que nosotros decimos es el resultado de una investigación diligente; lo que ustedes dicen es una teoría conspiracionista: tanto los representantes de Estados Unidos como de China se adhieren a este mantra.

Nuestro propio Ron Unz hizo un excelente análisis de estas acusaciones y contraacusaciones en su artículo de abril de 2020. Señaló que el ataque del virus en Wuhan tuvo lugar en el peor momento y lugar posibles para los chinos; por lo tanto, una liberación incidental (o intencional por parte de los chinos)  resultae xtremadamente improbable. Ron Unz sugirió que se trataba de un ataque de guerra biológica estadounidense contra China. ¿Pero acaso los estadounidenses no sufrieron la enfermedad? Sí, pero el gobierno estadounidense es “grotesca y manifiestamente incompetente” y es probable que esperaran que “un brote masivo de coronavirus en China nunca se propagara a Estados Unidos”.

Tal vez, pero una mejor explicación sería que algún magnate o magnates malvados hicieron el papel de Karl Stromberg que pretendía bombardear tanto Moscú como Nueva York causando la guerra y la devastación mundial, como en la película de James Bond. Podría ser alguien como Bill Gates, que es uno de los principales inversores en el laborator io deWuhan. Un sitio de comprobación de hechos, con su lenguaje de comadreja, admitió que el laboratorio “ha recibido financiación de la Fundación Bill y Melinda Gates, pero a Bill Gates difícilmente se le puede llamar “socio” del laboratorio”. Claro, no es un socio. Sólo un inversor, y eso es más importante que un socio. Y no es el único; otros multimillonarios también están implicados en la bioinvestigación, en la fabricación de vacunas, en la Big Pharma. “Glaxo, BlackRock y Bill Gates son socios, pero no propietarios de Pfizer”, dice  otro rastreador de hechos comprobados. “En 2015, Anthony Fauci sí concedió una subvención de 3,7 millones de dólares al Instituto de Virología de Wuhan, pero no para “crear el coronavirus” -añade el sitio de verificación de los hechos. No nos esperábamos que Fauci declarara el objetivo de la subvención de forma tan directa, ¿verdad?

Tal vez sea un trabajo demasiado descomunal incluso para un magnate malvado como Gates. Un complot de varios magnates malvados es algo más probable. Juntos, podrían intentar cambiar el mundo y la humanidad para amoldarlos a su antojo.

Los malvados magnates podrían haber envenenado a China en sus vacaciones de Año Nuevo y rebajar a este estado altanero un escalón o dos. Podrían haber importado el virus a los Estados Unidos para socavar y eliminar a Trump, a quien odiaban. (Estaba seguro de ganar las elecciones de no ser por el Coronavirus). Podrían envenenar a Europa para debilitarla y hacerla más dócil y obediente a sus demandas -y comprar sus activos a bajo precio. El virus y los encierros no les perjudicaron porque normalmente están a salvo del bullicio de la vida del hombre común.

Los multimillonarios controlan los medios de comunicación; eso lo sabemos, y el papel que han desempeñado los medios en la crisis del Coronavirus ha sido enorme. La cobertura mediática de la crisis tiene un enorme coste oculto. Intente Ud. publicar una información que considere importante en la primera página de un periódico. Le costará mucho. Aun así, todos los periódicos pertenecientes al bloque de medios de comunicación de los multimillonarios, empezando por el New York Times y terminando por Haaretz, dedicaron cada día al menos un tercio de su portada a las noticias sobre el Coronavirus. El coste de esta publicidad asciende a miles de millones. ¿Sabremos alguna vez quién la pagó?

