![\"norman](\"https:\/\/redinternacional.net\/wp-content\/uploads\/2018\/06\/norman-finkelstein.jpg\")
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Las pol\u00e9micas de Finkelstein contra el poderoso lobi proisrael\u00ed en EEUU han arruinado su carrera.<\/strong><\/em><\/p>\n Norman Finkelstein vive solo en un peque\u00f1o apartamento de Coney Island, un barrio obrero de poblaci\u00f3n inmigrante a una hora de Manhattan. Es la una de la tarde cuando suena el timbre. Una voz quebradiza pregunta qui\u00e9n llama y abre la puerta en pantal\u00f3n de pijama y sin camiseta. “Estoy agotado, me hab\u00eda olvidado de la entrevista”, dice disculp\u00e1ndose. Apenas ha dormido en toda la noche y parece desorientado. A las tres de la ma\u00f1ana estaba en pie para leer sobre los \u00faltimos acontecimientos en Gaza, territorio al que ha dedicado su \u00faltimo libro: Gaza, investigaci\u00f3n sobre su martirio. El libro es n\u00famero uno en ventas de Amazon en dos categor\u00edas. Ha sido aclamado por los grandes referentes en la materia, pero despu\u00e9s de d\u00e9cadas combatiendo la narrativa que Israel y sus aliados propagan para seguir sometiendo a los palestinos, Finkelstein parece un hombre derrotado.<\/p>\n En Estados Unidos, denunciar sin eufemismos las pol\u00edticas de Israel es un ejercicio de alto riesgo<\/strong>. Un campo de minas plagado de tab\u00fas y l\u00edneas rojas. Y este acad\u00e9mico jud\u00edo de 64 a\u00f1os, hijo de supervivientes del gueto de Varsovia y los campos de exterminio nazi, las ha pisado todas. “Tengo reputaci\u00f3n de ser un inconsciente y un salvaje, pero hago las cosas de forma muy premeditada. S\u00e9 exactamente cu\u00e1les ser\u00e1n las consecuencias de cada palabra que digo”, dice en el comedor de su casa. Su estilo combina un rigor casi forense por los hechos con la indignaci\u00f3n moral de los viejos intelectuales. En sus libros ha detallado las violaciones israel\u00eds de los derechos humanos en los territorios ocupados y ha impugnado lo que llama la ‘Industria del Holocausto’, su obra m\u00e1s pol\u00e9mica.<\/p>\n As\u00ed ha descrito a una serie de instituciones e individuos a los que acusa de haberse apropiado de las atrocidades nazis para enriquecerse y explotarlas con fines ideol\u00f3gicos para “victimizar a Israel”, “justificar sus pol\u00edticas criminales” y blindarlo ante la cr\u00edtica<\/strong>. No ha dejado t\u00f3tem sin descabezar. Ha acusado de “corrupci\u00f3n moral” al escritor Elie Wiesel, el historiador Bernard Lewis, el abogado Alan Dershowitz, la Liga Antidifamaci\u00f3n o el Congreso Mundial Jud\u00edo. El precio ha sido alt\u00edsimo. Le han llamado “veneno”, “asqueroso jud\u00edo que se odia a s\u00ed mismo” o “negacionista del Holocausto”, cuando toda su familia (salvo sus padres) fue vapuleada en los campos. Pero, sobre todo, han logrado condenarle al m\u00e1s profundo ostracismo.<\/p>\n Tras una demoledora campa\u00f1a de presi\u00f3n por parte del lobi proisrael\u00ed, la Universidad de DePaul (Chicago) en la que daba clases decidi\u00f3 cesarle en el 2007. De nada sirvi\u00f3 el apoyo mayoritario del resto de profesores o las huelgas de hambre de algunos estudiantes. La propia universidad lleg\u00f3 a reconocer t\u00e1citamente que el cese respond\u00eda a motivos pol\u00edticos al describir a Finkelstein como un “acad\u00e9mico prol\u00edfico y un extraordinario profesor”.<\/p>\n Desde entonces no ha podido volver a ense\u00f1ar en las universidades de su pa\u00eds y ha sido expulsado del circuito de conferencias<\/strong>. El que era junto a Noam Chomsky y Edward Said la voz m\u00e1s respetada de los derechos palestinos en EEUU ha acabado ninguneado como un paria. “He pagado un doble precio”, reflexiona ahora. “Llevo desempleado 11 a\u00f1os. Solo di clases durante cuatro semanas en Turqu\u00eda, lo que financieramente y moralmente es muy duro porque me encanta ense\u00f1ar”.