La produccion ‘mainstream’ de noticias falsas en serie: el ejemplo ‘Kim Jong-un’
(Sun Tzu, El arte de la guerra)
Durante décadas los portavoces del imperialismo han tejido una leyenda de mentiras en torno a Corea del norte que pretenden apoyarse en rumores procedentes de desertores y supuestos testigos que no viven en el país asiático.
El New York Times es un excelente ejemplo del tipo de guerra sicológica que los medios han repetido constantemente. En su reciente artículo “Atrocidades bajo Kim Jong-un: adoctrinamiento, gulags, ejecuciones”, el periódico afirma (1):
“El Sr. Kim reina con extrema brutalidad, haciendo de su país uno de los peores violadores de los derechos humanos del mundo. En Corea del Norte, estos crímenes ‘involucran exterminio, asesinato, esclavitud, tortura, encarcelamiento, violación, abortos forzados y otros actos de violencia sexual, persecución por razones políticas, religiosas, raciales y sexuales, traslado forzado de poblaciones y el acto inhumano de causar a sabiendas una hambruna prolongada’, concluyó un informe de la ONU de 2014 que analizó Corea del Norte”.
La fuente de la noticia es, pues, un informe de la ONU titulado “Informe detallado sobre las concluciones de la comisión de investigación sobre los derechos humanos en la República Popular Democrática de Corea”, un estudio de 372 páginas (2) que en una sección introductoria titulada “Métodos de trabajo” admite lo siguiente:
“Ante la falta de acceso a testigos y lugares en la República Popular Democrática de Corea, la Comisión decidió obtener testimonios de primera mano en audiencias públicas que respetaran la transparencia, las garantías procesales y la protección de las víctimas y los testigos. Las víctimas y los testigos que abandonaron la República Popular Democrática de Corea, así como los expertos, testificaron en un proceso transparente abierto a los medios de comunicación, otros observadores y el público en general. Más de 80 testigos y peritos declararon públicamente y proporcionaron información muy precisa, detallada y pertinente, a veces de una manera que requirió gran valor”.
En otras palabras, un informe de 372 páginas al que se cita como “evidencia” de las atrocidades norcoreanas por los portavoces del iumperialismo, como el New York Times, se basa en rumores recogidos por una investigación que nunca ha cruzado la frontera. A pesar de la falta de pruebas reales para corroborar las acusaciones, el New York Times presenta las conclusiones del informe de la ONU como “hechos”.
El New York Times también divulga otros bulos como si se tratara de “hechos”. El artículo dice: “En 2016 Kim Yong-jin, Viceprimer Ministro de Educación, fue asesinado frente a un pelotón de fusilamiento después de mostrar una ‘actitud irrespetuosa’ en una reunión. Hyon Yong-chol, un general de las fuerzas armadas, se durmió en una reunión. Fue ejecutado con un arma antiaérea”.
La falsedad era tan burda que hasta una agencia como Reuters se cuidó de reproducir tales historietas como hechos. En su artículo “Corea del Norte ejecuta al viceprimer ministro en su última purga”, Reuters informaba de lo siguiente: “Corea del Norte ejecutó a su Viceprimer Ministro de Educación y reprendió a dos altos funcionarios, dijo Corea del Sur el miércoles, lo que, de ser verificado, marcaría una nueva ronda de medidas tomadas por el dirigente Kim Jong Un para disciplinar a sus más altos colaboradores”(3).
El artículo se referiría a la supuesta muerte de Hyon Yong-chol diciendo: “Un ex ministro de Defensa, Hyun Yong Chol, también fue ejecutado el año pasado por traición, según la agencia de espionaje del sur”.
Con respecto a la presunta muerte de Hyon Yong-chol, el Washington Post declaró en su artículo titulado “Corea del Norte dice que ejecutó a un alto funcionario con un arma antiaérea”:
“El equivalente norcoreano de un ministro de Defensa fue ejecutado por un arma antiaérea por insubordinación y traición, incluso por quedarse dormido durante una reunión en la que hablaba Kim Jong Un, dijo el miércoles la agencia de inteligencia surcoreana. El informe, de ser cierto, ilustraría vívidamente cómo el joven dirigente norcoreano consolidará el poder”(4).