La película Contagio de Steven Soderbergh (2011) predijo muchos rasgos del Covid-19, sobre todo el origen del virus. En la película, la enfermedad se origina en los murciélagos de China y se propaga a través de los mercados donde se vende carne de cerdo contaminada. ¿Cómo podía saber Soderbergh (o su guionista Scott Z. Burns) ocho años antes del suceso que el contagio debía originarse en los murciélagos chinos? ¿Quién se lo dijo? ¿No era de esperar que supiera algo? Burns fue instruido por expertos de la OMS, según explica la página de CNN. ¿No es interesante que el mismo Bill Gates sea uno de los principales donantes de la OMS? ¿Es del todo imposible que ya en 2011 la gente de Gates empezara a filtrar algunos detalles del futuro virus a través de su propia OMS a Hollywood?

Los magnates podrían obligar a un Estado débil a seguir sus instrucciones. Los científicos sí obedecen órdenes: de lo contrario, ni subvenciones ni puestos. En abril de 2020, los científicos alemanes recibieron la orden de “infundir el miedo al Coronavirus”. Y lo hicieron, como nos hemos enterado esta semana, produciendo números de muertos a la carta.

Parece que los magnates fueron los que más ganaron con la crisis de Corona. Sus activos crecieron en billones, mientras que los activos de las clases medias disminuyeron en la misma cantidad. Y lo que es más importante, todos los estados sufrieron la crisis; tomaron préstamos y créditos, fueron responsables de la salud de sus ciudadanos, mientras que los multimillonarios sólo se divirtieron y disfrutaron. Por esta razón, tiendo a descartar una acusación contra los Estados, ya sea Estados Unidos o China, mientras que (algunos) multimillonarios parecen los únicos villanos posibles.

Estos multimillonarios son capaces de influir en la gente mucho mejor que el Estado. Pensemos en Pierre Omidyar. Además de ser el propietario de eBay, es la fuerza detrás de cientos de ONG. Sus organizaciones forman la agenda “progresista” y entrenan a los soldados de a pie del Green Deal. Roslyn Fuller, de Spiked-online, comprobó la plétora de ONG que emplea.

Véase: https://www.unz.com/wp-content/uploads/2021/02/NGODiagram2-800×450.jpg

Afirma que sus ONG y organizaciones benéficas “se dedican a la ‘ingeniería social’, es decir, a utilizar sus recursos para cambiar artificialmente la estructura de la sociedad para que sea como ellos creen que debe ser. De tener éxito, esto equivaldría a una elusión extrema de la democracia, utilizando el dinero no sólo para ganar elecciones, sino para sustituir el apoyo real por contenidos pagados o subvencionados, y así dar un giro a toda una cultura política amplificando algunas voces y ahogando otras”.

Es sólo uno de los maestros del discurso, junto al infame George Soros. Facebook, Google, Twitter y Amazon son aún más poderosos. Los multimillonarios tienen una influencia inmensa y deciden lo que podemos y no podemos decir y escribir. Justo la semana pasada Amazon prohibió mi libro Cabbala of Power (Los Maestros del discurso V, ed. Ojeda) , un libro que estuvieron vendiendo durante unos diez años. La estimable The Unz Review está prohibida en Facebook y apartada en la sombra por Google. Twitter desconectó al presidente Trump, demostrando así quién es el verdadero jefe de los Estados Unidos. Probablemente casi todos los movimientos descritos como “izquierdistas” hoy en día están diseñados por los magnates como Omidyar o Soros. La verdadera izquierda ha sido dada por muerta en el campo de batalla de las ideas.

Los magnates están directamente involucrados en la crisis del Coronavirus, porque sus resultados son buenos para ellos. Lo cual significa que nos tienen donde quieren tenernos, y no nos dejan salir. Estamos cancelados hasta que recuperemos el mando y los cancelemos a ellos.

