{"id":8368,"date":"2020-05-06T23:21:49","date_gmt":"2020-05-06T23:21:49","guid":{"rendered":"https:\/\/redinternacional.net\/?p=8368"},"modified":"2020-10-17T17:31:10","modified_gmt":"2020-10-17T17:31:10","slug":"8368","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/redinternacional.net\/2020\/05\/06\/8368\/","title":{"rendered":"La conspiraci\u00f3n contra Am\u00e9rica, seg\u00fan Philip Roth – por E. Michael Jones"},"content":{"rendered":"

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“Miedo” es la primera palabra de The Plot against America<\/em> (*) [La conspiraci\u00f3n contra Am\u00e9rica] la novela de Philip Roth [publicada en 2004], \u00a0que acaba de ser reciclada como una serie de HBO por David Simon y Ed Burns, creadores de The Corner, The Wire <\/em>y Generation Kill<\/em>. “El miedo”, nos dice Roth, “preside estos recuerdos m\u00edos, un miedo perpetuo”. Los recuerdos en cuesti\u00f3n son los de Roth, quien se cri\u00f3 en una familia jud\u00eda en Newark, New Jersey. El miedo parte de una fundamental alteraci\u00f3n de la historia que convierte estos recuerdos en algo raro: Roth se refiri\u00f3 a ello en una entrevista con Robert Siegel en la NPR como a “una especie de falsa memoria”.<\/p>\n

La premisa fundadora de la novela es que Charles Lindbergh fue elegido presidente en 1940. Todo lo dem\u00e1s en el libro se basa en esa premisa y en la paranoia \u00e9tnica de Roth y su intolerancia \u00e9tnica. Lo m\u00e1s significativo del libro de Roth es el hecho de que sea ficci\u00f3n. “Plot”, <\/em>o sea La conspiraci\u00f3n contra Am\u00e9rica<\/em> (*) es una fantas\u00eda jud\u00eda, interesante en primer lugar por lo que nos dice sobre Roth personalmente, pero tambi\u00e9n por lo que nos dice sobre el grupo \u00e9tnico que ha aceptado su paranoica fantas\u00eda jud\u00eda como algo que debe ser tomado en serio por otras personas que no sean psiquiatras y pat\u00f3logos culturales.<\/p>\n

Para dar un ejemplo temprano del tipo de miedo que impregna la novela, Philip, de siete a\u00f1os de edad, ve una cervecer\u00eda alemana en un viaje a Union, New Jersey, la ciudad en la que su padre piensa trasladar a la familia para aprovechar un ascenso en la compa\u00f1\u00eda de seguros en la que trabaja. Lo que sigue es el fanatismo del anciano de 71 a\u00f1os proyectado en la mente de su hijo de siete a\u00f1os, que lleva el mismo nombre. Lo que los americanos corrientes podr\u00edan considerar “un estallido de alegr\u00eda casera al aire libre en medio de la ciudad” era de hecho algo llamado “cervecer\u00eda jard\u00edn”. Y en un pesta\u00f1azo la cervecer\u00eda jard\u00edn se convierte en el equivalente americano de Auschwitz, de acuerdo con la siguiente l\u00f3gica: “el jard\u00edn de la cerveza ten\u00eda algo que ver con el Bund germano-americano, el Bund germano-americano ten\u00eda algo que ver con Hitler, y Hitler, por supuesto, ten\u00eda que ver con la persecuci\u00f3n de los jud\u00edos.” La cervecer\u00eda era el lugar donde los americanos beb\u00edan “el veneno del antisemitismo”. Eso es lo que llegu\u00e9 a imaginar, vi\u00e9ndolos a todos bebiendo muy concentrados en su cervecer\u00eda ese d\u00eda, como todos los nazis en todas partes, bebiendo pinta tras pinta de antisemitismo como si estuvieran bebiendo el remedio universal”. Todo esto pasa por la mente de un ni\u00f1o supuestamente de siete a\u00f1os mientras vuelve sobre el pasado mientras maneja en su coche.<\/p>\n

El antisemitismo como remedio<\/strong><\/p>\n

El libro de Roth es una indicaci\u00f3n de que el antisemitismo es el remedio universal, pero no de la manera que Roth indica. Hoy en d\u00eda, las acusaciones de antisemitismo se han convertido en el remedio universal contra cualquier \u00a0discurso no deseado [en el marco de la cultura oficial]. Tambi\u00e9n pueden verse como el remedio universal para una historia exacta del siglo XX. Como prueba del antisemitismo que se estaba gestando en Am\u00e9rica en v\u00edsperas de la entrada de Am\u00e9rica en la Segunda Guerra Mundial (y tambi\u00e9n del antisemitismo en el discurso no deseado que fue silenciado), Roth cita el discurso radial de Charles Lindbergh en Des Moines en un mitin de America First; de hecho, ofrece el texto completo del discurso en un ap\u00e9ndice del libro. Lo cual es un error, al menos desde el punto de vista de lo que Roth quiere lograr, \u00a1porque dice lo contrario de lo que Roth quiere que diga Lindbergh!<\/p>\n

En el discurso leemos, entre otras cosas, la declaraci\u00f3n de Lindbergh: “Ninguna persona con sentido de la dignidad humana puede aprobar la persecuci\u00f3n de la raza jud\u00eda en Alemania”. Esto no suena a desvar\u00edo antisemita… La idea de Lindbergh era que tres grupos estaban tratando de meter a Am\u00e9rica en la guerra en ese momento – la administraci\u00f3n Roosevelt, los ingleses y los jud\u00edos – y que los jud\u00edos “ser\u00edan los primeros en sentir sus consecuencias” porque “la tolerancia no puede sobrevivir a la guerra y la devastaci\u00f3n”. Fue la \u00faltima vez que alguien en la vida p\u00fablica de Am\u00e9rica se\u00f1alaba a los jud\u00edos como un grupo al que se pod\u00eda criticar. Lindbergh y America First fueron silenciados despu\u00e9s de que la administraci\u00f3n Roosevelt entrara en la guerra, y han sido demonizados desde entonces. El libro de Roth es una contribuci\u00f3n m\u00e1s a esa demonizaci\u00f3n.<\/p>\n

Sin embargo, si Lindbergh hablaba de Europa, estaba profundamente en lo cierto, de una manera que nadie podr\u00eda haber entendido en ese momento. La guerra proporcion\u00f3 la cobertura para la aniquilaci\u00f3n de un gran n\u00famero de jud\u00edos en Europa. Si Lindbergh hablaba de Am\u00e9rica, se equivocaba porque, estimado Sr. Roth, no hab\u00eda pogromos en Am\u00e9rica. \u00bfDe qu\u00e9 Lindbergh est\u00e1 hablando Philip Roth? Habla del Lindbergh que tiene en mente, un objeto ficticio que justifica el odio de Roth hacia los goyim<\/em> [gentiles, no jud\u00edos] y su profunda ambivalencia hacia una Am\u00e9rica que, aun m\u00e1s que la Polonia del Renacimiento, ha sido el Paradisus Judaeorum<\/em> [para\u00edso de los jud\u00edos]. La ambivalencia se destaca \u00a0mejor en una discusi\u00f3n entre los padres de Roth. El padre de Roth est\u00e1 indignado por las proclamas del presidente Lindbergh, gritando “Este es nuestro pa\u00eds”; la madre de Roth, por otro lado, responde diciendo: “Ya no. Es de Lindbergh. Es de los goyim. Es el pa\u00eds de ellos”. En otras palabras, el libro gira en torno a la dicotom\u00eda malsana -es nuestro pa\u00eds\/es el pa\u00eds de ellos- sin que se entienda por qu\u00e9 la dicotom\u00eda es malsana. El libro de Roth es exactamente lo que \u00e9l dice que es: es una “memoria falsa”. Es una distorsi\u00f3n de la historia con fines pol\u00edticos y raciales. Tambi\u00e9n es un ejercicio de intolerancia y calumnia. Todo est\u00e1 justificado porque Roth considera a sus enemigos como la encarnaci\u00f3n del mal y como plenamente dignos del odio que les regala a mares. Roth ya no promueve la liberaci\u00f3n sexual, como lo hizo en El lamento de Portnoy<\/em>, su novela divertida [que lo hizo famoso en 1969], pero el odio y la intolerancia siguen ah\u00ed, aunque ya sin humorismo torcido.<\/p>\n

Debido a que es una “falsa memoria”, el libro de Roth es la imagen especular de lo que realmente pas\u00f3. Si existi\u00f3 una Am\u00e9rica fascista, fue creada por el h\u00e9roe de Roth, Franklin Delano Roosevelt. Si alguna vez hubo “un complot para reemplazar la democracia americana con la autoridad absoluta de un gobierno desp\u00f3tico” en Am\u00e9rica, fue Roosevelt quien lo inaugur\u00f3, y los presidentes que le han sucedido simplemente implementaron lo que \u00e9l hab\u00eda lanzado.<\/p>\n

El primer programa que crea indignaci\u00f3n en la familia Roth es el “Just Folks Program” [Programa para la gente justa] de Lindbergh, que enviaba a los ni\u00f1os jud\u00edos a lugares como Kentucky – uno de los dos centros del mal en la Am\u00e9rica de Roth (el otro es Detroit), donde el hermano de Philip trabajaba en una granja de tabaco cerca de Danville. “El \u00fanico prop\u00f3sito de esta llamada Gente Justa”, nos dice Roth, “era convertir a los ni\u00f1os jud\u00edos en una quinta columna y ponerlos en contra de sus padres”.<\/p>\n

Bueno, eso suena como una explicaci\u00f3n plausible del prop\u00f3sito de un programa gubernamental de este tipo. \u00bfPero qui\u00e9n propon\u00eda este tipo de cosas en los a\u00f1os 30? La respuesta es : casi todos los que estaban en el poder en ese momento. Los nazis ten\u00edan su Hitlerjugend<\/em>, pero no se menciona en el relato de Roth que el Komsomol<\/em> de Stalin estaba haciendo el mismo tipo de cosas, y tampoco se menciona el hecho de que “Just Folks” tiene un extra\u00f1o parecido con el Cuerpo Civil de Conservaci\u00f3n, que cre\u00f3 luego Roosevelt. Seg\u00fan la fantas\u00eda de Roth, los jud\u00edos “estaban siendo coaccionados a ser distintos de los americanos que \u00e9ramos”. Lindbergh hab\u00eda ordenado que los jud\u00edos fueran enviados a miles de kil\u00f3metros de sus familiares y amigos. . . A los jud\u00edos se les dispersar\u00e1 a lo largo y ancho de cualquier zona donde florezcan los “First Americans Hitlerianos”.<\/p>\n

Louis Wirth y la limpieza \u00e9tnica<\/strong><\/p>\n

Si esto suena vagamente familiar, es porque este tipo de cosas sucedieron en Am\u00e9rica m\u00e1s o menos en el tiempo en que se sit\u00faa la novela de Roth, pero lo hizo la administraci\u00f3n Roosevelt y ning\u00fan Lindbergh ficticio, y porque se hizo con otros grupos \u00e9tnicos, no con los jud\u00edos. La conspiraci\u00f3n \u00a0contra Am\u00e9rica<\/em> es la versi\u00f3n jud\u00eda de A trav\u00e9s del espejo<\/em>, por Lewis Carroll; todo es m\u00e1s o menos lo mismo, pero pol\u00edticamente invertido. El gobierno americano nunca acorral\u00f3 a los jud\u00edos, pero s\u00ed acorral\u00f3 a los japoneses americanos en la costa oeste. El h\u00e9roe de Roth, Roosevelt, como el h\u00e9roe de Roosevelt, Stalin, particip\u00f3 en una limpieza \u00e9tnica activa en el momento en que la novela se sit\u00faa. El gran te\u00f3rico de la limpieza \u00e9tnica en Am\u00e9rica fue Louis Wirth, un jud\u00edo que tambi\u00e9n era soci\u00f3logo en la Universidad de Chicago y admirador de Stalin, como aqu\u00e9l que fundament\u00f3 la soluci\u00f3n al problema de las nacionalidades en la Uni\u00f3n Sovi\u00e9tica, bas\u00e1ndose en los m\u00e1s altos principios morales. El genocidio en Ucrania fue dirigido por otro jud\u00edo, Lazar Kaganovich, que tambi\u00e9n dirig\u00eda el archipi\u00e9lago del Gulag para Stalin mucho despu\u00e9s de que \u00e9ste hubiera expulsado del Partido Comunista a jud\u00edos menos serviles como Trotsky. As\u00ed que para traducir la versi\u00f3n jud\u00eda de A trav\u00e9s del espejo<\/em> a la realidad, Roth est\u00e1 acusando a los padres fundadores de Am\u00e9rica de perpetrar contra los jud\u00edos lo que los agentes jud\u00edos de Stalin y Roosevelt estaban perpetrando en realidad contra otros grupos \u00e9tnicos, especialmente los japoneses y las etnias cat\u00f3licas de Am\u00e9rica, y contra los ucranianos, los alemanes del Volga, los kalmukos, y muchos m\u00e1s en la Uni\u00f3n Sovi\u00e9tica. Los psic\u00f3logos llaman a esto proyecci\u00f3n, y normalmente se asocia con la culpa, pero volveremos sobre este punto m\u00e1s adelante.<\/p>\n

