Asesor del golpe suave en Venezuela confiesa en qué falló la oposición

En días recientes, Srdja Popovic fue entrevistado por un medio digital del antichavismo. Sus declaraciones dan pistas de cuáles son los fracasos fundamentales del antichavismo, así como los movimientos y discursos que comienzan a tejerse desde sus restos cuando arrecian las agresiones contra Venezuela.

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Se trata del activista serbio que formó Otpor (traducción: ¡Resistencia!), el movimiento que, inspirado en las ideas sobre protestas no violentas de Gene Sharp, participó en el proceso de derrocamiento de Slobodan Milosevic en Serbia desde 1998 junto a su compañero de facultad, Slobodan Dinovic, hoy magnate de las telecomunicaciones serbias.

Desde entonces, Popovic y sus amigos han tenido una gran demanda. El Centro de Acción y Estrategias no violentas aplicadas, o Canvas, es una ONG con sede en Belgrado fundada en 2004, que ha asesorado y capacitado a activistas “pro-democracia” en más de 50 países, incluyendo India, Irán, Zimbabwe, Myanmar, Ucrania, Georgia, Palestina, Bielorrusia, Túnez, Egipto y Venezuela.

La Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA, por sus siglas en inglés) experimentó por vez primera con las teorías de Gene Sharp en Serbia, estimulando y financiando la aparición de activistas en los sectores juveniles y estudiantiles. Mediante operaciones de inteligencia aprovechó los descontentos y la rebeldía propia de la juventud para movilizar a las nuevas generaciones. Cuando Milosevic fue depuesto en el 2000, los líderes de las revueltas fueron relegados a un segundo plano y las fuerzas políticas “vencedoras” instalaron un gobierno pro-occidente.

Pasado el tiempo, los líderes de Otpor reconocieron públicamente que recibieron apoyo logístico y financiero del exterior, particularmente por la Fundación Nacional para la Democracia (NED, por sus siglas en inglés), la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), el Instituto Republicano Internacional (IRI) y el Instituto Demócrata Nacional (NDI).

¿Golpes suaves para quién?

En los años 90, Yugoslavia transitaba por una crisis civil estimulada por enfrentamientos étnicos entre croatas-bosnios albaneses por un lado y serbios por el otro, pero además el sistema político encabezado por Milosevic venía siendo minado por una crisis económica que alcanzó el cenit en 1993, cuando la inflación llegó a 5 cuatrillones por ciento.

Esto significó un descenso abrupto de la calidad de vida de la población a causa de las sanciones y embargos internacionales, un contexto regional amenazante, medidas de control extremo por parte de Milosevic y una transicion inacabada. También la destrucción de un Estado a causa de intereses estratégicos internacionales.

Además, la incertidumbre, la turbulencia política y la falta de referentes sociales ahondaron una grave crisis moral en la sociedad, que fue aderezada con desfases entre discursos oficiales y hechos por parte del gobierno. Por otra parte, la oposición carecía de liderazgos integradores, lo que se expresa en al menos ocho intentos de formar coaliciones políticas en menos de una década. La eficiencia de Otpor consistió en aglutinar hasta 60 mil miembros repartidos en toda Serbia, tener hasta 100 oficinas en ese territorio, buen porcentaje de jóvenes (30% menor de 18 años) y anclarse a los principales campus universitarios.

Sin variación alguna, las guerras y divisiones internas eran propulsadas por los países miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), fuerza que además atacó la nación serbia durante 78 días consecutivos en 1999 con 25 mil toneladas de bombas y misiles, incluyendo más de 50 mil proyectiles que representan más de 20 toneladas de uranio empobrecido y 152 proyectiles contenedores de 35 mil bombas de racimo, destruyendo sistemáticamente la economía e infraestructuras del país. Esto incluyó refinerías y plantas químicas, los daños de guerra fueron evaluados en más de 100 mil millones de dólares y dejaron 2 mil civiles muertos.

En medio de la debacle de ese año, y como parte del plan que buscaba un cambio abrupto de sistema político, la declaración de Otpor postulaba el libre mercado y las privatizaciones, aun cuando su discurso se enfocaba en sacar a Milosevic del poder. En el 2001, renunció al puño como símbolo y al nombre de “movimiento revolucionario”. En 2003, sufrieron un revés electoral que los desapareció de la actividad política de masas. Y en 2004 fundaron Canvas.

Analistas concluyen que ninguna de las acciones de Estados Unidos y sus aliados sobre Serbia beneficiaron a su pueblo, sino que jugaron a favor de objetivos como las independencias de Croacia y Eslovenia (1991) y Bosnia y Herzegovina (1992), las sanciones internacionales, las detenciones y procesamientos a criminales de guerra serbios, los bombardeos de la OTAN o la declaracion de independencia de Kosovo (2008).

¿Revoluciones de color y salidas pacíficas?

En enero de 2010, Canvas produjo un informe titulado “Análisis de la situación en Venezuela”, que planteó una estrategia similar a la utilizada en Serbia. Hoy Popovic admite que su organización asesora a quienes desean derrocar al gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela y reconoce que su movimiento recibe financiamiento de Estados Unidos, pero no ve “problema en ello”, su línea de flotación política está marcada por la ideas del politólogo Gene Sharp, quien dirigía el Instituto Albert Einstein, de Boston, junto al ex coronel estadounidense Bob Helvey.

En los reportes semanales de Canvas aparece Venezuela con excesiva frecuencia, en los más recientes acompañada de Nicaragua, por razones ya mencionadas. Ya en 2013, WikiLeaks publicaba que al menos 73 correos electrónicos revelaban su complicidad con Stratfor en el plan de derrocar a Hugo Chávez y ayudar a los candidatos antichavistas a ser elegidos para la Asamblea Nacional (AN).

