{"id":8778,"date":"2020-10-05T13:52:56","date_gmt":"2020-10-05T13:52:56","guid":{"rendered":"https:\/\/redinternacional.net\/?p=8778"},"modified":"2021-10-05T11:28:28","modified_gmt":"2021-10-05T11:28:28","slug":"la-historia-de-la-iglesia-revisitada-el-golpe-de-fuerza-gregoriano-y-la-usurpacion-del-derecho-de-nacimiento-de-bizancio","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/redinternacional.net\/2020\/10\/05\/la-historia-de-la-iglesia-revisitada-el-golpe-de-fuerza-gregoriano-y-la-usurpacion-del-derecho-de-nacimiento-de-bizancio\/","title":{"rendered":"La historia de la Iglesia revisitada: el golpe de fuerza gregoriano, y la usurpaci\u00f3n del derecho de nacimiento de Bizancio – por Laurent Guyenot"},"content":{"rendered":"
Este es el segundo de tres art\u00edculos que llaman la atenci\u00f3n sobre los principales problemas estructurales de nuestra historia de Europa en el primer milenio d.C. En el primer art\u00edculo (“\u00bfCu\u00e1n falsa es la antig\u00fcedad romana?”<\/a>), hemos argumentado que la falsificaci\u00f3n de libros antiguos durante el Renacimiento estaba m\u00e1s extendida de lo que se suele reconocer, de modo que lo que creemos saber sobre el Imperio Romano -incluyendo acontecimientos e individuos de importancia central- se basa en fuentes cuestionables. (No hemos afirmado sin embargo que todas las fuentes escritas sobre el Imperio Romano sean falsas.)<\/p>\n Tambi\u00e9n hemos argumentado que la perspectiva tradicional del primer milenio est\u00e1 distorsionada por un fuerte sesgo a favor de Roma, a expensas de Constantinopla. La representaci\u00f3n com\u00fan del Imperio Bizantino como la fase final del Imperio romano, cuya capital hab\u00eda sido transferida del Lacio al B\u00f3sforo, es hoy reconocida como una falsificaci\u00f3n. Pol\u00edtica, cultural, ling\u00fc\u00edstica y religiosamente, Bizancio no le debe nada a Roma. “Creyendo que su propia cultura era muy superior a la de Roma, los griegos apenas fueron receptivos a la influencia de la civilizaci\u00f3n romana”, afirma un reciente Atlas del Imperio Romano, mencionando s\u00f3lo los combates de gladiadores como una posible, aunque marginal, deuda[1].<\/p>\n La suposici\u00f3n de que la civilizaci\u00f3n occidental se origin\u00f3 en Roma, Italia, se basa en parte en un malentendido sobre la palabra “romana”. Lo que ahora llamamos “Imperio bizantino” (un t\u00e9rmino que s\u00f3lo se hizo habitual a partir del siglo XVI) se denominaba entonces Basile\u00eda t\u00f4n Rh\u00f4ma\u00ed\u00f4n (el reino de los romanos), y durante la mayor parte del primer milenio, “romano” significaba simplemente lo que hoy entendemos por “bizantino”.<\/p>\n Nuestra percepci\u00f3n de Roma como el origen y centro de la civilizaci\u00f3n occidental tambi\u00e9n est\u00e1 ligada a nuestra seguridad de que el lat\u00edn es la madre de todas las lenguas romances. Pero esa filiaci\u00f3n, que se convirti\u00f3 en un dogma a mediados del siglo XIX,[2] est\u00e1 siendo objeto de graves ataques (damos las gracias a los comentaristas que nos dirigieron a este documental y de aqu\u00e9l, al libro de Yves Cortez Le Fran\u00e7ais ne vient pas du latin<\/em>, y a la obra de Mario Alinei). Parece que Dante estaba en lo cierto cuando asumi\u00f3 en De vulgari eloquentia<\/em> (c. 1303), el primer tratado sobre el tema, que el lat\u00edn era una lengua artificial y sint\u00e9tica creada “por el com\u00fan acuerdo de muchos pueblos” para usarlo en documentos escritos[3].<\/p>\n Las distorsiones que produjeron nuestra historia del primer milenio tienen una dimensi\u00f3n tanto geogr\u00e1fica como cronol\u00f3gica. La distorsi\u00f3n geogr\u00e1fica es parte de ese eurocentrismo que ahora est\u00e1 siendo desafiado por acad\u00e9micos como James Morris Blaut (The Colonizer’s Model of the World<\/em>, Guilford Press, 1993), John M. Hobson (The Eastern Origins of Western Civilization<\/em>, Cambridge UP, 2004), o Jack Goody (The Theft of History<\/em>, Cambridge UP, 2012). Por otra parte, la distorsi\u00f3n cronol\u00f3gica no es todav\u00eda un problema en la corriente principal de la academia: los historiadores simplemente no cuestionan la columna vertebral cronol\u00f3gica del primer milenio. Ni siquiera se preguntan cu\u00e1ndo, c\u00f3mo y qui\u00e9n la cre\u00f3.<\/p>\n Hasta ahora, hemos formulado la hip\u00f3tesis de trabajo de que el Imperio Romano de Occidente es, en cierta medida, un duplicado fantasmag\u00f3rico del Imperio Romano de Oriente, elaborado por Roma para robarle el derecho de nacimiento a Constantinopla, mientras ocultaba su deuda con la civilizaci\u00f3n que procur\u00f3 asesinar. El Imperio Romano, en otras palabras, fue un sue\u00f1o m\u00e1s que un recuerdo, exactamente como el imperio de Salom\u00f3n. Sin embargo, se objetar\u00e1 instant\u00e1neamente, mientras que los arque\u00f3logos no han encontrado ning\u00fan rastro del imperio de Salom\u00f3n, sobran los vestigios del imperio de Augusto. Cierto, pero \u00bfson realmente estos vestigios de la Antig\u00fcedad, y si es as\u00ed, por qu\u00e9 no se encuentran vestigios medievales en Roma? Si Roma era el coraz\u00f3n de la cristiandad occidental medieval, deber\u00eda haber estado ocupada en edificar [catedrales o al menos iglesias], no s\u00f3lo restaurando [templos paganos]<\/p>\n La Comuna de Roma fue fundada en 1144 como una Rep\u00fablica con un c\u00f3nsul y un senado, en la estela de otras ciudades italianas (Pisa en 1085, Mil\u00e1n en 1097, G\u00e9nova en 1099, Florencia en 1100). Se defini\u00f3 a s\u00ed misma por la frase senatus populusque romanus<\/em> (“el Senado y el pueblo romano”), condensada en la sigla SPQR. A partir de 1184 y hasta principios del siglo XVI, la ciudad de Roma acu\u00f1\u00f3 monedas con estas letras. Ahora bien, se nos dice que “SPQR” ya era la marca de la primera Rep\u00fablica Romana fundada en el a\u00f1o 509 a.C. y, lo que es m\u00e1s incre\u00edble, se nos dice que fue preservada por los emperadores, a quienes aparentemente no les importaba ser as\u00ed ignorados. Por muy escandaloso que parezca, no se puede descartar la sospecha de que la antigua Rep\u00fablica Romana, conocida por nosotros gracias a la “recopilaci\u00f3n” de Petrarca, conocida como Historia de Roma<\/em> de Tito Livio,[4] sea un imaginativo retrato de la Roma medieval tard\u00eda con ropaje antiguo.. Petrarca formaba parte de un c\u00edrculo de propagandistas italianos que celebraban la gloria pasada de Roma. “Sus intenciones”, escribe el medievalista franc\u00e9s Jacques Heers, “eran deliberadamente pol\u00edticas, y su enfoque se sit\u00faa en el marco de una lucha real”. Fue “uno de los escritores m\u00e1s virulentos de su tiempo, envuelto en una gran disputa contra el papado de Avi\u00f1\u00f3n, y esta implacable lucha determin\u00f3 sus opciones tanto culturales como pol\u00edticas”[5].<\/p>\n En un primer art\u00edculo<\/a>, hemos cuestionado la objetividad e incluso la probidad de aquellos humanistas que pretend\u00edan resucitar el esplendor “largamente olvidado” de la Roma republicana e imperial. En este segundo art\u00edculo, dirigimos nuestra atenci\u00f3n a los historiadores eclesi\u00e1sticos de \u00e9pocas anteriores, que moldearon nuestra visi\u00f3n de la Antig\u00fcedad tard\u00eda y la Alta Edad Media. Su historia de la Iglesia Cristiana, poblada de santos que hacen milagros y herejes diab\u00f3licos, es dif\u00edcil de conectar con la historia pol\u00edtica, y los historiadores seculares especializados en la Antig\u00fcedad tard\u00eda dejan, aliviados, este campo a los “historiadores de la Iglesia” y a los maestros de la fe. Es una l\u00e1stima, porque la credibilidad de esta literatura no ha sido cuestionada [a pesar de que es sumamente problem\u00e1tica].