DOSSIER: BREXIT, una puja mundial de poder
El Brexit, ha implicado un fuerte golpe sobre el estatus privilegiado de la City de Londres en el RU y la UE, y con ello de su oligarquía financiera global. Ello se expresa fundamentalmente en torno de lo que se denomina la lucha por el pasaporte financiero, lo cual habilita a empresas radicadas en territorio europeo a operar dentro de todo el mercado común, y el riesgo cierto para el Reino Unido de perder el mismo al salir de la UE (riezgo para los actores que concentran la acumulación que deriva de esos negocios, financieros). Lo cual lleva a que las principales empresas y bancas del mundo, que cuentan con sus centros de operaciones en Londres para sus negocios dentro del mercado europeo, deban trasladar parte importante de sus equipos, instalaciones y empleos a otra/s city/ies de Europa para conservar el tan preciado pasaporte. Hecho de poder que aparece bajo la forma aparente de una disputa entre éstas por “acoger a los jugadores” que migren de Londres, y en ello se juega también la oportunidad de disputar más fuertemente quien es el actor dominante y hegemónico sobre el territorio de la UE, como se abordará en adelante.
El 23 de junio de 2016 se llevó a cabo el referéndum para decidir por la salida o permanencia del Reino Unido (RU) con respecto a la Unión Europea (UE), lo cual suscitó una gran atención mundial. Se trataba de un hecho político de primer orden, cuyos efectos podrían implicar modificaciones sustanciales en las relaciones globales de poder en un momento donde transitábamos y aun lo hacemos una crisis mundial de reconfiguración en el orden mundial.
En efecto, con el Brexit (término con que ello se conoció mundialmente, sintetizando las palabras Britain y Exit, la salida de Gran Bretaña) se ponía seriamente en juego la pervivencia de la Unión Europea como bloque continental de poder, en un contexto de continuos embates en pos de su desarticulación por parte de diversas fuerzas internas y externas. A su vez, se ponía también en juego el lugar del Reino Unido a nivel mundial, abriendo la posibilidad a un nuevo rol y alineamiento geopolítico de la que fue potencia hegemónica hasta las guerras mundiales de la primera mitad del siglo XX, cristalizándose su subordinación en los Acuerdos de Bretton Woods en 1944, donde los Estados Unidos imponen el dólar por sobre la libra esterlina como moneda única del mundo occidental .
El Brexit no es una concatenación de sucesos casuales que tienen como resultante un referéndum, sino que es un hecho político y social. Como tal, tiene actores con diferentes intereses, agentes que aún hoy disputan el proceso de salida del RU de la UE y que definen la complejidad que atraviesa este hecho y su carácter sumamente crítico a la hora de analizar el tablero geopolítico del siglo XXI. Hay razones para avizorar un realineamiento del Reino Unido que trasciende la proclama de “euroescepticismo”, que se suponía, arrasaría la UE después de la crisis de deuda de Grecia en el año 2010. Más allá de observar los datos en términos de una lectura de economía política, es preciso realizar principalmente la lectura político-estratégica para visualizar las confrontaciones en una crisis que se profundiza en 2008, se expande hacia la UE en 2010, se hace global en 2013 y continua a partir del 2013 y 2014 con el ingreso y ascenso de los Multipolarismos universales como actores/esquemas de poder de primer orden.
Un aspecto fundamental en términos geoestratégicos representa el impacto del Brexit sobre la City de Londres, principal centro financiero global. Y es que la salida británica de la UE, uno de los principales mercados del mundo , impacta de lleno en las condiciones con que ha contado Londres para su exponencial desarrollo en las últimas décadas, en el marco del esquema de poder del capital financiero global y su red global de cities financieras desde donde se articula, coordina y reproduce su particular modo de acumulación transnacional-global de poder/estado/valor.
El Brexit, ha implicado un fuerte golpe sobre el estatus privilegiado de la City de Londres en el RU y la UE, y con ello de su oligarquía financiera global. Ello se expresa fundamentalmente en torno de lo que se denomina la lucha por el pasaporte financiero, lo cual habilita a empresas radicadas en territorio europeo a operar dentro de todo el mercado común, y el riesgo cierto para el Reino Unido de perder el mismo al salir de la UE (riezgo para los actores que concentran la acumulación que deriva de esos negocios, financieros). Lo cual lleva a que las principales empresas y bancas del mundo, que cuentan con sus centros de operaciones en Londres para sus negocios dentro del mercado europeo, deban trasladar parte importante de sus equipos, instalaciones y empleos a otra/s city/ies de Europa para conservar el tan preciado pasaporte. Hecho de poder que aparece bajo la forma aparente de una disputa entre éstas por “acoger a los jugadores” que migren de Londres, y en ello se juega también la oportunidad de disputar más fuertemente quien es el actor dominante y hegemónico sobre el territorio de la UE, como se abordará en adelante.
Es al calor de esta crisis sin ganadores aun, que podemos entender al Brexit como la oportunidad para que otros actores vuelvan a jugar en los primeros planos del poder mundial, siendo este el caso de la Corona Británica del Reino Unido (RU). Ésta, tiene una confrontación prioritaria con el globalismo en la city de Londres y de segundo orden, con el Continentalismo Europeo que controla la UE con centro en Alemania-Francia-Italia. Es a partir de la crisis que abre el Brexit, que se pueden ver estas contradicciones como una movida de la Corona Británica contra el globalismo financiero en la City de Londres, por establecer un realineamiento geopolítico con estrategia propia para retomar el control de su territorio (RU), que venía manifestándose al menos desde el año 2013, apoyándose en el esquema Universal Multipolar-BRICS y en la profundización del dialogo entre anglicanos y católicos, entre la reina Isabel II y el Obispo de Roma, que se iniciara en 1967 , en el marco ahora de un humanismo que es ecuménico pero también interreligioso, que convoca y reúne a las 5 grandes religiones en un Pluriversalismo Multipolar que confronta con un globalismo financiero, que amenaza integralmente en base a un capitalismo neoliberal con exterminar la humanidad y la naturaleza toda.
Iniciándose el año 2018 todavía podemos notar los movimientos que este gran hecho vino a generar. En junio del 2016, nos preguntábamos qué intereses y proyectos estratégicos se abrían a una disputa en este nuevo marco. Por ese entonces, aún no estaban del todo claros los efectos reales para toda la UE, porque en el centro de la escena primaba la construcción mediática de la “tragedia” que la salida generaba en el RU, con toda la compleja situación económica, social, política y cultural que ello acarreaba.
El Brexit y el Reino Unido: Continentalismo vs Globalismo
El acrónimo Brexit, nacido de Gran Bretaña (Britain) y salida (exit), remite al proceso de salida aun en curso del Reino Unido (RU) de la Unión Europea (UE), cristalizado en el referéndum consultivo que tuvo lugar el 23 de junio de 2016, donde el Brexit se impuso por sobre la permanencia por 52% a 48%. El Brexit no es una concatenación de sucesos casuales que tienen como resultante un referéndum, sino que es un hecho político y social. Como tal, tiene actores con diferentes intereses, agentes que aún hoy disputan el proceso de salida del RU de la UE y que definen la complejidad que atraviesa este hecho y su carácter sumamente crítico a la hora de analizar el tablero geopolítico del siglo XXI.