No podía estar más claro: el Washington Post se refería a un “informe” del espionaje surcoreano, es decir, del enemigo inmediato, lo que es tanto como prestarse a difundir un engaño.
Otro artículo del mismo periódico titulado “El último rumor sobre Corea del norte: otro general ejecutado” también admitía abiertamente que no había otra cosa que rumores, chismes y bulos sin confirmar:
“Otro general norcoreano es asesinado por el régimen de Pyongyang. Esta es la historia que circula esta semana después de que una agencia de noticias surcoreana citara a un funcionario anónimo surcoreano de una agencia surcoreana anónima diciendo que Ri Yong Gil, jefe de personal del Ejército Popular de Corea, había sido ejecutado por corrupción”(5).
Contra Corea del norte el modelo intoxicador a seguir desde que Kim Jong Un asumió el cargo en 2011 es de una purga permente de los miembros de la vieja guardia, aprovechando que los lectores no sabemos nada acerca del país asiático, alque le atribuyen la famosa coletilla de “hermético” y, por lo tanto, sin posibioliad de verificar la “información” por medio de otras fuentes.
El artículo del New York Times menciona la muerte de Kim Jong-nam, hermano del dirigente norcoreano, a quien atribuye la responsabilidad del fallecimiento con la única “prueba” de afirmar que “Estados Unidos declaró que las pruebas demostraban que Corea del norte era responsable del ataque”. Lo que Estados Unidos diga no sólo no tiene ninguna credibilidad y, opor lo demás, nunca se ha hecho público, por lo que siguen sin aportar pruebas de nada.
En relación a las declaraciones de Estados Unidos que atribuyen la responsabilidad del asesinato del hermano de Kim Jong-un a su hermano, la agencia francesa AFP admitió en su artículo “Estados Unidos impone nuevas sanciones a Corea del norte por el asesinato de Kim Jong Nam” que en dicha “declaración no se proporcionaban detalles ni pruebas sobre la forma en que los Estados Unidos habían llegado a su conclusión”(6).
En resumen, el New York Times acusaba a Corea del norte basándose únicamente en la credibilidad del gobierno de Estados Unidos que, a su vez, carecía de pruebas.
Al igual que otros países que anteriormente habían sido blanco de las agresiones imperialistas, Corea del norte es demonizada intencionalmente para promover un programa de Washington que de otro modo resultaría indefendible.
El New York Times siempre ha jugado un papel central en las campañas de demonización contra países que luego son atacados. Judith Miller, del New York Times, alimentó la fábula sobre las “armas de destrucción masiva” en Irak, lo que ayudó a justificar la invasión de 2003 y la subsiguiente ocupación de Irak. No se encontraron armas de destrucción en masa, y más tarde se reveló que la información que indicaba la existencia de tales armas se fabricó intencionadamente y se vendió al público para justificar una guerra de agresión.
Anna Fifield, del Washington Post, ha inventado violaciones no verificadas de los derechos humanos en Corea del norte, tan falsas como las armas de destrucción masiva.
Un artículo de Miller de diciembre de 2001 publicado en el New York Times se titulaba “Una nación desafiada: sitios secretos; relatos irakíes sobre renovaciones en almacenes de armas químicas y nucleares” y decía lo siguiente:
“Un desertor irakí que se describe a sí mismo como ingeniero civil dijo que había trabajado personalmente en la renovación de instalaciones biológicas, químicas y nucleares en pozos subterráneos, villas privadas y bajo el Hospital Saddam Hussein en Bagdad hace un año”(7).
Miller seguía diciendo que los espías estadounidenses habían intentado verificar estas acusaciones, señalando que “los expertos dijeron que su información parecía fiable y significativa”.
Ahora se pueden encontrar varios artículos en internet analizando las mentiras de Miller, así como otras publicaciones que también han ayudado a vender mentiras similares, y lo mismo cabe decir del Washington Post.
Si hay similitudes entre las mentiras de antes sobre la guerra de Irak y la actual campaña para demonizar a Corea del norte es porque son similares.
(1) https://www.nytimes.com/2018/06/11/world/asia/north-korea-human-rights.html