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El establishment liberal europeo vuelve a alarmarse. El partido Dem\u00f3cratas de Suecia (SD) puede convertirse en la primera fuerza pol\u00edtica del pa\u00eds. La progresi\u00f3n de la organizaci\u00f3n, presentada como xen\u00f3foba y racista por quienes no llegan con argumentos a defender sus ideas, es espectacular. Llegaron por primera vez al Riksdag (Parlamento) en 2010, con un 5,7% de votos; en 2014 obtuvieron 42 de los 349 esca\u00f1os, con un 12,9%. Para el 9 de septiembre, los sondeos le otorgan m\u00e1s de un 20%, por encima de los conservadores y de los socialdem\u00f3cratas.<\/p>\n
Como en tantos otros pa\u00edses europeos, el SD defiende la receta soberanista que se propaga por el Viejo Continente, el fin de la entrada de inmigrantes al pa\u00eds, la asimilaci\u00f3n de los ya presentes o la expulsi\u00f3n de delincuentes extranjeros, entre sus medidas m\u00e1s b\u00e1sicas.<\/p>\n
Los Dem\u00f3cratas Suecos de Jimmie Akesson (39 a\u00f1os) ara\u00f1an votos a los conservadores, pero en mucha mayor medida a la hist\u00f3rica formaci\u00f3n socialdem\u00f3crata (SAP, en su acr\u00f3nimo sueco), que gobierna en la actualidad en coalici\u00f3n con los ecologistas y el partido de la Izquierda, procomunista.<\/p>\n
Tambi\u00e9n siguiendo la senda de otras formaciones europeas similares, el SD ha fraguado su espectacular salto en la generosa pol\u00edtica sueca con la crisis de los refugiados desde 2015. Con 400.000 peticiones de asilo registradas desde 2012 y m\u00e1s de 150.000 aceptadas solo en 2015, Suecia es el pa\u00eds de Europa que m\u00e1s refugiados ha aceptado en proporci\u00f3n al n\u00famero de habitantes.<\/p>\n
El actual primer ministro, el socialdem\u00f3crata Stefan Lofven, y sus aliados en el Gobierno debieron reconocer que su buena voluntad provoc\u00f3 el colapso en un sistema de acogida desbordado por la avalancha de personas en busca de ‘El dorado’ n\u00f3rdico. En un primer momento, todas las personas que se presentaban como ciudadanos sirios fueron aceptadas sin obst\u00e1culo alguno. Afganos, iraqu\u00edes y personas provenientes de otros pa\u00edses integraron las redes de traficantes de seres humanos que hicieron su negocio europeo en la \u00e9poca.<\/p>\n
La hist\u00f3rica pol\u00edtica de asilo sueca fue reformada entre las l\u00e1grimas de alg\u00fan representante de la izquierda. Estocolmo decidi\u00f3 en 2017 que “solo” se aceptar\u00eda ya a 14.000 refugiados al a\u00f1o. Los permisos de residencia dejaban de ser permanentes y se reduc\u00edan a tres a\u00f1os. La reagrupaci\u00f3n familiar solo se aplicar\u00e1 a las personas que obtengan el estatuto de refugiado permanente.<\/p>\n
Adem\u00e1s, en otra medida simb\u00f3lica espectacular, Suecia empez\u00f3 a controlar la frontera con Dinamarca, y por tanto con el resto de Europa, por primer vez desde 1950.<\/p>\n
A pesar de todo, el avance de los Dem\u00f3cratas Suecos no se ha detenido. En la cita con las urnas del 9 de septiembre se elige el Parlamento, pero tambi\u00e9n a las autoridades regionales y locales. Y si en el caso de las legislativas el llamado “cord\u00f3n sanitario” del resto de partidos cerrar\u00e1 el paso al Gobierno a los nacionalpopulistas, cabe la posibilidad de que el SD pase a ejercer responsabilidades en algunas localidades suecas.<\/p>\n
En los sondeos de opini\u00f3n, el bloque de centroderecha, formado por conservadores, democristianos, liberales y centristas, est\u00e1 por delante de la coalici\u00f3n de izquierda gubernamental. Y si liberales y centristas son taxativos en negar cualquier colaboraci\u00f3n local con el SD, conservadores y democristianos no cierran las puertas a “utilizar” los votos de los partidarios de Akesson en los comicios locales.<\/p>\n
