Entrevista a Pedro Varela, con motivo de su cuarto juicio, que dura ya ocho años, en Barcelona – por María Poumier
- Pedro Varela, eres un personaje legendario en el mundo hispano, como disidente (editor y librero) perseguido por los tribunales, mientras soñabas con ser piloto de combate. Cuéntanos sobre esta trayectoria original.
Vengo de una familia germanófila. Mi abuelo, que se llamaba Geis, era católico y monárquico, un industrial textil en Tarrasa. Los anarquistas durante la Guerra Civil española acorralaron a gente que iba a misa, a dirigentes empresariales, a monárquicos, con un temido coche negro que solía aparcar durante la noche ante la puerta de sus víctimas, y los fusilaban en algún punto de la carretera de Matadepera a Mura. El abuelo Geis vivía en Terrassa, en la Calle Gabachones, 9 cerca del ayuntamiento de la ciudad. Pero en su caso tuvo suerte: el que conducía el coche de la conocida banda de “Pedro y sus chiquillos ” era un gitano al que le ayudaba cuando se lo pedía, y también ayudaba y proveía a su mujer que poseía una pequeña mercería. Este militante anarquista, pues, había decretado: “A Don Pedro Geis no lo toca nadie”, y así fue como se salvó en más de una ocasión. Fue mi madre (que tras las experiencias vividas y las penurias de la guerra formaría con sus cuatro hermanas Geis en la Sección Femenina de Falange) quien nos contó todo esto. Por lo demás, ya desde muy joven me apasionaba la aviación y, en particular, las proezas de los pilotos alemanes. Conocía sus libros y sus vivencias, les había hecho preguntas por carta y luego les llegué a entrevistar en persona. Eran jóvenes, idealistas, luchaban por su patria, no eran delincuentes y, con sus comentarios militares y técnicos, difundían ideas que impresionaban mucho a los jóvenes. También tuvo una influencia decisiva en mí un colombiano de origen vasco que trabajaba con mi padre en la misma empresa de Huelva, como ingeniero químico. Había sido capitán de la marina de su país y participado junto a los aliados norteamericanos en la guerra contra Alemania. Los ingenieros organizaron una cena y velada social con sus esposas y compañeros del trabajo. Durante la misma y mientras los demás hablaban de temas banales, lanzó inopinadamente una pregunta al aire:
¿Alguien sabe cuántos judíos mató Hitler?
A nadie le interesó siquiera contestar, a excepción de aquel chaval de 15 años y la reunión social siguió adelante. Más tarde nos visitó en casa en diversas ocasiones y me contó la verdadera historia de los perdedores de la guerra mundial. Curiosamente, quien había luchado con la armada aliada contra los alemanes, conocía bien la historia de los vencidos. Al mismo tiempo éramos católicos como él, y Marcos Ariza Rodríguez era un gran marianista, especialista en apariciones marianas. Finalmente, La Vanguardia de Barcelona publicó una carta del hijo de Rudolf Hess, hacia 1973, en la que pedía a los lectores españoles que intervinieran, por razones humanitarias, para obtener la liberación del último prisionero de Spandau. Mi madre había firmado el llamamiento, yo también, no sabíamos entonces que era la organización CEDADE , la que estaba detrás de este llamamiento en España, difundido por toda Europa por Wolf Rüdiger Hess, su hijo. En España habían firmado muchos intelectuales y políticos. Cuarto elemento, mi familia, que vivía en Huelva en ese momento (tras un periplo que nos llevó de Barcelona a Baeza (Jaén) y de allí a Valencia, para acabar en Huelva), volvió a Barcelona, donde me preparaba para entrar en la academia del aire de San Javier (Murcia) a la vez que finalizaba los estudios de COU o preuniversitario, precisamente en una academia de estudios que se encontraba en la Calle Séneca de la Ciudad Condal, donde simultáneamente se encontraba la sede de CEDADE. Ya me habían enviado documentación en la etapa de Huelva y en sus revistas aparecía dicha dirección. Un día me atreví a llamar, alguien abrió la puerta y… ¡aún no he salido! Una vez disuelta CEDADE, se convirtió en la sede de nuestra Librería Europa, hasta el día de hoy, pese a encontrarse actualmente precintada judicialmente. En ese ambiente encontré todo lo que había aprendido en mi familia y que me hacía soñar: no bebíamos (abstemios), no fumábamos, mi padre era un gran deportista, remaba, era gimnasta y corredor de carreras, mientras mi madre también nos criaba y educó de una manera muy sana. Así que al encontrarme entonces con gente que me recomendaba ir a la montaña, ir a escuchar conciertos de música clásica y comportarse de forma ejemplar y con un sentido comunitario, fue el argumento más convincente. Era mi ideal, comparable al de la juventud alemana formada para crear una nueva aristocracia del espíritu, una élite llamada a tomar las riendas del país más tarde. Se trataba de alejarnos de las discotecas, acercarnos a la cultura y la naturaleza y asumir un auténtico socialismo nacional que uniera a todas las capas del pueblo. No he cambiado mi ideal desde entonces.
