{"id":8493,"date":"2020-06-07T14:13:55","date_gmt":"2020-06-07T19:13:55","guid":{"rendered":"https:\/\/redinternacional.net\/?p=8493"},"modified":"2023-07-16T20:38:51","modified_gmt":"2023-07-16T20:38:51","slug":"crimen-y-raza-en-los-estados-unidos-la-realidad-estadistica-de-la-delincuencia-urbana-en-el-ultimo-cuarto-de-siglo-por-ron-unz","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/redinternacional.net\/2020\/06\/07\/crimen-y-raza-en-los-estados-unidos-la-realidad-estadistica-de-la-delincuencia-urbana-en-el-ultimo-cuarto-de-siglo-por-ron-unz\/","title":{"rendered":"Crimen y raza en los Estados Unidos: La realidad estad\u00edstica de la delincuencia urbana en el \u00faltimo cuarto de siglo – por Ron Unz"},"content":{"rendered":"
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El famoso escritor de ciencia ficci\u00f3n Philip K. Dick declar\u00f3 una vez que “La realidad es lo que sigue existiendo, creas o no en ella”. Tal observaci\u00f3n debe tenerse en cuenta cuando consideramos algunos de los aspectos m\u00e1s sensibles de la sociedad americana.<\/p>\n
Recordemos el notorio caso de Daniel Patrick Moynihan, cuyo informe de 1965 sobre el terrible deterioro de la condici\u00f3n de la familia negra americana despert\u00f3 tal tormenta de denuncias e indignaci\u00f3n en los c\u00edrculos liberales que el tema se volvi\u00f3 totalmente radiactivo durante la mayor parte de una generaci\u00f3n. Con el tiempo, el continuo deterioro alcanz\u00f3 proporciones tan masivas que el tema fue retomado por prominentes liberales en la d\u00e9cada de 1980, quienes entonces declararon a Moynihan una voz prof\u00e9tica, injustamente condenada.<\/p>\n
Ten\u00eda en mente esta pol\u00e9mica historia de an\u00e1lisis social con carga racial cuando comenc\u00e9 mi investigaci\u00f3n cuantitativa sobre las tasas de criminalidad de los hispanos a finales de 2009. Una dificultad tradicional para producir tales estimaciones era la naturaleza problem\u00e1tica de los datos. Aunque los Informes Uniformes sobre la Delincuencia del FBI muestran f\u00e1cilmente los totales anuales de los autores de delitos negros y asi\u00e1ticos, los hispanos se agrupan generalmente con los blancos* y no se proporcionan cifras separadas, lo que permite todo tipo de especulaciones extremas por parte de los que se inclinan por ello.<\/p>\n
A fin de distinguir la realidad de la imaginaci\u00f3n v\u00edvida, una secci\u00f3n importante de mi an\u00e1lisis se centr\u00f3 en los datos de las ciudades m\u00e1s grandes de los Estados Unidos, explorando las correlaciones entre sus tasas de delincuencia comunicadas por el FBI y sus proporciones \u00e9tnicas comunicadas por el censo. Si las tasas de criminalidad urbana tuvieran poca relaci\u00f3n con el tama\u00f1o relativo de la poblaci\u00f3n hispana local, esto indicar\u00eda que los hispanos no tienen tasas de criminalidad inusualmente altas. Adem\u00e1s, los centros urbanos densamente poblados casi siempre han tenido mucho m\u00e1s delincuencia que las \u00e1reas rurales o los suburbios, por lo que restringir el an\u00e1lisis a las ciudades reducir\u00eda el impacto de esa variable extra\u00f1a, que de otra manera podr\u00eda inflar artificialmente las estad\u00edsticas nacionales de criminalidad para un grupo de poblaci\u00f3n fuertemente urbanizado como los hispanos.<\/p>\n
Mis expectativas resultaron ser totalmente correctas, y las correlaciones entre los porcentajes de hispanos y las tasas de delincuencia local sol\u00edan ser bastante parecidas a las cifras correspondientes a los blancos, lo que apoyaba firmemente mi hip\u00f3tesis de que los dos grupos ten\u00edan tasas de delincuencia urbana bastante similares a pesar de sus enormes diferencias de condici\u00f3n socioecon\u00f3mica. Pero ese mismo c\u00e1lculo simple arroj\u00f3 una correlaci\u00f3n notablemente fuerte entre el n\u00famero de negros y la delincuencia, confirmando plenamente las implicaciones de los datos raciales del FBI sobre los autores.<\/p>\n
Esto me present\u00f3 un dilema obvio. El tema de mi art\u00edculo era “El crimen hispano” y los resultados de mi investigaci\u00f3n resultaron originales y potencialmente un aporte importante al debate de pol\u00edtica p\u00fablica. Sin embargo, las cifras negras de delitos en mis cuadros y gr\u00e1ficos eran tan llamativas que me di cuenta de que podr\u00edan eclipsar f\u00e1cilmente mis otros resultados, convirti\u00e9ndose en el centro de un explosivo debate que inevitablemente desviar\u00eda la atenci\u00f3n de mi conclusi\u00f3n central. Por lo tanto, eleg\u00ed eliminar los resultados negros, quiz\u00e1s elevando indebidamente la prudencia pol\u00edtica por encima de la franqueza intelectual.<\/p>\n
Justifiqu\u00e9 adem\u00e1s esta decisi\u00f3n se\u00f1alando que la\u00a0 criminalidad de los negros en Am\u00e9rica ya hab\u00eda sido un importante tema de debate p\u00fablico por lo menos durante el \u00faltimo medio siglo. Razon\u00e9 que mis hallazgos seguramente deb\u00edan ser conocidos en silencio durante d\u00e9cadas por la mayor\u00eda de los cient\u00edficos sociales en los campos pertinentes y, por lo tanto, a\u00f1adir\u00edan poco al conocimiento existente. Sin embargo, desde entonces algunas discusiones privadas me han llevado a cuestionar seriamente esa suposici\u00f3n, as\u00ed como la emotiva pero vac\u00eda tormenta medi\u00e1tica que rode\u00f3 el juicio de George Zimmerman. Por lo tanto, he decidido ahora publicar una versi\u00f3n ampliada y no diluida de mi an\u00e1lisis, que creo que puede tener un importante valor explicativo, as\u00ed como algunas interesantes implicaciones pol\u00edticas.<\/p>\n
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El patr\u00f3n de la delincuencia urbana en EEUU<\/strong><\/p>\n Mi metodolog\u00eda central es simple. Obtuve los \u00edndices de criminalidad y los porcentajes \u00e9tnicos de las ciudades m\u00e1s grandes de Am\u00e9rica de las fuentes de datos oficiales del gobierno y calcul\u00e9 las correlaciones cruzadas ponderadas por la poblaci\u00f3n. Para minimizar el impacto de los valores at\u00edpicos estad\u00edsticos, apliqu\u00e9 este mismo enfoque a cientos de conjuntos de datos diferentes: cada uno de los a\u00f1os de 1985 a 2011; tasas de homicidio, tasas de robo y delitos violentos en general; todas las grandes ciudades de 250.000 habitantes o m\u00e1s y tambi\u00e9n restringido s\u00f3lo a las grandes ciudades de al menos 500.000 habitantes. Obtuve estas correlaciones de cr\u00edmenes urbanos con respecto a los porcentajes de blancos, negros e hispanos locales, pero exclu\u00ed a los asi\u00e1ticos, ya que sus n\u00fameros eran bastante insignificantes hasta hace poco (aqu\u00ed y a lo largo de este art\u00edculo, “blanco” se referir\u00e1 a los blancos no hispanos).<\/p>\n Tambi\u00e9n intent\u00e9 estimar estos mismos resultados para el conjunto de la poblaci\u00f3n inmigrante. La abrumadora mayor\u00eda de los inmigrantes desde 1965 han sido hispanos o asi\u00e1ticos, mientras que, por el contrario, la abrumadora mayor\u00eda de esos dos grupos de poblaci\u00f3n tienen un origen familiar inmigrante relativamente reciente. As\u00ed que la poblaci\u00f3n combinada de hispanos y asi\u00e1ticos constituye un buen indicador de la comunidad inmigrante, y nos permite determinar la relaci\u00f3n de los inmigrantes con las tasas de criminalidad.