<\/p>\n <\/p>\n La f\u00e1brica de falsificaciones pontificias<\/strong><\/p>\n “Podr\u00eda decirse que el rasgo m\u00e1s distintivo de la literatura cristiana primitiva es su nivel de elaboraci\u00f3n ficticia.” As\u00ed es c\u00f3mo Bert Ehrman comienza su libro Falsificaci\u00f3n y Contraforma: El uso del enga\u00f1o literario en la pol\u00e9mica de los primeros cristianos<\/em>. A lo largo de los primeros cuatro siglos D.C., dice, la falsificaci\u00f3n era la regla en la literatura cristiana, y la autor\u00eda genuina la excepci\u00f3n. La falsificaci\u00f3n era tan sist\u00e9mica que las falsificaciones dieron lugar a las “contraformas”, es decir, a unas falsificaciones “usadas para contrarrestar los puntos de vista de otras falsificaciones”[6] Si la falsificaci\u00f3n es parte del ADN del cristianismo, podemos suponer que esto sigui\u00f3 a lo largo de la Edad Media.<\/p>\n Una de las falsificaciones medievales m\u00e1s famosas es aquello de la “Donaci\u00f3n de Constantino”. Por este documento, se supone que el Emperador Constantino transfiri\u00f3 su propia autoridad sobre las regiones occidentales del Imperio al Papa Silvestre. Esta falsificaci\u00f3n de escandalosa temeridad es la pieza central de toda una colecci\u00f3n de cerca de cien decretos y actos sinodales falsos, atribuidos a los primeros papas u otros dignatarios de la Iglesia, y conocidos hoy como los Decretos Pseudo-Isidorianos. Su objetivo era sentar precedentes para el ejercicio de la autoridad soberana de los papas sobre la Iglesia universal, as\u00ed como sobre reyes y emperadores.<\/p>\n Estos documentos no se utilizaron hasta mediados del siglo XI, y en el siglo XII fueron incorporados por Graciano en su Decreto, que se convirti\u00f3 en la base de todo el derecho can\u00f3nico. Sin embargo, el consenso acad\u00e9mico es que se remontan a la \u00e9poca de Carlomagno. Por esa raz\u00f3n, Horst Fuhrmann, especialista en falsificaciones medievales, las clasifica como “falsificaciones con car\u00e1cter anticipado”, que “tienen la caracter\u00edstica de que en el momento en que fueron escritas, apenas tuvieron efecto”. Seg\u00fan \u00e9l, estas falsificaciones estuvieron sin utilizar, seg\u00fan el caso, entre 250 y 550 a\u00f1os. Heribert Illig protesta con raz\u00f3n contra esta teor\u00eda de las falsificaciones supuestamente redactadas por cl\u00e9rigos que no ten\u00edan un uso inmediato de ellas y no sab\u00edan para qu\u00e9 prop\u00f3sito podr\u00edan servir sus falsificaciones unos siglos m\u00e1s tarde. Las falsificaciones se producen para servir un proyecto, y se hacen a pedido cuando se necesitan. Por lo tanto, la donaci\u00f3n de Constantino y otros falsos Decretos son probablemente puros productos de la reforma Gregoriana. Su “car\u00e1cter anticipatorio” es una ilusi\u00f3n creada por una de las distorsiones cronol\u00f3gicas que nos hemos propuesto corregir.[7]<\/p>\n <\/p>\n La donaci\u00f3n del Emperador Constantino al Papa Silvestre<\/em><\/p>\n La reforma gregoriana, que comenz\u00f3 con la adhesi\u00f3n del Papa Le\u00f3n IX en 1049, fue una continuaci\u00f3n del renacimiento mon\u00e1stico iniciado por la poderosa abad\u00eda benedictina de Cluny, que un siglo despu\u00e9s de su fundaci\u00f3n en 910 hab\u00eda desarrollado una red de m\u00e1s de mil monasterios en toda Europa[8]. La reforma gregoriana puede concebirse como un golpe monacal sobre Europa, en el sentido de que los monjes c\u00e9libes, que sol\u00edan vivir al margen de la sociedad, asumieron progresivamente el liderazgo sobre ella.<\/p>\n Vale la pena insistir en el car\u00e1cter revolucionario de la reforma gregoriana. Fue, escribi\u00f3 Marc Bloch en La Sociedad Feudal<\/em>, “un movimiento extraordinariamente poderoso a partir del cual, sin exagerar, se puede datar la formaci\u00f3n definitiva del cristianismo latino”[9] M\u00e1s recientemente, Robert I. Moore escribi\u00f3 en La Primera Revoluci\u00f3n Europea<\/em> (c. 970-1215): “La ‘reforma’ que se encarn\u00f3 en el programa gregoriano fue nada menos que un proyecto para dividir el mundo, tanto el de las personas como el de las propiedades, en dos reinos distintos y aut\u00f3nomos, no geogr\u00e1fica sino \u00a0socialmente”. La reforma triunf\u00f3 en el Cuarto Concilio de Letr\u00e1n convocado por Inocencio III en 1215. El mundo creado por Letr\u00e1n IV era “un mundo completamente diferente – un mundo impregnado y cada vez m\u00e1s moldeado por una piedad y una obediencia bien arraigadas, asociadas a la visi\u00f3n tradicional de ‘la era de la fe’, o cristianismo medieval”. Sin embargo, en cierto sentido, Lateranense IV<\/em> era s\u00f3lo un comienzo: en 1234, el primo de Inocencio III, Gregorio IX, instituy\u00f3 la Inquisici\u00f3n, pero el gran per\u00edodo de la caza de brujas – la \u00faltima batalla contra el paganismo – estaba todav\u00eda a dos siglos de distancia.[10]<\/p>\n En su libro Law and Revolution, the Formation of the Western Legal Tradition<\/em> (Harvard UP, 1983), Harold Berman tambi\u00e9n insiste en el car\u00e1cter revolucionario de la reforma gregoriana, por la cual “el clero se convirti\u00f3 en la primera clase translocal, transtribal, transfeudal y transnacional de Europa en lograr la unidad pol\u00edtica y jur\u00eddica”. “Hablar de un cambio revolucionario dentro de la Iglesia de Roma es, por supuesto, desafiar la visi\u00f3n ortodoxa (aunque no la ortodoxa oriental) seg\u00fan la cual la estructura de la Iglesia Cat\u00f3lica Romana es el resultado de una elaboraci\u00f3n gradual de elementos que estaban presentes desde tiempos muy tempranos. Esta era, en efecto, la opini\u00f3n oficial de los reformadores cat\u00f3licos de finales del siglo XI y principios del siglo XII: s\u00f3lo volv\u00edan, dec\u00edan, a una tradici\u00f3n anterior que hab\u00eda sido traicionada por sus predecesores inmediatos”[11]. Crearon un nuevo pasado para controlar el futuro.<\/p>\n Para ello, emplearon un ej\u00e9rcito de legistas que elaboraron un nuevo sistema jur\u00eddico can\u00f3nico para sustituir las leyes feudales consuetudinarias, e hicieron que su nuevo sistema jur\u00eddico apareciera como el m\u00e1s antiguo, produciendo falsificaciones a escala masiva. Adem\u00e1s de los Decretos Pseudo-Isidorianos y la falsa Donaci\u00f3n de Constantino, elaboraron las falsificaciones Symmachian<\/em>, destinadas a producir precedentes legales para inmunizar al Papa contra las cr\u00edticas. Uno de estos documentos, el Silvestri constitutum<\/em>, contiene la leyenda del Papa Silvestre 1ero curando a Constantino el Grande de la lepra con las aguas del bautismo, y recibiendo a modo de agradecimiento las insignias imperiales de Constantino y la ciudad de Roma. El padre de Carlomagno tambi\u00e9n fue un invento \u00fatil, con aquello de la falsa donaci\u00f3n de Pipino el Breve. Ahora se admite que la gran mayor\u00eda de los documentos legales supuestamente establecidos antes del siglo IX son falsificaciones clericales. Seg\u00fan el historiador franc\u00e9s Laurent Morelle, “dos tercios de los actos titulados en nombre de los reyes merovingios (481-751) han sido identificados como falsos o falsificados. “[12] Es muy probable que la proporci\u00f3n real sea mucho mayor y que muchos documentos que a\u00fan se consideran aut\u00e9nticos sean falsificaciones: por ejemplo, consideramos que la redacci\u00f3n de la carta fundacional de la Abad\u00eda de Cluny, por la que su fundador Guillermo I (el P\u00edo) renunci\u00f3 a todo control sobre ella, no puede haber sido dictada ni avalada por un [supuesto]duque medieval de Aquitania (pr\u00e1cticamente un rey)[13].