Testimonios en Duma: Civiles sirios del lugar de los hechos exponen el engaño de las armas químicas – por Eva K. Bartlett
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Los medios de comunicación occidentales siguen refiriéndose a un supuesto ataque químico contra Duma, Siria, como un hecho establecido, pero todavía no han presentado ni una pizca de evidencia proveniente de la ciudad que, hasta hace poco, estaba controlada por Jaysh al-Islam.
Residentes de Duma, luego de que yo los entrevistara el 29 de abril de 2018
Los vídeos no verificados, que emanan del constructo propagandísticofinanciado por Occidente conocido como los Cascos Blancos, no constituyen evidencia, como tampoco lo son los testimonios tomados en Turquía o en la ciudad siria de Idlib, que se encuentra bajo el control terrorista.
Por otra parte, hay muchos testimonios que contradicen las acusaciones, incluyendo los de 17 sirios de Duma (entre ellos médicos y personal médico), que el 26 de abril hablaron en la sede de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ) en La Haya, declarando que no hubo ningún ataque químico.
Los líderes de EE.UU., Reino Unido, Francia y sus serviles medios de comunicación, como era de esperar, desestimaron los testimonios sirios y los calificaron de “obscenos” y una “farsa”. Cabe señalar que los mismos medios de comunicación consideraron totalmente creíbles las palabras atribuidas a una niña de siete añosllamada Bana al-Abed, que vivía en la parte oriental de Alepo, antes de su liberación. Los medios de comunicación corporativos y los líderes occidentales no tuvieron problemas con la credibilidad de Bana, que vivía rodeada de veinticinco células terroristas sólo en su distrito. Pero los testimonios de los sirios de Duma son “obscenos”.
De hecho, fueron los gobiernos sirio y ruso los que pidieron a la OPAQ que investigara, y fueron Estados Unidos, Reino Unido y Francia los que bombardearon ilegalmente Siria con 103 misiles, incluidos 76 misiles sobre la propia Damasco, antes de que los inspectores de la OPAQ pudieran investigar.
Ninguna de las acusaciones ha sido “probada” y, cuando la OPAQ finalmente publique su informe, conviene recordar que su informe del año anterior, sobre las acusaciones de un ataque químico en Khan Sheikhoun, Idlib, contenía “irregularidades”, por decirlo suavemente. La irregularidad más flagrante (mencionada en la sección anexa de su informe) fue la admisión de 57 “víctimas” a un hospital antes de que cualquier presunto ataque pudiera haber ocurrido. Otra irregularidad inexplicable fue que el sarín apareció en la orina pero no en los análisis de sangre de la misma muestra.
Residentes de Duma exponen las mentiras de las acusaciones químicas
A finales de abril, viajé en taxi a Duma, con un traductor solamente, donde pasé unas horas en la ciudad, hablando con civiles tan traumatizados por el control del grupo terrorista Jaysh al-Islam que sobre todo querían hablar de lo infernal que había sido su vida. Pero primero fui al hospital en cuestión.
El hospital de Duma ha sido parcialmente enterrado para protegerlo de los bombardeos por parte de militantes
Pasando por la Plaza de los Mártires, uno de los lugares presuntamente atacados por un ataque químico y que ahora está lleno de peatones y tráfico, el hospital subterráneo estaba a sólo unos cientos de metros de distancia. Adentro, grabé una entrevista con un estudiante de medicina que estaba en el hospital el 7 de abril, el día de los presuntos ataques.
Según Marwan Jaber, los pacientes que entraron estaban siendo tratados por heridas normales de bombardeos, así como por dificultades respiratorias, debido a la combinación de polvo y a que se habían refugiado durante un tiempo prolongado en sótanos.
Jaber me dijo que, mientras el personal trataba heridas normales de bombardeo y casos de respiración, unos “extraños” entraron gritando acerca de un ataque químico y comenzaron a rociar a la gente con agua. El personal del hospital pacificó la situación y continuó tratando a los pacientes como víctimas “normales” de un bombardeo, ya que no habían exhibido ningún indicio de haber sido expuestos a un agente químico.
Los síntomas de los pacientes “no estaban en línea con los síntomas de un ataque químico”. No había constricción de la pupila ni broncoconstricciones que llevaran a la muerte”, recordó Jaber. “Los síntomas que recibimos fueron todos síntomas de asfixia, pacientes afectados por el humo y lesiones regulares de guerra. Vinieron aquí, los tratamos y los enviamos a casa”, dijo Jaber, señalando que ninguno, ni uno solo, había muerto.