<\/p>\n Presentadas gr\u00e1ficamente, estas diversas correlaciones de la delincuencia urbana demuestran que en los \u00faltimos veinticinco a\u00f1os las correlaciones ponderadas de cada una de las categor\u00edas de delitos con los porcentajes de blancos, hispanos e “inmigrantes” (es decir, hispanos m\u00e1s asi\u00e1ticos) han fluctuado en el rango general de -0,20 a -0,60. Resulta interesante que durante la mayor parte del \u00faltimo decenio la presencia de hispanos e inmigrantes se ha asociado notablemente menos a la delincuencia que la presencia de blancos, aunque esta \u00faltima categor\u00eda muestra obviamente una gran heterogeneidad regional. Mientras tanto, en el caso de los negros, las correlaciones ponderadas de la delincuencia han aumentado constantemente de 0,60 a alrededor de 0,80 o m\u00e1s, y casi siempre se sit\u00faan ahora entre 0,75 y 0,85.<\/p>\n Estos c\u00e1lculos particulares se basan en varias opciones metodol\u00f3gicas menores. Por ejemplo, he utilizado los umbrales de poblaci\u00f3n del censo de 2000 para seleccionar las sesenta y tantas grandes ciudades de mi conjunto de datos, mientras que podr\u00eda haber elegido otro a\u00f1o en su lugar. Las importantes fluctuaciones anuales de los porcentajes \u00e9tnicos urbanos que proporcionan las estimaciones del Censo-ACS me llevaron a utilizar en su lugar las cifras interpoladas del Censo para todos los a\u00f1os. Los totales anuales de la poblaci\u00f3n urbana utilizados por el FBI a veces difieren ligeramente de las cifras del censo, y utilic\u00e9 las primeras para la ponderaci\u00f3n de la poblaci\u00f3n. Sin embargo, todos mis resultados fueron bastante s\u00f3lidos con respecto a estas decisiones particulares, y modificarlos producir\u00eda resultados en gran medida indistinguibles de los presentados anteriormente.<\/p>\n En un asunto m\u00e1s dif\u00edcil, siempre existe la posibilidad de que haya un sesgo local en las estad\u00edsticas de delitos del FBI, ya que los datos de algunas ciudades posiblemente sean m\u00e1s fiables o completos que los de otras. Sin embargo, la tasa de notificaci\u00f3n de homicidios est\u00e1 ampliamente aceptada como cercana al 100%, y la estrecha correspondencia entre los resultados de esta categor\u00eda de delitos “patr\u00f3n oro” y los de las tasas de robos y delitos violentos tiende a confirmar la validez de estos \u00faltimos. En cualquier caso, esperar\u00edamos que las \u00e1reas de mayor delincuencia fueran las que m\u00e1s probabilidades tienen de sufrir problemas de subregistro, por lo que esperar\u00edamos que nuestras cifras subestimen de alguna manera el verdadero tama\u00f1o de las correlaciones.<\/p>\n Es importante reconocer que dentro del mundo de la sociolog\u00eda acad\u00e9mica descubrir una correlaci\u00f3n importante en el rango de 0,80 o m\u00e1s es bastante notable, casi extraordinario. E incluso estas correlaciones entre la prevalencia de la poblaci\u00f3n negra y las tasas de criminalidad urbana pueden tender a subestimar significativamente la realidad. Todas estas correlaciones se realizaron sobre una base agregada de toda la ciudad. Las cifras de la ciudad de Nueva York incluyen tanto el Upper East Side como Brownsville, Los \u00c1ngeles tanto Bel Air como Watts, Chicago la Costa Dorada y Englewood, y los totales de cada ciudad promedian los de los distritos m\u00e1s ricos y los m\u00e1s peligrosos. Esta tosca metodolog\u00eda tiende a ocultar el patr\u00f3n local de delincuencia, que suele variar enormemente entre las distintas zonas, a menudo correspondiendo aproximadamente a las l\u00edneas de segregaci\u00f3n racial. No es un secreto que las zonas negras empobrecidas tienen tasas de criminalidad mucho m\u00e1s altas que las zonas blancas ricas.<\/p>\n Si en lugar de ello nos bas\u00e1ramos en unidades geogr\u00e1ficas m\u00e1s peque\u00f1as como los barrios, nuestros resultados ser\u00edan mucho m\u00e1s precisos, pero los datos \u00e9tnicos se proporcionan por c\u00f3digo postal mientras que los datos sobre la delincuencia se comunican por distrito, por lo que se necesitar\u00eda una importante labor de investigaci\u00f3n para hacer coincidir estas unidades de agregaci\u00f3n dis\u00edmiles a efectos de c\u00e1lculo. Sin embargo, el aparente patr\u00f3n geogr\u00e1fico de la delincuencia en esas ciudades y en la mayor\u00eda de las dem\u00e1s podr\u00eda hacernos sospechar que nuestras correlaciones raciales nacionales ser\u00edan mucho mayores con un enfoque m\u00e1s preciso, tal vez alcanzando a menudo o incluso superando el nivel de 0,90. La conclusi\u00f3n ineludible es que las tasas de delincuencia urbana local en Am\u00e9rica parecen explicarse casi enteramente por la distribuci\u00f3n racial local.<\/p>\n Pero, \u00bfpodr\u00eda ser correcta una verdad sociol\u00f3gica tan sorprendentemente simple? Despu\u00e9s de todo, los acad\u00e9micos han presentado desde hace mucho tiempo una amplia variedad de explicaciones socioecon\u00f3micas diferentes de la delincuencia, y a menudo han sido muy promovidas por los expertos y los medios de comunicaci\u00f3n. Los factores com\u00fanmente citados han sido la densidad urbana, especialmente en el caso de los proyectos de viviendas de gran altura, y la pobreza local. Tambi\u00e9n hay que tener en cuenta el n\u00famero relativo de agentes de polic\u00eda. Ciertamente debemos comparar la posible influencia de estos factores con los factores \u00e9tnicos examinados anteriormente.<\/p>\n Dado que los l\u00edmites geogr\u00e1ficos de una ciudad son generalmente fijos, las densidades medias de poblaci\u00f3n son f\u00e1ciles de calcular y en los \u00faltimos a\u00f1os su impacto aparente en las tasas de delincuencia ha sido insignificante, ya sea por homicidio, robo o delitos violentos en general. En los \u00faltimos doce a\u00f1os, las correlaciones densidad\/delincuencia siempre han oscilado entre 0,20 y -0,20 y normalmente estaban cerca de cero. Tal vez muchos de nosotros tenemos una imagen mental intuitiva de que las ciudades densamente pobladas de la costa este son caldo de cultivo natural para el tiene que ver e. Pero esto parece incorrecto: las tasas de criminalidad y la densidad urbana parecen tener poca conexi\u00f3n.<\/p>\n \u00bfQu\u00e9 tienen que ver los tama\u00f1os de los diversos departamentos de polic\u00eda urbana? Aunque a veces es dif\u00edcil hacer comparaciones precisas, la Oficina de Estad\u00edsticas de Justicia publica peri\u00f3dicamente informes oficiales sobre el tema, y el \u00faltimo estudio de 2007 enumera los totales num\u00e9ricos de las cincuenta fuerzas policiales urbanas m\u00e1s grandes de Estados Unidos, lo que nos permite calcular las correlaciones ponderadas entre estos niveles de polic\u00eda per c\u00e1pita y las correspondientes tasas de delincuencia de los a\u00f1os 2007-2011. Descubrimos que en realidad existe una correlaci\u00f3n positiva moderadamente fuerte, que por lo general cae en el rango de 0,30-0,60: cuanto m\u00e1s polic\u00eda, m\u00e1s crimen. Aunque esto pueda parecer contrario a la intuici\u00f3n, la explicaci\u00f3n se hace obvia una vez que invertimos la direcci\u00f3n de la causalidad. Las tasas de criminalidad m\u00e1s altas suelen convencer a las autoridades locales de contratar m\u00e1s polic\u00edas.