- Como vengo de otra formación política y religiosa, me gustaría señalarles que no es sólo en estos ambientes donde aprendemos a amar lo clásico, la disciplina, el sacrificio, la excelencia, la naturaleza y el deporte… Los comunistas cultivaron esos mismos valores, llama la atención en los logros estéticos esta proximidad con los nazis. ¿Cuándo decidiste convertirte en librero y editor?
Cuando se disolvió CEDADE en 1993 (yo fui presidente desde 1978 hasta el final por decisión y en sustitución de Jorge Mota) ya habíamos considerado la necesidad de abrir un centro de difusión cultural donde el público pudiera tener acceso a textos y libros alternativos, en materia de política social y relaciones internacionales e historia desde otro ángulo. Quería llamarla Librería Historia, pero al final se convirtió en Librería Europa por consejo de un amigo. Ya en su momento habíamos comprado máquinas de imprimir de segunda mano y aprendí el oficio sobre la marcha. Pronunciada la disolución de nuestro círculo cultural y juvenil, me especialicé en la venta y posteriormente edición de libros.
- Es la hermosa historia de los aquellos tipógrafos revolucionarios del siglo XIX que comenzaba de nuevo…
¡Y mis problemas con la ley comenzaron inmediatamente! La inauguración fue aprobada por las autoridades municipales, puesto que en presencia de la policía municipal, la calle nos fue cerrada para que pudiéramos celebrar con tranquilidad la inauguración. Pero muy rápidamente, un órgano auto denominado “antifascista”, los apesebrados de “SOS-Racismo”, gente domesticada que vive del sistema, que recibe subsidios, siempre que detecta a los “haters”, se volvieron locos buscando con la lupa posibles supuestos “odiadores”. Empezaron a manifestarse delante del escaparate, su líder creo que era por entonces un tal Pere Camps, y según oí después, le pillaron con las manos en la caja, pero de eso no sé nada, la verdad. Habían emprendido una campaña para cambiar el nombre de la calle Séneca por el de “Calle Anna Franck”, una pobre muchacha holandesa, de origen judío, que había muerto de tifus en el campo de concentración de Bergen-Belsen al ser trasladada por los alemanes con su familia desde el Este de Europa para evitar las penurias del avance soviético.
Ahora bien, Séneca es el pensador más importante de la España romana. Por alguna misteriosa razón, esta organización imaginó que si lograban cambiar el nombre de nuestra calle, sería el fin de nuestra librería. De hecho, me dieron una publicidad excepcional, al presentar a muchas personas la controversia en torno a esta historia y al hacerles descubrir que se estaban desarrollando debates revisionistas en torno a nuestra librería. Estaban tan seguros de su victoria que el ayuntamiento rurbanizó la calle grabando el nombre de Ana Franck en el pavimento de la misma demasiado pronto. Pero la ley exige que antes de cambiar el nombre de una calle, se debe consultar a los residentes locales (un par de centenares de familias). Ellos respondieron que no tenían nada que ver con esta muchacha, mientras que Séneca pertenece a los grandes hombres de nuestra historia. Así que Séneca permaneció en el callejero municipal, y el pavimento permaneció decorado con el nombre de la muchacha.
