No van a dejar de pelear… y tienen la razón

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Tenemos que decirlo con toda sencillez y sinceridad: tienen razón. No les queda otra opción que no sea luchar por la libertad con sus propios cuerpos, con sus propiedades, sus armas y su sangre. No tienen más alternativa que los cohetes Qassam y los morteros. No tienen más alternativas que la violencia o la rendición. No pueden romper las vallas que les encierran sin usar la fuerza, y su fuerza es primitiva, patética, casi conmovedora.

Un pueblo que lucha por su libertad con cometas, túneles, espejos, neumáticos, tijeras, artefactos incendiarios, proyectiles de mortero y cohetes Qassam, contra una de las maquinarias bélicas más sofisticadas del mundo, es un pueblo sin esperanza. Pero la única forma en que puede cambiar su situación es con sus patéticas armas.

Cuando están tranquilos, Israel y el mundo se olvidan de su suerte. Solo los cohetes Qassam dan a conocer el desastre que les rodea. ¿Cuándo oímos hablar de Gaza en Israel? Solo cuando Gaza dispara. Esa es la razón por la que no tienen otra elección que disparar. Esa es la razón por la que sus disparos están justificados, incluso si causan un daño criminal a civiles inocentes, infunden miedo y terror en los residentes del sur y resultan intolerables, con razón, para Israel.

No tienen armas más precisas y por ello no se les puede culpar de herir a civiles: la mayor parte de sus proyectiles de mortero caen en zonas despobladas, aunque no sea esa su intención. Es difícil culparles por alcanzar una guardería vacía: seguro que preferirían contar con armas más precisas que pudieran llegar a objetivos militares, como las que tiene Israel que, dicho sea de paso, hiere (y asesina) a muchos más niños.

Es evidente que su violencia es cruel, como cualquier violencia. ¿Pero qué otra opción les queda? Cualquier tímido intento para tomar un camino diferente –una tregua, un cambio de liderazgo o de sus posiciones políticas– se encuentra inmediatamente con el rechazo automático israelí. Israel solo les cree cuando disparan. Al fin y al cabo, cuentan con un claro “grupo de control”: Cisjordania. Allí no está Hamás, no hay lanzamientos de cohetes Qassam, no hay apenas vestigios de terrorismo… ¿y de qué les ha servido todo ello al presidente palestino Mahmoud Abbas y a su pueblo?

Tienen razón porque a pesar de todas las distracciones, engaños y mentiras de la propaganda israelí, nada puede ocultar el hecho de que les han encerrado en una inmensa jaula para el resto de sus vidas. Están sometidos a un asedio inconcebible, 11 años sin un respiro, que supone el mayor crimen de guerra existente en el ámbito internacional. No hay propaganda posible que pueda ocultar su identidad: su pasado, su presente y su futuro. La mayor parte de ellos viven en la Franja de Gaza porque Israel les ha convertido en refugiados. Israel expulsó a sus antepasados de sus aldeas y de sus tierras. Otros huyeron por miedo a Israel, y luego no se les permitió regresar, un crimen no menos grave que la expulsión.

Todas sus aldeas fueron destruidas. Vivieron 20 años bajo control egipcio y otros 50 años bajo la ocupación israelí, que nunca dejó de tratarlos con crueldad de muy diversas maneras. Cuando Israel abandonó Gaza por su propio interés, la sometió a un asedio y su suerte ha sido incluso peor. No han gozado de libertad ni un solo día de su vida. Ni existe signo alguno de esperanza de la situación vaya a cambiar. Ni siquiera para los niños. Viven en uno de los pedazos de tierra más densamente poblados del mundo, del que la ONU ha dicho que no será apto para la vida humana dentro de año y medio. ¿Todo esto no basta para que merezcan apoyo?

Son los últimos luchadores contra la ocupación israelí. Mientras la mayor parte de la Cisjordania ocupada parece haberse rendido, Gaza no se rinde. Siempre son más decididos y atrevidos que sus hermanos cisjordanos, tal vez porque su sufrimiento es mayor. No hay un solo israelí que pueda imaginar cómo es la vida en Gaza. Lo que supone crecer viviendo aquella realidad. Ya se ha explicado la situación innumerables veces y nadie se altera por ello. Tienen un gobierno duro y tiránico, pero Israel no puede culpar a Hamás. En Cisjordania existe un gobierno mucho más moderado e Israel tampoco está haciendo nada allí para acabar con la ocupación.

En las últimas semanas han enterrado a 118 personas, lo que, en relación con su volumen de población, equivale a 500 muertes de israelíes, y no van a dejar de pelear. También tienen la razón.

Gideon Levy, 1 junio 2018

 

Fuente original

Fuente traduccion (Traducido por Paco Muñoz de Bustillo)

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