<\/p>\n Por \u00faltimo, aunque las tasas de delincuencia urbana siguen las condiciones econ\u00f3micas locales, la relaci\u00f3n est\u00e1 lejos de ser estrecha. Para los a\u00f1os 2006-2011, el Censo-ACS proporciona estimaciones de los Ingresos Medios, Ingresos Medianos e \u00cdndices de Pobreza para cada centro urbano, y podemos f\u00e1cilmente realizar los mismos c\u00e1lculos que hicimos en el caso racial. Las correlaciones entre los niveles de Ingreso Promedio y la Mediana de Ingresos y las diversas categor\u00edas de crimen generalmente caen en el rango de -0,40 a -0,60, siendo moderadamente m\u00e1s que fuertemente negativas. Incluso la correlaci\u00f3n entre la tasa de pobreza y el crimen -apoyada por la obviedad de que la mayor\u00eda de los delincuentes callejeros son pobres- es apenas enorme, cayendo entre 0,50 y 0,70, y por lo general muy por debajo de nuestras cifras raciales.<\/p>\n La fuerza relativa de estas diferentes correlaciones puede verse en un gr\u00e1fico que superpone los resultados econ\u00f3micos y \u00e9tnicos de los \u00faltimos doce a\u00f1os de correlaciones de la tasa de robos para nuestras principales ciudades. Aunque los dif\u00edciles tiempos econ\u00f3micos desde 2008 han aumentado considerablemente la influencia de la correlaci\u00f3n de la pobreza, ese factor sigue siendo considerablemente menos significativo que el racial.<\/p>\n De hecho, la correlaci\u00f3n entre raza y delito supera tan sustancialmente la relaci\u00f3n entre pobreza y delito que gran parte de esta \u00faltima puede ser simplemente un artefacto estad\u00edstico debido a que la mayor\u00eda de los negros urbanos son pobres. Considere que tanto los negros como los hispanos tienen actualmente tasas de pobreza nacional similares en el rango de un tercio, m\u00e1s del doble de la cifra de los blancos, y cada uno constituye m\u00e1s del 20% de nuestra poblaci\u00f3n urbana. Sin embargo, las grandes ciudades con una pobreza considerable pero pocos negros suelen tener niveles de delincuencia mucho m\u00e1s bajos. Por ejemplo, El Paso y Atlanta son comparables en tama\u00f1o y tienen tasas de pobreza similares, pero esta \u00faltima tiene ocho veces la tasa de robos y m\u00e1s de diez veces la tasa de homicidios. Dentro de California, Oakland coincide aproximadamente con Santa Ana en tama\u00f1o y pobreza, pero tiene varias veces la tasa de delincuencia. Por lo tanto, parece plausible que al eliminar la poblaci\u00f3n negra de nuestro c\u00e1lculo se pueda reducir la correlaci\u00f3n residual entre pobreza y delincuencia para los no negros a una cifra moderada o incluso baja.<\/p>\n Hasta cierto punto, esta sorprendente posibilidad es simplemente un silogismo estad\u00edstico. Siempre que la correlaci\u00f3n con un \u00fanico factor se aproxime a la unidad, ning\u00fan otro elemento no equivalente puede tener un impacto grande e independiente. Y el no reconocer la existencia de un factor tan \u00fanico y abrumador podr\u00eda llevarnos a identificar err\u00f3neamente otras numerosas influencias espurias, cuya aparente importancia causal se deriva en realidad de sus propias correlaciones con el elemento primario. Durante muchos a\u00f1os, la conexi\u00f3n negra con la delincuencia local ha sido tan fuerte que casi elimina el posible papel de cualquier otra variable.<\/p>\n Obviamente debemos ser cautelosos al interpretar el significado de estos hallazgos estad\u00edsticos, ya que la correlaci\u00f3n no implica necesariamente una causalidad. En los \u00faltimos a\u00f1os la correlaci\u00f3n de la delincuencia para los n\u00fameros de hispanos o hispanos m\u00e1s asi\u00e1ticos ha sido sustancialmente m\u00e1s negativa que la misma cifra para los blancos, pero esto no demuestra necesariamente que los blancos sean mucho m\u00e1s propensos a cometer delitos urbanos, aunque tender\u00eda a descartar la posibilidad contraria de que los hispanos o los inmigrantes tengan tasas de delincuencia mucho m\u00e1s altas.<\/p>\n Sin embargo, si examinamos las estad\u00edsticas oficiales de arrestos del FBI, encontramos que \u00e9stas parecen apoyar la interpretaci\u00f3n m\u00e1s directa de nuestras correlaciones de cr\u00edmenes raciales. Por ejemplo, los negros en Am\u00e9rica ten\u00edan m\u00e1s de seis veces m\u00e1s probabilidades de ser arrestados por homicidio en 2011 que los no negros y m\u00e1s de ocho veces m\u00e1s probabilidades de ser arrestados por robo; los factores de los a\u00f1os anteriores sol\u00edan estar en un rango similar. La exactitud de esta pauta racial de detenciones se confirma en general por la correspondiente pauta racial de las declaraciones de identificaci\u00f3n de las v\u00edctimas, tambi\u00e9n agregadas por el FBI. De hecho, hace varios a\u00f1os la organizaci\u00f3n liberal Sentencing Project estim\u00f3 que alrededor de un tercio de todos los hombres negros estadounidenses ya eran delincuentes condenados a los 20 a\u00f1os, y la fracci\u00f3n ser\u00eda seguramente mucho mayor para los que viv\u00edan en zonas urbanas.<\/p>\n Un sentido del impacto real de estas sombr\u00edas estad\u00edsticas puede encontrarse en los datos estratificados del Censo 2011-ACS para las principales ciudades americanas. Los tres centros urbanos con las poblaciones negras m\u00e1s grandes son la ciudad de Nueva York, Chicago y Filadelfia, y juntos contienen m\u00e1s de un tercio m\u00e1s de mujeres negras adultas que hombres negros. El correspondiente d\u00e9ficit nacional de hombres negros llega a los millones, lo que explica en parte los notorios problemas de “brecha matrimonial” que enfrentan las mujeres de su entorno. Esos millones de hombres negros desaparecidos est\u00e1n generalmente muertos o en prisi\u00f3n.<\/p>\n En los \u00faltimos a\u00f1os, las publicaciones oficiales de la Oficina de Estad\u00edsticas de Justicia han hecho cada vez m\u00e1s dif\u00edcil determinar los totales raciales de los reclusos en las prisiones estatales y las c\u00e1rceles locales, pero las cifras de mediados de la d\u00e9cada de 2000 probablemente todav\u00eda proporcionan una estimaci\u00f3n razonable, y yo las hab\u00eda utilizado en mi art\u00edculo de 2010. Dado que el delito es cometido en su inmensa mayor\u00eda por hombres j\u00f3venes, para fines comparativos deber\u00edamos normalizar todos estos totales de encarcelamiento en relaci\u00f3n con la poblaci\u00f3n base de hombres adultos en sus a\u00f1os de mayor delincuencia, y los resultados se resumen en mi gr\u00e1fico publicado anteriormente.<\/p>\n Desde mediados de los a\u00f1os 90, el tema del crimen callejero ha desaparecido de las primeras p\u00e1ginas de los peri\u00f3dicos nacionales y del debate p\u00fablico. Mientras tanto, los estadounidenses negros han ganado mucha m\u00e1s visibilidad en las altas esferas de nuestras elites nacionales, mientras que Barack Obama ha sido elegido y reelegido como nuestro primer presidente negro. Esto podr\u00eda parecer indicar que las divisiones raciales tradicionales en nuestra sociedad se han vuelto menos sustanciales. Adem\u00e1s, con un n\u00famero tan enorme de j\u00f3venes negros ahora en prisi\u00f3n, podr\u00edamos naturalmente esperar que el car\u00e1cter racial de las tasas de criminalidad urbana americana haya disminuido bruscamente en las \u00faltimas dos d\u00e9cadas. Sin embargo, las pruebas cuantitativas demuestran exactamente la situaci\u00f3n opuesta, como puede verse al examinar las trayectorias combinadas de veinticinco a\u00f1os de nuestras diversas correlaciones de delitos raciales, que se han ido haciendo cada vez m\u00e1s extremas. Las im\u00e1genes mostradas en nuestras pantallas de cine o televisi\u00f3n pueden retratar una Am\u00e9rica, pero los datos reales revelan un pa\u00eds muy diferente.