La guerra de Estados Unidos y sus ONG contra Nicaragua – por Stella Calloni

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Los congresistas de Estados Unidos han aprobado la Nica-Act para aplicar en Nicaragua, en su guerra contra el gobierno de Daniel Ortega, violentando una vez más las leyes internacionales y el gobierno de Donald Trump anunció públicamente el envío de cuatro millones de dólares a lo que llaman “la sociedad civil”: sus Organizaciones No Gubernamentales (ONG) dependientes de la Agencia Internacional para el Desarrollo (USAID) de la National Endowment For Democracy (NED) o Fundación para el Desarrollo de la Democracia y otras que son la cobertura pública de la CIA, lo que indica que está en preparación un nuevo golpe “blando” pero siempre violento.

La derrota del golpe de abril de 2018, donde la supuesta oposición democrática imitando el plan de “La Salida” en Venezuela, con una marcha estudiantil (de nexos comprobados con Estados Unidos, incluso con los asesores cubano-americanos de Donald Trump, como son Marco Rubio, Ileana Ros Lehtinen (también con profundos nexos con Israel), Ted Cruz, Bob Menéndez y otras figuras del terrorismo contra Cuba y el resto de América, fungió como el Caballo de Troya detrás del cual llegaron mercenarios, y lúmpenes que protagonizaron acciones terroristas en diversas poblaciones.

De hecho los enfrentamientos entre policías y grupos armados revelaron públicamente que no era cierto que se disparaba a los estudiantes desarmados, como impusieron los medios del poder hegemónico y lamentablemente algunos “progresistas” que en el terreno internacional caminan siempre sobre el relato de los proimperialistas.

Crímenes de lesa humanidad como jóvenes militantes sandinistas del gobierno de Ortega secuestrados, torturados y asesinados de manera brutal, incluso rociados con combustible y quemados, esto es lo que silenciaron grandes medios, a pesar de que se secuestraron filmaciones de esas torturas y que algunos pudieran filmar los tormentos aplicados a varias víctimas, lo que la oposición al gobierno ocultó.

¿Por qué Ortega iba a quemar la Universidad pública, en la que había puesto tantos esfuerzos y dinero? ¿Por qué iba a destruir y quemar las radios que lo apoyaban? ¿Por qué las escuelas que había creado en sus años de gobierno o centros de salud y por qué el Banco del ALBA, mediante el cual se ayudaba a las cooperativas y al proyecto social gubernamental y por qué las casas de sandinistas afines a su gobierno?

Esto es lo que niegan algunos sectores supuestamente de izquierda, más allá de cualquier crítica que se pudiera hacer al gobierno sandinista, al que no se atreve a enfrentar la oposición por vía electoral, como correspondería, porque no han logrado ganarle.

Y digo supuestamente porque son aquellos que han perdido la mirada estratégica frente a las acciones imperiales cada vez más abiertas y descarnadas o simplemente porque no se atreven a admitir que están en otro bando y no deberían ser considerados de izquierda en momentos del más duro avance de Estados Unidos sobre la región, sólo similar al expansionismo de fines del siglo XIX y de principios del XX, para dominar y controlar a Nuestra América.

La campaña mediática contra Nicaragua ha recrudecido y en esto las noticias falsas a las que ahora llaman fake news, como si fuera un nuevo invento, cuando ha sido el mecanismo de la guerra psicológica y parte indispensable de la contrainsurgencia, que se está aplicando contra los países desafiantes de la región.

En el caso nicaragüense, fue donde se probó la “muerte moral”, “el descrédito” de la dirigencia del entonces triunfante Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) como en un laboratorio a finales de los años 80, mientras se libraba la guerra encubierta de Estados Unidos contra ese país, atacando desde las bases que la CIA y el Pentágono montaron en Honduras, como una plataforma de uso múltiple y para el entrenamiento de mercenarios que sembraron el terror en territorio nicaragüense, dejando miles de víctimas.

Entonces como ahora, el periódico La Vanguardia de España que tenía un corresponsal franquista en Centroamérica, publicó una nota sobre la presunta corrupción de FSLN, a lo que llamó “la piñata”.

Nadie pretende negar que hubiera algunos focos de corrupción, como puede suceder en cualquier parte del mundo, pero que los fascistas españoles pretendieran dar clases de honestidad y expusieran a toda la dirigencia del FSLN a una condena pública como lo hicieron, es de una hipocresía rayana en la perversidad.

Lo lamentable es que con esto comenzaría un período en que sectores de izquierda de la región, un “progresismo” de nuevo cuño, lo que podría considerarse la “pequeña burguesía progresista” se sometieron a la mentira, a las falsas noticias, con una rapidez asombrosa.

Esto sentó precedente para que Estados Unidos sometiera a pruebas a los países de América Latina, en este siglo XXI. Donde les funcionaba bien el tema de la corrupción, apoyado en los medios masivos de comunicación, a los que controlan mayoritariamente desde que la aplicación del neoliberalismo rampante llevó a la quiebra a muchos periódicos, radios, TV en los años 90, llevando adelante una feroz campaña de desinformación para destruir dirigencias “peligrosas” para su modelo.

Donde el tema de la “inseguridad” funcionaba mejor, hacían gritar la inseguridad, como hicieron “gritar” la economía de Chile cuando comenzaron el golpe contra el gobierno de Salvador Allende el primer presidente socialista elegido en elecciones.

El intervencionismo de EE.UU. sigue vigente, tan vigente o más que en el pasado, hoy con nuevas estrategias combinadas, en un territorio invadido desde 1983 por las famosas Fundaciones, que funcionan como la “cara social de la CIA”. A esto se agregan las nuevas tecnologías.

