{"id":6130,"date":"2018-10-12T02:06:21","date_gmt":"2018-10-12T02:06:21","guid":{"rendered":"https:\/\/redinternacional.net\/?p=6130"},"modified":"2019-01-01T20:01:37","modified_gmt":"2019-01-01T20:01:37","slug":"el-virus-del-feminismo-engendrara-monstruos-por-javier-benegas","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/redinternacional.net\/2018\/10\/12\/el-virus-del-feminismo-engendrara-monstruos-por-javier-benegas\/","title":{"rendered":"El virus del feminismo engendrar\u00e1 monstruos – por Javier Benegas"},"content":{"rendered":"
<\/p>\n
En un mundo imaginario, una epidemia que convierte a los hombres en bestias ha aniquilado a la humanidad. S\u00f3lo queda un ser humano sin infectar: Robert Neville<\/strong>, que aprovecha el d\u00eda para aprovisionarse (el sol resulta letal para las bestias), mientras que por las noches permanece oculto.<\/ins><\/p>\n Este es el argumento de la novela Soy leyenda <\/em>(I Am Legend<\/em>), de Richard Matheson<\/strong> (Nueva Jersey, 1926 \u2013 California, 2013), publicada por primera vez en 1954. Y que es en realidad una puesta al d\u00eda del mito vamp\u00edrico, a\u00f1adiendo una poderosa simbolog\u00eda: la desesperada lucha del individuo contra la masa<\/strong>.<\/p>\n La simbolog\u00eda de esta novela (en realidad, cuento largo) sirve para denunciar una sociedad occidental cada vez m\u00e1s propensa a renegar de la libertad individual, que constantemente proyecta una imagen distorsionada de s\u00ed misma y donde el odio a lo que somos se propaga como un virus. La huelga feminista<\/strong>, que tuvo lugar el D\u00eda internacional de la mujer<\/strong>, posiblemente sea el \u00faltimo gran hito de esta peligrosa afici\u00f3n.<\/p>\n Desde luego, no hay nada que objetar a la celebraci\u00f3n del D\u00eda internacional de la mujer. Concienciar sobre lo injusta que es la discriminaci\u00f3n es un prop\u00f3sito loable. Aunque tambi\u00e9n deber\u00eda serlo poner de relieve los grandes avances que las sociedades desarrolladas han logrado en esta materia.<\/p>\n Sin embargo, cuando la prevista celebraci\u00f3n se convierte en una admonici\u00f3n denigrante que deforma la realidad y exige dosis letales de discriminaci\u00f3n positiva<\/strong>, ya no deber\u00eda parecernos tan loable\u2026 salvo que estemos infectados por el extra\u00f1o virus del cuento de Matheson.<\/p>\n En realidad, la huelga feminista del 8M fue en gran medida un artefacto medi\u00e1tico, un burdo agitprop<\/em> destinado a proyectar una imagen de la sociedad tan terrible como falsa.<\/p>\n No fue un suceso espont\u00e1neo. Hubo grupos de presi\u00f3n, un guion, unas consignas y unos tiempos pautados. Para empezar, d\u00edas antes desde los medios de informaci\u00f3n se realiz\u00f3 un bombardeo preventivo<\/strong> (lo que en argot militar se llamar\u00eda \u201cablandar al enemigo\u201d). Pol\u00edticos, periodistas y otros personajes vomitaron consignas, datos y presuntas evidencias del grave problema que nos asolaba.<\/p>\n Despu\u00e9s, se a\u00f1adieron a la agitaci\u00f3n unas redes sociales<\/strong> tomadas por grupos organizados e \u201cinfluencers\u201d que generaron una tormenta de agravios de la que solo era posible escapar desconect\u00e1ndose de Internet.<\/p>\n Finalmente, se moviliz\u00f3 en la calle unas decenas de miles de personas para componer encuadres e im\u00e1genes efectistas que, difundidas sin descanso, generaron la ilusi\u00f3n de que el consenso era absoluto: nuestra sociedad estaba enferma de machismo<\/strong>.