<\/p>\n Una vez que aceptamos la realidad de estos crudos hechos raciales, naturalmente debemos preguntarnos sobre las causas, y tambi\u00e9n por qu\u00e9 las tendencias hist\u00f3ricas parecen haberse movido exactamente en la direcci\u00f3n equivocada durante la mayor parte del \u00faltimo cuarto de siglo. Ciertamente se han avanzado muchas explicaciones te\u00f3ricas, tanto de la izquierda como de la derecha, y los estantes de las bibliotecas se han llenado de libros sobre el tema desde la violencia urbana de los a\u00f1os 60. Un art\u00edculo corto no es lugar para m\u00ed para resumir una literatura tan vasta sobre un tema pol\u00e9mico, especialmente cuando no puedo proporcionar ninguna visi\u00f3n original propia. Pero un buen an\u00e1lisis te\u00f3rico requiere una s\u00f3lida base factual, y mi principal prop\u00f3sito aqu\u00ed es establecer esos hechos, que otros pueden entonces elegir para interpretarlos como quieran. En ausencia de tal informaci\u00f3n, cualquier di\u00e1logo nacional se convierte en un ejercicio de posturas ideol\u00f3gicas vac\u00edas.<\/p>\n <\/p>\n El subtexto racial de la pol\u00edtica electoral americana<\/strong><\/p>\n Las cuestiones raciales han estado tradicionalmente entre las m\u00e1s cargadas en la vida p\u00fablica americana, y el nexo entre crimen y raza ha sido excepcionalmente pol\u00e9mico durante muchas d\u00e9cadas. En estas circunstancias, los acad\u00e9micos respetables tienden a ser cautelosos al discutir o simplemente investigar este tema, y los medios de comunicaci\u00f3n dominantes suelen ser a\u00fan m\u00e1s t\u00edmidos. Los sorprendentes hallazgos raciales presentados m\u00e1s arriba s\u00f3lo requieren c\u00e1lculos estad\u00edsticos triviales y pueden vislumbrarse en cualquier inspecci\u00f3n casual de las clasificaciones de la delincuencia de nuestras principales ciudades. Pero sigo sin saber hasta qu\u00e9 punto ya son reconocidos por nuestros expertos en pol\u00edtica social.<\/p>\n Por ejemplo, cuando present\u00e9 mis resultados de correlaci\u00f3n a un cient\u00edfico social conservador muy prominente, los encontr\u00f3 chocantes y notables, y dijo que nunca hab\u00eda imaginado que la relaci\u00f3n estad\u00edstica entre la raza y el crimen fuera tan extremadamente fuerte. Pero cuando le mostr\u00e9 los mismos datos a un acad\u00e9mico liberal igualmente prominente, tom\u00f3 la informaci\u00f3n con calma y dijo que asum\u00eda que casi todos los expertos ya eran conscientes en silencio de los hechos generales. Las reacciones de otras personas conocedoras cayeron a lo largo de todo este espectro, desde la sorpresa hasta la familiaridad. Conocimientos tan explosivos que normalmente no se hablan ni se comunican pueden f\u00e1cilmente permanecer desconocidos incluso para muchos de nuestros intelectuales m\u00e1s destacados.<\/p>\n Pero independientemente de que la mayor\u00eda de nuestras \u00e9lites dirigentes reconozcan o no expl\u00edcitamente el marcado car\u00e1cter racial de la delincuencia estadounidense, la realidad sigue existiendo, y deber\u00edamos considerar la posibilidad de explorar si estos hechos no divulgados pueden haber tenido influencias m\u00e1s amplias en nuestra sociedad, posiblemente en \u00e1mbitos aparentemente no relacionados. Despu\u00e9s de todo, la delincuencia urbana ha sido con frecuencia una cuesti\u00f3n importante en la vida p\u00fablica estadounidense, durante algunos per\u00edodos considerados como uno de los m\u00e1s importantes. Puede que ciertos asuntos no sean f\u00e1cilmente discutidos entre gente educada en estos d\u00edas, pero si incluso s\u00f3lo una parte de la ciudadan\u00eda es intuitivamente consciente de la situaci\u00f3n, sus actitudes pueden tener efectos de onda expansiva m\u00e1s amplios en toda la poblaci\u00f3n. \u00bfHay alguna prueba sustancial de esto?<\/p>\n Considere el comportamiento electoral de los blancos americanos, y especialmente su inclinaci\u00f3n a apoyar a los candidatos dem\u00f3cratas o republicanos. Debido a las manipulaciones, la mayor\u00eda de los distritos congresionales individuales est\u00e1n abrumadoramente alineados con uno u otro partido, y las elecciones generales son una mera formalidad; esto tambi\u00e9n es a menudo cierto en las carreras estatales para senador o gobernador. Sin embargo, en las elecciones presidenciales ambos partidos casi siempre presentan candidatos nacionales viables con una posibilidad razonable de ganar, por lo que \u00e9stas constituyen el mejor medio de medir la alineaci\u00f3n pol\u00edtica de los blancos. Y en esas campa\u00f1as electorales, las l\u00edneas raciales est\u00e1n claramente establecidas, siendo los republicanos modernos el “partido blanco”, obteniendo m\u00e1s del 90% de su apoyo de ese grupo demogr\u00e1fico, mientras que m\u00e1s del 90% de los negros votan regularmente por la candidatura dem\u00f3crata, que tambi\u00e9n suele atraer a la abrumadora mayor\u00eda de otros votantes no blancos.<\/strong><\/p>\n Como se\u00f1al\u00e9 en un art\u00edculo del 2011, ha habido un patr\u00f3n sorprendente en todo el estado en el comportamiento de los blancos en las \u00faltimas dos d\u00e9cadas. Muchos activistas conservadores y expertos en medios de comunicaci\u00f3n han pasado a\u00f1os atacando a los inmigrantes, ilegales o no, y han denunciado regularmente la amenaza cultural que supone la creciente poblaci\u00f3n de extranjeros no angloparlantes o no blancos. No obstante, el hecho emp\u00edrico es que la presencia o ausencia de un gran n\u00famero de hispanos o asi\u00e1ticos en un estado determinado parece no tener pr\u00e1cticamente ning\u00fan impacto en los patrones de votaci\u00f3n de los blancos. Mientras tanto, existe una fuerte relaci\u00f3n entre el tama\u00f1o de la poblaci\u00f3n negra de un estado y la probabilidad de que los blancos locales favorezcan a los republicanos. La correlaci\u00f3n media ponderada entre las composiciones raciales de los cincuenta estados y el grado en que sus votantes blancos favorecen a los candidatos presidenciales republicanos se resume en el siguiente cuadro.<\/p>\n Los l\u00edderes republicanos siempre temen ser denunciados como “racistas” por los principales medios de comunicaci\u00f3n y a menudo tratan de camuflar la fuente subyacente de su apoyo electoral adoptando las formas m\u00e1s extremas de simbolog\u00eda, promoviendo a los l\u00edderes y portavoces de los partidos negros, al tiempo que reclutan en gran medida candidatos negros y se centran casi exclusivamente en cuestiones no raciales. Los activistas conservadores suelen identificarse ret\u00f3ricamente como herederos del “partido de Lincoln” e incluso pueden acusar a sus oponentes dem\u00f3cratas de tratar de mantener a los negros en la esclavitud del Estado de bienestar. Pero los datos reales cuentan una historia muy diferente sobre las probables fuentes de apoyo republicano.<\/p>\n La fuerza de este patr\u00f3n puede verse en sus extremos. Mississippi es el estado con el mayor porcentaje de negros y en las seis elecciones su poblaci\u00f3n blanca fue la que m\u00e1s vot\u00f3 por los republicanos, con cifras que recientemente se acercan al 90%. Louisiana, Georgia y Carolina del Sur se agrupan en general como el siguiente estado m\u00e1s negro en poblaci\u00f3n, y en la mayor\u00eda de las elecciones su poblaci\u00f3n blanca fue la siguiente con m\u00e1s probabilidades de apoyar la candidatura republicana, aunque a veces la superan los blancos de Alabama, el quinto o sexto estado m\u00e1s negro durante esos decenios.