Paquete de regalo, con bomba atómica incluida, de parte de Estados Unidos
Al contrario de lo que todos creen, el nuevo avión de combate multipropósito estadounidense F-35 fue concebido como un elemento de la estrategia nuclear del Pentágono. Este avión es capaz de transportar y utilizar la nueva bomba atómica estadounidense B61-12. Conscientemente o no, los países que compran o reciben ese nuevo avión de guerra estadounidense están preparándose para la guerra nuclear.
La nueva bomba nuclear B61-12 que Estados Unidos se apresta a desplegar en Italia, Alemania, Bélgica y los Países Bajos, y probablemente en otros países de Europa, ya se halla en su fase final de realización. Así lo anunció el general Jack Weinstein, jefe adjunto del estado mayor de la fuerza aérea de Estados Unidos y responsable de las operaciones nucleares, al intervenir, el 1º de mayo de 2018, en un simposio de la US Air Force Association realizado en Washington, ante un escogido auditorio de oficiales superiores y representantes de la industria de guerra.
«El programa avanza extremadamente bien», subrayó con satisfacción el general, especificando que «ya hemos efectuado 26 tests de ingeniería, desarrollo y vuelo guiado de la [bomba nuclear] B61-12». El programa prevé la fabricación, a partir de 2020, de unas 500 B61-12, con un costo de alrededor de 10 000 millones de dólares, lo cual implica que cada una de esas bombas costará el doble de lo que valdría si la hicieran de oro macizo.
Los numerosos componentes de la B61-12 se proyectan en los laboratorios nacionales Sandia de Los Alamos, Alburquerque y Livermore (en Nuevo México y Arizona) y se fabrican en una serie de instalaciones que se hallan en Missouri, Texas, Carolina del Sur y Tennessee. La bomba se somete a ensayos (sin carga nuclear) en el Tonopah Test Range de Nevada.
La B61-12 tiene «cualidades» enteramente nuevas en comparación con la B61 actualmente desplegada en Italia y en otros países europeos: dispone de una cabeza nuclear con 4 opciones diferentes de poder explosivo que el “usuario” puede seleccionar; de un sistema de guía que la dirige hacia el blanco con la mayor precisión; puede penetrar en el subsuelo, incluso a través del concreto, y explotar en profundidad.
Su mayor precisión y su capacidad penetrante hacen de la B61-12 una bomba apropiada para el ataque contra búnkeres de centros de mando, para «decapitar» un país enemigo. Una B61-12 de kilotones (o sea, equivalente a 50 000 toneladas de TNT) que estalla bajo tierra tiene el mismo potencial destructivo que una bomba atómica de más de un megatón (equivalente a un millón de toneladas de TNT) explotando en la superficie.
La B61-12 puede utilizarse desde los aviones de guerra estadounidenses F-16C/D desplegados en la base aérea de Aviano –en la región italiana de Friuli– y desde los Tornado PA-200 italianos desplegados en Ghedi –provincia italiana de Brescia. Pero para utilizar plenamente las capacidades de esta bomba nuclear, sobre todo su sistema de guía de precisión, se necesitan los nuevos aviones F-35A.
Sin embargo, para lograrlo habrá que resolver otros problemas técnicos que han venido agregándose a los numerosos problemas que han aparecido en el programa del F-35, programa en el que Italia participa en calidad de socio de segundo nivel. El complejo programa informático del avión de guerra F-35 –que ya ha tenido que sufrir modificaciones más de 30 veces– exige actualizaciones ulteriores. Para modificar 12 F-35, Italia tendrá que gastar alrededor de 400 millones de euros, que se suman al gasto aún no cuantificado (estimado en entre 13 000 y 16 000 millones de euros) que representa la adquisición de 90 de esos aparatos y su continua modernización. Ese dinero sale de los fondos del Estado (o sea, de nuestros bolsillos) mientras que el dinero que reportan los contratos para la fabricación del F-35 va a parar a los cofres de las firmas que se dedican al negocio de la guerra.
La bomba nuclear B61-12 y el avión de guerra F-35 que Italia recibe de Estados Unidos conforman por lo tanto un solo «paquete bomba» que acabará explotando en nuestras manos. Debido a su condición de puesto avanzado de la estrategia nuclear de Estados Unidos contra Rusia y otros países, Italia se verá más expuesta al peligro.
Sólo hay una manera de evitarlo: exigir a Estados Unidos, en base al Tratado de No Proliferación de las armas nucleares, que retire de Italia todo su armamento atómico; negarse, en el marco de la OTAN, a poner pilotos y aviones italianos al servicio del Pentágono para el ataque nuclear; salir del Grupo de Planificación Nuclear de la OTAN; incorporarse al Tratado de la ONU para la Prohibición de las Armas Nucleares.
¿Habrá en la escena política italiana alguien dispuesto a no plegarse a la política del avestruz?
Manlio Dinucci, 10 mayo 2018
Fuente REDVOLTAIRE