Hay razones para avizorar un realineamiento del Reino Unido que trasciende la proclama de “euroescepticismo” , que se suponía, arrasaría la UE después de la crisis de deuda de Grecia en el año 2010. Es al calor de esta crisis sin ganadores aun, que podemos entender al Brexit como la oportunidad para que otros actores vuelvan a jugar en los primeros planos del poder mundial, siendo este el caso de la Corona Británica del Reino Unido (RU).
La Corona Británica y la City de Londres ¿Qué está en juego?
Es importante plantearnos que el Brexit puede ser observado como una jugada para retomar el control del Reino Unido por parte de la Corona Británica, enfrentada con la estrategia del Proyecto financiero global, quien tiene en la milla cuadrada de la City de Londres uno de los centros neurálgicos con el cual coordina y potencia la red financiera global y su proyecto de globalización neoliberal. Con esta, tiene una confrontación prioritaria, y, por otro lado, y de segundo orden, con el Continentalismo Europeo que controla actualmente la UE con centro en el núcleo de poder de Alemania-Francia-Italia.
Esto se debe a que el proyecto de globalización financiera ha significado una creciente deslocalización y pérdida del poder industrial de los países antes llamado “centrales”: el RU no es una excepción. Es a partir de la profundización de los efectos de la globalización financiera neoliberal, que se pueden trazar contradicciones irreconciliables entre la gran banca global y la Corona Británica. Por eso entendemos el Brexit como una jugada contra este agente en la City de Londres, lo cual significa un realineamiento geopolítico con estrategia propia, para retomar el control de su territorio (RU).
De manera secundaria como dijimos, se disputa el regreso de la soberanía comercial de Bruselas (capital de la UE), controlada por la Oligarquía Continentalista europea, a Downing Street, hoy en manos de la Corona Británica, lo cual es una herramienta fundamental para definir el futuro comercial y productivo del RU. En este sentido, el Brexit anuncia formalmente un realineamiento estratégico del Reino Unido. La definición de este juego de poder e intereses, aparece bajo la forma de lucha por definir la tenencia o no del pasaporte financiero para el Reino Unido; cambios que golpean directamente a la gran banca global en la City de Londres y su acceso el mercado europeo, uno de los más importantes del mundo.
La Corona Británica, se sostiene en la Oligarquía Continentalista Británica, la cual se expresa a través de la escala de su complejo industrial-militar-científico-tecnológico cuyo centro es el RU. Este realineamiento venía manifestándose al menos desde el año 2013, apoyándose en el esquema Universal Multipolar-BRICS y en la profundización del dialogo ecuménico entre anglicanos y católicos, entre Reino Unido y Roma. La escala continental que tiene la Corona, tras haber controlado vastos territorios del planeta en su estadio de potencia hegemónica desde el primer cuarto del siglo XIX hasta 1944/50, se respalda primero en los 14 territorios de ultramar dependientes directamente de la Reina Isabel II. En segundo lugar, se sustenta también en el Commonwealth, o Mancomunidad de Naciones, que representa los vestigios de la antigua esfera de influencia mundial del imperio británico.
Por el lado militar, en la UE, el RU domina la venta de armas con 35,5 billones de Euros al año (2015), lo cual genera 309.210 empleos en su territorio. BAE Systems es la principal empresa en ese rubro en territorio Británico con 23 billones en ventas y 82.500 empleados. Por el lado científico-tecnológico, se notan dos aristas del RU con diferentes posiciones relativas en comparación con el Continentalismo europeo (UE). Hay que destacar que el volumen de negocios de la manufactura de alta tecnología (MAT) del RU (2014) es de 40.922 millones de Euros, ubicándose en cuarta posición en la UE detrás de Alemania, que con 121.114 millones casi triplica su volumen; Francia 68.467 millones e Italia 44.247. No hay que perder de vista, que, a pesar de tener el cuarto lugar en volumen de negocios en la MAT, tiene el tercero en valor agregado. Pero en el sector “servicios de alta tecnología intensivos en conocimiento”, es donde el RU lidera el volumen de negocios con 248.404 millones, seguida por Alemania con 221 mil millones, Francia con 151 mil millones e Italia con 96 mil millones.
Además, la Corona Británica tiene un pie en la City de Londres, que opera desde un lugar subordinado a la gran banca global, con un conjunto de corredores de bolsa y fondos de inversión de tamaño mediano y pequeño, que se posicionaron a favor del Brexit .
Entendemos entonces, a la luz de estas premisas, la iniciativa Brexit, primero como un golpe al globalismo en la City de Londres en su disputa de poder por el RU. Segundo, es también una jugada dirigida a la UE para poder retomar el control del proyecto productivo en su territorio y llevarlo a dar un nuevo salto de escala y calidad, he aquí el lugar que puede llegar a darse con la asociación con la China Multipolar, impulsadas tanto por David Cameron como por Theresa May.
El Brexit es un hecho político que aspira a reestructurar las relaciones de poder en Europa y por ende el mundo, es la expresión de la lucha de estos actores; que se establece como tal, debido a sus estrategias antagónicas de territorialidad y proyección de poder. Contra la City de Londres por un lado y por el otro, contra el “yugo” germano-francés que puede dar y no dará lugar para que la Corona se fortalezca en el mismo plano que el Continentalismo europeo. Plano en el cual es fuerte y desde el cual puede mantener su presencia como actor estratégico: el industrial-militar, científico y tecnológico .
La Corona Británica, entonces, confronta con el núcleo germano-francés en el terreno de la producción industrial, científico-tecnológica por el mercado europeo en general y el de China-BRICS en particular. Pero es en la confrontación entre el Continentalismo Europeo y el Multipolarismo contra el Globalismo, que yace la clave para entender por qué la Corona tiene una oportunidad histórica de retomar la iniciativa después del Brexit. Para primariamente golpear sobre el globalismo en Londres y retomar el control del RU, y secundariamente, salirse del corsé alemán-UE y disputarles en su propio terreno.
La Corona Británica y la China Multipolar
Es de vital importancia entender la especificidad de las relaciones de la Corona con el gigante asiático. Estas son condición de posibilidad y respaldo necesario, para la proyección realista de una estrategia de poder propia por parte de RU a la hora de poner los pies en el tablero de poder mundial y poder disputar en la escala que esas dos batallas que mencionamos anteriormente suponen. Si bien las relaciones “doradas” siguen su curso, aún no se define qué tipo de Brexit se llevará a cabo, ya que este mismo, es objeto de disputa de los actores que mencionamos. Los distintos escenarios de salida que se manejan abren o cierran posibilidades de asociación, además de golpear (o no) sobre los actores estratégicos ya mencionados. Situar al actor China-Multipolar es necesario para entender más acabadamente los escenarios de Brexit y gran parte de lo que está en juego.
