{"id":4797,"date":"2018-08-18T00:22:00","date_gmt":"2018-08-18T00:22:00","guid":{"rendered":"https:\/\/redinternacional.net\/?p=4797"},"modified":"2018-08-18T00:22:00","modified_gmt":"2018-08-18T00:22:00","slug":"nuestros-hijos-en-nuestra-cultura-neurotica","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/redinternacional.net\/2018\/08\/18\/nuestros-hijos-en-nuestra-cultura-neurotica\/","title":{"rendered":"Nuestros hijos en nuestra cultura neur\u00f3tica"},"content":{"rendered":"
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Nuestro mundo neur\u00f3tico es especialmente neur\u00f3tico con los ni\u00f1os. Est\u00e1 organizado para evitarles todo tipo de sufrimiento, como si viviesen en Disney World, con la ausencia total de las necesidades b\u00e1sicas de otros tiempos y de otras sociedades perif\u00e9ricas, rodeados de cosas (que compramos para suplir nuestros sentimientos de culpa) mientras los torturamos y les impedimos tener una existencia propia, como si la ni\u00f1ez, primero, y el resto de la vida, despu\u00e9s, fuesen una carrera interminable hacia el \u00e9xito econ\u00f3mico, acad\u00e9mico o social.<\/p>\n
Desde que nacen, los especialistas de todo tipo comienzan a medir su naturaleza. Peso corporal, di\u00e1metro cerebral. A los pocos a\u00f1os, el especialista est\u00e1 contando cu\u00e1ntas palabras pueden aprender y producir, y las compara con las estad\u00edsticas. Como todos los individuos son diferentes, ninguno se adec\u00faa exactamente al modelo. Para no herir sensibilidades, casi todos son calificados como \u201cnormales dentro del rango\u201d de la felicidad. Pero si alguno sale un poco por fuera (es decir, todos), se lo empuja como ganado al tubo de tratamiento. Inmediatamente empiezan las ansiedades y el estr\u00e9s por cualquier diferencia que, generalmente, debe ser tratada con un especialista para que: (1) si es un genio, no se le arruine el futuro que merece; o (2) si tiene alguna tara, como tenemos todos los que nos consideramos normales, se lo derive a un especialista para que lo ayude a superarla, al tiempo que, en el mismo proceso, el ni\u00f1o va absolviendo el resto de las taras de una cultura exitista y consumista.<\/p>\n
Ni el orden socioeconomico ni la cultura que deriva de \u00e9l y lo promueve, son tratados, porque para eso no hay especialistas diplomados: se tratan los individuos, de la misma forma que la polic\u00eda y el sistema judicial castigan los elementos expurgados por una sociedad enferma. Son ni\u00f1os y adolescentes generalmente estresados y sufriendo el s\u00edndrome de la ansiedad cr\u00f3nica que su propia cultura produce. Sobre ellos proyectamos todas nuestras expectativas y, sobre todo, todos nuestros miedos. Los miedos propios de una sociedad basada en la competencia y el consumo, es decir, el miedo al fracaso, a no ser exitosos, a no tener cosas, t\u00edtulos, a ser una basura que todav\u00eda no cometi\u00f3 ning\u00fan delito.<\/p>\n
Nuestra generaci\u00f3n, aunque jodida de otras formas, tuvo algunos privilegios existenciales: todas nuestras incapacidades fueron ignoradas. Yo aprend\u00ed a leer solo, antes de entrar a la escuela, y todav\u00eda tengo problemas para decidir si vacaciones<\/i> va con c<\/i> o con s<\/i>. No hab\u00eda tantos nombres para esas deficiencias que hacen de un individuo un artista, un cient\u00edfico, un carpintero o un deportista. No hab\u00eda reportes detallados de nuestro coeficiente de inteligencia ni de nuestra incapacidad de prestar atenci\u00f3n a lo que dec\u00eda la maestra en clase, por lo cual pod\u00edamos recibir un grito hist\u00e9rico, pero no el estr\u00e9s ni la ansiedad ni la desesperaci\u00f3n diaria de nuestros padres por un hijo con futuro de perdedor.<\/p>\n
A nosotros nos amaban tanto como nosotros amamos a nuestros hijos, con una diferencia: por lo general, nuestros padres, con todos sus problemas, que no eran pocos ni eran peque\u00f1os, aun siendo terriblemente estrictos, viv\u00edan con<\/i> nosotros y nos dejaban en paz. \u00c9ramos, por lejos, m\u00e1s libres. No conoc\u00edamos la adicci\u00f3n a los videojuegos, a las pantallitas, esas f\u00e1bricas de autistas sociales. Est\u00e1bamos rodeados de seres humanos, con todos sus defectos de humanos. Nuestros padres eran, para el est\u00e1ndar actual, terriblemente negligentes. Corr\u00edamos casi desnudos por las calles bajo la lluvia. Solos, sin la guardia paterna. Hac\u00edamos las compras en alg\u00fan almac\u00e9n. \u00cdbamos caminando a la escuela, muri\u00e9ndonos de fr\u00edo o de calor. En las escuelas, en los autom\u00f3viles, no exist\u00eda ni la calefacci\u00f3n ni el aire acondicionado, por lo que no pod\u00edamos quejarnos de su falta. Sufr\u00edamos m\u00e1s el calor y el fr\u00edo y menos la tristeza y la frustraci\u00f3n. Hoy ya no hay ni\u00f1os jugando en las calles. Por estad\u00edsticas, los reclusos pasan m\u00e1s tiempo al aire libre que los ni\u00f1os de hoy.<\/p>\n