<\/strong><\/p>\n En contraste, consideremos los tres estados con los mayores porcentajes de poblaci\u00f3n hispana o asi\u00e1tica: Hawai, California y Nuevo M\u00e9xico. En realidad, para los blancos de los dos primeros hay menos probabilidades de votar a los republicanos que para los blancos en todo el pa\u00eds, mientras que los de Nuevo M\u00e9xico se acercan al promedio nacional. Esto tiende a confirmar los resultados estad\u00edsticos nacionales de que la presencia generalizada de “no blancos” [hispanos o asi\u00e1ticos], incluso en n\u00fameros abrumadores, parece tener poco impacto en el comportamiento de los votantes blancos.<\/p>\n Aunque yo no dir\u00eda que el crimen negro es el \u00fanico factor determinante detr\u00e1s de la polarizaci\u00f3n racial en el comportamiento de los votantes blancos, s\u00ed sospecho que es uno de los mayores contribuyentes. Emp\u00edricamente, la presencia de los negros hace que los blancos voten por el boleto republicano de “ley y orden”, mientras que la presencia de hispanos o asi\u00e1ticos parece tener un impacto pol\u00edtico insignificante.<\/p>\n No obstante, debemos ser cautelosos al interpretar estos resultados. Por ejemplo, aunque estas correlaciones nacionales son ciertamente sustanciales, se deben casi enteramente a la ponderaci\u00f3n de los estados del Sur, en los que los negros son casi el 20% de la poblaci\u00f3n total y las tensiones raciales han sido tradicionalmente las m\u00e1s fuertes. En los estados no sure\u00f1os, las correlaciones son nulas, quiz\u00e1s en parte porque los negros se encuentran en n\u00fameros mucho m\u00e1s peque\u00f1os, siendo menos del 9% del total.<\/p>\n <\/p>\n \u00bfEl motivo oculto de la fuerte inmigraci\u00f3n?<\/strong><\/p>\n Considere tambi\u00e9n el tema altamente pol\u00e9mico de la inmigraci\u00f3n. Obviamente, gran parte del conflicto subyacente es de car\u00e1cter puramente econ\u00f3mico, con trabajadores conscientes de que al restringir la oferta de mano de obra disponible proteger\u00e1n su poder de negociaci\u00f3n sobre los salarios, mientras que las empresas buscan maximizar sus beneficios ampliando el conjunto de empleados potenciales, ya sea de baja calificaci\u00f3n o de alta tecnolog\u00eda.<\/p>\n Pero todos los participantes involucrados descubren r\u00e1pidamente que, a pesar de las interminables protestas en sentido contrario, existe tambi\u00e9n un claro subtexto racial, que suele explicar la emocionalidad del debate. Durante el \u00faltimo medio siglo, la abrumadora mayor\u00eda de los inmigrantes, especialmente los ilegales, han sido no blancos, y los temores raciales resultantes han sido una fuerza motivadora central que impulsa a muchos de los m\u00e1s celosos restriccionistas, que temen ser inundados por una ola de “Otra gente”. Sin embargo, creo que las consideraciones raciales, ya sean plenamente conscientes o no, tambi\u00e9n pueden encontrarse en el otro lado de la cuesti\u00f3n, ayudando a explicar por qu\u00e9 nuestro liderazgo nacional hoy en d\u00eda apoya tan uniformemente la inmigraci\u00f3n extranjera muy pesada.<\/p>\n Las elites financieras, medi\u00e1ticas y pol\u00edticas gobernantes de Am\u00e9rica est\u00e1n concentradas en tres grandes centros urbanos -Nueva York, Los \u00c1ngeles y Washington, D.C.- y los tres contienen grandes poblaciones negras, incluyendo una violenta clase baja. A principios de los a\u00f1os 90, muchos observadores tem\u00edan que la ciudad de Nueva York se dirigiera al colapso urbano debido a sus enormes tasas de criminalidad, Los \u00c1ngeles experiment\u00f3 los masivos y mortales disturbios de Rodney King, y Washington a menudo compiti\u00f3 por el t\u00edtulo de capital americana del homicidio. En cada ciudad, la violencia y el delito eran cometidos abrumadoramente por hombres negros, y aunque las \u00e9lites blancas rara vez eran las v\u00edctimas, sus temores eran bastante palpables.<\/p>\n Una reacci\u00f3n obvia a estas preocupaciones fue el fuerte apoyo pol\u00edtico a una masiva campa\u00f1a nacional contra la delincuencia, y el encarcelamiento de hombres negros en las prisiones aument\u00f3 casi un 500% durante los dos decenios posteriores a 1980. Pero incluso despu\u00e9s de esas enormes tasas de encarcelamiento, las estad\u00edsticas oficiales del FBI indican que hoy en d\u00eda los negros siguen teniendo m\u00e1s del 600% de probabilidades de cometer homicidios que los no negros y su tasa de robos es m\u00e1s del 700% mayor; esas disparidades parecen ser tan grandes con respecto a los inmigrantes hispanos o asi\u00e1ticos como lo son para los blancos. As\u00ed pues, la sustituci\u00f3n de los negros de una ciudad por inmigrantes tender\u00eda a reducir las tasas de delincuencia local hasta en un 90%, y durante el decenio de 1990 las elites estadounidenses pueden haber tomado cada vez m\u00e1s conciencia de este importante hecho, junto con las obvias consecuencias para su calidad de vida urbana y los valores de la vivienda.<\/p>\n Seg\u00fan los datos del censo, entre 1990 y 2010 el n\u00famero de hispanos y asi\u00e1ticos aument\u00f3 en un tercio en Los \u00c1ngeles, en casi un 50% en la ciudad de Nueva York y en m\u00e1s del 70% en Washington, D.C. El resultado inevitable fue la reducci\u00f3n de gran parte de la poblaci\u00f3n negra local, que disminuy\u00f3, a menudo sustancialmente, en cada lugar. Y las tres ciudades experimentaron enormes ca\u00eddas en la delincuencia local, con tasas de homicidio que disminuyeron en un 73%, 79% y 72% respectivamente, tal vez en parte como resultado de estos cambios demogr\u00e1ficos subyacentes. Mientras tanto, la poblaci\u00f3n blanca se desplaz\u00f3 cada vez m\u00e1s hacia los barrios ricos, que eran los que mejor pod\u00edan permitirse el fuerte aumento de los precios de la vivienda. Es un hecho innegable que las \u00e9lites estadounidenses, tanto conservadoras como liberales, est\u00e1n hoy en d\u00eda casi universalmente a favor de niveles muy altos de inmigraci\u00f3n, y su posible reconocimiento del impacto demogr\u00e1fico directo sobre sus propias circunstancias urbanas puede ser un factor importante, pero t\u00e1cito, en la conformaci\u00f3n de sus opiniones.<\/p>\n Como ejemplo anecd\u00f3tico, consideremos el caso de Matthew Yglesias, un prominente joven blogger liberal que vive en Washington, DC. Hace un par de a\u00f1os cont\u00f3 en su blog c\u00f3mo fue atacado por la espalda y golpeado por dos j\u00f3venes mientras volv\u00eda a casa una noche despu\u00e9s de una cena. Al principio fue bastante cauteloso en cuanto a la identificaci\u00f3n de sus atacantes, pero finalmente admiti\u00f3 que eran negros, posiblemente involucrados en la creciente pr\u00e1ctica racial de la “caza del oso polar” urbana tan ampliamente difundida por el Drudge Report y otros sitios web de derecha.<\/p>\n Pocas cosas pueden perturbar m\u00e1s la mente de nuestra \u00e9lite intelectual educada en Harvard que el miedo a sufrir asaltos violentos al azar mientras caminan por las calles de su propia ciudad. Sin embargo, ning\u00fan progresista respetable se centrar\u00eda en el car\u00e1cter racial de un ataque de este tipo, y mucho menos abogar\u00eda por la eliminaci\u00f3n de los negros locales como medida de precauci\u00f3n. En cambio, Yglesias sugiri\u00f3 que los problemas de densidad de vivienda podr\u00edan haber sido los responsables y que una mejor planificaci\u00f3n urbana reducir\u00eda la delincuencia.