SAGE, como se autodenominó presuntuosamente el equipo de gestión del Coronavirus  británico (incluía la ridícula figura de Neil Ferguson, el de los millones de muertes pronosticadas), ya déclaró  que los encierros formarán parte de la vida británica durante los próximos años, con vacuna o sin ella.  El Guardian, la voz de los oligarcas, los desmintió suavemente, pues no es bueno declarar lo que debe suceder antes de tiempo. Dejemos que la gente tenga algo de esperanza, para que corra a vacunarse, y sólo después podemos revelar que, lo sla vacuna no sirve de nada, todavía hay que ponerse una máscara y observar la distancia social y, sí, sufrir encierros. “Es mucho más fácil seguir las reglas si pensamos que son provisionales”.

Los planes de los conspiradores no son secretos; fueron descritos por Klaus Schwab en su libro The Great Reset. Schwab no es un gran pensador, ya que no es más que un débil científico con unas pocas publicaciones, y no es un buen escritor, ni siquiera decente. Tuvo que colaborar con el periodista Thierry Malleret para producir el libro. No es más que un portavoz de los magnates. Pero la pregunta es: ¿conseguirán lo que quieren?

Mi respuesta preliminar es que no. Hace poco tuvimos un evento importante, Davos-2021, la reunión en línea de los magnates y sus secuaces intelectuales. Por primera vez en muchos años, invitaron a Vladimir Putin. El presidente Xi dio la primera charla. La idea era demostrar que Rusia y China están de acuerdo con sus planes. Yo estaba muy preocupado, debo admitirlo, y  el discurso del chino  no me tranquilizó (a diferencia de nuestro amigo Pepe Escobar que celebró su aparición). Sí, Xi dijo que China procederá a su propia velocidad y por su propia ruta, pero hacia los mismos objetivos. “Sostenible”, “inclusivo”, todas las palabras que sirven para amansarnos estaban allí. Esperaba una charla aún peor por parte de Putin. Durante años había querido ser invitado y cooptado por los responsables occidentales, y esta era una gran oportunidad para subirse a su carro.

Putin me sorprendió. Rechazó rotundamente la oferta de Schwab y sus secuaces. Condenó el modo de crecimiento reciente anterior a la llegada del covid, ya que todo el crecimiento fue a parar a unos pocos bolsillos profundos. Además, señaló que los magnates digitales son peligrosos para el mundo.  En sus propias palabras, “los gigantes tecnológicos modernos, especialmente las empresas digitales, compiten de facto con los Estados. En opinión de estas empresas, su monopolio es óptimo. Tal vez sea así, pero la sociedad se pregunta si ese monopolio responde a los intereses públicos”.

Los magnates se quedaron probablemente asombrados. En 2007, en Múnich, se rieron de él. Max Boot, un judío ruso emigrado, llamó a Putin “el piojo que ruge” y añadió: “en la siniestra y absurda retórica de Putin se oye morir a un imperio”. Mad Max no sabía aún qué imperio se está muriendo.

Se suponía que Putin se ablandaría con las manifestaciones pro-Navalny del 23 de enero (la charla de Davos fue el 27 de enero), pero no fue así. Más bien al contrario. Al presidente ruso no le gusta que le presionen. La manifestación del 31 de enero fue respondida con fuerza; los detenidos fueron condenados a fuertes multas (según los estándares rusos). Tres diplomáticos europeos fueron expulsados de Rusia por unirse a la manifestación. Josep Borrell, diplomático español y representante de la UE, acudió a Moscú y fue tratado con dureza. En la rueda de prensa final, el ministro ruso de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, declaró a la prensa que Rusia no considera (repito: no considera) a la UE como un “socio fiable”. Las expulsiones se llevaron a cabo en el acto. Además, Putin advirtió a Occidente de que las “sanciones” (actos de guerra económica) podrían hacer que Rusia utilizara directamente la fuerza militar. Fue probablemente la primera advertencia de este tipo desde 1968.