<\/p>\n Estos documentos falsos sirvieron a los papas en varios frentes. Fueron usados en su lucha de poder contra los emperadores alemanes, para respaldar su extravagante afirmaci\u00f3n de que el Papa pod\u00eda deponer a los emperadores. Tambi\u00e9n fueron armas poderosas en la guerra geopol\u00edtica contra la iglesia y el imperio bizantino. Al otorgar al papado “la supremac\u00eda sobre las cuatro sedes principales, Alejandr\u00eda, Antioqu\u00eda, Jerusal\u00e9n y Constantinopla, as\u00ed como sobre todas las iglesias de Dios en toda la tierra”, la falsa donaci\u00f3n de Constantino justific\u00f3 la pretensi\u00f3n de Roma de tener precedencia sobre Constantinopla, lo que llev\u00f3 al Gran Cisma de 1054 y finalmente al saqueo de Constantinopla por los latinos en 1205. Por una cruel iron\u00eda, la espuria donaci\u00f3n de Constantino fue expuesta en 1430, despu\u00e9s de haber cumplido su prop\u00f3sito. Para entonces, el Imperio Oriental hab\u00eda perdido todos sus territorios y se hab\u00eda reducido a una ciudad despoblada asediada por los otomanos.<\/p>\n Es poco conocido, pero de gran importancia para entender la \u00e9poca medieval, cuando la etnia jugaba un papel importante en la pol\u00edtica, que los reformadores gregorianos eran francos, incluso antes de que Bruno de Egisheim-Dagsburgo diera el primer impulso como el Papa Le\u00f3n IX. Por eso el te\u00f3logo ortodoxo John Romanides culpa a los francos de haber destruido la unidad de la cristiandad con motivaciones \u00e9tnicas y geopol\u00edticas[14]. En las cr\u00f3nicas bizantinas, “latino” y “franco” son sin\u00f3nimos.<\/p>\n <\/p>\n La falsa autobiograf\u00eda de la Iglesia Latina<\/strong><\/p>\n Ahora deber\u00eda quedar claro que el concepto mismo de una “reforma” gregoriana es un disfraz del car\u00e1cter revolucionario del proyecto de los reformadores; “la idea de que los gregorianos eran rigurosos tradicionalistas es una grave simplificaci\u00f3n excesiva”, argumentan John Meyendorff y Aristeides Papadakis; “la conclusi\u00f3n convencional que ve a los gregorianos como defensores de una tradici\u00f3n consistentemente uniforme es ficci\u00f3n, en buena medida”. De hecho, antes del siglo XII, “el fr\u00e1gil control del Papa sobre la Cristiandad Occidental era en gran parte imaginario. El mundo parroquial de la pol\u00edtica romana era en realidad el \u00fanico dominio del papado”[15]. Aviad Kleinberg incluso sostiene que “hasta el siglo XII, cuando se impuso el estatuto del papa como la m\u00e1xima autoridad religiosa en materia de educaci\u00f3n y jurisdicci\u00f3n, no hab\u00eda realmente una organizaci\u00f3n que pudiera llamarse ‘la Iglesia'”[16]. Ciertamente no hab\u00eda “papas” en el sentido moderno antes de finales del siglo VIII: este t\u00edtulo cari\u00f1oso, derivado del papa<\/em> griego, se les daba a todos los obispos. Incluso la historia convencional habla del per\u00edodo del “papado bizantino”, que termin\u00f3 en 752 con la conquista de Italia por los francos, y ense\u00f1a que los asuntos civiles, militares e incluso eclesi\u00e1sticos estaban entonces bajo la supervisi\u00f3n del exarca de Ravena, el representante griego del emperador bizantino”[17].<\/p>\n Esto significa que la historia del primer milenio de la Iglesia Occidental escrita por s\u00ed misma es una farsa de punta a cabo. Una de sus piezas centrales, el Liber Pontificalis<\/em>, un libro de biograf\u00edas de los papas desde San Pedro hasta el siglo IX, es hoy reconocido como un trabajo de imaginaci\u00f3n. Sirvi\u00f3 para asentar la pretensi\u00f3n del Papa a ocupar “el trono de San Pedro” en una cadena ininterrumpida que se remonta al primer ap\u00f3stol – la “roca” sobre la cual Jes\u00fas construy\u00f3 su reino (Mateo 16,18).<\/p>\n Seg\u00fan la historia, en el segundo a\u00f1o del reino de Claudio, Pedro fue a Roma para desafiar a Sim\u00f3n el Mago, el padre de todas las sectas her\u00e9ticas. Se convirti\u00f3 en el primer obispo cat\u00f3lico y fue crucificado cabeza abajo en el \u00faltimo a\u00f1o del reino de Ner\u00f3n, y luego enterrado donde se encuentra ahora la Bas\u00edlica de San Pedro (sus huesos fueron encontrados all\u00ed en 1968). Esa historia aparece en las obras de Clemente de Roma, el ficticio compa\u00f1ero de viaje y sucesor de Pedro, cuya prol\u00edfica literatura en lat\u00edn contiene tantas improbabilidades, contradicciones y anacronismos que la mayor parte de ella se reconoce hoy en d\u00eda como ap\u00f3crifa y se la denomina “seudo-clementina”. La historia de Pedro es tambi\u00e9n el tema de las Acta Petri<\/em>, supuestamente escritas en griego en el siglo II pero que s\u00f3lo sobreviven en traducci\u00f3n latina. Tambi\u00e9n es contada por Ireneo de Lyon (c. 130-202 DC), otro autor que supuestamente escrib\u00eda en griego pero conocido s\u00f3lo a trav\u00e9s de traducciones latinas defectuosas.<\/p>\n No hay raz\u00f3n para tomar esa historia como una historia confiable. Es propaganda, obviamente. Adem\u00e1s, no cuadra con el Nuevo Testamento, que no dice nada sobre el viaje de Pedro a Roma, y asume que \u00e9l simplemente sigui\u00f3 siendo la cabeza de la iglesia de Jerusal\u00e9n. La leyenda de San Pedro en Roma no nos dice nada sobre los eventos reales, pero nos informa sobre los medios desplegados por la curia romana para robarle el derecho de nacimiento a la Iglesia Oriental. Se trata de una moneda falsa acu\u00f1ada para sobrepujar la genuina afirmaci\u00f3n de Constantinopla de que la unidad de la Iglesia se hab\u00eda logrado en su vecindad inmediata, en los concilios llamados “ecum\u00e9nicos” (Oikoum\u00e9n\u00ea<\/em> designaba al mundo civilizado bajo la autoridad del basileo), cuyos participantes eran exclusivamente orientales.<\/p>\n Aunque no podemos profundizar aqu\u00ed en la historia editorial del Nuevo Testamento, es interesante observar que la historia del viaje de Pablo a Roma tambi\u00e9n lleva la marca de la falsificaci\u00f3n. Si recordamos que los bizantinos se llamaban a s\u00ed mismos “romanos”, nos intriga el hecho de que, en su “Ep\u00edstola a los Romanos” (escrita en griego), Pablo llame a los romanos “griegos” para distinguirlos de los jud\u00edos (1,14-15; 3,9). Adem\u00e1s, si miramos en un mapa las ciudades a las que Pablo se refiere en otras ep\u00edstolas – \u00c9feso, Corinto, G\u00e1lata, Filipo, Sal\u00f3nica, Colosas – vemos que la Roma italiana no formaba parte de su esfera de influencia. El viaje de Pablo a Roma en Italia en Los Hechos (de los Ap\u00f3stoles) 27-28 (donde se nombra expl\u00edcitamente a Italia) pertenece a la “secci\u00f3n nosotros” de dichos Hechos, que es reconociblemente extra\u00f1a a la primera redacci\u00f3n.<\/p>\n Nuestra principal fuente para la historia temprana de la Iglesia es la Historia Eclesi\u00e1stica de Eusebio en diez vol\u00famenes. Como tantas otras fuentes, supuestamente fue escrita en griego, pero fue conocida en la Edad Media s\u00f3lo en traducci\u00f3n latina (a partir de la cual fue posteriormente traducida al griego). Dicha supuesta traducci\u00f3n latina fue atribuida al gran santo y erudito Jer\u00f3nimo. San Jer\u00f3nimo tambi\u00e9n produjo, a petici\u00f3n del Papa D\u00e1maso, la Biblia latina conocida como la Vulgata, que ser\u00eda decretada como la \u00fanica versi\u00f3n autorizada en el Concilio de Trento a mediados del siglo XVI.<\/p>\n Eusebio es nuestra principal fuente sobre la conversi\u00f3n de Constantino al cristianismo. Se han conservado dos paneg\u00edricos de Constantino, y no hacen menci\u00f3n alguna al cristianismo. En cambio, uno contiene la historia de una visi\u00f3n que Constantino tuvo del dios sol Apolo, “con la victoria acompa\u00f1\u00e1ndolo”. A partir de entonces, Constantino se puso bajo la protecci\u00f3n de Sol invictus<\/em>, tambi\u00e9n llamado Sol pacator<\/em> en algunas de sus monedas.[18] Lo que Eusebio escribe en su Vida de Constantino<\/em> sobre la batalla del Puente Milvio es obviamente una reescritura de esa leyenda pagana anterior. Cuando marchaba sobre Roma para derrocar a Majencio, Constantino “vio con sus propios ojos en los cielos un trofeo [en forma] de cruz que surg\u00eda de la luz del sol, llevando el mensaje, ‘por esta se\u00f1al, ganar\u00e1s'”. En la noche siguiente, Cristo se le apareci\u00f3 en su sue\u00f1o para confirmar la visi\u00f3n. Constantino hizo que todas sus tropas pintaran el signo en sus escudos y gan\u00f3 la batalla. Eusebio describe el signo como las letras griegas Chi<\/em> (“\u03c7”) y Rho<\/em> (“\u03a1”) superpuestas, y nos dice que representa las dos primeras letras de Christos.