El siguiente paso en el intento del Presidente Lindbergh “de establecer el ‘Nuevo Orden Fascista Americano’, una dictadura totalitaria seg\u00fan la de Hitler”, se conoce como “el Proyecto del Buen Vecino”, que es un programa gubernamental “dise\u00f1ado para introducir un n\u00famero cada vez mayor de residentes no jud\u00edos en barrios predominantemente jud\u00edos para de esta manera ‘enriquecer’ la “americanidad” de todos los involucrados”. Siendo un ni\u00f1o precoz, Philip, de siete a\u00f1os de edad, entiende que “el objetivo subyacente” del Proyecto del Buen Vecino “era debilitar la solidaridad de la estructura social jud\u00eda as\u00ed como disminuir la fuerza electoral que una comunidad jud\u00eda pudiese tener en las elecciones locales y a nivel del Congreso”. Para que esto ocurriera en Newark, donde los Roths viv\u00edan en ese momento, “los pisos desocupados en septiembre… fueron ocupados por familias italianas del Primer Distrito. Generalmente sus nuevas viviendas les hab\u00edan sido asignadas por un edicto gubernamental de extrema derecha. Para la pr\u00f3xima vez que Lindbergh se presentara a la presidencia “una mayor\u00eda cristiana podr\u00eda dominar en al menos la mitad de los 20 barrios jud\u00edos m\u00e1s poblados de Am\u00e9rica tan pronto como el comienzo del segundo mandato de Lindberg, y estar\u00eda la soluci\u00f3n de la cuesti\u00f3n jud\u00eda de Am\u00e9rica a mano, de una forma u otra.”<\/p>\n

Si todo esto suena vagamente familiar, es porque de hecho sucedi\u00f3 en Am\u00e9rica, pero no fue bajo Lindbergh, y no afect\u00f3 a los jud\u00edos. Como he mostrado en detalle en Urban Renewal as Ethnic Cleansing<\/em> [la renovaci\u00f3n urbana como operaci\u00f3n de limpieza \u00e9tnica], la Oficina de Informaci\u00f3n de Guerra, bajo la gu\u00eda de gente como Louis Wirth y Archibald MacLeish, hab\u00eda inaugurado una campa\u00f1a, mudando a muchos aparceros negros del Sur a proyectos de vivienda financiados por el gobierno que fueron construidos deliberadamente en vecindarios \u00e9tnicos cat\u00f3licos, “para debilitar la solidaridad de la estructura social [cat\u00f3lica] as\u00ed como para disminuir cualquier fuerza electoral que una comunidad [cat\u00f3lica] pudiera tener en las elecciones locales y a nivel del Congreso”.<\/p>\n

En otras palabras, parafraseando el t\u00edtulo de la novela de Sinclair Lewis que sirvi\u00f3 de modelo a Roth, todo esto “podr\u00eda haber ocurrido aqu\u00ed”. De hecho, ocurri\u00f3 aqu\u00ed, pero de una manera que era la imagen especular, invertida, de la historia presentada en la novela de Roth. Nadie nunca se\u00f1al\u00f3 a los jud\u00edos para una limpieza \u00e9tnica en Am\u00e9rica, pero Louis Wirth, el jud\u00edo, estaba orquestando la destrucci\u00f3n de los barrios cat\u00f3licos, precisamente con los m\u00e9todos que Roth menciona en su Proyecto del Buen Vecino. Confrontado con la perspectiva de la limpieza \u00e9tnica de su vecindario, el joven Philip Roth promete: “Nada me har\u00e1 salir de aqu\u00ed. …a m\u00ed no me iba a expulsar el gobierno de los Estados Unidos de una calle cuyas mismas ca\u00f1er\u00edas bull\u00edan con el elixir de la vida”. Por supuesto, Philip y su familia fueron expulsados de su casa en Newark por las mismas personas \u00a1que son los h\u00e9roes de su libro! “Todav\u00eda hay hombres buenos en este pa\u00eds. Est\u00e1 Roosevelt, est\u00e1 Ickes, est\u00e1 el alcalde La Guardia.” Pero no fueron expulsados de sus hogares por la migraci\u00f3n negra orquestada por el gobierno porque fueran jud\u00edos. Fueron expulsados de Newark porque todav\u00eda eran vagamente \u00e9tnicos, aunque apoyaran la guerra contra el fascismo, y fueron llevados a vivir en los suburbios que Roth describe en Adi\u00f3s, Col\u00f3n<\/em> [relatos, de 1959]para convertirlos en “blancos”. A este respecto Roth padre resulta m\u00e1s previsor que Roth hijo cuando dice, “as\u00ed es como se trabaja en una gran empresa”. Las grandes empresas trasladan a la gente todo el tiempo.” Esa era la tesis de William H. Whyte en The Organization Man<\/em>, y fue Whyte quien habl\u00f3 de los suburbios como agentes de americanizaci\u00f3n para las etnias no asimiladas.<\/p>\n

Los guerreristas<\/strong><\/p>\n

Roth puede criticar la ingenier\u00eda social que destruy\u00f3 el barrio de su infancia, pero no puede criticar a la gente que la orquest\u00f3. Eso interferir\u00eda con su agenda pol\u00edtica y racial, que se desprende de su deseo de demonizar a sus enemigos y beatificar a sus amigos. Interferir\u00eda con su odio, que es la fuente de su creatividad. As\u00ed que decide culpar a la v\u00edctima. Roth culpa a la gente que estaba en contra de la entrada de Am\u00e9rica en la Segunda Guerra Mundial, le echa la culpa por toda la ingenier\u00eda social, la limpieza \u00e9tnica, y la perturbaci\u00f3n social que supuestamente justific\u00f3 la guerra. As\u00ed que cuando un agente del FBI llega para interrogar a Philip, de siete a\u00f1os, nos dice que \u00e9l “sab\u00eda lo suficiente como para no mencionar a Henry Ford, America First, los dem\u00f3cratas del sur o los republicanos aislacionistas, y mucho menos a Lindbergh. En los \u00faltimos a\u00f1os, la lista que escuch\u00e9 en casa de los prominentes americanos que odiaban a los jud\u00edos era mucho m\u00e1s larga, y luego estaban los americanos comunes, decenas de miles, tal vez millones de gente, como los bebedores de cerveza con los que no quer\u00edamos convivir en la Uni\u00f3n”.<\/p>\n

Como muchos jud\u00edos, Roth comparte el dogma de que el antisemitismo es una patolog\u00eda cuya fuente es el cristianismo y que es, por lo tanto, inseparable del cristianismo. Como resultado, el antisemitismo no tiene relaci\u00f3n con el comportamiento jud\u00edo. A los jud\u00edos se les odia sin raz\u00f3n alguna. Por lo tanto, el antisemitismo, por su misma irracionalidad, puede estallar en cualquier momento y en cualquier lugar, incluso en Am\u00e9rica, donde los jud\u00edos, como el rabino Daniel Lapin nunca se cansa de repetir, nunca lo pasaron mejor.<\/p>\n

Si pasamos de la versi\u00f3n de Roth de Al otro lado del espejo<\/em> a la realidad hist\u00f3rica, encontramos que la animosidad contra los jud\u00edos tanto en Europa como en Am\u00e9rica ten\u00eda causas hist\u00f3ricas bastante definidas. Lindbergh, para citar al principal villano seg\u00fan Roth, sent\u00eda que los jud\u00edos eran un “peligro para este pa\u00eds” porque 1) lo llevaban a la guerra y 2) por “su \u00a0gran hacienda e influencia invertida en nuestras pel\u00edculas, nuestra prensa, nuestra radio y nuestro gobierno”. En el discurso que dio en una reuni\u00f3n de America First en Des Moines, Iowa, el 11 de septiembre de 1941, Lindbergh no destacaba a los jud\u00edos. Al contrario, los incluy\u00f3 junto con los ingleses y la Administraci\u00f3n Roosevelt entre los tres grupos que estaban decididos a llevar al pa\u00eds a una guerra con Alemania. Lindbergh continu\u00f3 diciendo, que “No estoy atacando ni a los jud\u00edos ni a los brit\u00e1nicos. Admiro a ambas razas. Pero digo que los l\u00edderes de las razas brit\u00e1nica y jud\u00eda, por razones tan comprensibles desde su punto de vista como desaconsejables desde el nuestro, por razones que no son americanas, est\u00e1n deseando \u00a0involucrarnos en la guerra”.<\/p>\n

Como Lindbergh, Henry Ford, otro de los malos seg\u00fan Roth, tambi\u00e9n ten\u00eda sus razones. Ford caracteriz\u00f3 a los jud\u00edos como los bolcheviques a escala mundial que ten\u00edan la culpa de la expansi\u00f3n revolucionaria en Alemania. Tambi\u00e9n sent\u00eda que eran responsables de la Revoluci\u00f3n en Rusia. Como Lindbergh y Ford, el Padre Charles Coughlin de Royal Oak, Michigan, tambi\u00e9n ten\u00eda sus razones, pero \u00e9stas no las menciona Philip Roth.<\/p>\n

En uno de los vuelos de fantas\u00eda m\u00e1s extra\u00f1os de la novela Conspiraci\u00f3n …,<\/em> Walter Winchell, el calumniador asesino y columnista de chismes, se presenta a la presidencia despu\u00e9s de ser expulsado del aire por las fuerzas de Lindbergh. Esto, como era de esperar, lleva a los antisemitas a paroxismos de ira, especialmente cuando aparece en las parroquias cat\u00f3licas: “Winchell atrajo una turba furiosa que cantaba ‘\u00a1Jud\u00edo sucio, vete a casa!’ en cada parroquia donde se exhib\u00eda ante los creyentes”, seg\u00fan Roth. Igualmente predecible es el hecho de que Winchell, que “se hab\u00eda convertido en un dios total y m\u00e1s importante que Adonay”, dice el narrador, desatar\u00eda “la peor y m\u00e1s extendida violencia… en Detroit”, porque Detroit era “el cuartel general del “sacerdote radial”, el Padre Coughlin, con su Frente Cristiano que odiaba a los jud\u00edos”. S\u00f3lo para que conste aqu\u00ed, el Frente Cristiano fue dirigido por un tal Padre Brophy de Brooklyn; pero hechos como ese no son importantes a la hora de redactar unas “memorias falsas”.<\/p>\n