Las maestras no nos exig\u00edan resolver la cuadratura del c\u00edrculo ni nos presionaban para alcanzar altos escores en las pruebas PISA. No necesit\u00e1bamos competir ni con Estados Unidos ni con China. S\u00ed, \u00e9ramos m\u00e1s pobres. Pero \u00e9ramos lo que \u00e9ramos. \u00c9ramos ni\u00f1os y, en mi opini\u00f3n, m\u00e1s felices.<\/p>\n
Ahora, los padres ya no vivimos con<\/i> nuestros hijos; vivimos para<\/i> nuestros hijos. Les damos todo<\/i> y les exigimos todo<\/i>. La repetida publicidad, los numerosos negocios no dejan de recordarnos que debemos comprar diez seguros, hasta por si se nos escapa una mala palabra en p\u00fablico y alguien nos hace un juicio. Debemos ahorrar en el Banco X para la universidad y hasta para el retiro de esos ni\u00f1os. El negocio est\u00e1 siempre en promover el miedo para vender una ilusi\u00f3n de futuro y aplastar el presente, convirti\u00e9ndolo en una oportunidad de inversi\u00f3n.<\/p>\n
La soluci\u00f3n no es individual sino colectiva. \u00bfPor qu\u00e9? Porque incluso aquellos padres que criticamos esta cultura neur\u00f3tica estamos atrapados o tenemos poco margen de movimiento real: si alguien quisiera criar a un ni\u00f1o por fuera de esta locura global, crear\u00eda un ser marginal, inadaptado, una futura v\u00edctima de una sociedad que lo castigar\u00e1 con todo su variado arsenal de privaciones, de humillaciones propias y de premios ajenos.<\/p>\n
Todos los best sellers<\/i> para ni\u00f1os y j\u00f3venes insisten en la idea de escaparse del sistema, como si fuese una catarsis, un sue\u00f1o pasajero que, al terminarse, deja la misma sensaci\u00f3n de despertar de un sue\u00f1o agradable a una realidad decepcionante. No aprendimos nada, pero renovamos energ\u00edas para seguir haciendo lo mismo. Este tipo de industria editorial contin\u00faa haciendo monta\u00f1as de dinero con una frustraci\u00f3n infantil y adolescente a la que no ayuda, aparte de una distracci\u00f3n y de una mejora en las habilidades de lectura que lo har\u00e1n un mejor consumidor o un mejor CEO. No es el esp\u00edritu cr\u00edtico lo que se promueve, sino habilidades para aprobar esos ex\u00e1menes que le ense\u00f1an al ni\u00f1o a odiar las matem\u00e1ticas y la literatura o, en el mejor caso, a creer que la literatura es un examen clerical de datos computacionales.<\/p>\n
En Estados Unidos, tanto la educaci\u00f3n elemental como secundaria, privada o p\u00fablica, est\u00e1 obsesionada con la literatura, pero confunden literatura y cultura con tortura. La literatura deber\u00eda expandir los l\u00edmites interiores de la experiencia humana y no ser, como lo es hoy, un objeto de decodificaci\u00f3n para aumentar las habilidades clericales y computacionales de los ni\u00f1os. Una actividad de primer a\u00f1o de secundaria (sexto a\u00f1o de primaria en Am\u00e9rica del Sur) suele consistir en doscientas preguntas sobre tres novelas de cien y doscientas p\u00e1ginas, de las cuales me reservo el calificativo.<\/p>\n
\u00bfD\u00f3nde est\u00e1 el esp\u00edritu cr\u00edtico, la fantas\u00eda creadora, el placer de estar vivos? Entonces, uno entiende el desinter\u00e9s de los j\u00f3venes por la cultura cr\u00edtica, esa que produce seres humanos, sensibles y pensantes, no consumidores de cantidades, eso otro tan necesario para la econom\u00eda del uno por ciento que luego, en los promedios, se confunde con la econom\u00eda de un pa\u00eds y con la felicidad de sus habitantes.<\/p>\n
Para que todo eso funcione, los dulces padres deben ser los polic\u00edas de sus hijos, como sus dulces maestros, cuya estrategia es acosar al ni\u00f1o con una monta\u00f1a de deberes y actividades para que no piense, para que desarrolle solo aquellas habilidades que lo har\u00e1n una persona exitosa en un futuro super-controlado y pre-determinado.<\/p>\n
Un mundo que no estar\u00e1 controlado por ellos, sino por unos pocos que se encargar\u00e1n del resto. Eso en el mejor de los casos, si no hay un quiebre abrupto.<\/p>\n