Falsificaciones científicas: cómo se usa la ciencia para engañar al público

Bazofia científica: cómo se usa la ciencia para engañar al público

¿Sabía que se realizó un estudio impactante, publicado en el Public Library of Science Journal, que encontró que “hasta el 72%” de los científicos admitió que sus colegas estaban involucrados en “prácticas de investigación cuestionables”, y que poco más del 14% de ellos había incurrido en descarada “falsificación”?[1]

FDA
Sede de la FDA (EE UU)

Si eso no es ya suficientemente malo, entre 1977 y 1990, la FDA [Food and Drug Administration] identificó fallos científicos en el 10-20% de todos los estudios que auditó[2]. Pero aún es peor. Los científicos de la empresa de biotecnología Thousand Oaks, Amgen se propusieron verificar los resultados de 53 estudios publicados y revisados por pares (“peer-review”), ​​en sus campos de investigación del cáncer y de la biología sanguínea. Lo que encontraron fue impactante; sólo 6 de los 53 estudios podrían ser válidos. Eso significa que casi el 90% fueron defectuosos, pero llegaron al público como si fueran un hecho[3].

En otras palabras, hay una gran cantidad de bazofia científica flotando alrededor, amigos míos.

Esto se vuelve especialmente preocupante cuando consideramos de qué modo la “ciencia” parece haber reemplazado a la religión organizada como la nueva autoridad que debe ser obedecida ciegamente de muchas maneras. La gente habla de ella como si fuera infalible, y cualquiera que cuestione a los sumos sacerdotes de la ciencia es generalmente atacado, degradado y despedido como los herejes de hoy en día.

Pero la ciencia, al igual que cualquier religión, no es un dios que sólo dice la Verdad impoluta. La ciencia está lejos de ser infalible, y constantemente necesita ser actualizada, mejorada, desafiada, revisada y modificada, por el simple hecho de que está sujeta a los estrechos límites de la defectuosa y pequeña percepción humana. La ciencia siempre crece y se expande, pero está distorsionada por factores como el prejuicio, el orgullo y la corrupción.

En sí misma, la ciencia es obviamente inanimada y no puede hacer ni bien ni mal porque no tiene mente propia. No es una persona, por lo que debemos dejar de hablar de la ciencia como si fuera un súper héroe. Es simplemente un vehículo que requiere un conductor, y el destino obviamente difiere de un conductor a otro.

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Noticia sobre el fraude de una vacuna para el SIDA

Mientras que algunos pueden tener la búsqueda sincera de la verdad objetiva en mente, la mayoría puede ser corrompida por la búsqueda de dinero (como Dong-Pyou Han, profesor de la Universidad Estatal de Iowa, que ahora está sentado en la cárcel por su fraude con la vacuna contra el SIDA), la falta de fama, o simplemente prejuicio personal y el orgullo egoísta. El anestesiólogo pionero Scott Reuben, que ayudó a revolucionar la cirugía ortopédica, falsificó datos en más de 20 estudios, y el físico alemán Jan Hendrik Schön, que ganó múltiples premios por su trabajo, falsificó también su investigación.

Estas personas pudieron pasar lo que la gente común a menudo considera la prueba “infalible” de la revisión por pares, y eso se debe a que en realidad no es infalible. De hecho, un bloguero presentó un artículo satírico sobre los Midi Chlorians de la saga de ciencia-ficción Star Wars ¡y cuatro revistas científicas lo publicaron!

En un esfuerzo por ayudar a recordar a las personas por qué no deben confiar ciegamente en la ciencia o en cualquier otro cuerpo de supuestos conocimientos, decidí escribir este breve artículo sobre cómo la bazofia científica se ha utilizado a lo largo de la historia para manipular nuestras percepciones y creencias.

Las grandes industrias del tabaco y del azúcar

Hace más de medio siglo, las compañías tabaqueras usaban la ciencia como arma para convencer a los ingenuos y crédulos sobre la seguridad de sus cigarrillos. Observe la frase clave: “Scientific Evidence” (prueba científica).