Otros hechos relacionados con el “sacerdote radial” Coughlin carecen \u00a0igualmente de importancia, en la fantas\u00eda de Roth: as\u00ed Roth vincula a Coughlin con el Ku Klux Klan, cuando en realidad el sacerdote radial comenz\u00f3 su santuario despu\u00e9s de que el Klan quemara una cruz en el c\u00e9sped de su iglesia en Royal Oak. Los disturbios, a los que supuestamente Coughlin incitaba, seg\u00fan Roth, “hab\u00edan comenzado en la primera parada de Winchell en Hamtramck (la secci\u00f3n residencial habitada principalmente por trabajadores de la industria automovil\u00edstica y sus familias y que, seg\u00fan se dice, contiene la mayor poblaci\u00f3n polaca del mundo fuera de Varsovia)”. Hamtramck no queda lejos de la parroquia de St Louis the King, donde tambi\u00e9n viv\u00edan personas de etnia cat\u00f3lica polaca, que se hab\u00edan convertido en los beneficiarios de la migraci\u00f3n negra patrocinada por el gobierno para diluir el car\u00e1cter \u00e9tnico del vecindario – si nos atenemos al “Proyecto del Buen Vecino” seg\u00fan Roth – as\u00ed como se enviaron \u00a0tropas federales cuando los polacos se negaron a aceptar el plan. Desde Hamtramck, seg\u00fan el relato de Roth, los disturbios se extendieron a “los barrios jud\u00edos m\u00e1s grandes de la ciudad, las tiendas fueron saqueadas y las vidrieras rotas, los jud\u00edos atrapados al aire libre fueron atacados y golpeados y se encendieron cruces empapadas de keroseno en el c\u00e9sped de las viviendas de lujo a lo largo de Chicago Boulevard”. Era, en otras palabras, la versi\u00f3n americana de la Noche de cristal alemana, algo que, por supuesto, nunca ocurri\u00f3 en Am\u00e9rica a pesar de que en 1943 Detroit fue el escenario del mot\u00edn racial m\u00e1s mortal de la historia americana.<\/p>\n

Cuando se trata de ficci\u00f3n, se supone que el lector debe hacer una “suspensi\u00f3n voluntaria de la incredulidad”, pero en este y otros puntos de la novela de Roth, el lector se rebela -quiz\u00e1s porque reconoce que Roth no tiene la intenci\u00f3n de decir ning\u00fan tipo de verdad en su novela, a menos que se vea obligado a decir la verdad a pesar de s\u00ed mismo- despu\u00e9s de ser manipulado por pasajes como los siguientes:<\/p>\n

” Al caer la noche, varios cientos de los 30.000 jud\u00edos de la ciudad hab\u00edan huido y se hab\u00edan refugiado, cruzando el r\u00edo Detroit en Windsor, Ontario, y la historia de los Estados Unidos hab\u00eda registrado su primer pogrom a gran escala, claramente inspirado en las “manifestaciones espont\u00e1neas” contra los jud\u00edos de Alemania conocidos como Kristallnacht<\/em>. . . que el padre Coughlin, en su peri\u00f3dico semanal Social Justice<\/em>, hab\u00eda defendido en ese momento como reacci\u00f3n de los alemanes contra el “comunismo de inspiraci\u00f3n jud\u00eda”.<\/p>\n

Para empezar, el Padre Coughlin no defendi\u00f3 la Noche de cristal. La deplor\u00f3 por lo que era. Lo sabemos porque le dedic\u00f3 un programa de radio el 20 de noviembre de 1938 titulado “Persecuciones jud\u00edas y cristianas”. Coughlin deplor\u00f3 la violencia contra los inocentes, pero adem\u00e1s lo hizo en t\u00e9rminos que los jud\u00edos hab\u00edan estado formulando durante a\u00f1os. “Los trotskys hacen la revoluci\u00f3n”, dijo un rabino, “pero los Bronstein son los que pagan por ella”. Los jud\u00edos visibles pagaron por los excesos de los bolcheviques jud\u00edos que hab\u00edan cambiado de nombre y se involucraron en el comportamiento que hab\u00eda causado el precipitado aumento del antisemitismo en los a\u00f1os 20 y 30. En un discurso aprobado por su jeraqu\u00eda, el Padre Coughlin llam\u00f3 a su audiencia radial “a oponerse a toda persecuci\u00f3n, dondequiera que se origine”. A diferencia de Roth, que ve la historia como un pretexto para inflamar los prejuicios \u00e9tnicos, Coughlin primero conden\u00f3 la violencia y luego trat\u00f3 de explicar por qu\u00e9 hab\u00eda brotado. Eso significaba lidiar con su contexto hist\u00f3rico; eso, a su vez, significaba lidiar con el bolchevismo, y eso, a su vez, significaba lidiar con los jud\u00edos. Coughlin sinti\u00f3 que el ascenso de Hitler y el consiguiente ascenso del Partido Nazi al poder en Alemania estaba directamente relacionado con la amenaza comunista, que se hab\u00eda extendido por toda Europa del Este y Alemania desde el colapso de los grandes imperios en 1919.<\/p>\n

No era el \u00fanico en razonar as\u00ed. Ruth Fischer afirm\u00f3 que Munich nunca se habr\u00eda convertido en el lugar de nacimiento del nazismo sin la revoluci\u00f3n bolchevique, que erigi\u00f3 all\u00ed la Rep\u00fablica Sovi\u00e9tica de Baviera a principios de los a\u00f1os 20. Eugenio Pacelli (m\u00e1s tarde Papa P\u00edo XII) viv\u00eda all\u00ed en ese momento como nuncio alem\u00e1n. Despu\u00e9s de visitar la sede del gobierno de Kurt Eisner en el palacio Wittelsbach, inform\u00f3 de que se hab\u00eda encontrado all\u00ed con un grupo de mujeres, cuyo l\u00edder era “la amante de Levine, una joven rusa, jud\u00eda y divorciada” (l’amante di Levien: una giovarte russa, ebrea, divorziata<\/em>), Fueron los miserables excesos de la Rep\u00fablica Sovi\u00e9tica en Munich los que “indignaron al pueblo y causaron un dram\u00e1tico aumento del antisemitismo”. Como antes en Rusia, todos los jud\u00edos fueron culpados por los excesos de unos pocos revolucionarios. Los Bronstein pagaban el pato por los Trotskys.<\/p>\n

Lo mismo ocurri\u00f3 con Austria despu\u00e9s de la guerra. En su libro La verdad sobre Austria<\/em>, Guido Zernattos afirmaba que “la base m\u00e1s importante del antisemitismo austriaco moderno era el papel que los intelectuales jud\u00edos desempe\u00f1aban en el liderazgo del partido socialdem\u00f3crata”.<\/p>\n

El marxismo es una postura intelectual<\/strong><\/p>\n

A diferencia de Roth, que manipula los eventos hist\u00f3ricos como la Noche de cristal con un efecto pol\u00edtico, Coughlin trat\u00f3 de explicar por qu\u00e9 hab\u00eda ocurrido, y eso implicaba ver la Kristallnacht y el ascenso de Hitler en su contexto hist\u00f3rico como una reacci\u00f3n contra los excesos del bolchevismo, un movimiento revolucionario que era visto como entra\u00f1ablemente jud\u00edo. En su discurso del 20 de noviembre, Coughlin se dirige directamente a los jud\u00edos, pidi\u00e9ndoles que “no sean indulgentes con los gentiles y jud\u00edos irreligiosos y ateos que promueven la causa de la persecuci\u00f3n en la tierra de los comunistas; son los mismos que promueven la causa del ate\u00edsmo en Am\u00e9rica”. Hab\u00eda llegado el momento de condenar los excesos de ambos bandos. “Los gentiles deben repudiar los excesos del nazismo. Pero jud\u00edos y \u00a0gentiles deben repudiar la existencia del comunismo del que surge el nazismo.” Al vincular a los jud\u00edos con el bolchevismo, Coughlin se gan\u00f3 la ira de un grupo de personas que, como se evidencia en el libro de Roth, continu\u00f3 difam\u00e1ndolo como un odiador de los jud\u00edos y simpatizante de los nazis hasta el d\u00eda de hoy. Pero lo que ten\u00eda que decir en ese momento fue mencionado a menudo por gente que normalmente no se asociar\u00eda con el antisemitismo, es decir, los propios jud\u00edos. Leopold Trepper, el l\u00edder de la “Rote Kapelle”, el grupo de resistencia nazi que funcion\u00f3 entre 1933 y 1939, lo dijo muy sucintamente cuando explic\u00f3: “Me convert\u00ed en comunista, porque soy jud\u00edo”. (“Ich wurde Kommunist, weil ich Jude bin<\/em>.”)<\/p>\n

La cita viene del libro de Johannes Rogalla von Bieberstein “Juedischer Bolschewismus”: Mythos und Realitaet<\/em> (SC H Nellroda: Edici\u00f3n Antaios, 2004). El libro de Von Bieberstein apareci\u00f3 el mismo a\u00f1o que el de Roth, pero no figura en el cat\u00e1logo de Borders o Barnes and Noble, donde el libro de Philip Roth se ostenta. De hecho, a menos que leas en alem\u00e1n, no podr\u00e1s leerlo del todo porque, como la historia de Aleksandr Solzhenitsyn de los jud\u00edos en Rusia, Doscientos a\u00f1os juntos<\/em>, [2 tomos, 1000 p\u00e1g., 2002-2003] no ha sido traducida al ingl\u00e9s. El libro de Von Bieberstein es la ant\u00edtesis de las “falsas memorias” de Roth. Roth se deja llevar por los prejuicios raciales; von Bieberstein re\u00fane los hechos y apela a la raz\u00f3n. As\u00ed es c\u00f3mo escribi\u00f3 al final un bien fundamentado \u00a0documento hist\u00f3rico que muestra 1) que el bolchevismo fue un fen\u00f3meno jud\u00edo y 2) que cre\u00f3 una ola de reacci\u00f3n antisemita que llev\u00f3 \u00a0a Hitler al poder en Alemania. A diferencia de Daniel Goldhagen, que escribe historias basadas en ficciones jud\u00edas, y a diferencia de Philip Roth, que escribe novelas jud\u00edas basadas en historia ficticia, von Bieberstein ofrece una relaci\u00f3n de los mitos y realidades que rodean un tema cuya sola menci\u00f3n, en el mundo de Roth y Goldhagen, es una prueba prima facie<\/em> de antisemitismo. Tanto Goldhagen como Roth se atienen al principio m\u00e1s b\u00e1sico de la ideolog\u00eda jud\u00eda, seg\u00fan el cual el antisemitismo no tiene nada que ver con el comportamiento jud\u00edo. Esa premisa convierte toda la historia en una forma de mistificaci\u00f3n pol\u00edtica. Von Bieberstein desmitifica la mistificaci\u00f3n documentando en detalle el papel que el bolchevismo jud\u00edo jug\u00f3 en el ascenso de Hitler. Seg\u00fan von Bieberstein, el padre Coughlin critic\u00f3 el nazismo, pero lo vio sin embargo como “un mecanismo de defensa contra el comunismo”. En este sentido, se diferenciaba poco de Henry Ford, que tem\u00eda a los jud\u00edos principalmente porque sent\u00eda que eran la fuerza impulsadora de la difusi\u00f3n de la revoluci\u00f3n en todo el mundo.<\/p>\n

Ese hecho se abre paso a trav\u00e9s del espejo invertido que ofrece Roth:<\/p>\n

“Como organizaci\u00f3n anticomunista m\u00e1s que pro-nazi, el Bund era tan antisemita como antes, equiparando abiertamente el bolchevismo con el juda\u00edsmo en los folletos de propaganda… aferr\u00e1ndose a los prop\u00f3sitos enunciados en su declaraci\u00f3n oficial sobre la primera organizaci\u00f3n en 1936: “para combatir la locura roja dirigida por Mosc\u00fa y sus portadores de bacilos jud\u00edos . . . . Salieron banderas en los muros que dec\u00edan “\u00a1Aplastemos a los comunistas jud\u00edos de EE.UU.!”<\/p>\n

