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El Parlamento de Galicia insta al Gobierno de Mariano Rajoy a vigilar los bidones lanzados al mar hace 35 a\u00f1os en medio de una enorme protesta ciudadana<\/p>\n
Bajo el mar, a unos cientos de kil\u00f3metros de la costa gallega, late olvidada una aut\u00e9ntica bomba de relojer\u00eda. Son las 140.000 toneladas de residuos nucleares que se depositaron durante d\u00e9cadas en el fondo marino, en la conocida como Fosa Atl\u00e1ntica, una pr\u00e1ctica que no ces\u00f3 hasta el hist\u00f3rico estallido de protesta de 1982, embri\u00f3n del activismo ecologista en nuestro pa\u00eds. Transcurridos m\u00e1s de 35 a\u00f1os, ninguna autoridad controla el riesgo de fugas en unos bidones sometidos a la presi\u00f3n de 4.000 metros de profundidad y a la corrosi\u00f3n del agua del mar.<\/p>\n
El tiempo juega su papel en este problema invisible, dominado por el desequilibrio entre la vida \u00fatil de los barriles y la de los residuos que contienen. Ninguna instituci\u00f3n p\u00fablica nacional ni internacional realiza un seguimiento de la situaci\u00f3n bajo el mar, a unos 650 kil\u00f3metros de distancia del litoral de Galicia, como qued\u00f3 demostrado en 2012, cuando el Bloque Nacionalista Galego pidi\u00f3 en el Congreso que el Gobierno encargase una inspecci\u00f3n. El PP se neg\u00f3 con el argumento de que “no hay ni un solo elemento” que lleve a “desconfiar de la seguridad de los residuos radiactivos en la Fosa Atl\u00e1ntica”. Ya en 2007, el entonces presidente de la Xunta, el socialista Emilio P\u00e9rez Touri\u00f1o, hab\u00eda pedido sin \u00e9xito el Ejecutivo de Zapatero que estudiara los niveles de radiactividad de la zona. D\u00edas atr\u00e1s, el asunto regres\u00f3 al Parlamento de Galicia y logr\u00f3 la unanimidad de todos los grupos, que instaron al Gobierno de Mariano Rajoy a asegurar la vigilancia en el cementerio nuclear.<\/p>\n
Hasta 1982, ocho pa\u00edses depositaron sus residuos: Holanda, Francia, Gran Breta\u00f1a, B\u00e9lgica, Alemania, Italia, Suiza y Suecia lanzaron 223.000 bidones<\/p>\n
El acuerdo, al que se sum\u00f3 finalmente el PP tras una negociaci\u00f3n, reclama al Gobierno que “haga las gestiones pertinentes ante las instituciones europeas y los pa\u00edses responsables de los vertidos” que permitan asegurar la vigilancia de los mismos, “as\u00ed como obtener informaci\u00f3n que garantice que no est\u00e1n teniendo impacto en el medio ambiente”. La proposici\u00f3n no de ley, presentada por En Marea, tambi\u00e9n fue apoyada por el PSOE y por el BNG. El diputado Ant\u00f3n S\u00e1nchez, autor de la iniciativa, alert\u00f3 de que los residuos necesitan “un control constante”, ya que sus riesgos no desaparecen con el paso del tiempo. “El Estado espa\u00f1ol se limita a echar balones fuera diciendo que no es de su competencia; al parecer, proteger la salud de los espa\u00f1oles y el medio ambiente no forma parte de sus atribuciones”, acus\u00f3.<\/p>\n
Las afirmaciones del diputado gallego tienen que ver con la ausencia de medidas concretas de control por parte de los ministerios directamente relacionados, como son los de Medio Ambiente, Fomento y Energ\u00eda, que han reconocido en respuesta a distintas asociaciones que no existe un seguimiento de los vertidos. Tampoco ninguna instituci\u00f3n europea o de los pa\u00edses que los depositaron ha informado de la existencia de medidas de control. La \u00faltima observaci\u00f3n de la que existe constancia fue llevada a cabo en 2005 por el Organismo Internacional de la Energ\u00eda At\u00f3mica (OIEA), que concluy\u00f3 que los niveles son muy bajos y en cualquier caso se diluyen antes de alcanzar la costa.<\/p>\n