Varias organizaciones y revistas médicas diferentes, incluyendo el New England Journal of Medicine y el Journal of the American Medical Association (JAMA), estaban efectivamente en la nómina del imperio tabaquero y ayudaron a promover su agenda a través de la promoción de “ciencia” defectuosa.

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Publicidad “científica” de la marca Philip Morris

Observe la frase clave persuasiva en el anuncio anterior; “… los resultados finales, publicados en revistas médicas autorizadas, demostraron de manera concluyente que cuando los fumadores cambiaban a Philip Morris todos los casos de irritación desaparecían por completo o mejoraban definitivamente.”

Del mismo modo, la industria azucarera contrató a un grupo de científicos de Harvard para ocultar el vínculo entre el azúcar y las enfermedades cardíacas en la década de 1960, y la Fundación Internacional de Investigación del Azúcar (ISRF) suprimió un estudio que mostraba que el azúcar podría aumentar el riesgo de cáncer de vejiga.

Esto es algo que todos necesitamos entender, amigos míos. Nuestra sociedad global funciona como un negocio, no como una organización sin fines de lucro que valora la vida humana. Y esto significa que cualquier campo profesional puede ser fácilmente corrompido por el dinero. Lamentablemente, nuestros problemas son sistémicos y tienen sus raíces en este paradigma dolorosamente defectuoso.

La manipulación de la ciencia todavía continúa hoy

En la historia más reciente, la Administración Bush fue atrapada manipulando la ciencia para ajustarse a su agenda. El imperio petrolero también ha sobornado a los científicos para repetir su narrativa. Del mismo modo, el gigante de la biotecnología Monsanto y la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (EPA) también han sido sorprendidos participando juntos en esta práctica poco ética. Tampoco esta es la primera vez que Monsanto ha sido sorprendida actuando de esta manera. En Canadá, un grupo de científicos testificó que el gigante de los OMG (organismos manipulados genéticamente) les ofreció un soborno de 1 a 2 millones de dólares, y en Indonesia también fueron multados por participar en el soborno de un funcionario del gobierno.

Otro gigante de la biotecnología, Syngenta, contrató científicos para desacreditar al profesor Tyrone Hayes, quien realizó una investigación que descubrió que su herbicida Atrazine presentaba riesgos para la salud de la población. Merck fue llevado a los tribunales por dos científicos que afirmaron que el gigante del imperio farmacéutico manipuló pruebas relacionadas con la eficacia de su vacuna contra las paperas.

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Noticia “científica”: Los refrescos dietéticos son mejores que el agua para reducir peso. ¿Y quién financió el estudio?

Coca-Cola también fue atrapada pagando a los científicos (por una suma de 132,8 millones de dólares) para restar importancia a la severidad de consumir sus bebidas azucaradas y otros productos no saludables. De hecho, las corporaciones hacen esto continuamente. Un ejemplo perfecto es un estudio realizado por la Universidad de Colorado que afirmaba que la gaseosa dietética era mejor para promover la pérdida de peso saludable que el agua. Como era de esperar, este estudio fue financiado por la industria de refrescos.

Otro estudio afirmó que los niños que comen dulces pesan menos que los niños que no los consumen, y es menos probable que sean obesos. Esto, como era de esperar, fue financiado por una asociación comercial que representa a los gigantes del caramelo Butterfingers, Hershey y Skittles.

Conclusión

Hoy en día, siguen en pie varias prácticas cuestionables en nombre de la ciencia. Tristemente, la manipulación (o incompetencia) de la ciencia muy probablemente nunca será verdaderamente eliminada de la sociedad porque está arraigada en la falibilidad y la corrupción humanas. De hecho, Richard Hortin, el editor en jefe de la revista médica The Lancet, ha declarado que “gran parte de la literatura científica, tal vez la mitad, puede ser simplemente falsa”.

Esto no quiere decir que el concepto de ciencia no sirva a un propósito importante, porque ciertamente sí lo tiene. Personalmente utilizo métodos y principios científicos a diario en mi vida, e incluso confié en la investigación científica para destacar la corrupción dentro de la comunidad científica en este blog. Pero esto fue escrito específicamente para recordarnos a todos que la “ciencia” se puede usar para engañarnos, que se ha usado para engañarnos, y siempre debería cuestionarse como resultado. Los científicos, obviamente, necesitan dinero para llevar a cabo su investigación y las empresas que colocan las ganancias materiales por encima de la vida humana tienen mucho dinero. La mano que da generalmente controla la mano que toma.