<\/em> Este signo Chi-Rho se encuentra en una gran variedad de mosaicos y relieves hasta la \u00e9poca de Justiniano, y es especialmente com\u00fan en la regi\u00f3n de los Pirineos, a menudo con la adici\u00f3n de una Sigma<\/em> (\u03a3 en may\u00fascula,\u00a0 \u03c3 y \u03c2 en min\u00facula)”, como se documenta en esta monograf\u00eda[19]. Algunos plantean la hip\u00f3tesis de que conllevaba en tiempo pagano el significado pax<\/em>. Sea ese el caso o no, no hay prueba \u00a0de que el Chi-Rho fuera de origen cristiano.<\/p>\n <\/p>\n \u00bfQu\u00e9 tiene que ver el Chi-Rho con Cristo?<\/strong><\/p>\n Espero haber demostrado que hay motivos suficientes para un escepticismo radical con respecto a la autobiograf\u00eda de la Iglesia Romana. No son s\u00f3lo documentos legales los que fueron falsificados. Toda la narrativa subyacente podr\u00eda ser falsa. A finales del siglo XVII y principios del XVIII, un hombre, el bibliotecario jesuita Jean Hardouin (1646-1729), se pas\u00f3 toda la vida investigando y cuestionando la historia de la Iglesia, hasta llegar a la conclusi\u00f3n de un fraude masivo originado en los monasterios benedictinos en el siglo XIII. Sus conclusiones fueron publicadas p\u00f3stumamente en Ad Censuram Veterum Scriptorum Prolegomena<\/em> (1766). Seg\u00fan Hardouin, todas las obras atribuidas a Agust\u00edn, Jer\u00f3nimo, Ambrosio de Mil\u00e1n y Gregorio Magno, fueron de hecho escritas apenas unas d\u00e9cadas antes de que el astuto Bonifacio VIII (1294-1303) los promoviera como los “Padres Latinos de la Iglesia”. La Historia<\/em> de Eusebio traducida por Jer\u00f3nimo es un tejido de ficciones, seg\u00fan Hardouin.<\/p>\n Los Proleg\u00f3menos<\/em> de Jean Hardouin fueron traducidos al ingl\u00e9s en el siglo XIX por Edwin Johnson (1842-1901), quien se bas\u00f3 en las ideas de Hardouin para sus propias obras, comenzando con The Rise of Christendom<\/em> (1890), seguido un a\u00f1o despu\u00e9s por The Rise of English Culture<\/em>. Johnson defend\u00eda la idea de un origen medieval para la mayor\u00eda de las fuentes literarias atribuidas a la Antig\u00fcedad o a la Antig\u00fcedad tard\u00eda, e insisti\u00f3 en que toda la historia del primer milenio de la Iglesia Romana fue fabricada por la curia romana en su esfuerzo por imponer su nuevo orden mundial.<\/p>\n El origen medieval de estos textos, dice Johnson, explica por qu\u00e9 sus supuestos autores luchaban \u00a0contra herej\u00edas que se parecen tanto a las herej\u00edas combatidas por la Iglesia medieval. Los maniqueos y gn\u00f3sticos atacados por Tertuliano, Agust\u00edn e Ireneo de Lyon son como los fantasmas de los atacados bajo las mismas denominaciones por los papas de los siglos XII y XIII. Seg\u00fan Patricia Stirnemann, el manuscrito m\u00e1s antiguo del Contra Fausto<\/em> de Agust\u00edn, escrito y conservado en la abad\u00eda de Clairvaux, es un testimonio de la lucha contra “el resurgimiento de un neomanique\u00edsmo en el siglo XII” (no cuestiona la autor\u00eda de la obra, pero nos da una raz\u00f3n adicional para hacerlo)[20].<\/p>\n El contexto de la colonizaci\u00f3n latina de Oriente por los cruzados es transparente en muchas fuentes espurias de la supuesta “Antig\u00fcedad tard\u00eda”, seg\u00fan Johnson. La biograf\u00eda de Jer\u00f3nimo es un ejemplo de ello: “se le hace viajar de Aquilea a Roma, y de Roma a Bel\u00e9n y a Egipto. Se instala en Bel\u00e9n, donde le siguen \u00a0las damas romanas, que encuentran all\u00ed un convento, y all\u00ed muere. Esto es un reflejo de algo que ocurr\u00eda durante las \u00faltimas Cruzadas”[21]. Lo mismo ocurre con Constantino: la leyenda de su conquista militar con el signo del Crucificado lleva la marca de la \u00e9poca de las Cruzadas, “cuando los militares estaban bajo la influencia de los monjes”[22].<\/p>\n Si toda la historia de la Iglesia del primer milenio es falsa, \u00bfc\u00f3mo podemos reconstruir la verdadera historia de la Iglesia antes de la reforma gregoriana? Johnson dice que entonces no exist\u00eda el cristianismo occidental: la Iglesia occidental fue “una instituci\u00f3n puramente medieval, sin v\u00ednculos literarios u orales con el pasado”, y sus f\u00e1bulas “no se oyeron en el mundo hasta la \u00e9poca de las Cruzadas”[23]. Una hip\u00f3tesis menos radical es que el cristianismo s\u00f3lo se convirti\u00f3 en una fuerza dominante en Occidente con la reforma gregoriana. En cualquier caso, hay amplias pruebas de que impuso su hegemon\u00eda religiosa no tanto por la destrucci\u00f3n de las tradiciones paganas como por su apropiaci\u00f3n. El culto a Notre Dame [Nuestra\u00a0 Se\u00f1ora], que debe mucho a Bernard de Clairvaux (1090-1153), se superpuso a los cultos de Diana e Isis.<\/p>\n Lo que hicieron los reformadores gregorianos fue reescribir la historia para crear la ilusi\u00f3n de que el cristianismo ten\u00eda 1000 a\u00f1os de antig\u00fcedad en Europa. No todas las fuentes fueron escritas desde cero. Muchas fueron simplemente “arregladas”, o actualizadas en gran medida. Un ejemplo es la Historia Eclesi\u00e1stica del Pueblo Ingl\u00e9s<\/em> de Bede el Venerable (672-735). James Watson ha demostrado que era originalmente una Historia del Pueblo Ingl\u00e9s<\/em> sin menci\u00f3n del cristianismo; se le insertaron interpolaciones durante el siglo X, dice Watson, cuando “la mayor\u00eda de los comentarios eclesi\u00e1sticos en la obra fueron insertados dentro de la historia original”. “[24] Un caso algo diferente es la cristianizaci\u00f3n de Boecio (c. 480-524), convertido en te\u00f3logo cristiano y m\u00e1rtir en la \u00e9poca de Abelardo, aunque su famosa Consolaci\u00f3n de Filosof\u00eda<\/em> no contiene la menor menci\u00f3n de su supuesta fe cristiana.<\/p>\n En cuanto a la Historia de los Francos<\/em>, supuestamente escrita a finales del siglo VI por Gregorio de Tours, y pr\u00e1cticamente nuestra \u00fanica fuente sobre la conversi\u00f3n de Clodoveo al catolicismo, es muy probablemente una falsificaci\u00f3n clerical del per\u00edodo gregoriano, posiblemente utilizando fuentes anteriores. Es interesante notar que nuestro pseudo-Gregorio de Tours (quiz\u00e1s Odilo de Cluny, que escribi\u00f3 una Vida de Gregorio<\/em>) crey\u00f3 posible que un poder medieval orquestara la reescritura sistem\u00e1tica de todos los libros: escribe que el Rey Childeric introdujo nuevos signos en el alfabeto latino, y “quer\u00eda que todos los viejos manuscritos fueran borrados con piedra p\u00f3mez, para hacer otras copias, en las que se usar\u00edan los nuevos signos” (cap\u00edtulo IV)[25].<\/p>\n Los cronistas del siglo XI son fuentes importantes para entender la cristianizaci\u00f3n de Europa. Thietmar de Merseburg habl\u00f3 en su Cr\u00f3nica <\/em>de un “nuevo amanecer” que ilumin\u00f3 el mundo en 1004, y el monje franc\u00e9s Rodulfus Glaber escribi\u00f3:<\/p>\n “Al acercarse el tercer a\u00f1o despu\u00e9s del a\u00f1o 1000, en casi toda la tierra, especialmente en Italia y en la Galia, las iglesias fueron reconstruidas. Aunque estaban en buen estado y no lo necesitaban, el pueblo cristiano compet\u00eda por la posesi\u00f3n de las m\u00e1s bellas iglesias. Y era como si el mundo mismo, sacudiendo los harapos de su vejez, se cubriera por todos lados con un blanco manto de iglesias. Luego, por iniciativa de los fieles, casi todas las iglesias, desde las catedrales hasta los monasterios dedicados a los distintos santos, pasando por los peque\u00f1os oratorios de los pueblos, fueron reconstruidas, s\u00f3lo que m\u00e1s hermosamente” (libro IV, \u00a713)[26].