Después de la visita de Cameron a China en 2013, y de la visita al RU en 2015 del presidente Chino Xi Jinping, quien fue invitado al Reino Unido por la Corona Británica, en nombre de la Reina Isabel II, para firmar un importante documento llamado “abarcadora alianza estratégica para el siglo XXI” que delinea los alcances y trazos gruesos de la cooperación, ambas partes remarcan la importancia de las inversiones bilaterales para promover el crecimiento, puestos de trabajo y el intercambio de bienes y servicios.
Si bien estas son consignas generales, también se habló de un hecho que terminó de concretarse el 18 de enero del 2017, cuando el primer tren directo desde China, Ciudad de Yiwu, arribó a Londres, confirmando las palabras que indicaban el “fuerte interés de ambas partes en cooperar en iniciativas como la ‘Iniciativa China una franja, un camino’ (conocida como Nueva Ruta de la Seda u OBOR) y el Plan Nacional de infraestructura del RU. A su vez, el mismo día que este mega proyecto se concreta y el primer tren chino arriba a Londres, la primera ministra Theresa May, declaró que mantenían con el gigante asiático el status de relaciones “doradas” ; mientras buscan seguir atrayendo billones de inversiones chinas, se preparan para dejar la Unión Europea.
Las relaciones con la China Multipolar no son las mismas para el RU que para la UE. Ya que los actores, situaciones, intereses y por ende las estrategias de poder, son diferentes. En el comercio intra-UE, el RU es el más deficitario, con Alemania siendo uno de los más superavitarios. Así, los germanos sostienen hasta estos días un esquema muy parecido al que tenía China a principios del siglo XXI: bajo consumo interno, bajas importaciones, elevadas exportaciones, con la diferencia del alto valor agregado en Alemania, que no se compara con el de China del año 2000 y si con la China del 2012 en adelante. Esto explicaría, coyunturalmente y en parte, por qué la cautela estratégica de Alemania en la asociación con la China Multipolar en términos de un TLC con la UE y la apertura total.
Uno de los terrenos que podemos mencionar, donde se pueden visualizar esas diferencias estratégicas entre la UE y la China Multipolar es la postura del Continentalismo Europeo ante el status de Economía de mercado de China. Tener al gigante asiático como una “no economía de mercado” les permite a los rivales de la China exportadora disputar con aranceles extras, definir el quién y cómo hacer negocios en sus mercados, proyectando poder sobre y desde los mismos. Esta cuestión, junto a la del dumping, son los temas centrales para el ejecutivo europeo en la relación con la China Multipolar, pero Malmström marca que, para que se pueda avanzar definitivamente en un acuerdo de libre comercio e inversiones entre las partes, “El Estado (chino) necesita ser un regulador y no un actor económico; tiene que dejar que las empresas ineficientes se vayan a la quiebra y hacer ajustes para reducir la sobrecapacidad”.
En esa última frase, puede observase lo irreconciliable de la cuestión. Implica, nada más y nada menos, que la China-BRICS deje de ser un actor de poder, subordinando la (geo)estrategia y la (geo)política de China a los grandes actores globales de la economía de mercado transnacional (ETN´s) allí asentados. Sin el Estado, guiado por la estrategia Multipolar, difícil sería hablar de soberanía político económica, mucho menos de Estrategia de poder propia, en un capitalismo donde las burguesías nacionales que llegaron a ser grupos económicos (si es que aún existen) son subordinadas por las fracciones transnacionales más dinámicas, corporaciones multinacionales y redes globales . Por ello China decide avanzar armando conglomerados de empresas, que integran grandes y potentes con pequeñas y frágiles, asociadas al Estado Multipolar de China.
La apuesta de la China en Europa y sobre todo, en el RU, va más allá de lo meramente comercial. “Entre 2004 y 2014 los intercambios comerciales entre China y el Reino Unido pasaron de 20.000 a 80.000 millones de dólares (creciendo cercano al 40% anual promedio), mientras que las inversiones chinas en territorio del RU crecieron a una tasa anual de 85% desde 2010” , y en el contexto de la crisis financiera, de 2009 a 2014, se duplicó. Observamos, una clara aceleración de la apertura del mercado chino a los productos del RU, y además también a todos los productos de la UE. Una jugada estratégica para mantener en pie a la UE al calor de la doble “crisis” que jaquea su unidad, la que viene de la iniciativa que lleva a la “caída” del Lheman Brothers en 2008 y la que viene de la iniciativa de Londres que apunto a la “caída” de la economía de España en 2009/2010.
La UE es uno de los actores/mercados más importantes del mundo con el que China busca acercar lazos, pero también significa una más acelerada presencia de productos chinos en el RU. Esta apuesta de ninguna manera sería posible, si el Estado no es quien comanda la lógica de articulación entre capital-trabajo, producción-comercio exterior. El ejecutivo de la UE bien lo sabe, no es una cuestión de ideologías. Es una decisión económica estratégica, de disputa de poder.
¿Cuál será entonces el lugar de la inversión China en el RU, una vez fuera de la UE? Theresa May y la Corona Británica, como ya vimos, apuestan a esa continuidad de las relaciones doradas, con el antecedente de 2014 donde las partes firman una serie de acuerdos que exceden los 14 billones de libras esterlinas en intercambio. Fueron varios los acuerdos que se firmaron , uno digno de mención es la asociación entre British Petroleum (BP) y la estatal China CNOOC por 12 billones de libras esterlinas para el suministro de 1,5 millones de toneladas de gas natural licuado por los próximo 20 años, empezando en 2019.
Si bien el RU y China vienen dialogando con la idea de un TLC desde 2013, la situación actual para el corto y mediano plazo tiene algunas complejidades que es necesario resaltar. Después de la activación del artículo 50 del “Tratado de la Unión Europea” el 29 de marzo de 2017, se da inicio concreto al Brexit y comienza un período de dos años antes que el RU pueda salir legalmente de la UE.
Hasta que el RU no esté fuera de la UE, no se podrá concretar (aunque sí negociar en las sombras) formalmente un TLC con China, ya que la soberanía de la política comercial de la UE radica en la Bruselas controlada por el núcleo de poder germano-francés. Segundo, hay que tener en cuenta cuál va a ser la relación entre el RU y la UE una vez concretada la salida. Sobre esto, hay tres opciones que cabe destacar y lo haremos a continuación.
Tipo de Brexit y la Relación con China
Las implicancias económicas, legales y políticas, son intereses, herramientas, que se ordenan a partir la lucha de más alto nivel, la de proyectos estratégicos. Para hablar de salida y qué tipo de Brexit tendrá lugar en el futuro, hay que hablar de disputa de poder entre la Corona Británica, el globalismo en Londres, el Continentalismo europeo y la China Multipolar. Presentamos las posturas más viables.
En primer lugar, el caso noruego, que implica mantener el acceso al mercado europeo en caso de optar por seguir perteneciendo al Espacio Económico Europeo una vez retirado el RU de la UE; sería considerado un “Brexit Suave”, conservando la soberanía para establecer su propia política comercial, fuera del alcance de Bruselas y del núcleo germano-francés. Todos los beneficios, ninguno de los costos, un escenario muy poco probable.