Al mismo tiempo, Rusia prácticamente puso fin a las restricciones por el virus. Se han abierto bares y restaurantes para los juerguistas nocturnos; han vuelto los eventos deportivos; las escuelas están abiertas; en algunas partes de Rusia, las máscaras pasaron a ser “recomendadas” en lugar de “obligatorias”. Los rusos pueden ahora viajar y regresar libremente de muchos países. Los rusos tienen fácil acceso a su vacuna Sputnik-V que fue considerada por The Lancet como la mejor de todas las vacunas contra el Coronavirus existentes. Es un golpe comparable al primer Sputnik lanzado en 1957, según los expertos occidentales. Así, Rusia ha desbaratado el Gran Reset.

Este acontecimiento ha provocado un enorme cambio de conciencia en Rusia. Si hasta ahora (desde 1970, al menos) las clases cultas rusas tendían a sentirse inferiores a Occidente, las prósperas tierras de la libertad, ahora esto ha cambiado. Uno de los principales directores de teatro rusos, , Constantine Bogomolov , declaró que Occidente está deshecho. La corrección política obligatoria de Occidente, su cancelación de la cultura, su arrodillamiento y lamido de botas de BLM, su culto a los transexuales, su miedo al “acoso” y al sexo, su sonrisa obligatoria, su wokeness, su miedo a la muerte (¡y a la vida!), son comparables al comportamiento de Alex, la víctima de la terapia de la Naranja Mecánica, dijo Bogomolov.

“El joven [Alex] no sólo se libra de la agresividad: está harto de la música, no puede ver a una mujer desnuda, el sexo le repugna. Y en respuesta al golpe, lame la bota del delantero. El Occidente moderno es un criminal de este tipo, que ha sido sometido a una castración química y a una lobotomía. De ahí esa falsa sonrisa de buena voluntad y de aceptación de todo, congelada en el rostro del hombre  occidental. Esta no es la sonrisa de la Cultura. Es la sonrisa de la degeneración”.

Y concluye: “Occidente nos dice: Rusia está a la cola del progreso. Es un error. Por casualidad, nos hemos encontrado en la cola de un tren desbocado, que se precipita hacia el infierno de [Jerónimo] Bosch, donde seremos recibidos por sonrientes demonios multiculturales y de género neutro. Deberíamos desacoplar nuestro vagón del tren, persignarnos y empezar a reconstruir nuestra vieja y buena Europa, la Europa que soñamos. La Europa que ellos han perdido.”

Presten atención a su llamado a “hacer la señal de la cruz”. En Occidente, las iglesias están prohibidas, el servicio se ha interrumpido. La . La iglesia anglicana está a punto de morir, con su Arzobispo de Canterbury celebrando el BLM, retirando estatuas de las iglesias, aceptando todos los edictos del SAGE que cierran las iglesias. Mientras tanto, las iglesias rusas están todas abiertas y los fieles acuden a sus catedrales cada fiesta y cada domingo.

Los chicos y chicas rusos coquetean entre sí, sin miedo al MeToo y a las acusaciones de acoso. Los cafés rusos están abiertos. Quien lo desee, puede pincharse contra el Covid, o ignorarlo.

Por primera vez en muchos años, Rusia muestra el camino a Occidente. Esto es bueno. Tal vez, Occidente, después de una corrección necesaria desde hace tiempo, sea capaz de superar a Rusia de nuevo. En el pasado, Rusia mostró el camino del socialismo a Europa, pero los mejores resultados del socialismo se lograron en otro lugar, en el norte de Europa. La vieja Europa (y los EE.UU., su vástago de ultramar) todavía son capaces de repetir esta hazaña y deshacerse de los magnates conspiradores y su predicación del amor obligatorio. En esta ocasión, quizá prohibir a todos los magnates sea una buena idea. En el mundo mejor de antes antes de su ascenso, no había multimillonarios. La historia no ha terminado; estamos entrando en la parte más interesante de ella. ¡Ánimo!

Israel Shamir, 11 febrero 2021

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Se puede contactar con Israel Shamir en adam@israelshamir.net

Traducción: Maria Poumier para Red Internacional

Original: https://www.unz.com/ishamir/the-tycoon-plot/

Articulo en frances

 

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