<\/p>\n Ya que Rodolfo escribe bajo la supervisi\u00f3n de Cluny (dedica su trabajo al abad de Cluny Odilo), debemos ser cautelosos con su afirmaci\u00f3n de que lo que parec\u00eda nuevo era en realidad viejo, ya que esta era la pretensi\u00f3n de los “reformadores” gregorianos. Como dice que las iglesias estaban “en buen estado”, su “reconstrucci\u00f3n” puede ser un eufemismo para su rededicaci\u00f3n a un nuevo culto. Gregorio Magno (590-604), que parece ser un duplicado de Gregorio VII, habr\u00eda recomendado que se exorcizaran los templos paganos y se utilizaran para el culto cristiano, y muchas tradiciones locales de Francia afirman que las iglesias rom\u00e1nicas fueron originalmente santuarios precristianos[27]. En cuanto a las “bas\u00edlicas”, su nombre deriva de una palabra griega que designa un edificio real, m\u00e1s precisamente una c\u00e1mara de justicia bajo la autoridad del basileo. La historia (seg\u00fan los libros de texto) dice que, como el Imperio Romano adopt\u00f3 el cristianismo, ese adopt\u00f3 el plan arquitect\u00f3nico b\u00e1sico de la bas\u00edlica para los principales edificios eclesi\u00e1sticos en toda Europa, pero esa explicaci\u00f3n est\u00e1 enmarcada en dudas.<\/p>\n <\/p>\n La Bas\u00edlica Bizantina de San Vitale en Ravena<\/em><\/p>\n En realidad, el cristianismo occidental estaba en su infancia en el a\u00f1o 1000 DC. En cuanto a su nacimiento en el Este, est\u00e1 envuelto en el misterio, ya que cualquier fuente griega genuina que pudiese informarnos fue destruida o fuertemente “actualizada”. El tema est\u00e1 fuera del alcance de este art\u00edculo, pero pregunt\u00e9monos simplemente: \u00bfEs concebible que la gran bas\u00edlica construida por Justiniano en el siglo VI estuviera dedicada al cristianismo y se llamara Hagia Sophia (Santa Sabidur\u00eda)? Sof\u00eda es la diosa de los fil\u00f3sofos, no de los sacerdotes, y ninguna “santa Sof\u00eda” promovida por Jacques de Voragine, en su Leyenda \u00e1urea<\/em> del siglo XIII puede ocultar ese hecho. Edwin Johnson argument\u00f3 que el cristianismo y el Islam nacieron en el mismo per\u00edodo. Se puede argumentar que Santa Sof\u00eda fue cristianizada durante el reinado del iconoclasta basileo Le\u00f3n III el Isa\u00farico (717-741), cuando se le despoj\u00f3 de todos sus \u00edconos y trabajos escult\u00f3ricos, o en 842, cuando fue redecorada.<\/p>\n Hemos llegado a un punto en el que puede tomarse en cuenta una de las hip\u00f3tesis de trabajo de nuestro primer art\u00edculo: aunque el erudito franc\u00e9s Polydor Hochart ten\u00eda toda la raz\u00f3n al cuestionar la teor\u00eda imperante de que los monjes cristianos copiaban libros paganos en pergaminos preciosos,[28] debemos considerar la teor\u00eda alternativa de que quienes copiaron en los siglos IX a XI los manuscritos que los humanistas descubrieron en el siglo XIV no eran en realidad cristianos. Esto se har\u00e1 m\u00e1s claro en nuestro pr\u00f3ximo ensayo “\u00bfCu\u00e1nto dur\u00f3 el primer milenio?”.<\/p>\n <\/p>\n La usurpaci\u00f3n del derecho de nacimiento de Constantinopla<\/strong><\/p>\n \u00bfAd\u00f3nde vamos, entonces, a partir de aqu\u00ed? Asumiendo que la historia del primer milenio est\u00e1 fuertemente distorsionada por las falsificaciones de los escribas pontificios y los humanistas posteriores, \u00bfpodemos evaluar el grado de esa distorsi\u00f3n y reconstruir una imagen cre\u00edble? Lo mejor que podemos hacer es situarnos en el siglo XI, el primer per\u00edodo para el que tenemos una buena cantidad de cr\u00f3nicas. Para ese per\u00edodo, tal vez podamos confiar en que los historiadores nos den una imagen globalmente exacta del mundo europeo, norteafricano y del Cercano Oriente, y, mirando hacia un par de siglos atr\u00e1s, tal vez podamos tratar de discernir los movimientos de la historia que condujeron a ese mundo. M\u00e1s all\u00e1 de eso, todo es borroso.<\/p>\n Geogr\u00e1ficamente, tambi\u00e9n podr\u00edamos posicionarnos en el centro del mundo que buscamos comprender. Ese centro no era Roma. A pesar de la propaganda romana que alababa la Mirabilia Urbis Romae<\/em> (“las maravillas de la ciudad de Roma”) en los siglos X y XI, el centro pol\u00edtico, econ\u00f3mico, cultural y religioso de la civilizaci\u00f3n que inclu\u00eda a Roma, era Constantinopla (con Alejandr\u00eda en segunda posici\u00f3n).<\/p>\n En el siglo XI, las murallas de Constantinopla podr\u00edan haber contenido las diez ciudades m\u00e1s grandes de Occidente. Su tama\u00f1o, obras maestras arquitect\u00f3nicas y riqueza impresionaron tanto a los visitantes occidentales que, en la novela francesa Partonopeus de Blois<\/em>, Constantinopla es el nombre del para\u00edso. La prosperidad econ\u00f3mica de Constantinopla descansaba en su situaci\u00f3n en la encrucijada de las grandes rutas comerciales, en el monopolio del comercio de productos de lujo como la seda, en una considerable oferta de dinero en oro y en una eficiente administraci\u00f3n fiscal (la kommerkion<\/em> era un impuesto del diez por ciento sobre cualquier transacci\u00f3n en el puerto de la ciudad).<\/p>\n La cultura griega irradiaba desde Constantinopla hasta los cuatro extremos del mundo, desde Persia y Egipto hasta Irlanda y Espa\u00f1a. En los siglos XI y XII, hubo un vasto movimiento de traducci\u00f3n del griego al lat\u00edn de obras filos\u00f3ficas y cient\u00edficas (medicina, astronom\u00eda, etc.). Los libros griegos tambi\u00e9n fueron traducidos al persa y al sir\u00edaco, y, desde all\u00ed, al \u00e1rabe. En su libro Arist\u00f3teles en el monte Saint-Michel<\/em> (las ra\u00edces griegas de la Europa cristiana), Sylvain Gouguenheim derrota la idea com\u00fan de que la difusi\u00f3n de la filosof\u00eda y la ciencia en la Edad Media se debi\u00f3 principalmente a los musulmanes. En realidad, la herencia griega fue transmitida a las ciudades italianas directamente desde Constantinopla, es decir, en la direcci\u00f3n opuesta a la ficticia translatio imperii<\/em> de Constantino[29].<\/p>\n El basileo manten\u00eda buenas relaciones con el califato fatim\u00ed de Egipto, que hab\u00eda conquistado Jerusal\u00e9n y la parte baja de Siria de los abas\u00edes en la d\u00e9cada de 960. A principios de la d\u00e9cada de 1070, la alianza entre bizantinos y fatim\u00edes se vio reforzada por una amenaza com\u00fan: las incursiones de los turcos sely\u00facidas, que hab\u00edan tomado el control del califato en Bagdad. En 1071, derrotaron al ej\u00e9rcito bizantino en la batalla de Manzikert y establecieron en Anatolia el Sultanato de Ron, con su capital en Nicea, a s\u00f3lo cien kil\u00f3metros de Constantinopla. Luego tomaron una parte de Siria, incluyendo Jerusal\u00e9n, de los fatim\u00edes.<\/p>\n Hasta hace poco, se cre\u00eda com\u00fanmente que las cruzadas eran la respuesta generosa de la Iglesia Romana a una desesperada petici\u00f3n de ayuda del emperador bizantino Alexios Komnenos. As\u00ed es como lo presentaron los cronistas occidentales contempor\u00e1neos, utilizando una carta falsificada de Alexios al conde de Flandes, en la que \u00e9ste confesaba su impotencia contra los turcos y ped\u00eda humildemente que lo rescataran[30]. De hecho, el emperador no estaba en ninguna situaci\u00f3n desesperada, y su petici\u00f3n era s\u00f3lo para que los mercenarios lucharan bajo su mando y le ayudaran a reconquistar Anatolia de los sely\u00facidas. Los bizantinos siempre hab\u00edan atra\u00eddo a guerreros de naciones extranjeras para servir bajo su bandera a cambio de la generosidad imperial, y los caballeros francos eran muy apreciados en esa calidad.