<\/p>\n De pronto, hombres y mujeres eran adversarios que deb\u00edan mirarse con recelo, ya fuera en la cama, en la calle o en el trabajo. Los hombres ya no actuaban de una manera u otra seg\u00fan el car\u00e1cter de cada individuo, sino porque eran hombres<\/strong>. Y las mujeres deb\u00edan espabilar y actuar como una sola, porque eran mujeres.<\/p>\n Ning\u00fan defecto o virtud, \u00e9xito o fracaso, afinidad o desavenencia, conciliaci\u00f3n o conflicto eran achacables a las particularidades de las personas y a la complejidad de sus relaciones. Amor, sexo, trabajo, dinero, reconocimiento\u2026 todo estaba sujeto a imposiciones y abusos donde ser hombre o mujer era la clave.<\/p>\n As\u00ed, empujados por la fuerza irresistible de los grupos de presi\u00f3n<\/strong> y de la correcci\u00f3n pol\u00edtica, las televisiones, los diarios y las redes sociales clamaron como una sola voz, exigiendo darle la vuelta a una sistema \u201cestructuralmente opresivo\u201d. E inmediatamente, los ide\u00f3logos propusieron la cura: tomar al salto todos los espacios, p\u00fablicos y privados, para imponer la paridad<\/strong>.<\/p>\n La composici\u00f3n de los consejos de las empresas deb\u00edan repartirse de forma equitativa entre hombres y mujeres; los partidos pol\u00edticos que no ten\u00edan suficientes f\u00e9minas en sus ejecutivas, deb\u00edan emprender acciones urgentes para subsanar la \u201canomal\u00eda\u201d; los gobiernos, lo mismo; la brecha salarial<\/strong> \u2013\u00a1ay, ese ser mitol\u00f3gico que pese a d\u00e9cadas de planificaci\u00f3n es m\u00e1s dif\u00edcil de matar que a un vampiro!\u2013 exig\u00eda una soluci\u00f3n radical y todo lo expeditiva que fuera preciso; la violencia de g\u00e9nero deb\u00eda combatirse con m\u00e1s leyes, con m\u00e1s medidas y, sobre todo, con mucho m\u00e1s dinero p\u00fablico<\/strong>: para abrir boca, 1.000 millones de euros adicionales<\/strong>.<\/p>\n Todas estas demandas se integraron en una corriente de opini\u00f3n que, seg\u00fan dec\u00edan, era abrumadoramente mayoritaria. Y esta abrumadora mayor\u00eda no dejaba resquicio para la reflexi\u00f3n; si acaso para alg\u00fan gesto de perplejidad, por encima del que el reba\u00f1o, azuzado por los pastores, pasaba indiferente, balando sus consignas.<\/p>\n La divisi\u00f3n de la sociedad en grupos predefinidos hunde sus ra\u00edces en el pensamiento hegeliano<\/strong>, y se ha asociado indirectamente a Antonio Gramsci<\/strong> (1891-1937) y tambi\u00e9n a la Escuela de Frankfurt<\/strong>. La idea es proyectar la imagen de una sociedad dividida entre \u201cgrupos opresores\u201d y \u201cgrupos v\u00edctimas\u201d o \u201cgrupos fuertes\u201d y \u201cgrupos d\u00e9biles\u201d.<\/p>\n Una vez se instaura la creencia de que, en efecto, existen \u201cgrupos opresores\u201d cuyo poder se sustenta en una discriminaci\u00f3n estructural, lo siguiente es imponer la equidad o justicia social<\/strong>; esto es, adjudicar a la Administraci\u00f3n la legitimidad moral para combatir con todos los medios la subrepresentaci\u00f3n de los grupos d\u00e9biles.<\/p>\n As\u00ed, si las mujeres suponen el 52% del censo, los miembros de los consejos de las empresas, de los partidos pol\u00edticos, de las instituciones o de cualquier gremio han de ser mujeres en un 52%.