Empleados de Twitter reconocen en cámara oculta que “censuran silenciosamente” a la derecha estadounidense ¿por qué no la izquierda?
Desde comienzos de año, O’Keefe está publicando vídeos de conversaciones con empleados y extrabajadores de Twitter captadas con cámara oculta. Entre lo publicado hasta ahora -que incluye la afirmación de que hay entre 300 y 400 empleados filtrando “fotos de pollas”-, lo más escandaloso sin duda es un vídeo que recoge declaraciones de ocho empleados de la compañía en la que detallan la forma en que Twitter pone trabas al uso de su red social por parte de la derecha estadounidense.
Abhinov Vadrevu, un antiguo programador de Twitter, confirma una vieja sospecha de muchos conservadores republicanos, nunca confirmada por la empresa: el llamado shadow banning o censura silenciosa. “La idea de una censura silenciosa es que te permite expulsar a alguien sin que sepa que le has echado, porque puede seguir escribiendo pero nadie ve lo que escribe. Simplemente se creen que nadie interactúa con ellos, cuando en realidad nadie les está viendo. No sé si Twitter sigue haciéndolo”.
Y reconoce que no es nada ético y es muy “mala prensa” si alguien se entera y lo denuncia. Uno de los últimos en hacerlo ha sido Scott Adams, dibujante de Dilbert y que se ha destacado los últimos años por predecir y explicar la victoria de Donald Trump. Twitter se puso en contacto con él para negar que esa práctica existiera. Hay que indicar que el año pasado se filtró una lista de supuestos afectados por la censura silenciosa en la que se encontraban, entre otras, las cuentas de Project Veritas y James O’Keefe.
Conrado Miranda, otro antiguo desarrollador de Twitter, a preguntas sobre si está técnica se ha empleado contra tuiteros que apoyan a Trump o en general de derechas, reconoce que es así. ¿Y cómo funciona técnicamente? Miranda explica que Twitter es un repositorio enorme de tuits con un montón de filtros encima: “Este es uno de esos filtros”.
Un antiguo agente de revisión de contenido de Twitter llamado Mo Norai explica que antes estas cosas se hacían manualmente. “Digamos que era algo pro Trump y yo soy anti Trump, era como, elimino esta cuenta entera. Depende de ti, es a tu discreción. Y si eres anti Trump te dicen: ‘¿Sabes qué? Mo tiene razón, que le jodan, adelante'”. Norai reconoce que el contenido de izquierdas recibe menos escrutinio y que aunque esto no era política oficial de Twitter sí que seguían reglas no escritas que venían desde arriba
Un montón de reglas no escritas, y estando como estamos en San Francisco, en California, un estado muy progresista, muy azul, tienes que ser… Quiero decir que como empresa no puedes decirlo porque te hace quedar mal, pero en privado hay un montón de reglas. Como oye, tienes que hacerlo así. Nunca estaba por escrito, se decía. […] Diría que había… Twitter es como un 90% anti-Trump, quizá un 99%.
Según otro desarrollador de la compañía, Parnay Singh, este tipo de procesos ahora están automatizados, en teoría para librarse de los bots, las cuentas automatizadas que no tienen a ninguna persona detrás: “Sí, buscamos por Trump, por América y tienes como cinco mil palabras clave que describen a un redneck. Entonces miras y procesas todos los mensajes, todas las fotos y buscas cosas que encajen con todo eso”. Y por si la referencia a los redneck, una forma despectiva de referirse a los blancos de los estados del Sur, no da suficientes pistas, Singh confirma lo evidente cuando se le pregunta si los algoritmos están enfocados contra conservadores o progresistas: “Diría que la mayoría van contra republicanos”.
Aunque Twitter publicó un comunicado sobre un vídeo anterior de Project Veritas, en el que un empleado reconocía que estaban deseando enviar al Departamento de Justicia un fichero con todos los mensajes directos de Donald Trump, asegurando que dicho empleado hablaba a título personal y no representando a la compañía, aún no se ha pronunciado sobre esta nueva denuncia.