Una segunda opción podría ser de pocos o ningún acuerdo con la UE, como cualquier otro país del mundo, sería un “Brexit duro”. Todos los costos ningún beneficio, de probabilidad media.
Como tercer caso, está la opción de un nuevo TLC entre las partes. Esto sería el “Brexit Suizo”, a la vez una oportunidad como un escollo, dependiendo de cuáles fueran los actores que logren imponer sus intereses en el plano geopolítico. El mas probable.
El caso suizo muestra las oportunidades que podría presentar el aparente objetivo de la Corona Británica de máxima: tener un TLC o acuerdos bilaterales de acceso preferencial con la UE y un TLC China, siendo soberana en el proceso, quedando en el centro de ambas partes como núcleo neurálgico del comercio euroasiático.
Profundicemos en el caso suizo: “En el contexto de la “Asociación Europea de Libre Comercio” (AELC), Suiza firmó varios TLC con la UE […] a su vez, firmó TLC con 38 socios fuera de la UE, incluyendo a China. Para prevenir el ingreso al mercado europeo de importaciones que no son de la UE, los países del AELC como Suiza deben aplicar ‘reglas de origen’ que muestren en qué medida un cierto bien es producido y procesado dentro del Espacio Económica Europeo (EEE), para así gozar de aranceles preferenciales o de lo contrario ser gravada de manera normal. El mismo tipo de tratamiento ha sido incluido en el CETA (Comprehensive Economic and Trade Agreement) conocido en español como Acuerdo Integral sobre Economía y Comercio o Acuerdo Económico y Comercial Global (AECG), entre la UE y Canadá, que debe aún entrar en vigencia” .
Que el RU pueda quedar asociado “a la manera Suiza” con la UE es el escenario más probable, debido a la apertura a disputas que éste da. Esta estrategia le da margen de negociación, tanto al RU como a la UE, de no romper con absolutamente toda su base económica, hoy en día muy vinculada entre ambas partes. Sobre este último punto, hay que marcar una posibilidad muy cierta que podría alertar a aquellos industriales con casa matriz en la UE. En el caso de que se dé un TLC entre China y el RU, las inversiones industriales chinas en el RU podrían ganar en competitividad al tener a disposición bienes intermedios de procedencia china por debajo de los aranceles garantizados por el status MFN (Most Favored Nation) , es decir, sin aranceles. Los productos finales, ensamblados y con agregado de valor en el RU, podrían ingresar en la UE, ganando lugar en ese mercado. Uno de los puntos en contra que tiene esta operatoria, es el transporte, ya que requiere de rutas marítimas específicas para no perder en costo-beneficio .
El mejor escenario para la Corona es un Brexit a la Suiza, donde puede disponer de los TLC que quiera hacer con la UE, por sector, por rama, por empresa, por tratado, etcétera, dejando por fuera o por dentro a aquéllos aliados o actores funcionales a su estrategia de proyección de poder. También da lugar al Continentalismo europeo a tener un margen de negociación y no exponer ni debilitar a gran parte de su base económica vinculada al RU, garantizando una herramienta para seguir disputándole a futuro la supremacía europea.
Además, a la Corona le sirve este modelo de Brexit para poder dejar por fuera a la gran banca global del estratégico acceso al pasaporte financiero, hecho básico y esencial para disputarle a la oligarquía financiera globalista en la City de Londres de modo contundente el poder en la City de Londres y en el RU. Tener un TLC con China-BRICS, es la opción que más fortalece a los británicos a la hora de colocar sus productos, en medio de su disputa con el globalismo en Londres y con el núcleo continental europeo que controla la UE. Además, teniendo la oportunidad de articular mucho más directamente con la China-BRICS, se abre una ventaja competitiva muy considerable por sobre el núcleo germano-francés que le disputa directamente el mercado chino en términos de inversiones y comercio. Esto nos muestra cuán importante es para la Corona la articulación en el esquema universal multipolar BRICS no solo porque le da escala para enfrentar al Globalismo unipolar financiero, sino porque esa escala le abre la posibilidad de avanzar en la disputa con la UE en inversiones y comercio. Claro está que también la UE juega y por lo tanto, se articula a su modo y con sus tiempos, en el esquema universal multipolar BRICS, tomando nota de la disputa táctica en inversiones y comercio. Coincidiendo ambos actores continentales, también en el respaldo y articulación que han mantenido o retomado con el universalismo multipolar humanista ecuménico e interreligioso .
El globalismo en Londres juega abiertamente a que no haya Brexit, con sus operaciones mediáticas y mediaciones político-militares operando con el desgaste y los atentados terroristas (Londres, Manchester, etc.) respectivamente. Ningún tipo de Brexit que ponga en jaque el pasaporte financiero les conviene, cualquier barrera al libre flujo financiero de capital va en contra de su proyecto estratégico e intereses. La relocalización de la banca global de Londres en otras cities financieras de la UE será un indicador preciso del éxito del golpe de la Corona Británica sobre proyecto financiero global en territorio del RU. Claro que este éxito y la magnitud del mismo también dependen de que el Continentalismo Europeo logre subordinar a la oligarquía global con nuevo asiento en la city de París, imponiendo a la city de Frankfurt como dominante entre las plazas financieras en la UE, y que esta última permanezca alineada a la hegemonía política del BCE y la Comisión Europea de la UE.
Brexit, Corona Británica y el Yuan multipolar
Londres ocupa un lugar clave de disputa por parte tanto de la Corona como por parte de la China Multipolar. Una quiere golpear sobre las fracciones globales que hoy en día dominan la milla cuadrada de la City y China, apuesta a impulsar la internacionalización de su moneda desde la misma.
Una de las grandes batallas en la disputa por la reconfiguración del orden mundial es la moneda mundial . La moneda como instrumento que media, organiza y conduce/coordina las relaciones económicas internacionales de cambio, de atesoramiento y de reserva. La estrategia de internacionalización del Yuan, también llamado Renminbi (RMB, “moneda del pueblo”), por parte del gobierno de China/BRICS se abordó desde varios frentes: vía acuerdos de permutas (‘swap’) de divisas; instalando bancos de liquidación directa (‘RMB offshore clearing banks’); otorgando cuotas de inversión para participar en el Programa de Inversores Institucionales Calificados en Renminbi (‘Renminbi Qualified Foreign Institutional Investor Program’); además del ingreso a la canasta de monedas del FMI el 1ro de Octubre de 2016, que le otorgó a la China multipolar una victoria en el largo camino (se avizora) por la disputa de la moneda mundial.
Muestra reciente de la creciente apuesta China por la plaza de Londres, se vio demostrada hacia Marzo del 2016; el peso del Yuan en Londres había desplazado a Singapur del segundo lugar detrás de Hong Kong en la totalidad de transacciones off-shore de liquidación directa (clearing centres) en RMB.