<\/p>\n Este principio de equidad se sustancia en la \u201cproporcionalidad de grupo\u201d, que lleva tiempo ganando terreno y va camino de generalizarse en las sociedades occidentales.<\/p>\n Como ejemplo de esta larga deriva, ya en 1998, en el US Park Service<\/strong> de los Estados Unidos se alarmaron porque el 85% de los visitantes a los parques nacionales eran de raza blanca, aunque los blancos constitu\u00edan solo el 74% de la poblaci\u00f3n total. El Servicio de Parques anunci\u00f3 que trabajar\u00eda para resolver el \u201cproblema\u201d.<\/p>\n Lamentablemente, igual que sucede con la escurridiza brecha salarial, a fecha de hoy el US Park Service no ha logrado la paridad; sigue habiendo proporcionalmente bastantes m\u00e1s visitantes blancos que negros.<\/p>\n Pero que se consiga o no la paridad es lo de menos. En realidad, es un pretexto para\u00a0ampliar la jurisdicci\u00f3n de la Administraci\u00f3n, su capacidad de drenar recursos y repartirlos discrecionalmente.<\/p>\n Antes, en las democracias liberales, el ciudadano entendido como individuo deb\u00eda ser la unidad de medida fundamental. \u00c9ste, de forma voluntaria, se constituir\u00eda en grupos, conformar\u00eda las mayor\u00edas y dotar\u00eda a la sociedad de un marco constitucional compartido.<\/p>\n Sin embargo, aunque todav\u00eda sigamos ejerciendo nuestro derecho al voto, ya no sucede as\u00ed. No formamos grupos de forma voluntaria, sino que estamos siendo adscritos forzosamente a colectivos <\/strong>seg\u00fan caracter\u00edsticas propias que no podemos elegir, como el sexo, la raza, el origen.<\/p>\n Las leyes ya no salvaguardan al individuo sino a los grupos predeterminados. <\/strong>Pero no a todos los grupos sino solo a los grupos supuestamente d\u00e9biles<\/strong>. Esto implica la quiebra de la igualdad ante la ley<\/strong>, uno de los principios nucleares de la democracia liberal.<\/p>\n Con todo, lo m\u00e1s grave de artificios como el 8M, cuyos fines no son tanto abogar por la no discriminaci\u00f3n como imponer determinadas pol\u00edticas que benefician a unos pocos<\/strong>, es que no liberan a las personas de supuestas opresiones, muy al contrario, las condenan a la opresi\u00f3n de por vida al enclavarlas en grupos predeterminados<\/strong>.<\/p>\n La discriminaci\u00f3n es algo indeseable, pero combatirla con iniciativas que nos atan a caracter\u00edsticas que no podemos elegir, como el sexo, no nos har\u00e1 m\u00e1s libres, mucho menos m\u00e1s felices, sino m\u00e1s dependientes de una Administraci\u00f3n dominada por ciertos grupos de inter\u00e9s<\/strong>.<\/p>\n Quiz\u00e1, de seguir as\u00ed, alg\u00fan siglo venidero tengamos todos los mismos ingresos (si acaso, bastante miserables) y tal vez estemos representados de forma escrupulosamente proporcional, pero es de temer que, como suele suceder, al final ser\u00e1n solo unos pocos los que mejoren sus expectativas.<\/p>\n De lo que no hay duda es que ni hombres ni mujeres seremos m\u00e1s libres, sino m\u00e1s bien al rev\u00e9s. Un d\u00eda, igual que Robert Neville, amaneceremos en una sociedad que se ha dado la vuelta por completo. Y descubriremos que una persona, por s\u00ed misma, sea hombre o mujer, ya no vale nada<\/strong>. La libertad ser\u00e1 leyenda.<\/p>\n Javier Benegas, 7 octubre 2018<\/p>\nConstruyendo una ficci\u00f3n<\/h2>\n
La imposici\u00f3n de la \u201cproporcionalidad de grupo\u201d<\/h2>\n
La quiebra de la democracia liberal<\/h2>\n