<\/p>\n En cambio, Urbano II (antiguo abad de Cluny), quer\u00eda formar un ej\u00e9rcito que se pusiera en marcha inmediatamente para conquistar Jerusal\u00e9n, ciudad sobre la que Alexios no ten\u00eda ning\u00fan derecho inmediato, y que habr\u00eda devuelto gustosamente a los fatim\u00edes. Un ej\u00e9rcito de cruzados bajo la orden de un legado papal nunca fue lo que Alexios hab\u00eda pedido, y los bizantinos se preocuparon y se volvieron sospechosos cuando lo vieron venir. “Alexios y sus consejeros vieron la cruzada que se aproximaba no como la llegada de aliados largamente esperados, sino m\u00e1s bien como una amenaza potencial para la Oikoumene”, escribe Jonathan Harris. Tem\u00edan que la liberaci\u00f3n del Santo Sepulcro fuera un mero pretexto para un siniestro complot contra Constantinopla.[31]<\/p>\n La primera cruzada logr\u00f3 establecer cuatro estados latinos en Siria y Palestina, lo que constituy\u00f3 la base de una presencia occidental que perdurar\u00eda hasta 1291. A finales del siglo XII, tras la recuperaci\u00f3n de Jerusal\u00e9n por Saladino, el Papa Inocencio III proclam\u00f3 una nueva cruzada, la cuarta en la numeraci\u00f3n moderna. Esta vez, el temor de los bizantinos a una agenda oculta demostr\u00f3 estar totalmente justificado. En lugar de ir a Jerusal\u00e9n v\u00eda Alejandr\u00eda, como se hab\u00eda anunciado oficialmente, los caballeros francos, endeudados por los astutos venecianos (y los principales historiadores hablan aqu\u00ed de una “conspiraci\u00f3n veneciana”), se dirigieron hacia Constantinopla. El enorme ej\u00e9rcito de los cruzados penetr\u00f3 en la ciudad en abril de 1204 y la saque\u00f3 durante tres d\u00edas. “Desde la creaci\u00f3n de este mundo, jam\u00e1s se hab\u00eda visto ni conquistado tanta riqueza”, se maravill\u00f3 el cruzado Robert de Clari en su cr\u00f3nica[32]. Palacios, iglesias, monasterios, bibliotecas fueron sistem\u00e1ticamente saqueados, y la ciudad se convirti\u00f3 en un caos[33].<\/p>\n El nuevo Imperio Franco-Latino, construido sobre las humeantes ruinas de Constantinopla, dur\u00f3 s\u00f3lo medio siglo. Los bizantinos, atrincherados en Nicea (Iznik), recuperaron lentamente parte de su antiguo territorio, y en 1261, bajo el mando de Miguel VIII Palaiologos, persiguieron a los francos y latinos fuera de Constantinopla. Pero la ciudad no era m\u00e1s que la sombra de su gloria pasada: la poblaci\u00f3n griega hab\u00eda sido masacrada o hab\u00eda huido, las iglesias y los monasterios hab\u00edan sido profanados, los palacios estaban en ruinas y el comercio internacional se hab\u00eda detenido. Adem\u00e1s, el Papa Urbano IV orden\u00f3 que se predicara una nueva cruzada en toda Europa para recuperar Constantinopla de los “cism\u00e1ticos”.[34] Hab\u00eda pocos voluntarios. Pero en 1281 nuevamente, el Papa Mart\u00edn IV alent\u00f3 el proyecto de Carlos de Anjou (hermano del Rey Luis IX) de recuperar Constantinopla y establecer un nuevo imperio cat\u00f3lico. Fracas\u00f3, pero la Cuarta Cruzada y sus secuelas hab\u00edan infligido a la civilizaci\u00f3n bizantina una herida mortal, y se derrumb\u00f3 un siglo y medio m\u00e1s tarde, despu\u00e9s de mil a\u00f1os de existencia, cuando el sult\u00e1n otomano Mehmet II tom\u00f3 Constantinopla en 1453. El renombrado historiador medieval Steven Runciman escribi\u00f3:<\/p>\n “Nunca hubo un crimen m\u00e1s grande contra la humanidad que la Cuarta Cruzada. No s\u00f3lo caus\u00f3 la destrucci\u00f3n o la dispersi\u00f3n de todos los tesoros del pasado que Bizancio hab\u00eda almacenado con devoci\u00f3n, y la herida mortal a una civilizaci\u00f3n que a\u00fan estaba activa y era grande; sino que tambi\u00e9n fue un acto de locura pol\u00edtica gigantesca. No trajo ninguna ayuda a los cristianos de Palestina. En cambio, les rob\u00f3 posibles ayudantes. Y trastorn\u00f3 toda la defensa de la Cristiandad”[35].<\/p>\n <\/p>\n Los caballos de San Marcos, trofeo del saqueo de Constantinopla por los venecianos<\/em><\/p>\n <\/p>\n \u00bfQu\u00e9 tan antigua es la Grecia cl\u00e1sica?<\/strong><\/p>\n Sin embargo, para Occidente, y para Italia en particular, el saqueo de Constantinopla dio inicio a un asombroso crecimiento econ\u00f3mico, alimentado inicialmente por las grandes cantidades de oro saqueado. A principios del siglo XIII aparecieron las primeras monedas de oro en Occidente, donde hasta entonces s\u00f3lo se hab\u00edan emitido monedas de plata (excepto en Sicilia y Espa\u00f1a)[36]. Los beneficios culturales de la Cuarta Cruzada fueron tambi\u00e9n impresionantes: en los a\u00f1os siguientes, bibliotecas enteras fueron saqueadas, y los eruditos de habla griega comenzar\u00edan entonces a traducir sus tesoros al lat\u00edn. Se puede decir sin exagerar que el auge del humanismo en Italia fue un efecto indirecto de la ca\u00edda de Constantinopla.<\/p>\n El Concilio de Florencia en 1438, \u00faltimo intento de reunir a las iglesias cat\u00f3lica y ortodoxa, es una fecha importante en la transferencia de la cultura griega a Occidente. El emperador bizantino Juan VIII Pale\u00f3logo y el patriarca Jos\u00e9 II llegaron a Florencia con un s\u00e9quito de 700 griegos y una extraordinaria colecci\u00f3n de libros cl\u00e1sicos a\u00fan desconocidos en Occidente, incluyendo manuscritos de Plat\u00f3n, Arist\u00f3teles, Plutarco, Euclides y Ptolomeo. “Culturalmente, la transmisi\u00f3n de textos cl\u00e1sicos, ideas y objetos de arte de este a oeste, todo esto que tuvo lugar en el Concilio iba a tener un efecto decisivo en el arte y la erudici\u00f3n de la Italia de finales del siglo XV”[37] Y cuando, despu\u00e9s de 1453, los \u00faltimos portadores de la alta cultura de Constantinopla huyeron del dominio otomano, muchos llegaron a contribuir al florecimiento del Renacimiento italiano. En 1463, la corte florentina de Cosme de Medici conoci\u00f3 al fil\u00f3sofo neoplat\u00f3nico Georgios Gemistos, conocido como Plethon, cuyos discursos sobre Plat\u00f3n les fascinaron tanto que decidieron refundar la Academia de Plat\u00f3n en Florencia[38]. Nombraron a Marsilio Ficino como su jefe, suministr\u00e1ndole manuscritos griegos de la obra de Plat\u00f3n, con lo que Ficino comenz\u00f3 a traducir todo el corpus al lat\u00edn.<\/p>\n Al mismo tiempo que se apropiaban la herencia griega, los humanistas italianos fingieron ignorar su deuda con Constantinopla. Como resultado, hasta hace muy poco, los estudios medievales pasaron por alto la influencia bizantina en Occidente, e incluso la importancia del Imperio Bizantino en la Edad Media. El profesor de Cambridge Paul Stephenson coment\u00f3 en 1972: “La eliminaci\u00f3n de la historia bizantina de los estudios medievales europeos me parece una ofensa imperdonable contra el esp\u00edritu de la historia. “Un factor agravante es que “pr\u00e1cticamente todos los archivos de las canciller\u00edas imperiales y patriarcales de Bizancio perecieron ya sea en 1204, cuando la ciudad fue saqueada por los cruzados, o en 1453, cuando cay\u00f3 bajo los turcos”[40] Bizancio fue asesinada dos veces: despu\u00e9s de saquearla en 1204, el Occidente latino se esforz\u00f3 por borrarla de su memoria colectiva. Como escribe Steven Runciman:<\/p>\n “Europa occidental, con recuerdos ancestrales de envidia a la civilizaci\u00f3n bizantina, con sus consejeros espirituales denunciando a los ortodoxos como cism\u00e1ticos pecaminosos, y con un inquietante sentimiento de culpa por haberle fallado a la ciudad al final, eligi\u00f3 olvidarse de Bizancio. No pod\u00eda olvidar la deuda que ten\u00eda con los griegos; pero ve\u00eda la deuda como algo que s\u00f3lo pertenec\u00eda a la \u00e9poca cl\u00e1sica”[41].<\/p>\n Sin embargo, hay que subrayar que en esta etapa los estudiosos no pose\u00edan una cronolog\u00eda global coherente para fechar precisamente la \u00e9poca cl\u00e1sica griega; esto ser\u00eda un proyecto de los jesuitas en el siglo XVI, como documentaremos en el pr\u00f3ximo art\u00edculo. El bizantinista franc\u00e9s Michel Kaplan hace la interesante observaci\u00f3n de que los humanistas occidentales que estudiaron la literatura griega importada de Constantinopla desde el siglo XIV, “no distinguieron entre las obras de la Grecia cl\u00e1sica y helen\u00edstica y las de la \u00e9poca bizantina”[42]. Pero, \u00bffueron realmente dos \u00e9pocas distintas?