A partir de ahí, en 1996, fue nombrado juez un tal Santiago Vidal, un abogado izquierdista del cuarto turno y muy mediocre, quien en connivencia con el fiscal Mena, de Barcelona, comunista fanático y muy antifranquista, decidió procesarnos. Fuimos juzgados en 1998, la fiscalía solicitó cuatro años de prisión y este juez tuvo la amabilidad de ¡condenarme a cinco! Recurrimos a la Audiencia Provincial, y años después, este tribunal solicitó que se examinara la inconstitucionalidad de la ley utilizada para dicha sentencia, y trasladado el caso al Tribunal Constitucional, lo que resultó en la declaración de inconstitucionalidad de cualquier proceso por impugnar un hecho histórico.
- Pero ya habías cumplido dos años de prisión, mientras tanto…
Y también estuvimos participando en ferias del libro por toda España, solamente en Barcelona durante 14 años, sin provocar la más mínima alteración del orden público. En España podemos negar el Holodomor de los ucranianos, o la responsabilidad de Stalin en el gulag que tantas muertes causó, o el genocidio de los palestinos. El Tribunal Internacional de Derechos Humanos de Estrasburgo ordenó al Estado español una indemnización al acusado al haber cambiado el sentido de la acusación en pleno proceso, puesto que si bien la acusación se fundamentaba en nuestra revisión del llamado “holocausto”, ahora, una vez prohibido por el Tribunal Constitucional perseguir ninguna opinión de tipo histórico a este respecto, la fiscalía cambió torticeramente el sentido de la acusación a “justificar el holocausto” (lo que es a todas luces lo contrario que “negar el holocausto”). Por lo demás nunca hemos podido obtener una lista de libros prohibidos para la venta, en definitiva…
- España siempre ha sido la incubadora del surrealismo y la grandilocuencia. ¿Pero también ha tenido problemas con la justicia austriaca?
Austria tiene una ley, impuesta por las cuatro potencias victoriosas, cuyo artículo 3 G prohíbe cualquier intento de reconstituir el partido nacionalsocialista existente antes y durante la guerra, y que condena a cualquier persona que hable positivamente de Hitler y su obra, ya sea por la red de carreteras que había construido, o por las fábricas de Volkswagen diseñadas para dar a las familias de bajos ingresos un vehículo barato, o porque era vegetariano, por ejemplo… El Dr. Horst Ludwig me invitó a dar una conferencia de su organización (AFP) en Weyer (Austria). La gente me preguntaba qué interesaba a un joven español de aquella época pasada y les ofrecí públicamente mi opinión, que quedó grabada en video. Un año después regresé a Austria, pero la policía, que entretanto había investigado al orador, me estaba esperando y me arrestó. Estuve detenido durante tres meses, primero en Klagenfurt, luego en Viena y luego en la prisión de Steyr, cerca de la ciudad donde pronuncié mi discurso. Un jurado dictó veredicto: creo recordar que de nueve miembros del jurado, cinco votaron a mi favor, alegando mi ignorancia, como joven extranjero, de la ley en cuestión, y cuatro me declararon culpable. Y fui liberado.
- Lo que me llama la atención de tu historia es que tus enemigos cometen errores constantemente y de ninguna manera son capaces de imponer su punto de vista.
Afortunadamente sí, pero es a través de la persecución mediática como se imponen. Por ejemplo, en este último juicio, han pasado ocho años desde que pude ejercer mi trabajo por última vez, tengo que fichar dos veces al mes ante el juez, impusieron una “libertad bajo fianza” de 30.000 €, me retiraron el pasaporte, me bloquearon las cuentas bancarias, me confiscaron decenas de miles de volúmenes. El dinero en metálico que habían encontrado en el domicilio particular fue incautado con el pretexto de que financiaba mi actividad delictiva, como si se tratara del fruto del narcotráfico. De hecho, esto es lo que pretenden: incluirnos en la categoría de traficantes de sustancias (en nuestro caso libros) dañinas para la sociedad. Pero no les resultará fácil, en Europa, volver a obligar a la gente a que acepten sin rechistar la idea de prohibir libros e ideas, mientras los Estados pretenden banalizar y legalizar cada vez más las drogas y las desviaciones sexuales con niños por ejemplo. Para lograrlo necesitan redactar e incluir en los códigos penales la legislación que les asegure poder llevar a cabo dicha represión, y unos medios de comunicación lacayos que preparen el terreno para dicha represión, criminalizando al disidente. En casa llegaron a romper el inodoro en busca de libros “prohibidos”, como si fuera yo a esconder un Mein Kampf en la cisterna llena de agua… inaudito. También me rompieron siete puertas de madera maciza en casa. En otras palabras, somos castigados mucho antes de ser condenados. Socialmente soy la peste, un criminal que sale en el periódico y es etiquetado como enemigo público número uno, con todo ello pretenden doblegarnos. Pero en mi caso no lo han conseguido… No lo lograrán.