El SD, que ha expulsado a sus militantes m\u00e1s radicales y ha intentado limpiar sus or\u00edgenes pronazis, quiz\u00e1 no llegue al poder, pero su \u00e9xito pol\u00edtico es innegable y es una muestra m\u00e1s de c\u00f3mo la ciudadan\u00eda europea est\u00e1 reaccionando a los que defienden la preservaci\u00f3n de las culturas y tradiciones nacionales.<\/p>\n
“No tenemos nada contra los extranjeros si se adaptan a nuestro modo de vida”, dicen los l\u00edderes de SD, “pero los seguidores de la Shar\u00eda y los que no respetan nuestras leyes no son bienvenidos”.<\/p>\n
Ya hace m\u00e1s de un cuarto de siglo, periodistas progresistas franceses advert\u00edan que dejar en manos de la extrema derecha cuestiones como la inmigraci\u00f3n o la delincuencia era un error para la izquierda. Poco han aprendido los dirigentes progresistas europeos desde entonces. La negativa a considerar como un peligro la penetraci\u00f3n del islam pol\u00edtico en Europa se paga ahora con el trasvase de votos de los europeos m\u00e1s pobres hacia formaciones que muchos creen hacer frente solo con tildarlas de “fascistas”.<\/p>\n
Los sindicatos suecos, de los que procede el ‘premier’ Lofven, instan a su excolega a “hablar m\u00e1s de econom\u00eda y menos de inmigraci\u00f3n”. Suecia cuenta con una excelente salud macroecon\u00f3mica (menos del 7% de desocupaci\u00f3n), y un crecimiento de m\u00e1s del 3%. Eso s\u00ed, seg\u00fan la OCDE, es uno de los pa\u00edses donde m\u00e1s crece la desigualdad. Y esa diferencia entre capas sociales afecta principalmente al sector rural y a los guetos, donde los hospitales y otros servicios b\u00e1sicos del Estado desaparecen, mientras el presupuesto de ayudas sociales a la inmigraci\u00f3n no se discute.<\/p>\n
Un fen\u00f3meno similar al que viven otros pa\u00edses europeos. Tambi\u00e9n en Francia, el ge\u00f3grafo y ensayista Christophe Guilluy escribi\u00f3 en 2015 una peque\u00f1a bomba editorial titulada ‘La Francia perif\u00e9rica’, donde describ\u00eda ese mismo abandono de las zonas no urbanas que la globalizaci\u00f3n deja de lado.<\/p>\n
Giully vuelve a la carga este a\u00f1o con ‘El crep\u00fasculo de la Francia de arriba’, donde denuncia c\u00f3mo la nueva burgues\u00eda urbana, h\u00edpsters y bobos (burgueses bohemios) disfrutan de la mundializaci\u00f3n, mientras las clases populares ya no atraen, y por lo tanto se alejan, de sindicatos, partidos pol\u00edticos y medios de comunicaci\u00f3n.<\/p>\n
Para los que prefieran leer en ingl\u00e9s, el libro ‘The Strange Death of\u00a0Europe’, (Immigration, Identity, Islam), del periodista brit\u00e1nico Douglas Murray, ofrece una visi\u00f3n similar de los efectos del multiculturalismo en Europa.<\/p>\n
Suecia, Noruega, Finlandia o Dinamarca\u00a0\u2014monarqu\u00edas o rep\u00fablicas\u2014 desde hace d\u00e9cadas se presentaban como ejemplo de constructores del Estado providencia, de moderaci\u00f3n pol\u00edtica, de colaboraci\u00f3n entre sindicatos y empresa privada, y de tantos otros fen\u00f3menos sociales reflejo de progreso humano. Hoy ese pasado no ha funcionado como freno a la explosi\u00f3n de formaciones nacional-populistas o soberanistas, que desaf\u00edan a los partidos pol\u00edticos tradicionales y a los dictados de Berl\u00edn, Par\u00eds y Bruselas.<\/p>\n
El mejor ejemplo de esa fractura europea lo representaban dos escenas. Por un lado Emmanuel Macron en Dinamarca, atacando al “nuevo nacionalismo” en su campa\u00f1a europea para las elecciones de 2019; por otro, Viktor Orban y Mateo Salvini, juntos en Roma, sellando precisamente un eje antiMacron, seg\u00fan palabras del dirigente italiano.<\/p>\n
Los Dem\u00f3cratas Suecos han manifestado estar por el ‘Swexit’ y seguir el ejemplo de los brit\u00e1nicos. “La Uni\u00f3n Europea que se nos vendi\u00f3 en 1994 (fecha de su entrada en la UE) no tiene nada que ver con la de ahora”, argumentan. Macron y Angela Merkel todav\u00eda no han encontrado una vacuna contra el avance de la eurofobia, aparte del insulto.<\/p>\n
Luis Rivas, 29 agosto 2018<\/p>\n