Por eso lo sucedido en los últimos días, cuando el gobierno de Ortega intenta recuperarse de las grandes y criminales pérdidas económicas, en el país que estaba en las mejores condiciones en todo Centroamérica y que mantenía su alianza en el ALBA junto a Venezuela, Cuba, y otras naciones que siguen dispuestos a defender sus derechos soberanos, se produce la utilización de la denuncia de violación realizada por una joven actriz argentina contra un conocido actor de su misma nacionalidad, hecho que habría ocurrido en un hotel de Nicaragua, durante una gira teatral de un grupo argentino, para profundizar la agresión de Estados Unidos a ese país centroamericano.

La mentira sobre una inexistente persecución del gobierno de Ortega contra los abogados patrocinantes de la actriz es tan escandalosa como escandaloso es el hecho de que algunas figuras que fueron en algún momento referentes de izquierda en Argentina, colaboran abiertamente en el plan golpista de Estados Unidos en Nicaragua.

La actriz argentina denunció el hecho ante el Ministerio Público nicaragüense que comenzó de inmediato las investigaciones.

Esto sucedía en momentos en que el gobierno de Ortega ante la guerra declarada por Estados Unidos contra ese país decidió quitar la personería jurídica a las ONG, que como se ha revelado desde hace tiempo reciben miles de dólares de Estados Unidos para desestabilizar a la administración de Ortega que había logrado importantes avances sociales.

Ante esta situación la Asamblea Nacional de Nicaragua decidió cancelar la personería jurídica del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh) y del organismo Hagamos Democracia, al considerar que estas “organizaciones llevaron a cabo actividades que no se corresponden con sus fines” y ratifican la postura injerencista de agentes en el exterior, principalmente EE.UU.

Los legisladores valiéndose de pruebas establecieron que estas organizaciones financiaron y contribuyeron con el fracasado golpe de Estado que buscaba derrocar al gobierno de Nicaragua y también se canceló la personería jurídica al Instituto de Estudios Estratégicos y Políticas Públicas (IEEP), ONG manejada por Félix Madariaga, una de las principales involucradas en el golpismo. No es por el caso de la denuncia de la actriz Thelma Fardin contra Juan Darthés, sino nada menos que por la declarada guerra económica, diplomática, mediática política declarara por Washington una vez más contra Nicaragua.

Pero el caso fue aprovechado por el gobierno argentino que retiró su embajador de Managua en un gesto de hipocresía, que en realidad es un mensaje a Washington para acompañarlo en sus acciones contra Nicaragua.

Todo el mundo sabe las relaciones de los responsables de las ONG nicaragüenses con Estados Unidos, los viajes y reuniones con los políticos más fundamentalistas de Washington.

Están las cifras enviadas cada año por la USAID, la NED, Soros y otras por lo cual en la pasada reunión en La Habana del Foro de Sao Paulo, todos los partidos allí reunidos analizando los sucesos de Nicaragua, con pruebas y testimonios directos decidieron su apoyo al gobierno de Ortega ante el innegable ataque de Estados Unidos

¿Se equivocan todos los partidos del Foro? Nunca ha sucedido. El gobierno del presidente Ortega tiene todo el derecho de actuar como lo hizo en su momento Evo Morales en Bolivia Hugo Chávez o Nicolás Maduro en Venezuela o Rafael Correa en Ecuador para librarse de los “invasores” aparentemente civiles, cómplices de la guerra contrainsurgente de Baja Intensidad, de Cuarta generación (guerra psicológica).

Esto que tan bien desarrollaron para invertir la situación creada por la denuncia de la violación de la joven argentina y acusar responsabilidad al gobernante FSLN. Es lamentable leer en diarios que en la cuestión nacional informan al menos respetablemente o de mano de personas exmilitantes en las que alguna vez creímos, que el gobierno de Ortega “persigue” a los abogados que patrocinaron la denuncia en Nicaragua, cuando lo que está haciendo -y había comenzado esto mucho antes de la presentación de la denuncia- es ejercer su derecho legítimo a la defensa.

Me pregunto ¿qué haría un gobierno argentino decente si Gran Bretaña estuviera utilizando fundaciones y ONG para apoderarse de nuestro territorio, en el enfrentamiento que hay sobre Las Malvinas que son argentinas?

Si es coherente con su pueblo, con la historia, con la defensa del país, contra toda injerencia extranjera en circunstancias como esas, sin duda alguna lo mismo que decidió el gobierno de Ortega elegido en 2016 con más del 70% de los votos. Se defendería y para hacerlo actuaría sobre los nichos de la injerencia que en el caso de Nicaragua están recibiendo millones de dólares desde hace años, trabajando para Estados Unidos, como está absolutamente demostrado.

De acuerdo con el Gobierno, estas organizaciones se mantendrán suspendidas hasta que se restablezca el respeto a la soberanía y el cese de la injerencia de Estados Unidos.

No es casual que intelectuales y dirigentes de esas ONG no sólo actúan contra Ortega en Nicaragua, sino contra Morales en Bolivia, contra Cuba revolucionaria, contra todos los gobiernos progresistas de la región. No hay posibilidad de equivocarse. Las cartas están sobre la mesa: o estamos con los recolonizadores imperiales o estamos defendiendo nuestro derecho a la liberación y a la independencia.

Las complicidades mediáticas y políticas con el enemigo de nuestros pueblos y de nuestra soberanía, son innegables cuando todo se sabe si quiere saberse y son criminales. Basta pensar qué sucedería si es derrotado el gobierno de Ortega con Centroamérica, además de la quiebra del ALBA, único proceso de integración en resistencia.

Stella Calloni, 26 diciembre 2018

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