<\/p>\n Pero hay que tener en cuenta que el apoyo a niveles muy altos de inmigraci\u00f3n extranjera es una causa liberal impecable, y que esas pol\u00edticas desplazan y eliminan inevitablemente a un gran n\u00famero de negros urbanos; es f\u00e1cil imaginar que Yglesias redobl\u00f3 silenciosamente su celo proinmigraci\u00f3n a ra\u00edz del incidente. Si se multiplica este ejemplo personal por mil, tal vez se haga evidente una importante vertiente del tremendo marco ideol\u00f3gico proinmigraci\u00f3n de las \u00e9lites estadounidenses. Los racistas m\u00e1s conspiradores, amargamente hostiles a la inmigraci\u00f3n, a veces especulan que hay un complot diab\u00f3lico de nuestra estructura de poder para “reemplazar la raza” de la poblaci\u00f3n blanca tradicional de Am\u00e9rica. Tal vez un motivo oculto de este tipo ayuda a explicar el apoyo a la inmigraci\u00f3n masiva, pero sospecho que la raza que se busca reemplazar no es la blanca.<\/p>\n Tales factores tambi\u00e9n pueden jugar un papel fuera de los grandes centros urbanos discutidos anteriormente e incluso donde menos se sospeche. Entre todos los empresarios estadounidenses, los ejecutivos de SiliconValley son probablemente los m\u00e1s fuertes en su defensa a favor de la inmigraci\u00f3n, como lo indica la gran campa\u00f1a de publicidad pol\u00edtica recientemente lanzada por los principales CEOs de la tecnolog\u00eda, organizada en conjunto como “FWD.us”. Obviamente, su propio fondo cosmopolita y el deseo de un suministro ilimitado de ingenieros baratos y de alta calidad es su principal motivo. Sin embargo, los sentimientos generalizados a favor de los grupos de inmigrantes menos educados, como los latinoamericanos indocumentados, tambi\u00e9n parecen bastante fuertes, y encontramos a la viuda rica de Steve Jobs, Laurene Powell Jobs, centrando sus esfuerzos casi exclusivamente en ese aspecto particular de la legislaci\u00f3n, con sus sentimientos dif\u00edcilmente discordantes con los de su grupo de pares ricos. \u00bfPodr\u00edan los factores raciales ocultos ser parte de la explicaci\u00f3n? Eso podr\u00eda parecer bastante improbable ya que la poblaci\u00f3n negra de Silicon Valley ha sido muy baja durante d\u00e9cadas, en un rango de 3 o 4 por ciento.<\/p>\n Sin embargo, un examen m\u00e1s detallado revela una situaci\u00f3n muy diferente. La peque\u00f1a ciudad de Palo Alto es una de las zonas residenciales locales m\u00e1s deseables, hogar del difunto Steve Jobs, as\u00ed como de los actuales directores ejecutivos de Apple, Google, Facebook, Yahoo, y un mont\u00f3n de otras empresas; seg\u00fan algunas estimaciones, puede contener la mayor concentraci\u00f3n per c\u00e1pita de multimillonarios del mundo. Por tres lados, Palo Alto colinda con comunidades de car\u00e1cter similar: Mountain View, que contiene a Google; el campus de la Universidad de Stanford; y Menlo Park, el centro de la industria de capital de riesgo de Am\u00e9rica. Pero en el cuarto costado, mayormente separado por la autopista 101, se encuentra el este de Palo Alto, que durante d\u00e9cadas fue un peligroso gueto, abrumadoramente negro.<\/p>\n Volv\u00ed a Palo Alto desde la ciudad de Nueva York en 1992, y ese a\u00f1o East Palo Alto registr\u00f3 la tasa de asesinatos per c\u00e1pita m\u00e1s alta de Estados Unidos; aunque relativamente pocos de los homicidios, robos y violaciones se extendieron a trav\u00e9s de la frontera, los suficientes como para dejar a mucha gente intranquila. Las comunidades cerradas e incluso las vallas callejeras son bastante poco comunes en la regi\u00f3n, y durante a\u00f1os cualquiera que lo deseara pod\u00eda ir a la casa de Steve Jobs y caminar por su patio o incluso asomarse a sus ventanas. Mientras tanto, el tipo de duro perfil racial ampliamente practicado en algunas grandes ciudades era completamente aborrecible para la ciudadan\u00eda socialmente liberal. Uno puede imaginar f\u00e1cilmente un escenario en el que la escalada del crimen callejero desde el gueto de al lado podr\u00eda haber producido un colapso en los altos precios de la vivienda y provocado una fuga masiva de los ricos.<\/p>\n Una de las razones por las que esto no ocurri\u00f3 fue la gran afluencia de inmigrantes empobrecidos procedentes del sur de la frontera que se introdujeron en las comunidades menos pr\u00f3speras de la regi\u00f3n durante esos mismos a\u00f1os y transformaron r\u00e1pidamente la demograf\u00eda local. Entre 1980 y 2010 la poblaci\u00f3n hispana combinada de los condados de Santa Clara y San Mateo casi se triplic\u00f3. Una ciudad que ofrec\u00eda viviendas baratas como East Palo Alto experiment\u00f3 un aumento relativo mucho mayor, invirtiendo su demograf\u00eda durante ese per\u00edodo de un 60% de negros y un 14% de hispanos a un 16% de negros y un 65% de hispanos. En los \u00faltimos veinte a\u00f1os, la tasa de homicidios en esa peque\u00f1a ciudad baj\u00f3 en un 85%, con enormes descensos similares en otras categor\u00edas de cr\u00edmenes tambi\u00e9n, transformando as\u00ed un miserable gueto en una agradable comunidad de clase trabajadora, que ahora cuenta con nuevos complejos de oficinas, hoteles de lujo y grandes centros comerciales regionales. El multimillonario CEO de Facebook Mark Zuckerberg y su esposa recientemente compraron una gran casa de 9 millones de d\u00f3lares a s\u00f3lo unos cientos de metros de la frontera este de Palo Alto, una decisi\u00f3n que habr\u00eda sido impensable a principios de los 90. Los ejecutivos de tecnolog\u00eda son individuos altamente cuantitativos, h\u00e1biles en el reconocimiento de patrones, y encuentro dif\u00edcil de creer que todos ellos hayan permanecido completamente ajenos a estos factores raciales locales.<\/p>\n Sin embargo, el poderoso papel de la inmigraci\u00f3n en la transformaci\u00f3n de las tasas de criminalidad de los centros urbanos importantes probablemente tuvo un impacto mucho menor en los totales nacionales. Las poblaciones negras combinadas de la ciudad de Nueva York, Washington y Los \u00c1ngeles pueden haber disminuido en medio mill\u00f3n en las \u00faltimas dos d\u00e9cadas, pero los individuos expulsados no desaparecieron del mundo; simplemente se mudaron a Atlanta o Baltimore o Riverside. Pero desde la perspectiva personal de la \u00e9lite gobernante de Am\u00e9rica, s\u00ed desaparecieron.<\/strong><\/p>\n Durante m\u00e1s de treinta a\u00f1os, los activistas negros locales en Washington, D.C. han acusado a la estructura del poder blanco gobernante de promover “El Plan”, una estrategia deliberada para eliminar la mayor parte de la poblaci\u00f3n negra de nuestra capital nacional y reemplazarla por blancos; y esta “teor\u00eda de la conspiraci\u00f3n” ha sido ridiculizada sin cesar como una absurda tonter\u00eda paranoica por nuestros medios de comunicaci\u00f3n de \u00e9lite de Washington. Mientras tanto, durante este mismo per\u00edodo de treinta a\u00f1os, la poblaci\u00f3n negra de Washington cay\u00f3 de m\u00e1s del 70% a menos de la mitad y probablemente caer\u00e1 por debajo del total de los blancos en los pr\u00f3ximos a\u00f1os.<\/p>\n De hecho, el fuerte apoyo de nuestras elites pol\u00edticas a los vales de vivienda de la Secci\u00f3n 8 puede estar menos conectado con los supuestos beneficios sociales que estos proporcionan que con su importante papel en el traslado de un gran n\u00famero de residentes urbanos empobrecidos lejos de los alrededores de los barrios ricos hacia los remotos suburbios de la clase media. Hace varios a\u00f1os Atlantico<\/em> public\u00f3 un importante art\u00edculo de Hanna Rosin sobre los r\u00e1pidos cambios en el patr\u00f3n geogr\u00e1fico de la delincuencia inducidos por estos cambios demogr\u00e1ficos, y el art\u00edculo provoc\u00f3 un gran debate, aunque la autora evit\u00f3 hacer excesivo hincapi\u00e9 en los preocupantes aspectos raciales. El ego\u00edsmo de la \u00e9lite no es sorprendente y una pol\u00edtica de exportaci\u00f3n de las poblaciones con un fuerte v\u00ednculo con la delincuencia a otras localidades parece una estrategia natural, especialmente si esto se puede lograr bajo el disfraz altruista de los programas de lucha contra la pobreza que elevan la sociedad.