Eddie Norton, director regional europeo de pagos y manejo de efectivo para el HSBC (Hong Kong and Shanghái Banking Corporation), dijo para el Financial Times, que el crecimiento en los pagos de RMB en Londres refleja un giro más amplio de las prioridades de la región: “El auge del RU, al convertirse en el más grande centro de actividad de RMB fuera de Hong Kong, refleja la importancia que las compañías europeas están depositando en su relación comercial con China. La apertura de un banco de liquidación directa (Clearing Centre, se refiere a la filial británica del China Construction Bank inaugurada en 2014) hace dos años, ayudó al RU a construir liquidez en RMB, y empresas de avanzada están capitalizando la mejorada infraestructura de pagos de Londres para conectarse con socios del mundo. Mientras otras cities regionales como Frankfurt y París se esfuerzan por incrementar sus negocios en RMB, el panorama europeo para el flujo de comercio e inversiones con China lucen cada vez mejor” .
Esta información nos habla del lugar clave de Londres en la estrategia china por internacionalizar el Yuan. Pero para hacerlo, la construcción de poder en el plano geopolítico, debe entenderse a partir de la capacidad de integrar diversos jugadores en un esquema de fuerzas que pueda dinamizar sus economías y por ende sus intereses estratégicos, no sólo los económicos. La estrategia universal-multipolar de articulación euroasiática avanza confrontando con la estrategia globalista unipolar, pero en medio de esa relación de disputa de poder hay espacios de beneficios económicos para múltiples actores. Muchos de los países que conforman la iniciativa de la Nueva Ruta de la Seda (OBOR) serán incluidos en los bloques regionales de poder de los cuales forman parte (Unión Aduanera Euroasiática; UE; etc.), sobre todo aquellos países de Asia “en camino” a la India, Rusia y la UE.
La posición del RMB en la city de Londres a futuro, es clave en medio de la coyuntura Brexit. No es un tema menor el acceso al mercado europeo del sector financiero, y cuál será el futuro de las instituciones financieras de la “milla cuadrada” disputadas al calor de los escenarios del Brexit, a la Suiza, duro o suave, que se barajan en los análisis actuales .
El grueso del financiamiento y transacciones del proyecto OBOR es una de las más importantes aristas a la hora de pensar qué tipo de Eurasia se avizora en el futuro, donde hasta ahora, el rol de la Corona Británica del RU parece ser muy importante. Es decir, se hace necesario pensar quiénes y de qué manera jugarán esta partida de asociación estratégica para poder visualizar el tablero de poder de primer orden mundial. De ninguna manera hablamos de este hecho como algo inexorable, es muy complicado hacer encajar linealmente este complejo de relaciones entre Estados Universales y Naciones, y sus representantes en términos ideológicos o institucionales, pero hay que mirar la realidad y poder observar que la voluntad de mayor integración existe y ya está en marcha hace años, más allá de las contradicciones, marchas y contramarchas.
Siguiendo la lectura desde la mirada de la Corona Británica, esta asociación no es más que un medio en pos de profundizar los lazos que le dan respaldo para volver a los primeros planos del poder mundial. A su vez, esta relación no se da exenta de conflictos y matices, ya que para la China Multipolar, la UE es necesaria y estratégica a la hora de pensar en la UE como nueva piedra angular del Multipolarismo uni/pluriversal lo cual se verbaliza como la necesidad de una Eurasia unida y fuerte. El matiz es que, con el poder de la Europa Continental, la Corona Británica siempre tuvo contradicciones. En el periodo 1806-1914, estas disputas interimperialistas eran de primer orden, hoy son de carácter secundario debido a que el enfrentamiento del proyecto financiero global con el Continentalismo en Washington es la contradicción principal que ordena todas las demás. Esto se debe a que se trata de un conflicto entre la mayor capacidad de guerra financiera y la mayor capacidad de guerra militar nuclear de destrucción masiva. En medio del Brexit, el desafío será ver si la profundización de estas diatribas secundarias no dinamita el frente común y necesario junto al Universalismo Multipolar, contra el Globalismo Unipolar.
Brexit y la City de Londres
El 23 de junio de 2016 se llevó a cabo el referéndum para decidir por la salida o permanencia del Reino Unido (RU) con respecto a la Unión Europea (UE), lo cual suscitó una gran atención. Se trataba de un hecho político de primer orden, cuyos efectos podrían implicar modificaciones sustanciales en las relaciones globales de poder, en momentos donde transitamos una crisis estructural de reconfiguración en el orden mundial.
Un aspecto fundamental en términos geoestratégicos representa el impacto del Brexit (término con que ello se conoció mundialmente, sintetizando las palabras Britain y Exit, es decir: Gran Bretaña y salida) sobre la City de Londres, principal centro financiero global. Y es que la salida británica de la UE, uno de los principales mercados del mundo, impacta de lleno en las condiciones con que ha contado Londres para su exponencial desarrollo en las últimas décadas, en el marco del esquema de poder del capital financiero global y su red de cities financieras desde donde se articula, coordina y reproduce su particular modo de acumulación transnacional-global.
Encontrándose aún en pleno desarrollo la disputa acerca del particular modo en que se llevará a cabo, no caben dudas igualmente de que el Brexit ha implicado un fuerte golpe sobre el estatus privilegiado de la City de Londres en el RU y en la UE, y de la oligarquía financiera global asentada en ella y su moderna aristocracia financiera de CEO´s (Chief Executive Officer, Oficial Ejecutivo Jefe). Ello se expresa fundamentalmente en torno de lo que se denomina pasaporte financiero, lo cual habilita a empresas radicadas en territorio europeo a operar dentro de todo el mercado común, y el peligro cierto para el Reino Unido de perder el mismo al salir de la UE (peligro para los actores que concentran la acumulación que deriva de esos negocios, según veremos). Lo cual lleva a que las principales empresas y bancas del mundo, que cuentan con sus centros de operaciones en Londres para sus negocios dentro del mercado europeo, deban trasladar parte importante de sus equipos, instalaciones y empleos a otra/s city/ies de Europa para conservar el tan preciado pasaporte, lo cual ha llevado a una competencia entre éstas por acoger a los jugadores que migren de Londres. Y en ello se juega también la oportunidad de disputar más fuertemente el territorio UE.
La City financiera de Londres
También conocida como Milla Cuadrada, la city constituye el distrito financiero y centro histórico de Londres. Hoy día, constituye el corazón del proceso de globalización financiera. En 2016, el Índice de Centros Financieros Globales volvió a colocar a Londres como el centro líder a nivel mundial, por delante de Nueva York, Singapur, Hong Kong y Tokio. Para ello, el índice se basa en una serie de criterios de relevancia: entorno empresarial, desarrollo financiero, infraestructura, capital humano y reputación .
Londres cuenta con vastas redes comerciales tejidas durante siglos y la zona horaria, la cual permite presenciar el cierre de Asia, toda la jornada europea y el inicio de la sesión de Wall Street en Nueva York. Es por ello que allí se congrega mayor capital internacional que la city neoyorkina, la cual se encuentra compuesta en una mayor proporción por capital financiero de origen norteamericano. Se entiende entonces por qué en los mercados de divisas y de derivados, Londres concentra el 40 y el 50% del negocio y movimiento mundial, respectivamente.
