Manlio Dinucci hace un balance de los 70 años de relación entre Italia y el ente Estados Unidos/OTAN. Dejando de lado la cuestión de los actos terroristas bajo bandera falsa que la OTAN orquestó en suelo italiano, el autor se concentra en el uso de las fuerzas armadas de Italia en función de los intereses del “aliado”, una historia que habla por sí sola.
«Si alguien se imagina que es posible separar a Italia de nuestros aliados históricos, que son Occidente y los países de la OTAN, siempre me tendrá como oponente. Italia, y sobre todo el Movimiento 5 estrellas, nunca ha dicho que quiera alejarse de nuestros aliados históricos.»
Esta declaración del candidato al cargo de primer ministro, Luigi Di Maio, emitida el 16 de abril de 2018 en el programa de televisión Otto et mezzo, toca una cuestión de fondo que va más allá del debate político actual. ¿Cuál es el resultado de los 70 años de vínculo entre Italia y sus «aliados históricos»?
En 1949, con el quinto gobierno del primer ministro De Gasperi, Italia se convierte en miembro de la OTAN, bajo el mando de Estados Unidos. Inmediatamente después, conforme a los acuerdos secretos que De Gasperi había firmado en Washington, en 1947, comienza la instalación en Italia de bases militares y de fuerzas estadounidenses, con unas 700 armas nucleares. Durante 40 años, la estrategia Estados Unidos/OTAN hace de Italia la primera línea de la confrontación con la URSS y el Pacto de Varsovia, como un peón que podía ser sacrificado en caso de guerra (en aquel momento, Estados Unidos incluso despliega en Italia minas atómicas de demolición). Al terminar la guerra fría –con la disolución del Pacto de Varsovia y la desintegración de la URSS, en 1991– no comienza para Italia un periodo de paz sino una sucesión de guerras en las que se ve obligada a implicarse, siguiendo los pasos de su principal «aliado histórico».
En 1991, con el 6º gobierno del primer ministro Andreotti, la República Italiana participa, bajo el mando de Estados Unidos, en la primera guerra del Golfo. Es la primera guerra en la que participa Italia desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. La República Italiana viola así el Artículo 11 de su Constitución.
En 1999, bajo el gobierno del primer ministro D’Alema, Italia desempeña un papel fundamental en la guerra de la OTAN contra Yugoslavia, participando en la agresión con sus bases militares y sus cazabombarderos.
En 2003, bajo el 2º gobierno del primer ministro Berlusconi, Italia inicia su participación en la guerra de Estados Unidos y la OTAN en Afganistán, participación que aún prosigue actualmente y que ya alcanza 15 años de duración.
También en 2003, bajo el mismo gobierno de Berlusconi, Italia participa en la invasión contra Irak como miembro de la coalición encabezada por Estados Unidos.
En 2011, bajo el 4º gobierno de Berlusconi, Italia desempeña un papel de primera importancia en la guerra de la OTAN contra Libia, en la que participa poniendo a disposición de los agresores 7 bases aéreas, cazabombarderos y unidades navales.
Desde 2014 hasta este momento –en 2018–, bajo los gobiernos de Renzi y de Gentiloni (con la misma coalición), Italia participa en la escalada Estados Unidos/OTAN contra Rusia, con el envío de tropas a Letonia y de cazabombarderos a Estonia.
Simultáneamente, los gobiernos italianos antes mencionados, y otros más, ceden suelo italiano al Pentágono, que lo utiliza como puesto de mando y trampolín para la realización de operaciones militares en una amplísima área geográfica. El Mando de las Fuerzas Navales de Estados Unidos para Europa y África –con sede en Nápoles-Capodichino y bajo las órdenes del mismo almirante estadounidense que tiene bajo su mando la Fuerza Aliada Conjunta en Lago Patria (Italia)– cubre la mitad del Océano Atlántico y los mares que bañan toda Europa, Rusia y casi toda África. Las bases estadounidenses de Aviano, Vicence, Camp Darby, Gaeta, Sigonella y la estación del sistema MUOS en Niscemi [todas en Italia] están al servicio de las operaciones militares que Estados Unidos lleva a cabo en el Medio Oriente, África y el este de Europa.
Vinculada a Estados Unidos directamente a través de la OTAN –alianza militar en la que Estados Unidos acapara desde 1949 el cargo de Comandante Supremo de las fuerzas de la OTAN en Europa y todos los demás mandos fundamentales–, Italia se ve privada de su soberanía en materia de política exterior. Las nuevas bombas nucleares B61-12, que Estados Unidos desplegará en Italia de aquí al año 2020, expondrán a los italianos a peligros aún mayores.
Luigi Di Maio firmó el compromiso de la Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares (ICAN, siglas en inglés) para hacer que Italia firme el Tratado de la ONU sobre la Prohibición de ese tipo de armamento, lo cual implicaría retirar de Italia las bombas nucleares de Estados Unidos. ¿Cumplirá Di Magio su compromiso o lo romperá para no «separar a Italia» de su principal «aliado histórico»?