Israel, ¿modelo de democracia occidental? La Torah, ¡libro de historia!
A menudo resulta ilustrativo analizar a los críticos de ciertos actos políticos porque con sus críticas no hacen sino legitimar un estado de cosas que evite ese aspecto criticado, legitimando todo el resto de la construcción ideológica de que se trate.
Este fenómeno se repite con extraordinaria frecuencia en la cuestión palestino-israelí: críticos de “el estado judío” recientemente proclamado por el gobierno de B. Netanyahu y su equipo de genocidas confesos[1] “bajan un cambio” en el apoyo, pero para reafirmarse en posiciones anteriores, que de ese modo consideran inatacables.
Así, Claudio Fantini, un periodista de los principales medios rioplatenses[2] presenta una nota; “Una pulsión oscura en Israel”[3], con una coloratura crítica ya en el título, refiriéndose a la muy reciente declaración de Israel como “el estado judío”.
¿Qué plantea nuestro comentarista? “Israel fue moldeado en el modelo liberal-democrático del Estado de Derecho” Sic, sic, sic. Lo cual revela un formidable escamoteo histórico o una ignorancia supina. El estado sionista, el sionismo, jamás se entendió así, salvo como recurso de propaganda “occidental”. Se postuló vehículo para la liberación de los judíos y para establecer un estado étnico. Partiendo de la base ─equivocada─ que los judíos eran un pueblo. Y aunque el sionismo eludió al principio una religiosidad vertebradora, aceptó sí la versión de los libros sagrados judíos como fuente documentaria, algo que ningún historiador se atrevería a hacer.
Por eso, su afirmación de que en Israel “todos los ciudadanos son iguales ante la ley y tienen las mismas libertades y garantías” deviene un chiste de pésimo gusto. Israel procedió en la primera mitad de 1948 a expulsar la mayor cantidad de palestinos de sus viviendas y aldeas con violencia, con violaciones, con asesinatos; así huyeron de su tierra una cantidad de palestinos estimada entre 700 mil y 800 mil, grosso modo la mitad de la población palestina. Los que quedaron fueron colocados bajo leyes marciales y desde el primer momento de la fundación del estado israelí, toda la población judía pasó a revistar en su ejército y ningún palestino sobreviviente en ese territorio fue convocado a filas. Todo eso era meridianamente claro entonces. ¿De qué igualdad de derechos y garantías nos habla Fantini?
Fantini teme que Netanyahu pueda “diluir esas vigorosas garantías de igualdad y seguridad”. Se puede escribir cualquier cosa; ni el papel ni el teclado lo desmiente. Pero Fantini habla de algo que nunca existió.
Por eso temer, como al final de su columna, que la nueva ley ─que lo que hace es estrangular todavía más a los no judíos en el Estado de Israel─ desvanezca “los valores seculares, igualitaristas y democráticos de la fundación” es una falsedad histórica que asombra en su descaro. Y por ignorar que el sionismo fue construyendo un estado dentro de la Palestina colonia, primero turca, luego británica, un estado racista, alegando la judeidad como denominador religioso; un estado de los judíos, ahora consagrado.
Un solo ejemplo: cuando el sionismo funda una central sindical en Palestina, la Histadrut, no aceptaba asalariados no judíos; era la central sindical de los judíos. Y no era una central sindical al estilo democrático occidental sino al estilo corporativista, que promovían los fascistas, albergando en su seno a obreros y patronos.
El sesgo proisraelí de la mayor parte de la prensa occidental es indudable. Sabemos por qué. Pero al menos deberían procurar garabatear con más solvencia.
Luis Ernesto Sabini Fernández, 1 septiembre 2018
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Notas
[1] Esto no es ninguna boutade; basta leer declaraciones de ministros como Ayelet Shaked, Avigdor Lieberman o Naftali Bennet, que postulan la matanza lisa y llana de palestinos.
[2] El País, Montevideo, Noticias, Buenos Aires.
[3] El Paìs, Montevideo, 21 jul 2018