Entre 1949 y 1982, ocho pa\u00edses depositaron sus residuos nucleares en la denominada Fosa Atl\u00e1ntica. Holanda, Francia, Gran Breta\u00f1a, B\u00e9lgica y, en menor medida, Alemania, Italia, Suiza y Suecia, sumergieron 223.000 bidones \u2014algunos de hormig\u00f3n y acero y otros convencionales\u2014 con cerca de 140.000 toneladas de residuos repartidos en unas 30 ubicaciones. Galicia fue escenario de los \u00faltimos que se depositaron antes de la moratoria. Est\u00e1n a 650 kil\u00f3metros de su costa, aunque el Gobierno brit\u00e1nico lleg\u00f3 a lanzar lo suyos en 1964 a 200 kil\u00f3metros de Asturias.<\/p>\n
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\nSolo los m\u00e1s veteranos lo recordar\u00e1n, pero la contestaci\u00f3n que se produjo por los vertidos frente al litoral de Galicia tuvo la culpa de la moratoria que se abri\u00f3 en 1982. Y en ella tuvo un protagonismo fundamental un palangrero de madera bautizado con el poco glamuroso nombre de Xurelo, que se enfrent\u00f3 a los gigantes cargueros holandeses que vert\u00edan los desechos radiactivos al mar. Su irrupci\u00f3n se produjo casi de casualidad, cuando en septiembre de 1981 Greenpeace se dispon\u00eda a enviar al nav\u00edo Sirius a la Fosa Atl\u00e1ntica. Pero su buque insignia en los Pa\u00edses Bajos sufri\u00f3 una aver\u00eda, por lo que la formaci\u00f3n ecologista pidi\u00f3 ayuda a Esquerda Galega. Y Esquerda Galega escogi\u00f3 el Xurelo, capitaneado por Anxo Vila.<\/p>\n
La contestaci\u00f3n que se produjo por los vertidos frente al litoral de Galicia tuvo la culpa de la moratoria de residuos que se abri\u00f3 en 1982<\/p>\n
All\u00e1 se fue el Xurelo, tripulado por cuatro marineros y doce pol\u00edticos, ecologistas y periodistas, al encuentro con los cargueros holandeses. Vila, fallecido en 2011, lo recordar\u00eda a\u00f1os m\u00e1s tarde como una tarea compleja, dados los precarios m\u00e9todos de navegaci\u00f3n de la \u00e9poca, contrarrestados con algunos trucos del capit\u00e1n. Una vez situados junto a los barcos que lanzaban los residuos, y bajo la atenta vigilancia de una fragata militar, protagonizaron su protesta y volvieron al puerto de Ribeiro.<\/p>\n
La verdadera haza\u00f1a del palangrero gallego se produjo un a\u00f1o despu\u00e9s, cuando regres\u00f3 a la zona acompa\u00f1ado por otros dos pesqueros y por el Sirius de Greenpeace. Fue entonces cuando se enfrentaron a pecho descubierto con los gigantes holandeses. Los ecologistas se acercaron en sus lanchas, para ser recibidos con chorros de agua a presi\u00f3n. Lejos de amedrentarse, se pegaron al casco de los cargueros, justo debajo de las gr\u00faas que lanzaban los bidones al mar. Las im\u00e1genes de los ecologistas saltando por el aire por el impacto de los enormes barriles dieron la vuelta al mundo.<\/p>\n
Llegados a puerto, sus tripulantes fueron recibidos como h\u00e9roes. Su protesta se prolong\u00f3 en tierra y se extendi\u00f3 por toda Europa, y no solo consigui\u00f3 detener los vertidos, que se suspendieron definitivamente ese mismo a\u00f1o, sino que prendi\u00f3 la llama en Galicia y en Espa\u00f1a del entonces incipiente ecologismo.<\/p>\n
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