Al afirmar su reparto de esta manera, Roth da la impresi\u00f3n de que cualquiera que vinculara a los jud\u00edos con el comunismo era un nazi antisemita delirante, pero no fue as\u00ed. Ford, como incluso una lectura superficial del libro de von Bieberstein lo deja en claro, no era el \u00fanico que sent\u00eda que los jud\u00edos jugaban un papel importante en el bolchevismo. En mayo de 1919, Woodrow Wilson, sin el menor aislacionismo, proclam\u00f3 que el movimiento bolchevique estaba liderado por jud\u00edos. M\u00e1s o menos al mismo tiempo, en un art\u00edculo del Illustrated London News<\/em>, Winston Churchill, el mismo hombre que envi\u00f3 al Intrepid a Am\u00e9rica para involucrarla en la Segunda Guerra Mundial y por lo tanto presumiblemente uno de los h\u00e9roes de Philip Roth, dijo m\u00e1s o menos lo mismo. En 1919, Arnold Zweig, queien al igual que Arthur Koestler era tanto sionista como comunista, escribi\u00f3 que la “sangre jud\u00eda” dio nacimiento al socialismo “de Mois\u00e9s a Lindauer”. En su obra maestra, Das Prinzip Hoffnung<\/em>, el jud\u00edo Ernst Bloch dijo lo mismo en forma a\u00fan m\u00e1s concisa cuando escribi\u00f3, en una parodia del dicho romano, “Ubi Petrus, Ibi Ecclesia<\/em>,” “Ubi Lenin, Ibi Jerusalem<\/em>.” Elie Wiesel escribi\u00f3 que, “Tenemos que hacer la revoluci\u00f3n, porque Dios nos lo dijo. Dios quiere que nos convirtamos en comunistas”. En 1848, Adolf Jellinek escribi\u00f3 que “los reaccionarios denuncian a los jud\u00edos como el perpetuo m\u00f3vil de la revoluci\u00f3n”. En su libro Der grosse Basar<\/em>, Daniel Cohn-Bendit, [franco-alem\u00e1n y] uno de los l\u00edderes de la Revoluci\u00f3n del 68, se refiri\u00f3 a Trotsky como “la encarnaci\u00f3n de la esencia del jud\u00edo talm\u00fadico”. En 1934, en su libro Katholizismus und Judentum<\/em>, Bela Bangha, jesuita h\u00fangaro, escribi\u00f3 que el “marxismo revolucionario” correspond\u00eda “en su esencia a una forma particular del alma jud\u00eda y a su postura intelectual”. El 14 de diciembre de 1918, el American Literary Digest<\/em> hizo la pregunta, “\u00bfSon los bolcheviques principalmente jud\u00edos?” Dos a\u00f1os m\u00e1s tarde, el 19 de junio de 1920, bajo el t\u00edtulo de “El peligro jud\u00edo”, el Christian Science Monitor<\/em> se refiri\u00f3 a una supuesta conspiraci\u00f3n jud\u00eda mundial como se demostr\u00f3 en los reci\u00e9n descubiertos, y en el acto desacreditados, Protocolos de los sabios de Si\u00f3n<\/em>” El mismo d\u00eda, el Chicago Tribune<\/em> se refiri\u00f3 al bolchevismo como “un instrumento para el control jud\u00edo del mundo”.<\/p>\n

Los jud\u00edos tend\u00edan como los gentiles a hablar de esta manera. En 1921 A. Sachs escribi\u00f3 que, “El bolchevismo jud\u00edo ha demostrado al mundo entero que la raza jud\u00eda no sufre de degeneraci\u00f3n.” En 1990, en su libro La guerra de Stalin contra los jud\u00edos<\/em>, Louis Rapoport escribi\u00f3 que “los hombres de herencia jud\u00eda”, sentaron “los cimientos del comunismo y el socialismo”. Franz Werfel, el hombre que escribi\u00f3 La canci\u00f3n de Bernadette<\/em>, y que particip\u00f3 en la insurrecci\u00f3n comunista en Viena en 1919, escribi\u00f3 un art\u00edculo titulado “El regalo de Israel a la humanidad”, en el que dec\u00eda que “Mois\u00e9s Hess, Carlos Marx y Fernando Lasalle” eran los “padres de la iglesia del socialismo”. Jacob Toury afirm\u00f3 que el socialismo surgi\u00f3 del juda\u00edsmo tradicional entre los desarraigados como religi\u00f3n de sustituci\u00f3n. En un art\u00edculo titulado “El revolucionario jud\u00edo”, que apareci\u00f3 en el Neue Juedischen Montsheften<\/em> a finales de 1919, el autor declar\u00f3 que “por m\u00e1s que el tema sea exagerado por el lado antisemita y por m\u00e1s ansiosamente que lo niegue la burgues\u00eda jud\u00eda, la enorme participaci\u00f3n jud\u00eda en el movimiento revolucionario contempor\u00e1neo es un hecho simple”. Un a\u00f1o despu\u00e9s, Franz Kafka, el famoso jud\u00edo germanoparlante de Praga, escribi\u00f3: “No perdonas a los socialistas y comunistas jud\u00edos. Los ahogas en la sopa y los rebanas cuando los asas”. (“Den juedischen Sozialisten und Kommunisten verzeiht man nichts, die ertraenkt man in der Suppe und zerschnei Suppe und zerschneidet man beim Braten<\/em>.”)<\/p>\n

El premio Nobel polaco, Isaac B. Singer, que hablaba polaco con dificultad y gan\u00f3 el premio Nobel de literatura por escribir en yiddish, afirm\u00f3 que “los comunistas de Varsovia eran casi exclusivamente jud\u00edos, y llevaban fuego y espada a todas partes”. Tambi\u00e9n pretend\u00edan (despu\u00e9s de la revoluci\u00f3n de octubre) que la justicia social s\u00f3lo se pod\u00eda hallar en Rusia.” El presidente federal Friedrich Ebert afirm\u00f3 que los jud\u00edos eran los responsables de la revoluci\u00f3n en Alemania y que “pr\u00e1cticamente todos los jud\u00edos eran cripto-bolcheviques”. En 1904, el sionista alem\u00e1n Franz Oppenheimer observaba: “nada m\u00e1s seguro: el jud\u00edo contempor\u00e1neo de Europa del Este es un revolucionario nato”. Lo que sigui\u00f3 despu\u00e9s del reconocimiento casi universal de la participaci\u00f3n jud\u00eda en el bolchevismo, fue una ola de antisemitismo sin precedentes. Lo que hizo que una organizaci\u00f3n racista como la sociedad Thule fuera una amenaza peligrosa fue precisamente el consenso generalizado de que “no hay nada por el estilo del bolchevismo sin los jud\u00edos”.<\/p>\n

Como Erich Haberer deja claro, los jud\u00edos hab\u00edan sido la columna vertebral del movimiento revolucionario en Rusia. La dislocaci\u00f3n social entre las potencias centrales que sigui\u00f3 a la derrota despu\u00e9s de la Primera Guerra Mundial, permiti\u00f3 al movimiento revolucionario alcanzar sus mayores \u00e9xitos. Los jud\u00edos pod\u00edan ahora vengarse de las monarqu\u00edas cristianas tradicionales que siempre los hab\u00edan perseguido. Los jud\u00edos, seg\u00fan Michael Lerner “eran representantes entusiastas del colapso de las comunidades tradicionales porque esas comunidades discriminaban a los jud\u00edos”. Stanley Rothman y S. Robert Lichter sostienen que “el objetivo de los radicales jud\u00edos era apartar a los cristianos de su sociedad, as\u00ed como los jud\u00edos hab\u00edan sido apartados de esas mismas culturas”. En 1849, en Israels Herold<\/em>, Karl Ludwig Bernays explic\u00f3 que “Los jud\u00edos se vengaron de un mundo hostil de una manera completamente nueva… liberando a la humanidad de toda religi\u00f3n y de cualquier tipo de sentimiento patri\u00f3tico”. En la edici\u00f3n del 30 de noviembre de 1917 de The Jewish Chronicle<\/em>, Trotsky fue descrito “como el vengador del sufrimiento y la humillaci\u00f3n de los jud\u00edos” bajo los zares.<\/p>\n

El estudio de Von Bieberstein de la literatura contempor\u00e1nea se\u00f1ala, sobre el movimiento revolucionario en el per\u00edodo alrededor de la Primera Guerra Mundial, que la participaci\u00f3n jud\u00eda estaba ligada a la atracci\u00f3n jud\u00eda por la pol\u00edtica mesi\u00e1nica. Houston Stewart Chamberlain, el te\u00f3rico racial ingl\u00e9s que se cas\u00f3 con una mujer de la familia Wagner y se convirti\u00f3 en partidario de Hitler, reproch\u00f3 a los “ateos jud\u00edos” que “planearan un imposible reino mesi\u00e1nico socialista y econ\u00f3mico sin tener en cuenta el hecho de que en el proceso provocar\u00edan la destrucci\u00f3n de la civilizaci\u00f3n y la cultura que tan laboriosamente hemos erigido”. Ernst Bloch, que se describi\u00f3 a s\u00ed mismo en 1918 como un “jud\u00edo consciente de la raza”, describi\u00f3 el proyecto prometeico de los marxistas revolucionarios como nada menos que una “segunda encarnaci\u00f3n”. De manera similar, Eugen Hoeflich, el cr\u00edtico literario de Viena que m\u00e1s tarde cambi\u00f3 su nombre por el de Mose Y. BenGavriel, escribi\u00f3 que “el jud\u00edo bolchevique quiere incendiar Europa, no para llenarse los bolsillos sino porque est\u00e1 impulsado por la idea m\u00e1s pura, una idea que tendr\u00e1 consecuencias tr\u00e1gicas, y que surgi\u00f3 de una psicosis masiva nacida de la guerra”.<\/p>\n

La Revoluci\u00f3n Rusa de 1917 ya fue bastante mala, pero no tuvo ni de lejos el efecto psicol\u00f3gico en la opini\u00f3n p\u00fablica que sus revoluciones hijas -las ef\u00edmeras rep\u00fablicas sovi\u00e9ticas de Baviera y Hungr\u00eda- tuvieron en las poblaciones de Europa oriental. Bela Kun hizo para los jud\u00edos de Hungr\u00eda lo que Kurt Eisner hizo para los jud\u00edos de Alemania; ambos crearon una enorme ola de antisemitismo en sus respectivos pa\u00edses. “Jud\u00edo” se convirti\u00f3 en sin\u00f3nimo de “revolucionario”, y pronto nuevas etiquetas como “Umsturzjuden<\/em>“, “Revolutionsjuden<\/em>“, as\u00ed como “RevoluZion<\/em>” comenzaron a circular. Dirigida por Bela Kun, que magiariz\u00f3 el nombre de su padre Kohn a principios del siglo XX, la Rep\u00fablica Sovi\u00e9tica H\u00fangara difundi\u00f3 el miedo y el odio entre la poblaci\u00f3n nativa h\u00fangara, que la denunci\u00f3 como la “Judenrepublik<\/em>“. Seg\u00fan el libro de Lichter y Rothman Ra\u00edces del Radicalismo<\/em>, 30 de los 48 comisarios de la Rep\u00fablica Sovi\u00e9tica H\u00fangara eran jud\u00edos. De 202 altos funcionarios, 161 eran jud\u00edos. Este y otros hechos llevaron al London Times<\/em> a describir el r\u00e9gimen de Bela Kun como “Mafia Jud\u00eda” en 1919. “El bolchevismo en Hungr\u00eda”, seg\u00fan Nathaniel Katzburg, era “en gran parte una empresa jud\u00eda”. Por lo tanto, no fue una sorpresa que la Rep\u00fablica Sovi\u00e9tica de Budapest fuera denunciada como “gobierno de los jud\u00edos” y “Judenrepublik<\/em>“. Tampoco fue sorprendente que una ola de pogromos barriera Hungr\u00eda cuando la Rep\u00fablica Sovi\u00e9tica cay\u00f3 all\u00ed. Los Bronsteins, una vez m\u00e1s, tuvieron que pagar por los excesos de los Trotskys.<\/p>\n