Mientras no diseñemos un sistema que promueva la educación no adulterada, en vez de la propaganda y la ignorancia, y recompense la integridad más que la voluntad de hacer cualquier cosa por “dinero”, este tipo de patético comportamiento humano persistirá por razones obvias.

Cuestione siempre todo. 

Gavin Nascimenton, 21 diciembre 2017

*

Gavin Nascimento es un investigador independiente norteamericano, fundador del sitio web http://www.aNewKindofHuman.com. También se puede seguir su trabajo en Facebook, Twitter, Instagram y YouTube.

Fuente: https://anewkindofhuman.com/science-is-used-to-deceive-the-public/

 

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COMENTARIO DEL TRADUCTOR

Si se han fijado un poco, habrán observado que en los últimos tiempos existe una auténtica invasión de noticias científicas en los medios de comunicación, tanto en los canales clásicos (televisión, radio, prensa escrita…) como en el universo Internet. ¿A qué se debe tanto interés por la ciencia en todas sus facetas? Dado que los medios son el perfecto altavoz del Gran Hermano, no es de extrañar que –una vez desprestigiada y dinamitada la religión como refugio de la firme creencia– se eche mano de la ciencia básicamente para alcanzar dos objetivos, a saber: 1) Promover y sustentar los intereses de tipo económico y comercial, y 2) Justificar las directrices de las autoridades en cualquier campo de la sociedad, la economía o la política.

Desde luego, da igual que lo que se afirmaba como rotunda verdad científica hace unos pocos años sea puesto patas arriba en la actualidad, como los famosos estudios sobre enfermedades, alimentación, ecología, biología, etc. No importa, por ejemplo, que durante años se hablara de una nueva de Edad de Hielo, para luego imponer a bombo y platillo la teoría del calentamiento global contra todo rigor científico. Tampoco importa que ahora se omita la clara tendencia al enfriamiento global –palpable con hechos y datos– y se diga que hasta las vacas y el consumo de carne son culpables de esa entelequia llamada cambio climático, al cual se le achacan todas las anomalías y desórdenes de este planeta. Es patético y, si me apuran, hasta hilarante. Y ya no hablo de lo que concierne a mi ámbito de saber (historia, arqueología, antropología, etc.) pues allí estoy observando una cadena inacabable de conjeturas, artificios y sandeces, aunque lo más adecuado sería decir que tales engendros son meras maniobras de manipulación sociológica bien subvencionadas y difundidas.

Ya llevo años viendo esta decadencia de la ciencia, y cómo las serias advertencias de los científicos honestos sobre el triunfo de la mala ciencia, dominada por intereses políticos y económicos (que vienen a ser la misma cosa), caen en saco roto. De hecho, esas voces de denuncia quedan en un segundo plano, son marginadas, ridiculizadas o silenciadas llegado el caso. Pero no por ello voy a dejar de ofrecer argumentos e informaciones veraces para que los lectores tengan una visión crítica de eso que llaman ciencia empírica y para que aprecien que dicha ciencia está siendo utilizada como un caballo de Troya, en forma de amenazas e imposiciones, para llevarnos a un abismo cada vez más cercano, disfrazado de paraíso.

Así, me complace adjuntar seguidamente un artículo del investigador independiente estadounidense Gavin Nascimento, que incide –con datos contrastados– en que la ciencia actual ya funciona como un auténtico sistema de creencias y que no tiene ningún propósito de servir a los ciudadanos sino a los poderosos, que la utilizan como arma e instrumento de sus planes. Ya no es sólo un problema de mala calidad de la investigación –que aún lo es en cierta medida– sino de manipulación consciente y de corrupción, y visto lo visto no parece que vaya a evolucionar en la buena dirección, a menos que tenga lugar una catarsis global que afecte a todos los ámbitos de nuestra vida.

Xavier Bartlett, fuente

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