Después de la Cumbre de Helsinki, y de pie junto a Vladimir Putin, Donald Trump pronunció las siguientes palabras de forma clara y contundente ante todo el mundo:
“Prefiero correr un riesgo político en pos de la paz que arriesgar la paz en pos de la política”. Y eso es lo que hizo. Las consecuencias han sido enormes para la “élite”, y van desde llamamientos a golpes de estado militares hasta denuncias de traición.
De hecho, esto es lo que dijo el ex director de la CIA John Brennan sobre la cumbre de Helsinki: “La conferencia de prensa de Donald Trump en Helsinki alcanza y excede el umbral de ‘altos crímenes y delitos menores’. No fue nada menos que una traición”. La mayoría de los demócratas estuvieron de acuerdo.
Una encuesta reciente de 1.011 votantes registrados encontró que al 71 por ciento de los republicanos no les importa la histeria que rodea a la ‘cumbre de Helsinki’ y todavía apoyan la relación de Trump con Rusia, y cerca del 70 por ciento en realidad aprueban la forma en que Trump dirigió la cumbre. De hecho, el número de republicanos que creen que Rusia es un aliado ha aumentado del 22 por ciento en 2014 al 40 por ciento en julio de 2018, justo antes de la Cumbre. Aún más interesante es una reciente encuesta bipartidista que mostró que ¡la mayoría de los estadounidenses en todas las franjas políticas ni siquiera clasifican la locura de la “colusión con Rusia” entre los principales problemas que enfrenta Estados Unidos!
Si los resultados de estas encuestas son correctos, entonces la campaña masiva de los medios de comunicación para calumniar a Trump como un “traidor” sólo está haciendo que la histérica prensa corporativa y la élite corrupta a la que representan parezcan mucho más repugnantes ante los ojos de la mayoría del pueblo estadounidense…
Pero basta de encuestas, ¿qué dice la ley? ¿Puede Trump ser etiquetado legítimamente como ‘traidor’? Aquí nos encontramos con una realidad dividida: una realidad para ególatras como Brennan y los fieles del Partido Demócrata, y otra para aquellos que viven en el mundo real. Así es como se define la traición:
Quien, habiendo jurado lealtad a Estados Unidos, declare una guerra contra este país o se adhiera a sus enemigos, dándoles ayuda y comodidad dentro de Estados Unidos o en cualquier otro lugar, es culpable de traición y sufrirá la muerte, o será encarcelado no menos de cinco años y multado con arreglo a este título, pero no por debajo de 10.000 dólares; y no podrá ocupar ningún cargo en Estados Unidos.
“Adherirse a nuestros enemigos” significa proporcionar “ayuda y comodidad” a cualquiera con quien Estados Unidos mantenga hostilidades abiertas o a quien le hayamos declarado la guerra. Aunque no hay una guerra declarada entre EE.UU. y Rusia, gracias a la “comunidad de inteligencia” no electa ha habido una serie de hostilidades abiertas entre ambos países a lo largo de la guerra en Siria, en gran parte debido a que EE.UU. armó a los terroristas en ese país, y a las afirmaciones totalmente infundadas de que Rusia es culpable de “hackear las elecciones estadounidenses”. Así que, el Estado Profundo sin duda ve esto como otro clavo en el ataúd de Trump.
Pero hablando de traición, ¿acaso financiar, entrenar y armar a grupos como Al Qaeda, ISIS y Al Nusra no equivale también a dar “ayuda y consuelo” a los enemigos de Estados Unidos y por lo tanto encaja en la definición de traición? Y como tal, ¿no son las agencias de inteligencia de EE.UU. en conjunto los auténticos traidores?
Bajo la vigilancia de John Brennan, la CIA fue sorprendida usando aerolíneas extranjeras para contrabandear toneladas de armamento a Al-Qaeda y sus asociados en Siria. El informe vinculado presentaba una “documentación exhaustiva” que demostraba sin lugar a dudas la complicidad de la CIA en el armado de grupos terroristas. Obama admitió que él y la “comunidad de inteligencia” permitieron el surgimiento de ISIS porque era conveniente para ellos. Y, por supuesto, el Pentágono fue sorprendido mientras dirigía un gigantesco suministro de armas desde los Balcanes a Irak y Siria, que armaba a los yihadistas a lo largo del camino.
Así que, si queremos hablar de traición, hagámoslo. Pero hablemos de la verdadera traición que ha estado infectando el corazón de Estados Unidos durante décadas.
Corey Schink, 20 julio 2018
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