Lo mismo ocurri\u00f3 en Austria, donde el dramaturgo Arthur Schnitzler describi\u00f3 en su diario a los revolucionarios como “una mezcla de jud\u00edos literarios, chusma saqueadora e idiotas”. La revoluci\u00f3n en Hungr\u00eda fue noticia en todo el mundo. El resultado neto fue un aumento del antisemitismo, y no s\u00f3lo en Hungr\u00eda. En su libro sobre el holocausto en Hungr\u00eda, Rudolph Braham afirm\u00f3 que las “pasiones milenaristas” que promovieron la revoluci\u00f3n mundial condujeron inexorablemente a la contrarrevoluci\u00f3n, y que el breve pero brutal r\u00e9gimen comunista dej\u00f3 un amargo legado que tuvo consecuencias devastadoras para los jud\u00edos h\u00fangaros.<\/p>\n

La Iglesia Cat\u00f3lica en general y los jesuitas en particular fueron los principales opositores del movimiento revolucionario en el per\u00edodo anterior y posterior a la Primera Guerra Mundial. En un art\u00edculo que apareci\u00f3 en la edici\u00f3n del 21 de octubre de 1922 de la revista vaticana oficialmente reconocida La Civilt\u00e0 Cattolica<\/em>, titulado “La rivoluzione mondia e gli ebrei<\/em>” (La revoluci\u00f3n mundial y los jud\u00edos), el comunismo fue descrito como “la perversi\u00f3n de una fantas\u00eda sem\u00edtica” que emanaba “de la raza jud\u00eda”. En su libro de 1926 Judentum und Christentum<\/em>, el Padre Erich Pryzwara, SJ, utiliz\u00f3 citas de Martin Buber y otros pensadores jud\u00edos para rastrear el socialismo hasta sus ra\u00edces en el mesianismo jud\u00edo, y esto lo llev\u00f3 a la melanc\u00f3lica conclusi\u00f3n de que el jud\u00edo “tiende a convertirse en el incansable revolucionario del mundo cristiano por una necesidad interior”. En el an\u00e1lisis final, el jud\u00edo se ve “impulsado a su incansable activismo por sus m\u00e1s profundas convicciones religiosas. \u00c9l es realmente el inquieto Ahasver”.<\/p>\n

De manera similar, los obispos polacos rastrearon la furia bolchevique que se hab\u00eda desatado en Europa del Este tras la Primera Guerra Mundial hasta el “odio tradicional” que los jud\u00edos siempre hab\u00edan sentido por la Cristiandad. Durante la guerra de Polonia con la naciente Uni\u00f3n Sovi\u00e9tica en 1920, los obispos polacos publicaron una carta pastoral en la que anunciaban que “El verdadero objetivo del bolchevismo es la conquista del mundo. La raza que tiene el liderazgo del bolchevismo en sus manos… est\u00e1 empe\u00f1ada en la subyugaci\u00f3n de las naciones. . . especialmente, porque aquellos que son los l\u00edderes del bolchevismo tienen el odio tradicional hacia la Cristiandad metido en la sangre. El bolchevismo es en realidad la encarnaci\u00f3n del Anticristo en la tierra.<\/p>\n

Como los partidos comunistas en Alemania y Hungr\u00eda, el Partido comunista en Polonia era abrumadoramente jud\u00edo. El 65 por ciento de los comunistas de Varsovia eran jud\u00edos. En los a\u00f1os 20, el porcentaje era a\u00fan mayor, lo que nuevamente aliment\u00f3 el antisemitismo.<\/p>\n

Como los obispos alemanes compart\u00edan los puntos de vista de sus colegas polacos, se vieron atrapados en el mismo estado de \u00e1nimo apocal\u00edptico. El m\u00e1s famoso oponente episcopal del nazismo, Clemens Graf von Galen, obispo de Muenster, escribi\u00f3 una carta pastoral defendiendo la incursi\u00f3n de Hitler en la Uni\u00f3n Sovi\u00e9tica porque librar\u00eda al mundo de la “plaga del bolchevismo”.<\/p>\n

La inclinaci\u00f3n jud\u00eda hacia la pol\u00edtica mesi\u00e1nica explica la sobrerrepresentaci\u00f3n de los jud\u00edos en los movimientos revolucionarios a lo largo del siglo XX. Una vez que Polonia alcanz\u00f3 la condici\u00f3n de Estado tras el Tratado de Versalles, la poblaci\u00f3n jud\u00eda en la Uni\u00f3n Sovi\u00e9tica se redujo a un dos por ciento de la poblaci\u00f3n, lo que a su vez dramatiz\u00f3 la sobrerrepresentaci\u00f3n de los jud\u00edos en los partidos revolucionarios de Rusia. En este sentido, los bolcheviques, con un 11 por ciento de jud\u00edos, eran los menos jud\u00edos de todos los partidos revolucionarios, a pesar de que la sobrerrepresentaci\u00f3n jud\u00eda era cinco veces mayor que la poblaci\u00f3n jud\u00eda en Rusia. El Partido Social Revolucionario, en comparaci\u00f3n, era jud\u00edo en un 14 por ciento, y el Partido Menchevique era jud\u00edo en un 23 por ciento, con una sobrerrepresentaci\u00f3n diez veces mayor que el porcentaje de la poblaci\u00f3n jud\u00eda en Rusia.<\/p>\n

Si nos dirigimos al liderazgo del movimiento revolucionario, la sobrerrepresentaci\u00f3n de los jud\u00edos es a\u00fan m\u00e1s sorprendente. De los 21 miembros del Comit\u00e9 Central del Partido Comunista en Rusia en agosto de 1917, seis, es decir, el 28,6 por ciento, eran jud\u00edos. El porcentaje era a\u00fan mayor entre los mencheviques, donde ocho de los 17 miembros del Comit\u00e9 Central, es decir, alrededor del 50 por ciento, eran jud\u00edos. De la lista de los siete miembros principales de la direcci\u00f3n bolchevique que compil\u00f3 el Comisario de Cultura Anatoli Lunacharsky, cuatro de los siete principales bolcheviques -Trotsky, Sverdlov, Zinovijev y Kamanev- eran jud\u00edos. Cuando el ministro de asuntos exteriores austriaco, Ottokar Graf Czernin, escribi\u00f3 sobre las negociaciones de paz que tuvieron lugar en Brest-Litovsk a principios de 1918, inform\u00f3 que los sovi\u00e9ticos eran “pr\u00e1cticamente sin excepci\u00f3n jud\u00edos con ideas locas”. Los jud\u00edos lograron esta sobrerrepresentaci\u00f3n en el nuevo r\u00e9gimen sovi\u00e9tico porque los rusos tend\u00edan a ser “patri\u00f3ticos” y por lo tanto no eran lo suficientemente despiadados para atacar a sus compatriotas, pero tambi\u00e9n porque los jud\u00edos, de nuevo a diferencia de los “campesinos y trabajadores” rusos que formaban la columna vertebral del movimiento proletario, eran altamente alfabetizados. A modo de ilustraci\u00f3n, el autor del libro Rossija I Evrei<\/em>, (Rusia y los Jud\u00edos<\/em>), cont\u00f3 el siguiente chiste: “Si seis comisarios est\u00e1n sentados en una mesa, \u00bfqu\u00e9 hay debajo de la mesa? La respuesta, las doce rodillas de Israel”.<\/p>\n

El porcentaje de jud\u00edos en el personal de la odiada Cheka era a\u00fan mayor. Hasta el 10 de julio de 1934, ocho a\u00f1os despu\u00e9s de la toma de posesi\u00f3n\u00a0 del partido por Stalin, el 34 por ciento de la direcci\u00f3n de la Cheka segu\u00eda siendo jud\u00eda, una cifra 17 veces mayor que la poblaci\u00f3n jud\u00eda de la Uni\u00f3n Sovi\u00e9tica. Sin embargo, en 1939, despu\u00e9s de la purga de los jud\u00edos del partido, el porcentaje se redujo al 4 por ciento.<\/p>\n

Debido al alto porcentaje de jud\u00edos en los movimientos revolucionarios de Europa del Este y Alemania, el bolchevismo fue percibido como un movimiento jud\u00edo, y por ello los excesos que cometi\u00f3 despertaron una enorme reacci\u00f3n antisemita. El 20 de abril de 1920, Allen Dulles, m\u00e1s tarde jefe de la CIA, escribi\u00f3 que “como resultado del papel destacado que los jud\u00edos b\u00e1varos desempe\u00f1aron en los grupos comunistas, la tolerancia de la era de preguerra ha cambiado y ha surgido un nuevo movimiento fuertemente antisemita”. Von Bieberstein escribe que “una minor\u00eda de jud\u00edos radicales, luchando por la dictadura del proletariado, desencaden\u00f3 una avalancha de antisemitismo agresivo”. Temiendo precisamente esta reacci\u00f3n, la logia de Frankfurt de la B’nai B’rith envi\u00f3 instrucciones a los jud\u00edos b\u00e1varos para que se distanciaran de Kurt Eisner y su Rep\u00fablica Sovi\u00e9tica B\u00e1vara. En un art\u00edculo sobre el antisemitismo en Gran Breta\u00f1a, que apareci\u00f3 en el Jewish Journal of Sociology<\/em> en 1989, Geoffrey Alderman escribi\u00f3 que “el antisemitismo floreci\u00f3 en los a\u00f1os 20 como resultado del miedo al bolchevismo”. En su libro de 1996 Los jud\u00edos y la revoluci\u00f3n rusa<\/em>, el historiador de Harvard Richard Pipes afirm\u00f3 que una de las “consecuencias m\u00e1s desastrosas” de la revoluci\u00f3n rusa era “la identificaci\u00f3n de los jud\u00edos con el comunismo”. Reinhard Maurach, observador jur\u00eddico en los juicios por cr\u00edmenes de guerra de Nuremberg, hizo hincapi\u00e9 en lo que denomin\u00f3 “teor\u00eda de la combinaci\u00f3n”, seg\u00fan la cual “el problema jud\u00edo se fusion\u00f3 con el problema bolchevique” para formar el esquema b\u00e1sico de la doctrina nazi.<\/p>\n

Hitler subi\u00f3 al poder en Alemania porque convenci\u00f3 a la abrumadora mayor\u00eda del pueblo alem\u00e1n “de que los jud\u00edos y los bolcheviques eran una misma cosa”. El Nacional Socialismo fue una reacci\u00f3n contra el comunismo. Ignorar este hecho o escribir como Daniel Jonah Goldhagen que “el antisemitismo no tiene nada que ver con el comportamiento jud\u00edo” es hacer incomprensible toda una \u00e9poca. Saul Friedlander, igualmente, dijo que “el odio al comunismo jug\u00f3 un papel m\u00e1s importante en el ascenso de Hitler que las actitudes antijud\u00edas”.<\/p>\n

Hitler se sent\u00eda bloqueado al principio de su carrera pol\u00edtica tanto por la asimilaci\u00f3n de los jud\u00edos como por la aceptaci\u00f3n alemana de ese hecho, y no podr\u00eda haber puesto a sus seguidores en contra de los jud\u00edos sin la amenaza del bolchevismo y la experiencia de la Rep\u00fablica Sovi\u00e9tica de Baviera, a la que se refiri\u00f3 como “gobierno jud\u00edo temporal”, como prueba. En Mein Kampf<\/em>, Hitler escribi\u00f3 que “en 1918 todav\u00eda no era posible hablar de antisemitismo program\u00e1tico. Todav\u00eda recuerdo las dificultades con que uno se topaba tan pronto como se mencionaba la palabra “jud\u00edo”. O te miraban como si estuvieras loco o te enfrentabas con la m\u00e1s dura resistencia.” En 1933 Hitler le dijo a Max Planck, “No tengo nada en contra de los jud\u00edos en tanto jud\u00edos. Pero los jud\u00edos son todos comunistas, y estos son mis enemigos, y contra ellos es que estoy luchando.” Como prueba de que el anticomunismo triunfaba sobre el racismo en la jerarqu\u00eda de valores de Hitler, von Bieberstein cita el dicho de Hitler, “Lieber sind mir 100 Neger im Saal, als ein Jude<\/em>“. “Mejor cien negros en la sala que un jud\u00edo”. En una entrada del diario del 10 de febrero de 1937, Hans Frank escribi\u00f3, “Confieso mi fe en Alemania… que es en verdad la herramienta de Dios para el exterminio del mal. Estamos luchando en nombre de Dios contra los jud\u00edos y su bolchevismo, Dios nos proteja.” Hitler siempre sostuvo que el jud\u00edo era su enemigo principalmente porque el jud\u00edo difund\u00eda la revoluci\u00f3n. En una charla de sobremesa con fecha del 7 de junio de 1944, segu\u00eda manteniendo que “sin los jud\u00edos no habr\u00eda revoluci\u00f3n”. El te\u00f3rico nazi Alfred Rosenberg dijo algo muy parecido: “El bolchevismo es en su esencia la forma de la revoluci\u00f3n mundial jud\u00eda. . . . No habr\u00eda cosa como el bolchevismo sin los jud\u00edos.”<\/p>\n