Aquellas comunicaciones se centraron en el hoy crítico sector energético y petroquímico, el cambio político, el estado de las fuerzas antichavistas y el de la Fuerza Armada; hoy es evidente que algunos de los blancos seleccionados fueron alcanzados de manera sensible.

Sus operaciones psicológicas a través de los medios corporativos globales han sido exitosas al vender oleadas del tipo Primavera Árabe de 2011 como si fueran iniciativas de las bases populares, al punto de que movimientos como Occupy Wall Street (EEUU) o 13-M (España) la usaron como pretexto. Asimismo estas operaciones han sido implementadas en Venezuela durante las guarimbas de 2014 y 2017.

Estos ensayos obedecen a técnicas de ingeniería social que han hecho creer a los manifestantes que ellos diseñaron y ejecutaron tales oleadas, luego el resultado es la decepción y división entre ciudadanos de a pie, quienes no llegan a enterarse de que la transformación de la realidad nunca estuvo contemplada para los organismos gubernamentales, think-tanks y fundaciones que estimularon sus “revoluciones”.

En 2011 Patrick Henningsen afirmó que, desde 2009, Canvas seleccionó estudiantes de Medio Oriente y los entrenó en el extranjero proporcionando habilidades que ayudaron a derrocar a los presidentes de Túnez y Egipto, además de provocar una revuelta regional. En el caso egipcio, la transición fue una progresión de las políticas exteriores y objetivos corporativos de largo alcance de Estados Unidos e Israel para la región, por cualquier razón, ya no requirieron los servicios de Hosni Mubarak sino un Estado policial más fuerte que garantizara más estabilidad corporativa y cero disidencia social en la región.

Ha insistido Henningsen en que Canvas cuenta con financiamiento parcial y está respaldada por una serie de fundaciones “pro-democracia” con enlaces a Freedom House y Open Society Institute de George Soros: “Estas fundaciones globalistas, grupos de expertos profesionales y ONG emprenden investigaciones, organizan seminarios de capacitación y suministran material que luego se utiliza para influir en el cambio de régimen en todo el mundo”.

¿En qué falló el antichavismo?

En una entrevista realizada por un medio digital, Popovic refiere los aspectos que el antichavismo no ha logrado hacer para sacar al presidente Maduro del poder:

  • No enfoca protestas que no sean meramente reactivas ni diseña estrategias basadas en narrativas que expliquen cuál es el cambio que desean promover. Es decir, hay una falta de idea o de sentido histórico y político que permita movilizar a la población.
  • No logra un efectivo nivel de coordinación entre sus partidos políticos porque sus decisiones son adoptadas por élites, tampoco las ONG, sindicatos ni organizaciones, mucho menos la comunidad internacional que hoy está amalgamada en el Grupo de Lima. Otro actor es la “diáspora”, cuya narrativa no logra calar más allá del relato del drama humanitario.
  • No logra influenciar de manera notable al chavismo ni a funcionarios del Poder Judicial y del propio Gobierno. No logró el objetivo de una fractura institucional, aspecto clave de los golpes suaves, para abrir espacios a una transición tutelada desde el extranjero.
  • No tiene una estrategia unitaria en cuanto a lo electoral, menos con algunos actores participando y otros absteniéndose. La opción de organizar elecciones paralelas como el plebiscito no tuvo mayor impacto debido a su carácter fraudulento e improvisado, aunque Popovic sostiene que es una tarea importante. Es decir, también falló el asesor.
  • No logra explicar cuál es su plan para solucionar la crisis ni organiza mecanismos para proveer bienes y servicios que, según Popovic, el Estado no puede suministrar por la crisis.
  • No implementa estrategias verdaderamente no violentas que disminuyan riesgos personales o que generen esperanza en los venezolanos. Según el serbio, la ultraviolencia de las protestas en 2017 jugaron en contra de los objetivos políticos de la oposición: alentar y mantener movilizaciones masivas en las calles.
  • No promueve mecanismos de reconciliación ni de justicia transicional.

A este respecto, el entrevistado lista una batería de logros no alcanzados que, aunque no lo diga, plasma el fracaso de un sector político que protesta de manera reactiva, no propositiva, está desarticulado de la vida nacional, no logra influenciar a sectores notorios del chavismo para que acompañe su agenda y ha desestimado la vía electoral mediante la cual alcanzaron mayoría en la AN. Además queda claro, en palabras de Popovic, que no tiene un plan creíble para solucionar la crisis.

Hoy en el escenario político se evidencia cómo fracasaron algunas ideas de Popovic debido a que el antichavismo no ha logrado capitalizar ninguna de sus propuestas, no es casualidad que en un empeño denodado en hacer colapsar los servicios públicos (electricidad, salud, agua, gas) con sabotaje interno y bloqueo externo de divisas, Primero Justicia y Voluntad Popular busquen utilizarlos como excusa para generar protestas y calentar la calle. Tal es el caso de los problemas hospitalarios.

La irrupción de esta entrevista en medios antichavistas busca dar un botón de recordatorio a las estrategias que ya estos asesores propusieron en 2017, y que el mismo liderazgo político no logra implementar ni comunicar a sus seguidores.

Pareciera que desean articular sus piezas en los días por venir intensificando su arma más eficiente, que es el precio del dólar paralelo y alineando la crisis que genera en los precios con otros elementos como el ataque internacional, gremios como el transporte, ONGs, más sabotaje a servicios públicos vitales y protestas.

MISIONVERDAD, 27 junio 2018

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