Estrechamente articulada a la compleja plataforma “extra-territorial” (en tanto territorialidad de los Estado-nación en progresiva crisis) de los denominados “paraísos fiscales” , la City ha cobrado su lugar geoestratégico luego del ocaso de la hegemonía mundial británica (lo cual se consumó a la salida de la 2da Guerra Mundial), en base al Euromercado en los años ‘60, la desregulación “big bang” de los ‘80 con Thatcher, la constitución de la Unión Europea desde los ‘90 y 2000, y la derogación de la ley Glass-Steagall por el gobierno de Clinton en EEUU en 1999.
Dada la escala global transnacional del modo de acumulación de esta forma y fracción del gran capital financiero, los núcleos-nodos centrales de su territorialidad se sitúan en estas enormes ciudades con la infraestructura, instalaciones y logística necesarias para realizar los negocios financieros globales. El par local-global resulta orgánico a la nueva forma de capital, en relación con las grandes empresas transnacionales (ETN’s) allí asentadas, y dando cuenta de una progresiva desarticulación del Estado-nación de país central en tanto instrumento y escala del Poder-Valor-Estado, para imponer (tendencialmente) un Estado global sin barreras nacionales a la libre “circulación” de capital . Así, lo nacional queda reducido a la nacionalidad de los habitantes de ese país, pero ya no da cuenta de la unidad de poder nacional.
No obstante este carácter global, la city londinense depende en gran medida del mercado único europeo, el que con casi 500 millones de personas resulta el más grande y con mayor capacidad de ahorro e inversión del mundo, y en el cual representa el principal centro financiero. Así, el 40% del negocio mundial de Londres se hace con Europa, en base al “pasaporte” que obtienen los agentes financieros que operan desde la Milla Cuadrada, independientemente de su nacionalidad, para poder captar e invertir fondos libremente en todo ese mercado, una posición de poder privilegiada en serio riesgo con el Brexit.
Se encuentran radicadas en Londres muchas de las principales empresas y bancas globales, tanto como una masa de expertos en servicios financieros y otros servicios profesionales relacionados: contabilidad, asesoría jurídica y fiscal, consultoría, comunicación y otros. Hoy en día, la mitad de las empresas financieras del mundo han basado su sede europea en Londres, y más de un millón de personas trabajan en el sector financiero en el RU.
La City londinense, sin embargo, no es homogénea. Existen actores económicos de muy diverso calibre: desde la banca mayorista –como las grandes bancas transnacionales de diverso origen-, aseguradoras más pequeñas, gestores de fondos, fondos de cobertura y otros. A su vez, los intereses y visiones estratégicas también presentan una heterogeneidad a tener en cuenta. Según se puede rastrear históricamente, desde hace siglos conviven en la City dos campos de fuerzas diferenciados: uno “nativista”, de carácter conservador, más patriótico e insular, y de menor poder relativo, que se encarna en un conjunto de corredores de bolsa y fondos de inversión de tamaño medio y pequeño, que se posicionó a favor del Brexit. El otro, de carácter liberal, global y cosmopolita, es dominante en la City y se expresa en actores económicos de mayor calibre, defensores de la permanencia del RU en la UE .
Esta diferenciación es relevante para observar una disputa intestina de mayor escala dentro del Reino Unido, entre los actores que impulsan la globalización financiera (con el gobierno del “laborista” Tony Blair como clara expresión de ello, entre 1997 y 2007, luego de que el neoliberalismo globalista se hiciera con el control de las cúpulas del otrora partido socialdemócrata laborista -aunque no se limita a un sólo partido esta disputa) y aquéllos que se ven perjudicados por la deslocalización de empresas y la consecuente desindustrialización que ha implicado ese proceso, en términos de pérdida de poderío económico por parte del Estado-nación britanico y caída en los niveles de ingresos y calidad de vida de la clase trabajadora. Se entienden así los posicionamientos ante la votación del Brexit: contrarios al mismo las mayores bancas, empresas, medios de comunicación, centros de ideas, políticos, tanto “por izquierda” como “por derecha”, y favorables a él amplias capas de trabajadores junto con sectores del poder económico, político y mediático conservadores y nacionalistas, e incluso la misma Corona británica.
Impacto económico del Brexit sobre la City de Londres
Desde el referéndum de 2016, todo este proceso de salida del Reino Unido de la Unión Europea ha ocasionado impactos económicos sensibles, en términos de caída de bolsas, acciones y de la divisa británica. Esto último resulta significativo: el día del referéndum la libra esterlina sufrió una caída de más de 11%, alcanzando su precio más bajo desde 1985, y no volviendo ya a sus niveles previos. Por su parte, paradójicamente, la Bolsa de Londres ha venido teniendo rendimientos positivos desde entonces. Se puede apreciar en ello que la devaluación de la libra esterlina golpea a la timba financiera y a los importadores (como por ejemplo, de automóviles alemanes, rubro importante), mientras que beneficia al complejo industrial exportador.
El período abierto luego del referéndum, con una libra devaluada mientras los costos de aranceles se han mantenido inalterados, ha beneficiado fuertemente a los exportadores. De hecho, había sido el sector de servicios financieros de la city londinense quien había mantenido una moneda fuerte previamente, obstaculizando la competitividad del sector manufacturero . Hay quienes afirman que este descenso del valor de la moneda podría representar una ventaja en el seno de la Commonwealth, así como potenciar los intercambios comerciales con China, Rusia y el mundo “emergente” . Lo cual daría lugar a un claro viraje en el alineamiento geopolítico del Reino Unido, desde el bloque occidental anglo-norteamericano expresado en la OTAN, hacia una articulación con los bloques que impulsan el esquema BRICS multipolar .
Por otra parte, ya en los días previos al referéndum el Banco de Inglaterra advertía sobre la volatilidad e incertidumbre que ocasionaría un resultado favorable al Brexit, principalmente en términos de empleos. Según se puede ir rastreando en las agencias de noticias del mundo, los grandes bancos salieron a marcar posición frecuentemente sobre ello. Luego de la victoria del Brexit comenzaron las declaraciones sobre posibles traslados y relocalizaciones.
La trayectoria emprendida por el nuevo gobierno británico de Theresa May profundizó esto. En marzo de 2017 las perspectivas de un Brexit “duro” (es decir, salir no sólo de la UE sino del Espacio Económico Europeo) aumentaron considerablemente a raíz de las definiciones de la primera ministra, quien el 29 de ese mes firmó la activación del artículo 50 que solicita la salida de la UE.
El tanque de pensamiento europeísta Bruegel afirma que el 35% de las actividades de la banca mayorista que funciona en la City migraría a la UE27 (UE sin el RU) en el mediano plazo, lo cual representa 1,8 billones de euros (o 17%) de todos los activos bancarios del RU . El mercado mayorista de la actividad financiera representa aproximadamente la mitad del total de la actividad, y sus principales jugadores son los grandes bancos de inversión global. Consiste centralmente en intercambios de divisas, valores y derivados: grandes transacciones entre instituciones financieras o prestación de servicios bancarios a grandes clientes (fondos de pensiones, grandes corporaciones, gestores de activos y otros) con necesidades específicas en términos de gestión de efectivo, acceso a mercados de capitales, grandes transacciones comerciales y operaciones afines.