- ¿Y ahora de qué se te acusa?
En la medida en que fueron obligados por el Tribunal Constitucional a modificar la acusación de impugnar la historia oficial del Holocausto, lo que fue ratificado en Estrasburgo, la ingeniería jurídica del sistema inventó un truco para no correr el riesgo de un nuevo desconcierto. Decidieron añadir al código penal una frase adverbial que penaliza la “incitación al odio”. Una idea (“Hate speech” y “Hate crime”) procedente de los Estados Unidos, promovida por el lobby judío americano. Pero ahora decidieron añadir el adjetivo “indirectamente”. Es antilegal, pero con la técnica del embutido, cortado en lonchas muy finas, consiguen que la gente se acostumbre a ceder y acepte tamaña aberración jurídica. Ya no nos encontramos ante un supuesto “delito de odio” que debería acabar desembocando en ataques reales a bienes o a personas. Basta con que alguien aprecie que la opinión de otros, sostenida en libros, conferencias o películas, por ejemplo, puede ser considerada “odio indirecto”. Así que si hoy un profesor recomienda en clase a sus alumnos leer el libro o ir a ver la película El mercader de Venecia, de Shakespeare, o asistir al teatro, de hecho está promoviendo “indirectamente” el odio, porque esta obra en particular, si datara de nuestro tiempo, sería considerada antisemita. Como está escrita y promulgada la ley, los jueces se ven prácticamente forzados a aplicarla, por muy absurda que la consideren. Así que la represión puede recaer sobre cualquiera: por un discurso, por un libro, por unas palabras, un detalle, lo que quieran. Es el fin de la libertad de expresión, investigación y edición en España. Por ejemplo, no sabemos de persona alguna que tras adquirir un volumen de Israel Shamir, un autor israelí del que publicamos seis diferentes títulos, y a causa del cual se nos acusa, haya cometido un delito, una agresión o un crimen al invocarlo. Pero… “indirectamente” alguien algún día podría llegar a cometer el delito inexistente hasta la fecha…
O también, si alguien comprase un libro del Dr. Alexander Jacob, filósofo hindú y natural de Madrás, especialista en la mitología y la filosofía de la más alta Antigüedad, del que hemos publicado el volumen “Nobilitas” entre otros, un lector del Sr. Jacob, podría deducir de los capítulos que dedica a los autores del pensamiento de la Antigüedad griega y romana, el Renacimiento o el Romanticismo alemán, que debemos odiar a la gente, a los judíos, a las mujeres u otras minorías, que tal vez no gozaban hace siglos o milenios de la protección especial de la que gozan hoy en día. Pero si lees a los grandes autores del Teatro Clásico español del Siglo de Oro, como Calderón de la Barca, Lope de Vega, Francisco de Quevedo, etc., en aquella época existía una hostilidad generalizada hacia los judíos por razones históricas, religiosas y culturales. Cualquiera que venda un libro de esta época ya estaría supuestamente fomentando el llamado “odio indirecto”; esto sin tener en cuenta en lo más mínimo el diferente contexto histórico del que han sido extractados los párrafos. ¡Es terrible, porque de un plumazo eliminan toda la cultura occidental! El libro sería el arma homicida, pero… ¿dónde está el cadáver?, ¿dónde se encuentra el asesino? El hecho de que en Estados Unidos se esté ya acariciando la idea de declarar “antisemita” afirmar que los judíos hicieron matar a Nuestro Señor Jesucristo, ofrece una idea aproximada de por donde van los tiros…
- ¿Cuándo se remonta el crimen de odio (sic) en España? Es un invento contra los sentimientos, ni siquiera contra las ideas o el conocimiento…