<\/p>\n Por \u00faltimo, es importante destacar que esta clara interacci\u00f3n pol\u00edtica entre los altos niveles de inmigraci\u00f3n y el desplazamiento urbano de la poblaci\u00f3n negra es un hecho relativamente reciente y ciertamente no fue previsto por los promotores originales de la Ley de Inmigraci\u00f3n de 1965. De hecho, aunque los restriccionistas denuncian habitualmente que la legislaci\u00f3n permiti\u00f3 inundar a EEUU con inmigrantes hispanos, los hechos son precisamente lo contrario. Si bien la Ley de Inmigraci\u00f3n de 1924 hab\u00eda reducido dr\u00e1sticamente la inmigraci\u00f3n procedente de Europa (y Asia), todo el hemisferio occidental quedaba \u00a0totalmente exento de restricciones, y los Estados Unidos mantuvieron su anterior pol\u00edtica de “fronteras abiertas” para M\u00e9xico y el resto de Am\u00e9rica Latina hasta que finalmente se introdujeron cuotas estrictas como parte de la ley de 1965. Aunque se esperaba que estos cambios de 1965 permitieran una nueva inmigraci\u00f3n europea, nadie previ\u00f3 la gran afluencia de inmigrantes hispanos y asi\u00e1ticos en los decenios siguientes, ni el impacto resultante en la composici\u00f3n racial de nuestras principales ciudades. Pero hoy en d\u00eda estos continuos cambios demogr\u00e1ficos urbanos pueden haberse convertido en un motivo importante en las mentes de las elites que abogan por un aumento de la inmigraci\u00f3n en virtud de la legislaci\u00f3n que est\u00e1 considerando el Congreso.<\/p>\n Durante los a\u00f1os 60 el autor negro James Baldwin acu\u00f1\u00f3 la ampliamente citada frase “La renovaci\u00f3n urbana significa la eliminaci\u00f3n de los negros”. Sospecho que una pol\u00edtica nacional semi-intencional similar est\u00e1 transformando hoy en d\u00eda los principales centros urbanos de Estados Unidos, aunque sigue sin ser reportada casi en su totalidad por nuestros principales medios de comunicaci\u00f3n.<\/p>\n En raras ocasiones, los deslices de la m\u00e1scara y el funcionamiento mental subyacente de nuestras elites nacionales se revelan moment\u00e1neamente. Considere al alcalde de la ciudad de Nueva York, Michael Bloomberg, una de nuestras voces pro-inmigraci\u00f3n m\u00e1s altisonantes en el escenario nacional y un hombre cuya vasta riqueza e influencia a menudo le permite ser mucho m\u00e1s franco en temas controversiales que la mayor\u00eda de las otras figuras p\u00fablicas. En mayo de 2011 Bloomberg fue entrevistado en Meet the Press<\/em>, y explic\u00f3 que si tuviera plena autoridad, podr\u00eda arreglar f\u00e1cilmente los problemas aparentemente insolubles de una ciudad como Detroit sin costo alguno para el contribuyente. Propuso abrir de par en par las compuertas a la inmigraci\u00f3n extranjera ilimitada con la condici\u00f3n de que todos los inmigrantes adicionales se mudaran a Detroit y vivieran all\u00ed durante una d\u00e9cada m\u00e1s o menos, transformando as\u00ed la ciudad. Sospecho que esto proporciona una importante visi\u00f3n de c\u00f3mo \u00e9l y sus amigos discuten ciertos temas raciales en privado.<\/p>\n <\/p>\n La notable excepci\u00f3n de la ciudad de Nueva York<\/strong><\/p>\n La poderosa prueba cuantitativa del determinismo social puede ser desalentadora, y cuando el principal determinante parece ser la raza, muchos americanos elegir\u00e1n levantar las manos e ignorar los hechos estad\u00edsticos, simplemente esperando que estos puedan ser de alguna manera desahuciados como incorrectos. Ese es ciertamente su privilegio, pero para aquellos individuos que prefieren apretar los dientes y extraer los datos por indicaciones contrarias, existen algunas pepitas interesantes.<\/p>\n Las correlaciones de la media ponderada son un resumen estad\u00edstico muy \u00fatil, pero no cuentan toda la historia ni excluyen la existencia de casos aislados, lo que podr\u00eda proporcionar algunas ideas para mejorar la sombr\u00eda situaci\u00f3n que hemos descrito. Y sucede que entre nuestras docenas de grandes centros urbanos uno de los m\u00e1s extremos en materia de raza y crimen no es ni peque\u00f1o ni oscuro: La ciudad de Nueva York. Nuestra mayor metr\u00f3polis a menudo tiene tasas de criminalidad que se desv\u00edan bruscamente del patr\u00f3n urbano habitual que se observa en casi todos los dem\u00e1s lugares.<\/p>\n Recordemos nuestra anterior menci\u00f3n de la sorprendente ausencia de cualquier correlaci\u00f3n entre la densidad de la poblaci\u00f3n urbana y las tasas de criminalidad. Esas estad\u00edsticas resumidas eran correctas, pero tambi\u00e9n ocultaban algunas variaciones importantes y el resultado global nulo se deb\u00eda casi totalmente a la densidad extremadamente alta y a los bajos \u00edndices de delincuencia de la ciudad m\u00e1s grande de Am\u00e9rica, combinados con su enorme peso en la poblaci\u00f3n. Si excluimos la ciudad de Nueva York de nuestros c\u00e1lculos, el resto de los principales centros urbanos de Am\u00e9rica demostrar\u00eda algunas correlaciones moderadamente fuertes y bastante estables entre la densidad y el crimen en los \u00faltimos doce a\u00f1os; por ejemplo, la densidad ha tenido generalmente una correlaci\u00f3n positiva de alrededor de 0,35 con las tasas de robo.<\/p>\n Anomal\u00edas similares aparecen en los c\u00e1lculos de cr\u00edmenes raciales que han sido el foco central de nuestro an\u00e1lisis. Bas\u00e1ndonos en su composici\u00f3n racial, esperar\u00edamos que la tasa de homicidios de la ciudad de Nueva York fuera un 70% m\u00e1s alta de lo que es en realidad, con los robos y los delitos violentos tambi\u00e9n mucho m\u00e1s extendidos. Ciudades como San Jos\u00e9 y San Diego pueden tener tasas de homicidio y cr\u00edmenes violentos s\u00f3lo la mitad que la ciudad de Nueva York, pero dadas las marcadas diferencias en sus demograf\u00edas subyacentes, es la ciudad de Nueva York la que merece elogios por su notable eficacia en la prevenci\u00f3n del crimen. Evaluar el aparente \u00e9xito o fracaso de las pol\u00edticas de aplicaci\u00f3n de la ley en el \u00e1mbito urbano sin considerar abiertamente los problemas demogr\u00e1ficos de una ciudad puede dar lugar a juicios pol\u00edticos incorrectos.<\/p>\n Poco del \u00e9xito de la ciudad de Nueva York en la prevenci\u00f3n del delito parece deberse al tama\u00f1o relativo de su fuerza policial, que es aproximadamente similar a las de Chicago, Filadelfia, Baltimore y Boston sobre una base per c\u00e1pita, y muy inferior a la de Washington, D.C., todas las ciudades cuyas tasas de delincuencia reflejan su demograf\u00eda. Por lo tanto, parece que el factor crucial ha sido los m\u00e9todos de lucha contra la delincuencia de la ciudad de Nueva York y no s\u00f3lo el n\u00famero de sus funcionarios.<\/p>\n Las ideas tienen consecuencias, al igual que los intentos de evitarlas. Durante la mayor parte de los \u00faltimos veinte a\u00f1os, los m\u00e9todos policiales aplicados bajo los alcaldes Rudolph Giuliani y Michael Bloomberg obtuvieron un enorme elogio nacional al reducir tan dr\u00e1sticamente los \u00edndices de criminalidad de Nueva York: los asesinatos disminuyeron en m\u00e1s de tres cuartas partes. Pero en los \u00faltimos a\u00f1os, algunas de estas mismas pol\u00edticas han empezado a recibir cr\u00edticas generalizadas entre los expertos que tal vez hayan olvidado lo mal que estaban las cosas hace dos d\u00e9cadas.