Tampoco se vio afectado ningún miembro del personal del hospital, como era de esperar si se hubiera utilizado un agente químico. El personal, como se puede ver en el vídeo producido por los Cascos Blancos, no llevaba ropa protectora, como hubiera sido necesario al tratar con un agente químico tóxico.
Para Marwan Jaber, los hombres desconocidos que irrumpieron en el hospital gritando no estaban entrenados en medicina. Llegó a dudar de si habían terminado la secundaria.
Debajo del hospital, una red de extensos túneles reforzados, lo suficientemente anchos como para que pudieran circular vehículos, permitía que Jaysh al-Islam se moviera libremente mientras mantenían como rehenes a los residentes de Duma.
Lo que dicen los residentes de Guta sobre los presuntos ataques químicos de 2018 y 2013
Mientras caminaba por Duma, les pregunté a los residentes sobre la vida allí y especialmente sobre si creían que hubo un ataque químico en su pueblo. Algunos respondieron que no tenían ni idea de que había habido un ataque. Pero la mayoría contestó decisivamente que no, que no hubo ninguno.
En un puesto de venta de verduras y frutas, Tawfeeq Zahran respondió que creía que Jaysh al-Islam había hablado de un ataque químico para asustarlos, para hacerlos temer al ejército y al gobierno sirios. Los hombres a su alrededor asintieron con la cabeza. Hablaron más sobre su hambruna bajo Jaysh al-Islam y sobre las ejecuciones públicas con espada que el grupo terrorista había llevado a cabo rutinariamente.
Un grupo de jóvenes que vendían productos de panadería me hizo señas, entregándome uno. También respondieron que no sabían nada de un ataque. Estaban más preocupados por el hecho de que, bajo Jaysh al-Islam, no podían conseguir la harina necesaria para sus productos horneados, y mucho menos comida para vivir. Ésta era una constante entre todos los civiles que conocí: su hambre y terror bajo el control de Jaysh al-Islam.
En 2013, Occidente y sus medios de comunicación habían acusado al gobierno sirio de un ataque químico en el este de Guta (extrañamente en el mismo momento en que los inspectores de la OPAQ estaban en el país para investigar una acusación anterior). Estas acusaciones fueron desmentidas por informes de periodistas de investigación, en particular Seymour Hersh, quien concluyó que los terroristas poseían sarín e instalaciones para fabricar cohetes. De hecho, vi una de esas fábricas de morteros y cohetes en Saqba, al este de Guta. En el interior de las instalaciones había una gran cantidad de misiles de diferentes tamaños que aún no se habían utilizado.
Dos días después de las acusaciones de un ataque químico en abril de 2018, el embajador saudí en EE.UU., Khalid bin Salman, tuiteó una condena del acto “barbárico” del gobierno sirio. La ironía, aparte del respaldo de Arabia Saudita al bárbaro Jaysh al-Islam, radica en el hecho de que, según Mint Press News, Arabia Saudita también entregó armas químicas a terroristas en Guta para el ataque de 2013.
El artículo de Mint Press citó a combatientes antigubernamentales que dijeron que les habían dado armas químicas que no sabían cómo usar, nombrando al príncipe saudí Bandar como el proveedor.
Los coautores de ese artículo de Mint Press se vieron sometidos a una intensa presión para que se retractaran del artículo. Según una declaración del director ejecutivo y editor de Mint, Mnar Muhawesh, los autores sospechaban que la presión provenía del entonces jefe de la Inteligencia Saudí, el príncipe Bandar, y un autor dijo que “la embajada saudí se puso en contacto con él y amenazó con poner fin a su carrera”, si continuaba investigando el ataque.
Así que, a principios de mayo, fui a Kafr Batna donde, en agosto de 2013, cientos de personas supuestamente habían sido tratadas en el Hospital de la Tuberculosis.