<\/p>\n Las mismas preguntas que hemos planteado sobre las fuentes latinas en nuestro art\u00edculo anterior pueden aplicarse a las fuentes griegas. \u00bfQu\u00e9 prueba tenemos de que las obras atribuidas a Plat\u00f3n, por ejemplo, datan de hace unos 2500 a\u00f1os? Se ha establecido s\u00f3lidamente que todos los manuscritos conocidos de Plat\u00f3n derivan de un arquetipo \u00fanico, datado en el per\u00edodo del gran Patriarca F\u00f3tios (c. 810-895). En esa \u00e9poca fue cuando el emperador bizantino Le\u00f3n el Fil\u00f3sofo “redescubri\u00f3” y promovi\u00f3 el conocimiento de Plat\u00f3n, as\u00ed como de sus disc\u00edpulos Porfirio, I\u00e1mblico y Plotino, a quienes ahora llamamos neoplat\u00f3nicos, y a quienes situamos siete siglos m\u00e1s tarde que Plat\u00f3n. Luego est\u00e1 la cuesti\u00f3n ling\u00fc\u00edstica: Los eruditos griegos como Roderick Saxey II de la Universidad Estatal de Ohio est\u00e1n desconcertados por “lo poco que cambi\u00f3 el idioma griego, incluso en m\u00e1s de tres milenios”[43] Seg\u00fan la profesora de Harvard Margaret Alexiou, “el griego hom\u00e9rico est\u00e1 probablemente m\u00e1s cerca del dem\u00f3tico [griego moderno] que el ingl\u00e9s medio del siglo XII del ingl\u00e9s moderno hablado”[44] Si asumimos que la evoluci\u00f3n de los idiomas sigue unas leyes universales, el griego hom\u00e9rico no deber\u00eda ser mucho m\u00e1s antiguo que el ingl\u00e9s medieval.<\/p>\n En su estimulante libro Re-Dating Ancient Greece<\/a>, Sylvain Trist\u00e1n explora c\u00f3mo los francos que gobernaron gran parte de Grecia despu\u00e9s de la Cuarta Cruzada, pueden haber contribuido no s\u00f3lo a la transmisi\u00f3n de la cultura griega “cl\u00e1sica” a Occidente, sino a su elaboraci\u00f3n”[45] Trist\u00e1n tambi\u00e9n se\u00f1ala que los vestigios arquitect\u00f3nicos de la Grecia franca no son tan f\u00e1ciles de distinguir de los de la Edad Cl\u00e1sica como cabr\u00eda esperar. En la Acr\u00f3polis se levantaba una torre conocida localmente como la Torre de los Francos, probablemente construida por Othon de la Roche, fundador del Ducado de Atenas a principios del siglo XIII. Aunque estaba hecha de las mismas piedras que el edificio adyacente, Heinrich Schliemann la consider\u00f3 anacr\u00f3nica y la hizo demoler en 1874.<\/p>\n <\/p>\n La Acr\u00f3polis con su torre franca en 1872<\/em><\/p>\n Seg\u00fan la cronolog\u00eda de nuestros libros de texto, el Parten\u00f3n fue construido hace 2.500 a\u00f1os. Su estado actual puede parecer acorde con tal antig\u00fcedad, pero poca gente sabe que todav\u00eda estaba intacto en 1687, cuando fue volado por una bomba disparada por un mortero veneciano. El pintor franc\u00e9s Jacques Carrey hab\u00eda hecho unos cincuenta y cinco dibujos de ella en 1674, que sirvieron m\u00e1s tarde para su restauraci\u00f3n.<\/p>\n <\/p>\n <\/p>\n El Parten\u00f3n en 1674<\/em><\/p>\n <\/p>\n <\/p>\n El mismo edificio, volado por una bomba veneciana en 1687<\/em><\/p>\n En la antig\u00fcedad, se dice que el Parten\u00f3n albergaba una gigantesca estatua de Atenea Partenos (“Virgen”), mientras que en el siglo VI se convirti\u00f3 en una iglesia dedicada a “Nuestra Se\u00f1ora o Atenas”, hasta que los otomanos la convirtieron en una mezquita. Extra\u00f1amente, el historiador William Miller nos dice en su Historia de la Grecia franca<\/em> que el Parten\u00f3n no se menciona en los textos medievales antes de los a\u00f1os 1380, cuando el rey de Arag\u00f3n lo describe como “la joya m\u00e1s preciosa que existe en el mundo”. La Acr\u00f3polis era conocida entonces como “el Castillo de Atenas”.[46] \u00bfPodr\u00eda ser una ciudad fortificada medieval desde el principio? \u00bfEs la antigua Grecia una ficci\u00f3n? \u00bfO simplemente est\u00e1 mal fechada?<\/p>\n En el marco de nuestra hip\u00f3tesis de que, entre los siglos XI y XV, Roma invent\u00f3 o embelleci\u00f3 su propia Antig\u00fcedad republicana e imperial como propaganda para negarle a Constantinopla su derecho de nacimiento, tiene sentido que Roma tambi\u00e9n inventara o embelleciera una civilizaci\u00f3n griega prebizantina como una forma de explicar su propia herencia griega sin reconocer su deuda con Constantinopla. Para explicar c\u00f3mo la cultura griega hab\u00eda impregnado el mundo entero antes de llegar a Roma, tambi\u00e9n se invent\u00f3 Alejandro Magno y su legado helen\u00edstico.<\/p>\n Alejandro es una figura legendaria. Seg\u00fan su biograf\u00eda m\u00e1s sobria, debida a Plutarco, a la edad de 22 a\u00f1os, este pr\u00edncipe macedonio (educado por Arist\u00f3teles) se propuso conquistar el mundo con unos 30.000 hombres, fund\u00f3 setenta ciudades y muri\u00f3 a la edad de 32 a\u00f1os, dejando una civilizaci\u00f3n de habla griega completamente formada que se extend\u00eda desde Egipto hasta Persia. Sylvain Trist\u00e1n observa, en honor a Anatoly Fomenko, que los sel\u00e9ucidas (Seleukid\u00f3s), que gobernaron el Asia Menor despu\u00e9s de Alejandro, llevan casi el mismo nombre que los sely\u00facidas (Seljoukides) que controlaron esa misma regi\u00f3n de 1037 a 1194. \u00bfEs la civilizaci\u00f3n helen\u00edstica otra imagen fantasma de la mancomunidad bizantina, empujada hacia atr\u00e1s en el pasado lejano para ocultar la deuda de Italia con Constantinopla? Tal hip\u00f3tesis parece descabellada. Pero se vuelve plausible una vez que nos damos cuenta de que nuestra cronolog\u00eda es una construcci\u00f3n relativamente reciente. En la Edad Media, no exist\u00eda una cronolog\u00eda larga aceptada que escudri\u00f1ara los milenios. Si hoy Wikipedia nos dice que Alejandro Magno naci\u00f3 el 21 de julio del 356 AC y muri\u00f3 el 11 de junio del 323 AC, es simplemente porque cierto erudito del siglo XVI lo declar\u00f3 as\u00ed, usando conjeturas arbitrarias y una cinta m\u00e9trica b\u00edblica. Sin embargo, con el reciente progreso de la arqueolog\u00eda, se vienen acumulando los problemas con nuestra cronolog\u00eda recibida, hasta llegar a formar una masa cr\u00edtica [que requiere esclarecimientos y replanteos].<\/p>\n He aqu\u00ed un ejemplo, mencionado por Sylvain Trist\u00e1n: el “mecanismo de Anticitera” es un ordenador anal\u00f3gico compuesto por al menos 30 ruedas dentadas de bronce de malla, utilizado para predecir posiciones astron\u00f3micas y eclipses con fines calendarios y astrol\u00f3gicos con d\u00e9cadas de antelaci\u00f3n. Fue rescatado del mar en 1901 entre los restos de un naufragio frente a la costa de la isla griega de Anticitera. Est\u00e1 fechado en el segundo o primer siglo antes de Cristo. Seg\u00fan Wikipedia, “el conocimiento de esta tecnolog\u00eda se perdi\u00f3 en alg\u00fan momento de la Antig\u00fcedad” y “obras de complejidad similar no aparecieron de nuevo hasta el desarrollo de los relojes astron\u00f3micos mec\u00e1nicos en Europa en el siglo XIV”. Este abismo tecnol\u00f3gico de 1.500 a\u00f1os es quiz\u00e1s m\u00e1s f\u00e1cil de creer cuando uno ya cree que el modelo helioc\u00e9ntrico desarrollado por el astr\u00f3nomo griego Aristarco de Samos en el siglo III a.C. fue totalmente olvidado hasta que Nicol\u00e1s Cop\u00e9rnico lo reinvent\u00f3 en el siglo XVI d.C. Pero el escepticismo resulta aqu\u00ed menos extravagante que el consenso acad\u00e9mico.