En otro orden, el impacto del Brexit sobre la City se expresa también en la potencial pérdida de dominio en cuanto a la actividad denominada en euros. A diario, más de un billón de euros cambian de manos en Londres, casi la mitad del total global. Aparece como central la disputa por el negocio de compensación (clearing) en operaciones con derivados, “columna vertebral” de los sistemas financieros modernos: las cámaras que llevan a cabo esta actividad median entre compradores y vendedores, garantizando la liquidación de operaciones y gestionando los riesgos involucrados (por ejemplo, contra cambios en la tasa de interés, fluctuaciones de moneda o riesgo inflacionario), lo cual reduciría el peligro de una difusión de situaciones de cesación de pagos (default) por todo el sistema financiero, según los ideólogos y grandes ganadores de estos negocios.
Esta actividad, que se desarrolla en Londres en una enorme proporción (alrededor de tres cuartas partes -75%- del total de la negociación de derivados denominados en euros), presenta grandes probabilidades de traslado a territorio continental, lo cual representaría un elemento muy favorable para el núcleo de conducción de la UE, que desde hace tiempo preferiría ver localizadas esas actividades en su territorio y bajo la supervisión del Banco Central Europeo.
Competencia por el nuevo centro financiero europeo pos-Brexit
Luego del referéndum del Brexit se abrió entre las principales cities financieras europeas una carrera por captar los negocios que perderá Londres, ubicándose como las mayores candidatas Frankfurt, París, Dublín y Ámsterdam, y seguidas de lejos por otras tantas.
Si bien ha habido quienes afirmaron que las operaciones podrían trasladarse a Nueva York (lo cual aparece como improbable, primero por su posición horaria mundial y luego por la victoria de Trump y la profundización de la crisis estructural dentro de EEUU que ello ocasionó) o al Asia Pacífico (Hong Kong o Singapur fundamentalmente), estos escenarios no parecen tener sustento, dado que para conservar el preciado pasaporte financiero, para darle continuidad a la lucha por la UE en la nueva situación planteada, las grandes bancas de inversión deberían relocalizarse en otra city situada dentro del mercado común europeo.
Empresarios, políticos y medios de comunicación de las principales cities competidoras han emprendido grandes campañas anunciando los beneficios que supondría para las grandes bancas globales asentarse en sus territorios. Éstas últimas, por su parte, vienen realizando estudios para analizar sus mejores perspectivas de negocios en este marco. A su vez, muchos de los principales diarios del mundo trabajan la cuestión presentando pros y contras de cada city, e inclusive haciendo lobby directo, organizando foros que congregan personalidades del mundo político y empresarial de sus países y de Londres, o haciendo campaña por determinadas cities.
Esta cuestión reviste una gran relevancia geoestratégica en el marco de la crisis global y la reconfiguración del orden mundial que la misma conlleva. El golpe que implicó el Brexit para la City de Londres, bastión de la globalización financiera, buscará ser mitigado por los actores que impulsan tal proyecto estratégico, apuntando a recuperarse y volver a la carga por la desarticulación de la UE como bloque continental, en pos de la imposición del Estado global que necesita esta forma y fracción del gran capital financiero transnacional. Para ello cuentan con su poderío y posición dominante en las principales cities financieras europeas, y con un representante directo de sus intereses en Francia, luego de que Macron se impusiera en las elecciones presidenciales .
Frankfurt vs París: eje central de la disputa
Atendiendo a los datos y las estimaciones de los analistas, ha tomado fuerza la perspectiva de una fragmentación de la actividad financiera que migrará de Londres, hacia un conjunto de cities europeas, en detrimento de una clara ganadora que herede la mayor parte de lo que pierda la capital británica. El escenario de fragmentación representa una clara forma de la estrategia del capital financiero global: fragmentar en la Red global para que nada ni nadie pueda situarse por fuera o por encima de ella.
Los análisis más pormenorizados han señalado que la actividad mayorista que migrará de Londres se distribuiría en las siguientes proporciones: entre un 35% y 45% migraría a Frankfurt, un 20% a París, alrededor del 15% a Dublín, cerca del 10% a Ámsterdam, y un 10% o 15% repartido en otras cities (Luxemburgo, Madrid y otras). Esas estimaciones se basan en los lugares en que tienen radicadas actividades importantes las principales bancas, suponiendo que éstas se trasladarán principalmente a donde se encuentren sus clientes.
Sin embargo, dado que el capital no se rige meramente por condiciones económicas de dominación sino, en lo fundamental, por el poder y la hegemonía político-cultural para imponerse con legitimidad/consenso (y no sólo por la fuerza, fraude y corrupción), hemos seguido la trayectoria y desenvolvimiento de esta cuestión con el devenir de los acontecimientos político-estratégicos. Así, luego de la activación de Theresa May del artículo 50 a fines de marzo de 2017, y ante los anuncios de las grandes bancas sobre sus planes de reubicación, fue perfilándose Frankfurt como la ganadora. Allí asentarán sus centros de operaciones europeos, o habilitarán en su defecto licencias para poder seguir operando en el mercado común, parte importante de las principales bancas de inversión .
En favor de la city situada en Alemania figura contar con la sede del BCE, así como de varios supervisores importantes como la Autoridad Europea de Seguros. También, ser parte de la mayor economía de la UE, junto con un importante nivel de infraestructura y mano de obra cualificada. Su sector financiero es potente, y cuenta con la fusión anunciada en marzo de 2017 entre el London Stock Exchange (LSE, entidad que controla la Bolsa de Londres y de Milán) y la Deutsche Börse (que administra la Bolsa de Frankfurt y las cámaras de compensación Clearstream y Eurex), lo cual aumenta sus perspectivas para imponerse según los especialistas. Claro que en primera instancia esta decisión es la resultante de una puja de poder, y luego viene la “infraestructura financiera” necesaria; pero quien haya desarrollado ya la infraestructura muestra su preparación para imponerse cuando esta puja de poder se abra.
Sin embargo, la city –o cité- de París no se ha quedado quieta ante ello: numerosas congregaciones y reuniones se han organizado en su barrio financiero de La Defénse, con líderes políticos y empresariales franceses, y representantes de importantes bancos y gestores de fondos en Londres . Dublín y Ámsterdam, mientras tanto, han quedado ya relegadas en esta carrera, y más aún el resto de las cities europeas.
Si bien las elecciones presidenciales francesas causaban reparos en las evaluaciones de los grandes bancos debido a la incertidumbre previa, a causa de la amenaza que les significaban las posibilidades del seguidor de la estrategia de Charles de Gaulle, François Fillon, luego de su derrota y del triunfo de Macron era de esperar que estas ambiciones se profundicen. El nuevo mandatario ha venido avanzando ya sobre algunas de las “debilidades” que presenta la city francesa para los intereses financieros globales: elevados costos impositivos, así como la “rigidez” del mercado laboral y las altas cargas sociales (es decir, el poder del movimiento sindical francés, que es su contracara), para lo cual Macron ya ha emprendido con fuerza su programa de flexibilización laboral.
