Después de más de siete años de guerra con el objetivo de cambiar el régimen sirio, ahora el objetivo pasa a ser Hezbolá. Pero la pregunta sigue siendo: después del fracaso de la guerra de 2006, ¿qué pueden hacer los enemigos de esta organización para lograr su objetivo?
El Secretario General de Hezbolá, Sayyed Hasan Nasrallah, dijo en su discurso más reciente que “Hezbolá es más fuerte que el ejército israelí”. Israel respondió con un ejercicio de la brigada del Golán y la 7ª Brigada Blindada, en presencia del Jefe de Estado Mayor Gadi Eisenkot, simulando una guerra contra Hezbolá. Este simulacro tuvo lugar después de los ejercicios rutinarios de las fuerzas terrestres de la 36ª División para “mejorar la coordinación y la preparación en caso de guerra”.
En un mensaje que indica que no distinguirá a los civiles de los militantes, Israel ha construido una nueva base de entrenamiento en los Altos del Golán que ocupa, la instalación de Snir, para simular aldeas libanesas. Estas aldeas de Hezbolá simuladas están destinadas a ser del tipo que los soldados israelíes podrían enfrentar en situaciones de combate si se ordena una invasión del Líbano.
Asimismo, Hezbolá ha construido aldeas israelíes simuladas en las fronteras sirio-libanesas para el entrenamiento de combate a fin de prepararse para la guerra. Sayyed Nasrallah ha prometido llevar la batalla más allá de las fronteras libanesas y ha pedido a sus hombres que se preparen para luchar en “terreno enemigo” si se le impone la guerra a Hezbolá.
Las repetidas amenazas de Israel contra el Líbano y Hezbolá no son nada nuevo para Sayyed Nasrallah, quien no da demasiada importancia a estas continuas amenazas. De hecho, se mantiene informado de todas las noticias relacionadas con Israel, Oriente Medio y los acontecimientos mundiales que le interesan. Un equipo especial formado por decenas de traductores y expertos en medios de comunicación recoge diariamente todas las noticias de fuentes abiertas y mantiene informado al líder de Hezbolá, al igual que sus servicios de inteligencia, representados en varios países, y sus propios contactos privados con los aliados con los que se reúne regularmente.
No le es ajeno el reservista General de División Yitzhak Brik, comisionado del ejército israelí para los derechos de los soldados, quien habla de una grave crisis en un ejército que se ha convertido en una “organización mediocre que sufre de sobrecarga y agotamiento”.
Brik dijo que los oficiales de alto rango venden una imagen falsa (del ejército) que no corresponde con la realidad. “Nos hemos convertido en un grupo de cobardes. Hay una grave crisis de motivación entre los oficiales jóvenes”.
El ex jefe del servicio especial israelí Nativ, Yaakov Kedmi, dijo que “la motivación para servir en el ejército se ha reducido. La sociedad israelí ya no está dispuesta a conceder privilegios al ejército”.
Sayyed Nasrallah no quiso decir que su organización tenga una fuerza aérea (no la tiene, por supuesto) más fuerte que la de Israel. Hezbolá tampoco recibe el apoyo financiero de Irán equivalente al proporcionado por Estados Unidos a Israel, incluyendo “fuerzas estadounidenses dispuestas a morir por Israel“. Sayyed Nasrallah cuenta con un grupo de jóvenes experimentados, con una ideología robusta y un alto nivel de formación, que no buscan la muerte pero tampoco le temen. El objetivo de Hezbolá es oponerse a Israel y a sus aliados que pretenden erradicar al grupo: es una cuestión de supervivencia.
Hezbolá ha demostrado su capacidad de combate contra la organización de ISIS (Daesh) en el Líbano y Siria, así como contra al-Qaeda y otros grupos yihadistas takfiríes. El grupo libanés sólo ha perdido una batalla en los últimos seis años de guerra, la batalla de la colina del Eiss en abril de 2016. Esta derrota fue el resultado de una falta de coordinación entre las fuerzas aliadas. Ese día, el plan militar era que las fuerzas aliadas ocuparan la colina del Eiss que rodeaba la ciudad de Eiss; la ciudad misma iba a ser liberada por Hezbolá. Los aliados se retiraron de la colina sin informar a las fuerzas de la ciudad. Esta falta de comunicación causó la muerte de 28 miembros de Hezbolá cuyos cuerpos aún no han sido recuperados y permanecen enterrados en el campo de batalla.
Pero este revés militar no afectó el desempeño del partido, que fue capaz de llevar a cabo por sí solo batallas guerrilleras contra diferentes grupos, y otras batallas junto a ejércitos convencionales (el sirio y el ruso). Junto con sus aliados y el ejército sirio, Hezbolá consiguió liberar territorios al menos 14 veces más grandes que el Líbano (el tamaño de Siria es de unos 180.000 km2, mientras que el del Líbano es de 10.453 km2).
Hezbolá ha demostrado su fidelidad a Siria, cuyo presidente, Bashar al-Assad, rechazó una oferta reciente de Arabia Saudí de reconstruir todo lo que los siete años de guerra han destruido y de permanecer como presidente (con el respaldo de Estados Unidos) a condición de que se distancie de Palestina y Hezbolá. Assad rechazó la oferta “generosa” pero envenenada, como la ha descrito en privado.
Los años de guerra enseñaron a Assad a distinguir entre aliados y países como Arabia Saudita, que invirtió mucho para quitarle el poder a costa de destruir el país: “Un aliado ideológico [Hezbolá] es mejor que el más rico de todos los países porque este verdadero aliado no lo abandonó y nunca lo abandonaría, y no tiene ambiciones en Siria salvo ver la estabilidad en el Levante e impedir que los yihadistas takfiríes (apoyados por los países árabes y occidentales) creen un Estado fallido”, repite a menudo Assad a sus visitantes.
De hecho, Hezbolá ha dado órdenes de evacuar sus unidades militares de todas las ciudades y aldeas sirias, sin excepción: ninguna fuerza militar de Hezbolá debe permanecer en las zonas urbanas. Ellos (militares) sólo estarán presentes en las fronteras entre los dos países.
Hezbolá está ahora centrando su atención militar en la frontera con Israel, preparándose para una guerra que puede ocurrir mañana, o quizá nunca ocurra.
Un escritor afiliado a un grupo de reflexión occidental ha pedido recientemente a Occidente que “despierte“, al señalar que Hezbolá se está expandiendo hacia Europa y que comercia con drogas para obtener recursos porque la presión occidental sobre Teherán amenaza sus fuentes de financiación. Muchos otros escritores piden la eliminación de Hezbolá como una amenaza para el Líbano. Estos artículos reflejan la ignorancia occidental sobre el pensamiento de Hezbolá, su trabajo, poder, financiación y objetivos.
Hezbolá es más fuerte que el ejército libanés y que todas las fuerzas de seguridad libanesas juntas. No obstante, nunca consideraría la posibilidad de capturar, dominar o controlar de otro modo el Líbano por muchas razones que no guardan relación con su capacidad superior de combate.
El partido es consciente de que Líbano es un país multiétnico (con 18 sectas y religiones) y que una “república islámica” es inalcanzable porque sus condiciones son actualmente desfavorables. Hezbolá no quiere y de hecho no puede satisfacer las demandas de un Estado y el bienestar de toda su población porque no tiene los recursos de un Estado. El grupo no está en condiciones de gestionar un país con pocos recursos, un país que recibe y depende de la ayuda y la riqueza extranjera (árabe y occidental), un país que no puede permitirse estar aislado del mundo como lo estaría si estuviera gobernado por Hezbolá.