<\/p>\n El n\u00famero de esc\u00e9pticos ha crecido en los \u00faltimos a\u00f1os, y varios investigadores se han propuesto desafiar lo que llaman la cronolog\u00eda Scaligeriana (estandarizada por Joseph Scaliger en su libro De emendatione temporum<\/em>, 1583). La mayor\u00eda de estos “recentistas”, que presentaremos en nuestro pr\u00f3ximo art\u00edculo, se centran en el primer milenio d.C. Creen que el supuesto “primer milenio” es demasiado largo, en otras palabras, que la Antig\u00fcedad est\u00e1 m\u00e1s cerca de nosotros de lo que pens\u00e1bamos. En realidad, est\u00e1n de acuerdo con los humanistas del Renacimiento que, seg\u00fan el historiador Bernard Guen\u00e9e, consideraban la “edad media” entre la Antig\u00fcedad y su \u00e9poca (el t\u00e9rmino media tempestad<\/em> aparece por primera vez en 1469 en la correspondencia de Giovanni Andrea Bussi) como “nada m\u00e1s que un par\u00e9ntesis, un intermedio”[47]. En 1439, Flavio Biondo, el primer arque\u00f3logo de Roma, escribi\u00f3 un libro sobre este per\u00edodo, y lo titul\u00f3: Las D\u00e9cadas de Historia del Deterioro del Imperio Romano<\/em>. Giorgio Vasari pensaba en aquello como algo que hab\u00eda durado \u00a0apenas dos siglos cuando escribi\u00f3 en su Vida de Giotto<\/em> (1550), que Giotto (1267-1337) “revivi\u00f3 el verdadero arte de la pintura, introduciendo el dibujo de la naturaleza de las personas vivas, que no se hab\u00eda practicado durante doscientos a\u00f1os”[48].<\/p>\n Si nuestra Edad Media ha sido estirada artificialmente hasta cubrir siete siglos o m\u00e1s, \u00bfsignifica eso que la mayor parte es pura ficci\u00f3n? No necesariamente. Gunnar Heinsohn, usando la arqueolog\u00eda comparativa y la estratigraf\u00eda (explore sus art\u00edculos<\/a> o vea su video conferencia<\/a>), argumenta que los eventos difundidos a lo largo de [lo que llamamos] la Antig\u00fcedad, la Baja Antig\u00fcedad y la Alta Edad Media eran de hecho contempor\u00e1neos. En otras palabras, el Imperio Romano de Occidente, el Imperio Romano de Oriente (Bizantino) y el Imperio Romano Germ\u00e1nico deben ser resincronizados y vistos como partes de la misma civilizaci\u00f3n que se derrumb\u00f3 hace poco m\u00e1s de diez siglos, despu\u00e9s de un evento catacl\u00edsmico mundial que caus\u00f3 una conmoci\u00f3n de la memoria y suscit\u00f3 un gusto por los cultos de salvaci\u00f3n apocal\u00edpticos.<\/p>\n Laurent Guy\u00e9not, 5 octubre 2020<\/p>\n *<\/p>\n Texto original: https:\/\/www.unz.com\/article\/how-fake-is-church-history\/<\/a><\/p>\n Publicacion original al espanol: Red Internacional<\/a><\/p>\n Traducci\u00f3n: Mar\u00eda Poumier<\/p>\n *<\/p>\n Notas<\/strong><\/em><\/p>\n [1]<\/strong><\/a>\u00a0Claire Levasseur et Christophe Badel,\u00a0Atlas de l\u2019Empire romain : Construction et apog\u00e9e: 300 av. J.-C. \u2013 200 apr. J.-C.,\u00a0<\/em>\u00c9diions Autrement, 2020\u00a0,\u00a0<\/em>p. 76.<\/p>\n [2]<\/strong><\/a>\u00a0Most influential was \u00c9mile Littr\u00e9 with his\u00a0Histoire de la langue fran\u00e7aise,\u00a0<\/em>1862.<\/p>\n [3]<\/strong><\/a>\u00a0Angelo Mazzocco,\u00a0Linguistic Theories in Dante and the Humanists: Studies of Language and Intellectual History in Late Medieval and Early Renaissance Italy,\u00a0<\/em>E.J. Brill, 1993, p. 175 (read on books.google.com).<\/p>\n [4]<\/strong><\/a>\u00a0In the words of Jerry Brotton,\u00a0The Renaissance Bazaar: From the Silk Road to Michelangelo,\u00a0<\/em>Oxford UP, 2010, p. 66, as already quoted in \u201cHow Fake is Roman Antiquity?\u201d<\/p>\n [5]<\/strong><\/a>\u00a0Jacques Heers,\u00a0Le Moyen \u00c2ge, une imposture,\u00a0<\/em>Perrin, 1992, pp. 55-58.<\/p>\n [6]<\/strong><\/a>\u00a0Bart D. Ehrman,\u00a0Forgery and Counterforgery: The Use of Literary Deceit in Early Christian Polemics,\u00a0<\/em>Oxford University Press, 2013 (on books.google.com), pp. 1, 27.<\/p>\n [7]<\/strong><\/a>\u00a0Heribert Illig, \u201cAnomalous Eras \u2013 Best Evidence: Best Theory,\u201d June 2005, on\u00a0www.bearfabrique.org\/Catastrophism\/illig_paper.htm.<\/strong><\/a><\/p>\n [8]<\/strong><\/a>\u00a0Herbert Edward John Cowdrey,\u00a0The Cluniacs and the Gregorian Reform,\u00a0<\/em>Clarendon, 1970.<\/p>\n [9]<\/strong><\/a>\u00a0Marc Bloch,\u00a0Feudal Society,\u00a0<\/em>vol. 1:\u00a0The Growth of Ties of Dependance,\u00a0<\/em>University of Chicago Press, 1964, p. 107.<\/p>\n [10]<\/strong><\/a>\u00a0Robert I. Moore,\u00a0The First European Revolution, c. 970-1215,\u00a0<\/em>Basil Blackwell, pp. 11, 174.<\/p>\n [11]<\/strong><\/a>\u00a0Harold Berman,\u00a0Law and Revolution, the Formation of the Western Legal Tradition<\/em>, Harvard UP, 1983, pp. 15, 108.<\/p>\n [12]<\/strong><\/a>\u00a0Laurent Morelle, \u201cDes faux par milliers\u201d\u00a0L\u2019Histoire,\u00a0<\/em>n\u00b0 372, February 2012.<\/p>\n [13]<\/strong><\/a>\u00a0Reproduced from from F. Henderson, (Ed.),\u00a0Select Historical Documents of the Middle Ages<\/em>, George Bell and Sons, 1910 (on archive.org), pp. 329-333.<\/p>\n [14]<\/strong><\/a>\u00a0John Romanides,\u00a0Franks, Romans, Feudalism, and Doctrine: An Interplay Between Theology and Society,\u00a0<\/em>Patriarch Athenagoras Memorial Lectures, Holy Cross Orthodox Press, 1981, on\u00a0www.romanity.org\/htm\/rom.03.en.franks_romans_feudalism_and_doctrine.01.htm<\/strong><\/a><\/p>\n [15]<\/strong><\/a>\u00a0John Meyendorff and Aristeides Papadakis,\u00a0The Christian East and the Rise of the Papacy,<\/em>\u00a0St Vladimir\u2019s Seminary Press, 1994, pp. 55, 167, 27.<\/p>\n [16]<\/strong><\/a>\u00a0Aviad Kleinberg,\u00a0Histoires de saints. <\/em>Leur r\u00f4le dans la formation de l\u2019Occident<\/em>, Gallimard, 2005, p. 72.<\/p>\n [17]<\/strong><\/a>\u00a0Andrew J. Ekonomou,\u00a0Byzantine Rome and the Greek Popes: Eastern Influences on Rome and the Papacy from Gregory the Great to Zacharias, A.D. 590-752<\/em>, Lexington Books, 2009, p. 43.<\/p>\n [18]<\/strong><\/a>\u00a0Michel Kaplan,\u00a0Pourquoi Byzance ?: Un empire de onze si\u00e8cles,\u00a0<\/em>Folio\/Gallimard, 2016, p. 55.<\/p>\n [19]<\/strong><\/a>\u00a0Robert Favreau, Bernadette Mora and Jean Michaud, \u201cChrismes du Sud-Ouest,\u201d CNRS Editions, 1985 (Corpus des inscriptions de la France m\u00e9di\u00e9vale<\/em>, 10), on\u00a0www.persee.fr<\/strong><\/a><\/p>\n [20]<\/strong><\/a>\u00a0Patricia Stirnemann,\u00a0\u201c<\/em><\/strong>Saint Augustin,\u00a0Contre Faustus\u201d<\/em><\/strong><\/a>, sur\u00a0www.bibliotheque-virtuelle-clairvaux.com,<\/strong>\u00a0quoted in\u00a0Wikipedia<\/strong><\/a>.<\/p>\n [21]<\/strong><\/a>\u00a0Edwin Johnson,\u00a0The Rise of Christendom\u00a0<\/em>(1890),\u00a0<\/em>on archive.org, p. 360.<\/p>\n [22]<\/strong><\/a>\u00a0Edwin Johnson,\u00a0The Rise of Christendom, op. cit.,\u00a0<\/em>p. 50.<\/p>\n [23]<\/strong><\/a>\u00a0Edwin Johnson,\u00a0The Rise of Christendom, op. cit.,\u00a0<\/em>pp. 7, 80.<\/p>\n [24]<\/strong><\/a>\u00a0James Watson,\u00a0Interpolations in Bede\u2019s Ecclesiastical history and other ancient annals affecting the early history of Scotland and Ireland,\u00a0<\/em>Peebles, 1883 (archive.org), p. 9.<\/p>\n [25]<\/strong><\/a>\u00a0Gr\u00e9groire de Tours,\u00a0Histoire des rois francs,\u00a0<\/em>Gallimard, 1990, chapitre IV, p. 103<\/p>\n [26]<\/strong><\/a>\u00a0Raoul Glaber,\u00a0Histoires,\u00a0<\/em>\u00e9d. et trad. Mathieu Arnoux, Turnhout, Br\u00e9pols, 1996, IV, \u00a713, pp. 163-165.<\/p>\n [27]<\/strong><\/a>\u00a0Thomas Creissen, \u201cLa christianisation des lieux de culte pa\u00efens : \u2018assassinat\u2019, simple r\u00e9cup\u00e9ration ou mythe historiographique ?\u201d,\u00a0Gallia \u2013 Arch\u00e9ologie de la France antique,\u00a0<\/em>CNRS \u00c9ditions, 2014, 71 (1), pp. 279-287, on hal.archives-ouvertes.fr<\/p>\n [28]<\/strong><\/a>\u00a0Polydor Hochart,\u00a0De l\u2019authenticit\u00e9 des Annales et des Histoires de Tacite<\/em>, 1890 (on archive.org), pp. 3-5.<\/p>\n [29]<\/strong><\/a>\u00a0Sylvain Gouguenheim,\u00a0Aristote au Mont Saint-Michel. <\/em>Les racines grecques de l\u2019Europe chr\u00e9tienne,\u00a0<\/em>Seuil, 2008.<\/p>\n [30]<\/strong><\/a>\u00a0Einar Joranson, \u201cThe Problem of the Spurious Letter of Emperor Alexis to the count of Flanders,\u201d\u00a0The American Historical Review<\/em>, vol. 55 n\u00b04 (July 1950), pp. 811-832, on\u00a0www.jstor.org.<\/strong><\/a><\/p>\n