Está en el Código Penal desde 2015, el denominado artículo 510. En primer lugar, el odio es algo constitutivo en el ser humano, como el amor. Puedes odiar a alguien sin golpearle la cabeza con un diccionario, el odio es humano. Esta idea de cometer un delito con un sentimiento viene, como hemos dicho antes, de Estados Unidos. El lobby judío lleva mucho tiempo promoviendo los “crímenes de odio” y el “discurso de odio”. Con ello se trata de señalar y derribar a cualquiera que denuncie posibles delitos, crímenes que, en determinados casos individuales, afectarían a determinadas personas que, en el sector bancario, en Hollywood o en organismos políticos proisraelíes, podrían cometer delitos. Para que nadie, ningún periodista, político, investigador, historiador pueda denunciarlos, inventaron este delito penal, para poder procesar a todas las personas y en todos los países a alguien que hable abiertamente, por ejemplo, de los crímenes de Netanyahu en Gaza. Dirán: “este tipo está promoviendo el odio contra los judíos”, cuando en realidad esta persona está informando sobre un genocidio real en curso. La herramienta es perfecta, ha conseguido silenciar a quienes están en contra del sistema, pero han estirado del hilo demasiado, las redes sociales permiten obtener una imagen más ecuánime de la realidad que la ofrecida por los medios de comunicación en sus manos, que están cada vez más desgastados, el engaño ya no funciona tan bien, entre otras cosas porque han exagerado con el victimismo judío interminable…
- Pedro, evidentemente, tu ejemplo da coraje a mucha gente para luchar contra el absurdo, que sólo puede afianzarse con la represión que tenga recursos de sobra. Pero el reinado del Padre Ubú puede derrumbarse, uno de tus testigos, el soldado marroquí Ahmed Rahmi , dice que los imperios siempre se derrumban desde dentro… ¿A qué sentencia se arriesga al final de este proceso que dura desde 2016?
Pidieron 12 años de prisión contra mí y 8 para cada una de mis dos dependientas de entonces, inmigrantes y muchachas valientes que vinieron de su país a ganarse la vida y acabaron encontrando un trabajo temporal en mi librería, así como otros 8 años de prisión para el diseñador de las portadas de nuestros libros –un fotógrafo y artista excelente– y un amigo que colaboraba conmigo.
- En Francia disponemos de un instrumento jurídico bastante similar al que usted menciona, pero las penas impuestas no llegan a la prisión. ¿Cómo describiría la enfermedad mental en la que vivimos, en su país, y que afecta a todos los europeos?
Los europeos han sufrido un adoctrinamiento mental desde el final de la Segunda Guerra Mundial, en la que los valores fueron eliminados gradualmente, para ser reemplazados por un americanismo cultural destructivo. No hay motivo para tener antipatía por los estadounidenses, que son en su mayoría gente noble y recta, pero el sistema que los controla, al que llamamos “americanismo”, los desarraiga, como desarraiga a los europeos, los desposee de su tradición, de su cultura. Miren lo que está pasando con Eurovisión: es un festival que ya no tiene nada de europeo, anclado en la tradición musical europea; antiguamente era el pueblo el que componía las canciones populares, y un Mozart o un Beethoven extraían la sustancia para una partitura erudita de lo que escuchaban en los campos y los pueblos, y a su vez melodías de estos compositores se hacían populares y formaban parte del acervo del pueblo; ahora nos las imponen, desde lo alto de la pirámide; viaje usted en coche por toda Europa y ponga la radio, es la misma música, muy empobrecida en melodías y palabras, con ritmos sincopados y repetitivos hasta la saciedad, convertidas en el único modelo posible para toda la juventud, frente a cualquier otro modelo heroico, en el arte, en la política, en el ámbito militar.
- ¿Y el remedio dónde estaría?
Creo que la izquierda y la derecha juntas, todos aquellos que identifican de la misma manera a la Europa cristiana y occidental, deben encontrar la solución. Ya sea que alguien estuviera en la KGB, como Putin, o fuera de izquierdas, como Israel Shamir, o hindú, como el profesor Alexander Jacob, o estuviera un tiempo en el Ku-Klux-Klan a sus 18 años, como David Duke (actualmente de 74 años), en su momento representante de Luisiana por el Partido Republicano, lo que importa, para mí, son sus valores, su crítica al sistema y lo que proponen para salir del actual estancamiento; necesitas gente en la cima y gente en la base. Y los que colaboran en genocidios en estos momentos no nos interesan. Cualquiera que sea su afiliación política o ideológica, cualquiera que defienda el genocidio en Gaza no puede servir a la verdad. La diplomacia es necesaria, cierto, es virtud de la prudencia, máxime en política, pero quien defiende la verdad, venga de donde venga, sea cual sea su pasado, yo estoy con él.