Se manifiesta claramente aquí, entonces, la disputa de poder entre Frankfurt y París, en cuanto a hacia dónde y en qué medida se relocalizará la actividad financiera que “migre” de Londres, pugna de gran relevancia en cuanto a la reconfiguración del poder que implicaría cada escenario en juego. En efecto, se aprecia por un lado la clara preferencia de los intereses europeístas (UE) en cuanto a que Frankfurt se erija como ganadora de la contienda, dado que las instituciones políticas supranacionales continentalistas de la UE subordinarían y controlarían allí el accionar de las grandes bancas y su andamiaje de poder financiero, expresándose en la ecuación: el gobierno político controla la city financiera y no el poder financiero subordina a la política. El desenlace de las elecciones en Alemania, con el acuerdo para establecer un gobierno de coalición entre Merkel y Schulz (CDU y SPD) a raíz de la presión del Estado profundo alemán, confirma ello, manifestándose abiertamente la determinación de apropiarse de la actividad financiera que pierda Londres.
Por otro lado, París aparece como la mejor opción para el globalismo financiero, en donde se posicionarían como jugadores dominantes, frente a la subordinación que implicaría la radicación en Frankfurt. Cada escenario, con sus variaciones y las proporciones en que se imponga, conlleva muy disímiles perspectivas en cuanto a los esquemas de poder mundial en disputa.
Ante ello, el comportamiento de las bancas de primera línea del unipolarismo continentalista norteamericano (asentado en EEUU-NAFTA y el complejo financiero-industrial-militar del Pentágono) parecen dar cuenta de una estrategia de fragmentación en un primer momento. Ninguno de los dos grandes escenarios –Frankfurt o París como grandes ganadoras de la contienda- beneficia a este campo de intereses. El primero de ellos profundizaría el fortalecimiento de la Unión Europea como bloque continental, y con ello aumentaría sus grados de autonomía con respecto al unipolarismo continentalista en EEUU-NAFTA (grados que vienen creciendo en forma exponencial), junto con el cual recorrió el largo camino desde Bretton Woods en 1944 y el Plan Marshall, en una posición subordinada. El segundo escenario, por su parte, implicaría una rearticulación y fortalecimiento de su principal oponente, el unipolarismo financiero global, constituyendo el conflicto y enfrentamiento entre estos dos proyectos estratégicos la contradicción principal de las luchas del poder mundial hoy día . En este marco se observa y puede interpretar aquella estrategia de fragmentación.
Escenarios y perspectivas futuras
En el marco general de la disputa de proyectos estratégicos que se ha planteado, la crisis que desencadenó el Brexit en cuanto a la unidad y concepción del Reino Unido, la Unión Europea y la City de Londres, en tanto configuraciones cristalizadas del Poder-Valor-Estado, da cuenta de profundas luchas de intereses por redefinir el orden de las relaciones de poder a nivel mundial, y puede implicar también grandes oportunidades para afirmar la posición propia y/o redefinir alineamientos geopolíticos de los grandes jugadores de esta partida.
Al interior del Reino Unido, según se desprende de lo analizado hasta aquí, los debates, pugnas y enfrentamientos políticos, económicos e ideológicos, se alinean en base a una contradicción que ordena al resto en la dinámica de las luchas de poder: la que tiene lugar entre la oligarquía continentalista en la Corona Británica (y su complejo industrial-militar, científico-tecnológico) y la oligarquía financiera globalista en la City de Londres, cada cual en tanto expresión de un conjunto de intereses y fuerzas de diversa escala y magnitud de poder.
Una contradicción que no se presenta en cualquier momento, sino que se sitúa en las condiciones extraordinarias a que ha dado lugar la crisis estructural, epocal y de civilizaciones que se produce hacia 2001-2008 . Previo a ello resultaba difícil percibir la contradicción entre los intereses financieros dominantes en la City y los que se expresan a través de la Corona, si bien existían indicios de comportamientos y estrategias diferenciadas desde fines de los ‘90. Pero el devenir precipitado de las reconfiguraciones geoestratégicas a que ha dado lugar la crisis, con la redefinición del orden mundial consecuente, alteró y potenció a lo interno del RU el orden de las contradicciones.
Por tanto, en lo que a la City refiere, qué tan “duro” o “blando” resulte el Brexit, guardará relación con cuánto margen tenga la Corona Británica para imponerse en el RU y en la City de Londres, recuperando su control. Mientras que para la oligarquía global la posición de fortaleza o debilidad en el RU se manifestará en términos de poder hacer pie en la UE, es decir, sostener o perder el “pasaporte financiero” y las condiciones para seguir operando en el mercado común europeo, y/o en la posición que logre la City de Paris en su puja de poder con la City de Frankfurt, el BCE y el poder político de la UE en su oligarquía continentalista .
Desde mediados de 2017 se vienen desarrollando las negociaciones formales entre los delegados del RU y de la UE para definir los términos de la separación y de un posible nuevo acuerdo entre ambas partes en materia comercial, entre cuyos temas centrales aparece la regulación de los flujos financieros. Los lobbystas de la city londinense han venido llevando a cabo una serie de acciones para defender su posición, sea para conservar el “pasaporte” mediante determinados artilugios legales, o de mínima buscando acuerdos de transición hasta tanto se resuelva el tipo de Brexit. Las autoridades europeas, sin embargo, han sido enfáticas en su negativa a estas propuestas, además de la postura opuesta a ello del gobierno británico de May.
Por fuera de la legislación europea, la city londinense podría convertirse aún más en un “paraíso fiscal”, aliviando regulaciones impositivas y financieras en pos de absorber mayores volúmenes de flujos financieros, asemejándose en ello a Singapur. Si bien Londres concentra actualmente una posición dominante en el control del movimiento de flujos financieros, y seguramente llevará mucho tiempo a sus competidores regionales superarla en varios aspectos, no caben dudas de que perderá parte importante de su jerarquía y estatus actual, dados los planes en curso de reubicación hacia la UE de la gran banca mayorista. Es por ello que su “caída” de la cúspide de la red del poder financiero global parece irreversible.
Por supuesto, la dinámica de las luchas y negociaciones entre las partes en juego definirá el escenario vencedor, pero enmarcado ello en los trazos gruesos que delimitan estas contradicciones. Todo lo cual va demarcando el estado de situación de la crisis y la magnitud de la misma medido por los contendientes en pugna.
El mayor error consistiría en suponer que el globalismo financiero unipolar ha muerto , porque de hecho es, junto al universalismo multipolar (esquemas BRICS y Humanista Ecuménico -este último en tanto unión de las 5 grandes religiones monoteístas, con el Papa Francisco como figura de mayor peso), el jugador de mayor magnitud, dominante en lo económico global, que se encuentra a la ofensiva y tiene recursos para contraatacar en pos de imponer un nuevo Estado global para el capital financiero globalizado.
La dialéctica de las pujas de poder, con sus luchas y negociaciones entre proyectos estratégicos que conllevan distintos esquemas de poder mundial, definirá el devenir de esta disputa.
Walter Formento, Wim Diercksens, Julián Bilmes, Leonel Del Negro, Amanda Barrenengoa
Fuente, julio 2018