Era inevitable una reacci\u00f3n. “Cuanto mayores fueron los \u00e9xitos del movimiento comunista”, escribi\u00f3 Jonathan Frankel en 1988, “mayor fue la hostilidad anticomunista hacia los jud\u00edos”. Hilaire Belloc afirm\u00f3 que “la revoluci\u00f3n en Rusia fue el punto de partida hist\u00f3rico de una renovaci\u00f3n de la animosidad contra los jud\u00edos en Europa occidental”.<\/p>\n

Una industria cinematogr\u00e1fica jud\u00eda y la cultura de una naci\u00f3n<\/strong><\/p>\n

En poco tiempo, la misma reacci\u00f3n lleg\u00f3 a Am\u00e9rica. Von Bieberstein afirma que los primeros signos de reacci\u00f3n antisemita en la “Am\u00e9rica puritana” se manifestaron como una protesta contra la naciente industria cinematogr\u00e1fica de Hollywood, una industria que se consideraba creada y controlada por los jud\u00edos. En su libro El Jud\u00edo Internacional<\/em>, Henry Ford se quejaba de la toma del teatro de Broadway por parte de los jud\u00edos. Sin embargo, los jud\u00edos, dec\u00eda, nunca tuvieron “que expulsar a los gentiles de” la industria del cine, “porque los gentiles nunca tuvieron la oportunidad de entrar en ella”. Ford afirm\u00f3 que “La influencia cinematogr\u00e1fica de los Estados Unidos, en todo el mundo, est\u00e1 exclusivamente bajo el control, moral y financiero, de la manipulaci\u00f3n jud\u00eda de la mente p\u00fablica”. Los jud\u00edos pudieron subvertir la moral de los americanos porque “el escenario y el cine representan el principal elemento cultural del 90 por ciento de la gente. Lo que el joven promedio absorbe en cuanto a formalidad, comportamiento apropiado, refinamiento como lo opuesto a la groser\u00eda, correcci\u00f3n en el discurso o elecci\u00f3n de palabras, costumbres y sentimientos de otras naciones, moda en la ropa, ideas de religi\u00f3n y ley, se desprenden de lo que se ve en el cine y el teatro. La \u00fanica idea de las masas sobre el hogar y la vida de los ricos se deriva del escenario y del cine” (p. 153).<\/p>\n

Acerca de cualquier negocio, segu\u00eda Ford, “que embrutezca el gusto y desmoralice las costumbres, no debe permitirse que se fortalezca sentando ley a \u00a0partir de s\u00ed mismo”. Como resultado de la doble amenaza del bolchevismo jud\u00edo y la subversi\u00f3n de la moral por obra y gracia de Hollywood, muchas legislaturas a lo largo de los a\u00f1os 20 amenazaron con censurar las pel\u00edculas. Fue la amenaza de un boicot en 1934 lo que impuls\u00f3 a Harry Warner a advertir al ejecutivo de la MGM, Harry Rapf, cuyo hijo recorri\u00f3 la Uni\u00f3n Sovi\u00e9tica en el verano de 1934, “No quiero hablar con ning\u00fan comunista de mierda. No olvides que eres jud\u00edo. Los comunistas jud\u00edos van a desatar la ira del mundo sobre el resto de los jud\u00edos”.<\/p>\n

Resulta que la ira del mundo fue m\u00e1s benigna en Am\u00e9rica que en Alemania, pero la reacci\u00f3n tambi\u00e9n tuvo lugar all\u00ed. En Am\u00e9rica, tom\u00f3 la forma de un boicot a los teatros Warner de Filadelfia. Organizado por el Cardenal Dougherty, el obispo cat\u00f3lico de la ciudad, el boicot le costaba a Warner 100.000 d\u00f3lares a la semana en los d\u00edas peores de la Depresi\u00f3n y le hac\u00eda llorar “l\u00e1grimas tan grandes como zurullos de caballo” en las reuniones corporativas. Warner y el resto de los magnates jud\u00edos de Hollywood finalmente aceptaron el C\u00f3digo de Producci\u00f3n como su salida de la ruina financiera.<\/p>\n

Ford admiraba la resistencia cat\u00f3lica al Hollywood jud\u00edo, incluso antes de la imposici\u00f3n del C\u00f3digo. A diferencia de los cl\u00e9rigos protestantes, que se ve\u00edan regularmente ridiculizados en las pel\u00edculas de Hollywood, “el clero cat\u00f3lico se opuso muy pronto a este abuso contra su dignidad sacerdotal, y como resultado de su vigoroso resentimiento los jud\u00edos aflojaron. Ahora nunca se ve a un sacerdote a la luz de la pantalla. Pero el cl\u00e9rigo protestante sigue siendo el hip\u00f3crita alargado, llor\u00f3n y bilioso de las caricaturas anticristianas”.<\/p>\n

Ford sent\u00eda que las pel\u00edculas eran algo as\u00ed como el ensayo para la revoluci\u00f3n en Am\u00e9rica. Los jud\u00edos usaban la pantalla como parte de su “tradicional campa\u00f1a de subversi\u00f3n”. El cine tambi\u00e9n sirvi\u00f3 “como escenario de ensayo para escenas de amenaza antisocial. No hay levantamientos o revoluciones excepto las que se planean y ensayan. . . . Una revoluci\u00f3n exitosa debe tener un ensayo. Se puede hacer mejor en las pel\u00edculas que en cualquier otro lugar: esta es la ‘educaci\u00f3n visual’ como hasta la gente m\u00e1s tosca lo puede entender.”<\/p>\n

Pronto qued\u00f3 claro que cuando los jud\u00edos llegaron a Am\u00e9rica, trajeron la revoluci\u00f3n con ellos. Con una poblaci\u00f3n jud\u00eda que representaba la mitad del porcentaje de la poblaci\u00f3n jud\u00eda en Rusia, Am\u00e9rica ten\u00eda un partido comunista en el que m\u00e1s del 50 por ciento de sus miembros proced\u00edan de familias jud\u00edas. Muchos de estos jud\u00edos cambiaron sus nombres cuando llegaron a Am\u00e9rica, donde continuaron su actividad revolucionaria, para consternaci\u00f3n de gente como Ford y Coughlin. Algunos de los revolucionarios jud\u00edos nacieron en Am\u00e9rica y luego viajaron a Rusia. Israel Amter naci\u00f3 en los Estados Unidos de Am\u00e9rica en 1881. En 1923 viaj\u00f3 a Rusia, donde se convirti\u00f3 en miembro del EKKI. En 1921, Josef Pogany, antiguo comisario bajo el mando de Bela Kun en la Rep\u00fablica Sovi\u00e9tica de Hungr\u00eda, se uni\u00f3 al Komintern, que en 1922 lo envi\u00f3 a Am\u00e9rica, donde tom\u00f3 el nombre de “John Pepper” y se convirti\u00f3 en el jefe de facto<\/em> del Partido Comunista de Am\u00e9rica. Un jud\u00edo ucraniano llamado Jacob Golos, bajo el nombre encubierto de “Timmy” cre\u00f3 una red de esp\u00edas que inclu\u00eda a la esp\u00eda educada en Vassar Elizabeth Bentley, que alcanz\u00f3 sus 15 minutos de fama cuando testific\u00f3 ante las audiencias del comit\u00e9 McCarthy en los a\u00f1os 50.<\/p>\n

El mismo Trotsky dijo que los jud\u00edos jugar\u00edan un papel decisivo en llevar \u00a0la revoluci\u00f3n a Am\u00e9rica. En una entrevista publicada en 1934 por la revista Class Struggle<\/em>, Trotsky afirm\u00f3 que “los trabajadores jud\u00edos de origen extranjero jugar\u00e1n un papel decisivo en la realizaci\u00f3n de la revoluci\u00f3n proletaria americana”. No es de extra\u00f1ar que Henry Ford estuviera molesto. La revista Anti-Bolshevist<\/em> escribi\u00f3 que la reacci\u00f3n contra el bolchevismo ruso era tan grande que estaba causando “una nueva ola de antisemitismo” incluso en Am\u00e9rica.Hasta en Am\u00e9rica, que no hab\u00eda tenido una revoluci\u00f3n del tipo que hab\u00eda tenido lugar en Rusia, Alemania y Hungr\u00eda, Louis Marshall not\u00f3 que la expresi\u00f3n “comunismo jud\u00edo” estaba rondando [en el discurso p\u00fablico]. Dada la reacci\u00f3n contra el bolchevismo jud\u00edo en Europa, la gran pregunta sin respuesta que subyace en el libro de Roth es \u00bfpor qu\u00e9 no pas\u00f3 lo mismo aqu\u00ed? O, m\u00e1s importante a\u00fan, por qu\u00e9 Roth fantasea con que hubiese ocurrido. En su entrevista con Roth en la NPR, Robert Siegel aborda la cuesti\u00f3n de por qu\u00e9 no ocurri\u00f3 aqu\u00ed pregunt\u00e1ndole a Roth si fue “un golpe de suerte o si la experiencia americana fue esencialmente diferente”. Roth respondi\u00f3 diciendo que eran ambas cosas, lo cual es otra forma de decir que no sabe la respuesta. Es menos ambiguo en su libro, donde atribuye la falta de pogromos a “las garant\u00edas incorporadas en la Constituci\u00f3n de los EE.UU.”, que “combinadas con las antiguas tradiciones democr\u00e1ticas americanas, hicieron imposible que una soluci\u00f3n final al problema jud\u00edo se implementase en Am\u00e9rica tan r\u00e1pida o eficientemente como en un continente donde hab\u00eda una historia milenaria de antisemitismo profundamente arraigado en la gente com\u00fan y donde el dominio nazi era absoluto”.<\/p>\n

As\u00ed que volvemos a la explicaci\u00f3n est\u00e1ndar una vez m\u00e1s. Es decir, no ocurri\u00f3 en Estados Unidos porque el cristianismo, la verdadera ra\u00edz del antisemitismo, no era tan fuerte aqu\u00ed como en Europa. Por supuesto, hay todo tipo de pruebas, especialmente en el libro de Roth, que contradicen \u00a0esta explicaci\u00f3n. Toda la amenaza del antisemitismo, seg\u00fan el Plot<\/em>,\u00a0\u00a0 procede de la presencia de la Iglesia Cat\u00f3lica en Newark y en otros lugares, una presencia que causa sentimientos severamente ambivalentes en el joven Felipe. En un momento est\u00e1 lleno de odio hacia la Iglesia Cat\u00f3lica; en otro quiere huir al orfanato cat\u00f3lico dirigido por monjas alemanas. La “visi\u00f3n de pesadilla de la furia antisemita de Am\u00e9rica rugiendo hacia el este a trav\u00e9s del oleoducto de la [Ruta] 22” de Roth se basa en la premisa de que los antisemitas de Am\u00e9rica son todos cristianos temerosos de Dios, o que todos los cristianos temerosos de Dios son antisemitas. Todo lo cual, por supuesto, significa que deber\u00eda haber ocurrido aqu\u00ed, especialmente si, como muchos indican, el cristianismo es m\u00e1s fuerte aqu\u00ed que en la sensual Europa secular.<\/p>\n