- Usted presentó en este juicio testigos que son personalidades fuertes, pienso en este enfermero tunecino, Abdallah Melaouhi , que resultó ser el último protector de Rudolf Hess antes de su asesinato, aunque había sido elegido precisamente porque se suponía que no se arriesgaría a simpatizar con él y que escribió un libro vital con testimonios definitivos. ¿Quiénes son los testigos de tus adversarios?
Sus testigos son agentes de la instrucción, policías con apenas una escolarización elemental o media (BUP) mandados por el “fiscal del odio”, una estructura política diseñada para conseguir cerrar la Librería Europa. Una librería que fue atacada sin tregua: con atentados e incendios nocturnos, adoquines lanzados contra los escaparates y las ventanas, lanzamiento de huevos y pintura sobre los libros. Miembros de los autodenominados grupos antifascistas combativos, como ellos mismos dicen, intentaron movilizar a los vecinos contra nuestra modesta librería, que era poco más que un quiosco de barrio. Nunca he aceptado prohibir a un maoísta, comunista o protestante ni a ningún otro hablar y exponer sus ideas. A las ideas hay que combatirlas con ideas, pero como no tenían argumentos para discutir, optaron por arrasar. Vinieron de noche para prender fuego a los libros tras apilarlos en la calle. Cuando estaban representados en el Consejo Municipal de la ciudad de Barcelona, tuvieron acceso también al Ministerio Público, y aprovecharon para secuestrar 20.700 volúmenes, sólo para el año 1996; en 2006, 12.000 más, luego otros 6.000, y recientemente 15.000, libros que nunca volveremos a ver, machacados, convertidos en pasta de papel muy democráticamente… Se imaginan que están venciendo al enemigo con eso, y el enemigo soy yo quien lo personifica, mi existencia les molesta como un forúnculo fuera de lugar, mientras que mi idea era sólo proponer al pueblo, al público, lecturas diferentes, traducciones de autores originales: un israelí, un hindú, un tunecino, un marroquí o un nacionalsocialista. Hitler es un autor nacido en el siglo XIX, les recuerdo… pero siempre nos cuentan sobre una pequeña quema de libros, en época de Hitler, cometida por estudiantes enojados de la Universidad de Berlín, mientras que ahora son los agentes de policía los que llevan a cabo esa innoble tarea de confiscar y destruir libros a instancias del Fiscal del Odio, conminando a jueces a cumplir una legislación perversa, ¿dónde está el progreso para la democracia en todo esto?
- ¿Recibe apoyo a su resistencia contra la arbitrariedad entre los intelectuales españoles desde los púlpitos, por así decirlo?
Son pocos los intelectuales sin miedo y sin servidumbres económicas… el filósofo Fernando Savater se enojó una vez por escrito y como él alguno más, pero eso fue todo. Sigue proclamando que España es una democracia formal, pero ya no es un Estado de derecho. No se detuvo en los reveses de la Librería Europa. Pero nuestros enemigos ya han perdido la batalla propagandística, solo es cuestión de tiempo que queden en evidencia ante todos.
- ¿Qué opina del Gobierno español, de izquierdas, al ser el primero de Europa (junto a Noruega e Irlanda), que decide reconocer el Estado palestino “desde el río (el Jordán) hasta el mar”?
Este gobierno actúa según la tradición histórica de nuestra diplomacia, no tengo nada que objetar. La vocación histórica de la izquierda más decente (no toda) era la caridad, la protección y la defensa de quienes se ven privados de sus derechos.
- Todos necesitamos, en las batallas de nuestro tiempo, personas como usted, que preserven su calidad humana y la salud mental de todos. Eres un unificador, después de tantas preocupaciones de todo tipo con las que han intentado agobiarte durante más de treinta años.
Debemos luchar contra el pesimismo, cultivar la fe, la alegría y el entusiasmo. La verdad os hará libres, lo dijo Cristo.
Barcelona, 27 de Mayo de 2024