<\/p>\n El otro tiene que ver con su completa exclusi\u00f3n del debate p\u00fablico. Su libro sobre Gaza sali\u00f3 en enero y, aunque la situaci\u00f3n en la Franja ha copado semanas de titulares por la matanza de palestinos desarmados en sus fronteras, la prensa estadounidense le ha ignorado completamente. “A tenor de las principales autoridades en la materia, mi libro es el mejor nunca publicado sobre el tema, pero no he recibido una sola rese\u00f1a en los medios. La \u00fanica lleg\u00f3 hace tres semanas. Tampoco me ha llamado un solo periodista para preguntarme mi opini\u00f3n”. (El noticiario Democracy Now le llam\u00f3 el mismo d\u00eda de nuestra entrevista).<\/p>\n Lo m\u00e1s parad\u00f3jico de todo es que las posiciones de Finkelstein sobre el conflicto no son particularmente radicales. Defiende los dos estados, critica la campa\u00f1a de boicot contra Israel y promueve el uso de la no violencia contra la ocupaci\u00f3n. “El problema no son mis posiciones pol\u00edticas, sino mi rechazo a diluir los hechos para que sean m\u00e1s digeribles para el p\u00fablico. De ah\u00ed que no diga que Israel usa una fuerza desproporcionada en Gaza. Digo que dispara deliberadamente contra civiles, que no tiene derecho a encerrar a su poblaci\u00f3n en un campo de concentraci\u00f3n o que est\u00e1 envenenando a un mill\u00f3n de ni\u00f1os. Es as\u00ed, son hechos”<\/strong>.<\/p>\n Su an\u00e1lisis raramente aventura conclusiones gratuitas. Bebe de los informes de la ONU, el derecho internacional y las declaraciones de los protagonistas del conflicto. Finkelstein recuerda que fue el brit\u00e1nico David Cameron quien defini\u00f3 Gaza como “una c\u00e1rcel al aire libre” tras la imposici\u00f3n del bloqueo en el 2006, ilegal seg\u00fan la ONU por ser una forma de castigo colectivo. O que el 97% del agua de la Franja est\u00e1 contaminada, seg\u00fan varios estudios. La prestigiosa economista de Harvard, Sara Roy, ha escrito que, a consecuencia de la peri\u00f3dica destrucci\u00f3n israel\u00ed y el veto a la entrada de materiales para la reconstrucci\u00f3n, “seres humanos inocentes, la mayor\u00eda j\u00f3venes, est\u00e1n siendo lentamente envenenados por el agua que beben”<\/strong>.<\/p>\n Hechos como estos o que Gaza ser\u00e1 “inhabitable” en el 2020 si no se abren las fronteras, pasan de puntillas o no se publican en la prensa norteamericana. Finkelstein lo atribuye parcialmente a las mismas fuerzas que han arruinado su carrera. “Hay un lobi proisrael\u00ed muy efectivo y bien financiado que es absolutamente despiadado. Es la vieja mafia que te romp\u00eda las rodillas, pero lo hace de una forma nueva. Destruye tu reputaci\u00f3n, te calumnia, te difama y te humilla de la forma m\u00e1s abyecta”<\/strong>.<\/p>\n En su caso, lo ha conseguido. Dice que ha dejado de escribir. Y no hay que ser psiquiatra para adivinar el momento por el que atraviesa. “Lo m\u00e1s dif\u00edcil es levantarte por las ma\u00f1anas porque tienes que buscar una excusa para tu vida”. Tampoco puede viajar a Palestina porque Israel le prohibi\u00f3 la entrada en el 2008 tras expresar su solidaridad con la milicia libanesa de Hizbul\u00e1. “Estoy muy resentido por lo que ha pasado, pero volver\u00eda a hacerlo. Me siento libre y digo lo que pienso”, dice recuperando el fuego con el que se enfrent\u00f3 a gigantes y fariseos sin achicarse ante las consecuencias.<\/p>\n Antes de despedirse, busca un v\u00eddeo en Youtube con im\u00e1genes de su trayectoria y m\u00fasica de Pete Seeger al cl\u00e1sico alem\u00e1n Die gedanken sind frei (Los pensamientos son libres). Y ya de pie, como si lloviera finalmente sobre el desierto, canta como un profeta desnudo liberado de su martirio. “Mis pensamientos me dan poder\/ Ning\u00fan erudito puede cartografiarlos\/ Ning\u00fan cazador puede atraparlos\/ Ning\u00fan hombre puede negarlos”.<\/p>\nCampa\u00f1a demoledora<\/span><\/h3>\n
Gaza un campo de concentraci\u00f3n<\/span><\/h3>\n
Dejar de escribir<\/span><\/h3>\n