En su rese\u00f1a de Plot<\/em> en The New York Times<\/em>, Frank Rich intenta explicar los temores de Roth conect\u00e1ndolos con la administraci\u00f3n Bush tras el 11-S, aunque Roth aconsej\u00f3 no leer la novela como en clave “para interpretar \u00a0los tiempos actuales”, en el mismo peri\u00f3dico. Rich ve en Lindbergh, “un presidente [que] puede usar el miedo… para imponer una peligrosa id\u00e9e fixe<\/em>” a Am\u00e9rica, una obvia referencia a George W. Bush. Cuando Rich lee la novela de Roth, lo que le llama la atenci\u00f3n es “la sensaci\u00f3n de hundimiento que el ‘miedo perpetuo’ es en cierto modo primo del miedo en el que vivimos ahora”. Es cierto, el ‘miedo perpetuo’ define nuestro mundo posterior al 11-S y la despiadada pol\u00edtica del oto\u00f1o de 2004.” Rich luego vincula el miedo a la pol\u00edtica exterior americana. Aunque la pol\u00edtica de Bush de “guerra preventiva” es como “la reencarnaci\u00f3n de Roosevelt” y “la ant\u00edtesis misma del aislacionismo de Lindbergh”, los resultados finales de esa empresa no se ven todav\u00eda: “En realidad, s\u00f3lo se nos est\u00e1 empezando a probar. A\u00fan estamos en las primeras etapas de dos guerras cuyo final no est\u00e1 a la vista. La guerra en Irak ya se les achaca a los neoconservadores jud\u00edos el senador Fritz Hollings de Carolina del Sur, un dem\u00f3crata que apoya a Kerry, as\u00ed como la tachan \u00a0derechistas como el impenitente Pat Buchanan, como si el presidente y el vicepresidente no jud\u00edos no estuvieran entre sus arquitectos”.<\/p>\n

Si la guerra en Irak anda mal (o peor), entonces, los neoconservadores jud\u00edos ser\u00e1n responsables, \u00bfy los pogromos estallar\u00e1n en Kentucky? Una vez m\u00e1s, la pol\u00edtica se convierte en un pretexto para la fantas\u00eda paranoica. Lo que une a Rich y Roth es un estado mental com\u00fan, no una lectura objetiva de la pol\u00edtica exterior americana.<\/p>\n

Hay muchas cosas en el libro de Roth, por otra parte, que no encajan con el an\u00e1lisis de Rich. El mismo Roth rechaza la afirmaci\u00f3n de que se trata, en clave, del 11-S, afirmando que lo empez\u00f3 a escribir en enero de 2001. Roth tambi\u00e9n afirm\u00f3 en una entrevista con John Freeman en el Times-Picayune<\/em> que “estaba tratando de lidiar con estas figuras que salieron de mi ni\u00f1ez, algunas de las cuales me asustaban bastante cuando era ni\u00f1o, como el Padre Coughlin”. Roth, contin\u00faa Freeman, “recuerda los discursos radiales de Coughlin de los domingos por la noche, que a menudo inclu\u00edan ataques a prominentes figuras jud\u00edas, tan v\u00edvidamente como recuerda haber escuchado la voz de Hitler en la radio”.<\/p>\n

\u00bfPero por qu\u00e9 Roth, que se sit\u00faa en la cumbre del mundo literario, deber\u00eda temer a un sacerdote cat\u00f3lico que ha sido universalmente demonizado por m\u00e1s de 60 a\u00f1os? En \u00faltima instancia, los temores de Roth no tienen ninguna base objetiva, cosa que no deber\u00eda sorprender en una novela basada en un evento que no ocurri\u00f3. La base de sus temores es su odio al cristianismo. Desde un punto de vista teol\u00f3gico, esto no deber\u00eda ser sorprendente, porque “el amor perfecto expulsa el miedo”. Si el amor expulsa el miedo y si “el odio es una virtud jud\u00eda”, como leemos en First Things<\/em> (cf. mi pieza “El Mes\u00edas Burl\u00f3n”: Humor jud\u00edo y subversi\u00f3n cultural”, Culture Wars<\/em>, enero de 2004), entonces no es de extra\u00f1ar que a los jud\u00edos les devore el miedo. En griego, el odio y el miedo son, despu\u00e9s de todo, la misma palabra, fobos<\/em>. Temes lo que odias, y odias lo que temes. Cristo es el \u00fanico que nos ha mostrado la salida de ese c\u00edrculo vicioso. Pero, seg\u00fan Roth, Cristo es precisamente el problema. Al dar una expresi\u00f3n m\u00e1s de su miedo en Plot<\/em>, Roth fantasea con los cat\u00f3licos irlandeses que aparecen en Newark, “buscando venganza contra los asesinos de Cristo del Tercer Distrito jud\u00edo”. Todas las garant\u00edas posteriores al Vaticano II de los cl\u00e9rigos liberales han dejado a Roth poco convencido. Todav\u00eda piensa que los jud\u00edos son asesinos de Cristo. En ciertos momentos se regocija con el hecho; en otros momentos esto lo deja obviamente intranquilo.<\/p>\n

Cristo es la cuesti\u00f3n<\/strong><\/p>\n

Despu\u00e9s de seguir a un goy sospechoso, un juego que el joven Philip comparte con su joven amigo Earl, se asoman a la ventana frontal del goy y ven un \u00e1rbol de Navidad en su sala de estar; entonces Earl susurra: “\u00bfVes la cima? En lo m\u00e1s alto del \u00e1rbol, \u00bflo ves? Es Jes\u00fas”. La visi\u00f3n de Jes\u00fas se convierte en una especie de epifan\u00eda para el peque\u00f1o Felipe:<\/p>\n

“Esta fue la culminaci\u00f3n de nuestra b\u00fasqueda: Jesucristo, que seg\u00fan su razonamiento lo era todo y que para m\u00ed lo hab\u00eda jodido todo porque si no fuera por Cristo no habr\u00eda cristianos, y si no fuera por los cristianos no habr\u00eda antisemitismo, y si no fuera por el antisemitismo no habr\u00eda Hitler, y si no fuera por Hitler, Lindbergh nunca habr\u00eda sido presidente, y si Lindbergh no fuera presidente. . . ”<\/p>\n

Cuando el goy invita a los dos chicos a tomar una taza de chocolate caliente, Earl grita: “\u00a1L\u00e1rgate, Phil, es un hada!” y los dos chicos huyen.<\/p>\n

El joven Felipe se siente atra\u00eddo y repelido por Cristo, que es d\u00e9bil y fuerte a la vez, de una manera que Roth no puede entender. Por un lado, quiere huir para el orfanato cat\u00f3lico alem\u00e1n de Newark o para la Ciudad de los Ni\u00f1os del Padre Flanagan. Por otro lado, teme a “los hu\u00e9rfanos, los sacerdotes, las monjas y el l\u00e1tigo de la escuela parroquial”, aunque parece improbable que los l\u00e1tigos cat\u00f3licos se usen con los ni\u00f1os jud\u00edos. Como otros ni\u00f1os jud\u00edos, el peque\u00f1o Philip “generalmente se cruzaba al otro lado de la calle, en las pocas \u00a0ocasiones en que los ve\u00edamos abrirse camino con su atuendo de brujos”. Como el desviado sexualmente Roth del Lamento de Portnoy<\/em>, el joven Felipe “no pod\u00eda estar cerca de una monja, y mucho menos de un par de ellas, sin tener la mente sumida en no demasiado puros pensamientos jud\u00edos”, a pesar de que las monjas lo han tratado con amabilidad: “la m\u00e1s alta de las monjas sonri\u00f3” a Felipe cuando se top\u00f3 con \u00e9l en el autob\u00fas, “y con una vaga tristeza en su voz tranquila -quiz\u00e1s porque el Mes\u00edas hab\u00eda venido y se hab\u00eda ido sin que yo lo supiera- coment\u00f3 a su compa\u00f1era: ‘Qu\u00e9 ni\u00f1o tan lindo y tan limpio'”.<\/p>\n

\u00bfAcaso Roth teme que esta monja vaya a dirigir un pogromo en las calles de Newark? Bueno, s\u00ed, de alguna manera, pero la idea est\u00e1 conectada con sus “pensamientos jud\u00edos no demasiado puros”, algo que desarrolla m\u00e1s tarde cuando discute sobre el linchamiento de Leo Frank en Georgia. Frank fue acusado de abusar de Mary Phagan, [una chica negra] de 13 a\u00f1os,\u00a0 empleada de su f\u00e1brica [y asesinarla despu\u00e9s]. Seg\u00fan Roth, “Colgar al ‘sodomita'” Frank, desde un \u00e1rbol en Marietta, Georgia, la ciudad natal de Mary Phagan, fue “una advertencia p\u00fablica a otros ‘libertinos jud\u00edos’ para que se mantuvieran alejados del Sur y de sus mujeres”. Seg\u00fan Roth describi\u00f3 el comportamiento y el pensamiento de los “libertinos jud\u00edos” en El lamento de Portnoy<\/em>, ning\u00fan jurado dudar\u00eda en condenarlos aunque no se les hubiera linchado [cosa que le pas\u00f3 en 1915 a Leo Franck , el primer, \u00fanico y \u00faltimo jud\u00edo linchado en la historia de Estados Unidos] .<\/p>\n

El miedo, en otras palabras, puede ser creado por el odio, pero lo agrava la culpa. Seg\u00fan el propio Roth, los jud\u00edos se han comportado abominablemente en Am\u00e9rica, despu\u00e9s de que Am\u00e9rica los salvara de los pogromos de Rusia. Roth en un momento dado nos dice que cuando era ni\u00f1o, ya hab\u00eda “empezado a pensar en m\u00ed como un peque\u00f1o criminal porque era jud\u00edo”. Roth hace declaraciones como esta para provocar simpat\u00eda, pero incluso al hacer esto nos se\u00f1ala de nuevo la culpa. Si nos guiamos por sus memorias noveladas, hay en \u00e9l suficiente culpa personal para justificar cualquier n\u00famero de sentimientos poderosos, pero como este es un libro esencialmente \u00e9tnico, estamos hablando de culpa \u00e9tnica tambi\u00e9n. Para empezar, Roth siente culpa por la invasi\u00f3n jud\u00eda de Am\u00e9rica. Am\u00e9rica, como el rabino Lapin no se cansa de decirlo, trat\u00f3 bien a los jud\u00edos, y los jud\u00edos como Philip Roth pagaron a Am\u00e9rica promoviendo la subversi\u00f3n cultural. Portnoy es un jud\u00edo cuya principal felicidad consiste en desacreditar las creencias de los gentiles y al mismo tiempo profanar a sus mujeres, algo que hizo mientras estaba en un comit\u00e9 del Congreso en Washington: “S\u00ed”, le dice a su analista, “Yo era un jud\u00edo feliz all\u00e1 en Washington, convertido yo mismo en una peque\u00f1a pandilla Stern, que se entreten\u00eda reventando el honor y la integridad de Charlie, mientras simult\u00e1neamente me convert\u00eda en amante de esa belleza aristocr\u00e1tica yanqui cuyos antepasados llegaron a estas costas en el siglo XVII. Fen\u00f3meno conocido como “odiar a tu goy y com\u00e9rtelo a la vez”.<\/p>\n

Cuando el padre de Philip va en coche de Newark a Kentucky y vuelve de nuevo para rescatar a Sheldon Wishnow, Roth aprovecha la oportunidad para convertir el viaje en un s\u00edmbolo de la migraci\u00f3n jud\u00eda a Am\u00e9rica. “Se podr\u00eda hacer una analog\u00eda”, nos dice Roth, describiendo el viaje a Kentucky, “con los colonos blancos no invitados que atravesaron por primera vez la barrera de los Apalaches y entraron en los cotos de caza favoritos de las tribus de Delaware y Algonquin, salvo que en vez de ser unos blancos extra\u00f1os enfrentando a los habitantes locales con su rapacidad, estos eran jud\u00edos extra\u00f1os de aspecto raro, provocantes con su sola presencia. Esta vez, sin embargo, los que defend\u00edan violentamente sus tierras de la usurpaci\u00f3n y su forma de vida de la destrucci\u00f3n no eran indios liderados por el gran Tecumseh, sino cristianos americanos alzados con todo derecho, con la bendici\u00f3n del presidente en funciones de los Estados Unidos.<\/p>\n