Mohammed al-Aghawani, administrador del hospital, me dijo:
“No hubo ningún ataque químico. No estuve en el hospital esa noche, pero mi personal me dijo lo que pasó. Alrededor de las 2 de la madrugada, de repente hubo ruido, gritos, coches que llegaban al hospital y traían civiles. Algunas personas, hombres armados, dijeron que hubo un ataque químico. Algunos de ellos tenían acentos extranjeros. Le quitaron la ropa a la gente y empezaron a derramar agua sobre ellos. Siguieron trayendo gente hasta las 7 de la mañana. Alrededor de 1.000 personas, en su mayoría niños, vivos, de pueblos cercanos como Ein Terma, Hezze, Zamalka. Mucha gente luego dijo que sus hijos nunca regresaron“.
Tras un análisis más detallado, las imágenes de esa noche muestran que algunas de las víctimas parecían haber sido degolladas, lo que es peculiar si habían “muerto a causa de un agente nervioso”.
Abdallah Darbou
En una heladería de la plaza principal de Kafr Batna, le pregunté al empleado Abdallah Darbou si sabía algo sobre los presuntos atentados de 2013.
“Sí, nos enteramos, pero eso no sucedió. Afirmaban que el régimen sirio había llevado a cabo un ataque químico contra nosotros. No, no lo hizo. Yo vivía en Jisreen, cerca de allí, he estado viviendo la verdadera historia durante siete años. No nos atacaron”.
Otros residentes con los que hablé no tenían idea de los presuntos ataques.
Tomé un taxi al centro de desplazados de Horjilleh, justo al sudeste de Damasco, donde me encontré con Marwan Qreisheh, de Kafr Batna. En cuanto al incidente de 2013, recordó los enfrentamientos entre Jaysh al-Islam y Faylaq al-Rahman, diciendo que “murieron 500 personas de ambos bandos. Los esparcieron por el suelo, liberaron algo así como gas lacrimógeno y comenzaron a filmar, diciendo que el ‘régimen’ había bombardeado el área con un arma química”.
También en el centro Horjilleh, Mahmoud Souliman Khaled, un joven de Duma, habló de su joven sobrina. “Mi hermana de Beit Sawa decidió traer a sus hijos a nuestra casa. Mientras estaban en la calle, hubo una gran explosión y un olor extraño. Su hija cayó al suelo. La llevaron al hospital más cercano y descubrieron que se asfixió y murió instantáneamente. Su boca estaba abierta y tenía los labios azules, era obvio que se había asfixiado”.
Khaled habló de lo que sucedió después, de cómo los terroristas explotaron la muerte de la niña: “Le sacaron fotos y empezaron a usarlas en las redes sociales y en sitios web. Dijeron que murió en un ataque químico del gobierno. Pero murió por los químicos que ellos producen. Ellos la mataron.”
Otro engaño
Después de hablar con muchos civiles en Duma, Kafr Batna y Horjilleh, no sólo sobre si el gobierno sirio los había bombardeado con productos químicos o agentes nerviosos, sino también sobre las condiciones verdaderamente horribles que habían soportado bajo Jaysh al-Islam, opino que los videos en los que se alegaba un ataque químico en Duma fueron un engaño. Hay suficientes testimonios que afirman lo contrario a las acusaciones, hay escasez de evidencia que apoya las acusaciones, y hay muchas razones para creer que los terroristas y el grupo de propaganda de Occidente, los Cascos Blancos, escenificarían vídeos y acusaciones falsas con el fin de incriminar a Siria y Rusia.
Siria y Rusia son las dos partes que no tienen ningún interés en perpetrar un ataque químico contra civiles sirios, por razones morales y por el obvio pragmatismo de no querer ser atacados militarmente como consecuencia de ello. FUKUS (Francia, Reino Unido y EE.UU., por sus siglas en inglés), los estados del Golfo e Israel son partes que tienen sobrados motivos para querer un caso de ataque químico en Siria, a fin de prolongar su guerra sucia contra Siria.
Los medios de comunicación tenían razón al utilizar las palabras “obsceno” y “farsa”, pero sólo en lo que se refiere a la historia oficial de los acontecimientos en Duma, al hecho de que los medios de comunicación corporativos se aferraron a otro video poco fiable de los Cascos Blancos y a la ofuscación de los mismos medios de comunicación de la crueldad y la barbarie de los terroristas que controlaban Duma y toda la parte oriental de Guta.
Comentario: El hecho de que había armas químicas en Duma es incuestionable. A quién pertenecían y quién suministraba los materiales para fabricarlas es otro asunto.