<\/p>\n Nuestro simple an\u00e1lisis estad\u00edstico obviamente no nos permite desentra\u00f1ar la importancia relativa de los diferentes factores detr\u00e1s del \u00e9xito de la ciudad de Nueva York. Desde principios de los a\u00f1os noventa, la ciudad puso en pr\u00e1ctica un modelo de “polic\u00eda comunitaria” y fue pionera en el uso r\u00e1pido de los datos sobre la delincuencia local para identificar los puntos peligrosos y asignar los recursos con mayor precisi\u00f3n. Pero otros elementos del conjunto han incluido m\u00e9todos de vigilancia estrictos, incluso severos, como el uso generalizado de la t\u00e9cnica de “detenci\u00f3n y riesgo” para reducir la violencia con armas de fuego. Denunciar estas t\u00e9cnicas como inconstitucionales o racialmente discriminatorias puede estar perfectamente justificado, pero quienes lo hagan deben considerar las compensaciones que ello implica, incluida la posibilidad muy real de un aumento del 70% de los homicidios si la eficacia de la polic\u00eda local disminuyera a los niveles que se encuentran en el resto del pa\u00eds.<\/p>\n Comparemos las tendencias demogr\u00e1ficas y criminales de la ciudad de Nueva York y Washington, moradas gemelas de nuestra \u00e9lite urbana de la costa este. Entre 1985 y 2011, la tasa de homicidios de Washington baj\u00f3 un 26%, los robos un 27%, y los cr\u00edmenes violentos en general se redujeron en un 30%; pero la poblaci\u00f3n negra de la ciudad tambi\u00e9n se redujo en un 27% durante este mismo per\u00edodo. Mientras tanto, la correspondiente disminuci\u00f3n de la delincuencia en la ciudad de Nueva York fue mucho mayor, 67%, 78% y 67% respectivamente, pero estuvo acompa\u00f1ada de s\u00f3lo una peque\u00f1a disminuci\u00f3n del 7% en el n\u00famero de negros. Es absolutamente notable que todas estas tasas de delitos graves disminuyan a casi diez veces la tasa de su principal determinante racial, una combinaci\u00f3n que dej\u00f3 a la ciudad como un at\u00edpico excepcional entre los principales centros urbanos de Am\u00e9rica.<\/p>\n En otras palabras, si las otras ciudades de Am\u00e9rica con grandes poblaciones negras se las hubieran arreglado de alguna manera para lograr las mismas tasas de criminalidad sorprendentemente bajas de la ciudad de Nueva York, entonces la mayor\u00eda de las altas correlaciones de cr\u00edmenes raciales que han sido los hallazgos centrales de este art\u00edculo desaparecer\u00edan. Por el contrario, si la ciudad de Nueva York fuera excluida de nuestras actuales estad\u00edsticas nacionales, muchas de las correlaciones de cr\u00edmenes raciales existentes exceder\u00edan el 0,90. Estos son hechos objetivos y los analistas bien intencionados que critican duramente los m\u00e9todos policiales de la ciudad de Nueva York deber\u00edan reconocer que pueden enfrentarse a algunas opciones desagradables.<\/p>\n Tal vez una investigaci\u00f3n m\u00e1s a fondo establezca que los elementos ampliamente alabados de la pr\u00e1ctica policial local son los principales responsables de esos resultados, y que los m\u00e9todos m\u00e1s controvertidos pueden eliminarse con seguridad sin consecuencias negativas. Pero por cualquier combinaci\u00f3n de razones, los resultados generales logrados por la ciudad de Nueva York han sido bastante notables y hay que tener cuidado antes de introducir cambios dr\u00e1sticos en un modelo tan exitoso.<\/p>\n Obviamente, la ciudad de Nueva York no es el \u00fanico at\u00edpico positivo en estas estad\u00edsticas de delincuencia, aunque es, con mucho, el m\u00e1s significativo, tanto por su tama\u00f1o como por la magnitud de su desviaci\u00f3n de los resultados previstos. Si examinamos las tasas de homicidio de 2011 para nuestro conjunto de sesenta y seis grandes ciudades, diecisiete de ellas estaban al menos un 30% por debajo de la l\u00ednea de tendencia proyectada, con cuatro ciudades -Charlotte, Raleigh, St. Paul y Virginia Beach- logrando incluso mejores resultados que la ciudad de Nueva York. Pero muchas de estas ciudades exitosas tienen poblaciones negras num\u00e9ricamente peque\u00f1as, y el total de las diecisiete combinadas no es mucho mayor que el de la ciudad de Nueva York solamente. Un hecho intrigante es que, aunque menos de un tercio de todas nuestras grandes ciudades se encuentran en el Sur, estas ciudades del Sur representan m\u00e1s de dos tercios de esos ejemplos particularmente exitosos, y un patr\u00f3n aproximadamente similar se aplica tanto a otros \u00edndices de delincuencia como a otros a\u00f1os recientes. La mezcla exacta de los factores culturales, socioecon\u00f3micos o demogr\u00e1ficos responsables del notable \u00e9xito del Sur en el logro de \u00edndices de delincuencia urbana relativamente bajos no est\u00e1 clara, pero podr\u00eda justificar una investigaci\u00f3n m\u00e1s a fondo.<\/p>\n Durante los \u00faltimos diez o dos a\u00f1os, los intelectuales liberales han denunciado regularmente a sus oponentes conservadores por permitir que las consideraciones ideol\u00f3gicas triunfen sobre los hechos objetivos, a veces dise\u00f1ando la “Comunidad basada en la realidad” como una r\u00e9plica ir\u00f3nica a la tonta cr\u00edtica de un alto funcionario de la Administraci\u00f3n Bush. Muchas de estas acusaciones liberales tienen un m\u00e9rito considerable. Pero los individuos que afirman aceptar la realidad socavan su credibilidad si escogen las partes de la realidad que reconocen y las que ignoran cuidadosamente. Nuestras \u00e9lites acad\u00e9micas y medi\u00e1ticas no deber\u00edan evitar las pruebas objetivas que les disgustan.<\/p>\n Considere que m\u00e1s de una cuarta parte de todos los hombres negros urbanos de Am\u00e9rica se han desvanecido de nuestra sociedad, una tasa de p\u00e9rdida cercana a la experimentada por los europeos durante la Peste Negra de la Edad Media. Sin embargo, estas sorprendentes estad\u00edsticas han permanecido en gran parte sin ser reportadas por nuestros principales medios de comunicaci\u00f3n y por lo tanto no reconocidas por el p\u00fablico americano en general. \u00bfDeber\u00edan los escribas medievales del siglo XIV haber ignorado el impacto aniquilador de la peste bub\u00f3nica a su alrededor y limitarse a limitar sus escritos a noticias m\u00e1s agradables?<\/p>\n Se dice que los ni\u00f1os muy peque\u00f1os a veces creen que pueden esconderse cubri\u00e9ndose los ojos, y ese parece ser el enfoque general adoptado por nuestros principales medios de comunicaci\u00f3n a las desagradables y sombr\u00edas estad\u00edsticas de cr\u00edmenes raciales analizadas en este art\u00edculo. Pero la realidad sigue existiendo, la ignoremos o no.<\/p>\n Ron Unz, 23 julio 2013<\/p>\n <\/p>\n * El autor divide a los habitantes de EEUU en cuatro grupos: “blancos” y “negros” son los grupos asentados en el pa\u00eds antes de 1965, y que se consideran a s\u00ed mismos “nativos” aunque todos reconozcan un origen extranjero, europeo o africano. Asi\u00e1ticos e hispanos forman el grupo llamado “no blanco”, es decir los inmigrantes recientes, contabilizados como categor\u00eda particular a partir de la ley de 1965. Otra particularidad de las costumbres ling\u00fc\u00edsticas que comparte el autor: no siempre distingue “crimen”, “delincuencia”, “criminalidad”; en ingl\u00e9s crime<\/em> abarca todo delito.<\/p>\n Publicacion original en ingles:\u00a0 RONUNZ.ORG<\/a><\/p>\n