Ning\u00fan pa\u00eds en la faz de la tierra, ni siquiera Polonia, fue tan acogedor para los jud\u00edos como Am\u00e9rica. Ahora los nietos de los jud\u00edos que escaparon de los pogromos a ra\u00edz del asesinato del Zar en 1881 est\u00e1n fantaseando con pogromos una vez m\u00e1s, y el resto de nosotros estamos obligados a preguntarnos por qu\u00e9. Roth nos ha hecho un favor a todos en este sentido al permitirnos entrever algo de la problem\u00e1tica psiquis capaz de generar \u00a0semejantes \u00a0fantas\u00edas. En \u00faltima instancia el odio de Roth hacia los gentiles, sin ning\u00fan precedente hist\u00f3rico, es lo que le permite imaginar que el pogromo brote de lugares como Kentucky y Detroit y los barrios \u00e9tnicos cat\u00f3licos de Newark: “en Newark, hab\u00eda un vecindario fuertemente jud\u00edo junto a grandes comunidades de clase trabajadora irlandesa, italiana, alemana y eslava que ya albergaban un buen n\u00famero de intolerantes. La suposici\u00f3n era que estas personas no necesitar\u00edan mucho est\u00edmulo para ser moldeadas en una turba destructiva por la conspiraci\u00f3n pro-nazi que hab\u00eda planeado con \u00e9xito los disturbios en Detroit.”<\/p>\n

“\u00bfLa suposici\u00f3n?” \u00bfDe qui\u00e9n es la suposici\u00f3n?, nos vemos obligados a preguntar, aparte de Roth? Roth no ve que si hubo antisemitismo en esas comunidades, surgi\u00f3 de los excesos del bolchevismo jud\u00edo, cuyas noticias se trasladaron desde lugares como Budapest, Varsovia y Munich a lugares como Newark, Hamtramck y South Bend. Las comunidades \u00e9tnicas se comunicaban regularmente con sus hom\u00f3logos europeos, algo que le caus\u00f3 una considerable preocupaci\u00f3n a Louis Wirth. Los cat\u00f3licos eran decididamente anticomunistas. Los jud\u00edos eran igual decididamente pro-comunistas. Sin embargo, a pesar de la animosidad, no hubo pogromos en Am\u00e9rica. Roth no ve que si “no ocurri\u00f3 aqu\u00ed” es porque los comunistas nunca llegaron al poder en Am\u00e9rica. Si lo hubieran hecho, podr\u00eda haber habido una reacci\u00f3n sangrienta aqu\u00ed, como predec\u00eda Lindbergh. En el an\u00e1lisis final, el temor de Roth puede estar relacionado con su poder cultural. Si los jud\u00edos de Europa del Este fueron responsables de los excesos del bolchevismo, \u00bfqui\u00e9n tendr\u00e1 la culpa de los actos de terrorismo cultural como El lamento de Portnoy<\/em> y La conspiraci\u00f3n contra Am\u00e9rica<\/em>? \u00bfO los neoconservadores van a ser vistos como responsables de la debacle de Irak?<\/p>\n

La novela de Roth se desmorona al final por la incoherencia de su rabia y su ambivalencia hacia aquellos a los que odia. Lo que podr\u00eda haber sido planeado como un thriller<\/em> que va y viene entre los individuos atrapados en los eventos, resulta ser algo inflado y anticlim\u00e1tico. Roth, como asustado por sus propias fantas\u00edas, anuncia que Roosevelt est\u00e1 de vuelta en la Casa Blanca y que, por lo tanto, todo tiene arreglo, en una extra\u00f1a especie de flash-forward que arruina la trama, que luego gira de la siguiente manera: Walter Winchell es asesinado “por decir lo que piensa en el Estado de Kentucky… por los nazis de Am\u00e9rica”; la Sra. Wishnow, vecina de Philip, que hab\u00eda sido enviada a Kentucky para americanizarse, es asesinada por una furiosa turba nazi y dejada en “una zanja de drenaje junto a un campo de papas en la llanura justo al sur de Louisville”. Lindbergh vuela a Louisville para calmar a la multitud, pero en el camino de vuelta a casa su avi\u00f3n desaparece misteriosamente, convirtiendo a Burton Wheeler en presidente “ahora para infligirnos las leyes que sab\u00edamos que hab\u00edan sido impuestas por los nazis a los ni\u00f1os jud\u00edos en Alemania”, aunque “Hitler ya se hab\u00eda implantado [en la persona de Henry Ford] como sucesor de Lindbergh”. El padre y el hermano de Roth tienen que conducir hasta Kentucky, con mucho peligro personal, dado el n\u00famero de antisemitas que acechan al oeste del r\u00edo Hudson, para rescatar al hijo de la Sra. Wishnow. Y, lo mejor de todo, el rabino Bengelsdorf, el servil jud\u00edo alem\u00e1n que habla con acento sure\u00f1o (para dar alguna indicaci\u00f3n de la profundidad de su villan\u00eda, supongo) “est\u00e1 bajo custodia del FBI bajo sospecha de estar entre los cabecillas del complot conspirativo jud\u00edo contra Am\u00e9rica”.<\/p>\n

Terrible culpa<\/strong><\/p>\n

De nuevo, volvemos a la versi\u00f3n jud\u00eda de A trav\u00e9s del espejo<\/em>. Si la idea de Roth es que los jud\u00edos que colaboran con los reg\u00edmenes revolucionarios ponen su vida en peligro, es un punto que vale la pena tomar en cuenta<\/em>. Pero la persona m\u00e1s notoria por poner en peligro a los jud\u00edos durante los a\u00f1os 30 no fue Henry Ford, o Charles Lindbergh, o Charles Coughlin, fue el h\u00e9roe antisemita de Roosevelt, Josef Stalin, quien purg\u00f3 a los jud\u00edos uno por uno en los juicios de 1937. Fue Stalin quien rugi\u00f3 de risa cuando Marcel Pauker, secretario del Comit\u00e9 Central Rumano, dio su imitaci\u00f3n del acento jud\u00edo de Sinoviev gritando “Oye, Israel, tu Dios es uno” justo antes de que fuera \u00a0ejecutado por los esbirros de Stalin. Si Roth hubiera le\u00eddo el ensayo de Manfred Georg “El revolucionario jud\u00edo”, que apareci\u00f3 en el Weltbuehne<\/em> en 1930, habr\u00eda sabido que “todas las revoluciones devoran a sus jud\u00edos”. El “jud\u00edo revolucionario” es llevado a lo alto de la rueda revolucionaria, permanece “durante mucho tiempo en la cima”, pero cuando empieza a desplomarse comienza el terror.” Von Bieberstein cita a Simon Dubnow, quien escribi\u00f3 en sus memorias sobre “la terrible culpa” que “pesa sobre los jud\u00edos por su participaci\u00f3n en el bolchevismo”.<\/p>\n

As\u00ed que tal vez eso explica el miedo de Roth. El miedo encontr\u00f3 su expresi\u00f3n en 2004 cuando el Departamento de Estado estableci\u00f3 una oficina para rastrear el antisemitismo en todo el mundo, en la c\u00faspide de la influencia cultural jud\u00eda. El miedo es siempre un subproducto de la revoluci\u00f3n. Mary Wollstonecraft lo not\u00f3 en Par\u00eds, cuando [el rey Luis XVI], el\u00a0 “ciudadano Capet”, fue arrastrado para ser ejecutado; Christopher Isherwood not\u00f3 lo mismo en Berl\u00edn. La Revoluci\u00f3n invariablemente devora a sus jud\u00edos. De ah\u00ed el temor de Roth. Frank Rich lo not\u00f3 en Am\u00e9rica despu\u00e9s del 9\/11. Los jud\u00edos revolucionarios pusieron en marcha la rueda revolucionaria. El hecho de que muchos de ellos fueran aplastados bajo la misma rueda no deber\u00eda cegarnos ante la responsabilidad que tienen. Esa culpa seguir\u00e1 teniendo desafortunadas secuelas psicol\u00f3gicas, sobre todo miedo y sentimiento de culpa, como se expresa en las novelas de Philip Roth, hasta que el arrepentimiento y la conversi\u00f3n se los lleven.<\/p>\n

E. Michael Jones, 29 abril 2020<\/p>\n

Traducci\u00f3n y aclaraciones entre corchetes: Mar\u00eda Poumier.<\/p>\n

Versi\u00f3n original en https:\/\/www.unz.com\/ejones\/hbos-the-plot-against-america\/<\/a><\/p>\n

Version original en Espanol: Red Internacional<\/a><\/p>\n

***<\/p>\n

NOTAS<\/strong><\/em><\/p>\n

(*) El autor dice “Am\u00e9rica” cuando en realidad se refiere solamente al pa\u00eds que se llama a s\u00ed mismo “USA”. Aqu\u00ed elegimos respetar su visi\u00f3n de la geograf\u00eda pol\u00edtica, que es la de cientos de millones de personas. Valdr\u00eda la pena completar sus datos sobre la historia del cine estadounidense con datos paralelos sobre el cine iberoamericano.<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"

“Miedo” es la primera palabra de The Plot against America (*) [La conspiraci\u00f3n contra Am\u00e9rica] la novela de Philip Roth [publicada en 2004], \u00a0que acaba de ser reciclada como una serie de HBO por David Simon y Ed Burns, creadores de The Corner, The Wire y Generation Kill. “El miedo”,...<\/p>\n","protected":false},"author":1,"featured_media":8369,"comment_status":"open","ping_status":"open","sticky":false,"template":"","format":"standard","meta":{"footnotes":""},"categories":[1376,1381,5775,1366],"tags":[1452,5574,5568,5572,5569,5571,5570,5573,5567],"class_list":["post-8368","post","type-post","status-publish","format-standard","has-post-thumbnail","hentry","category-analisis","category-ingenieria_social-propaganda-minorias-genero-cambio_climatico","category-jones-e-michael","category-all","tag-antisemitismo","tag-bolchevismo-judio","tag-conspiracion-contra-america","tag-conspiracion-cristiana","tag-conspiracion-judios","tag-fascistas","tag-hollywood-manipulacion","tag-judios-y-la-revolucion-rusa","tag-philip-roth"],"_links":{"self":[{"href":"https:\/\/redinternacional.net\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/8368","targetHints":{"allow":["GET"]}}],"collection":[{"href":"https:\/\/redinternacional.net\/wp-json\/wp\/v2\/posts"}],"about":[{"href":"https:\/\/redinternacional.net\/wp-json\/wp\/v2\/types\/post"}],"author":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/redinternacional.net\/wp-json\/wp\/v2\/users\/1"}],"replies":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/redinternacional.net\/wp-json\/wp\/v2\/comments?post=8368"}],"version-history":[{"count":1,"href":"https:\/\/redinternacional.net\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/8368\/revisions"}],"predecessor-version":[{"id":8370,"href":"https:\/\/redinternacional.net\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/8368\/revisions\/8370"}],"wp:featuredmedia":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/redinternacional.net\/wp-json\/wp\/v2\/media\/8369"}],"wp:attachment":[{"href":"https:\/\/redinternacional.net\/wp-json\/wp\/v2\/media?parent=8368"}],"wp:term":[{"taxonomy":"category","embeddable":true,"href":"https:\/\/redinternacional.net\/wp-json\/wp\/v2\/categories?post=8368"},{"taxonomy":"post_tag","embeddable":true,"href":"https:\/\/redinternacional.net\/wp-json\/wp\/v2\/tags?post=8368"}],"curies":[{"name":"wp","href":"https:\/\/api.w.org\/{rel}","templated":true}]}}