{"id":1181,"date":"2018-04-19T19:52:04","date_gmt":"2018-04-19T19:52:04","guid":{"rendered":"https:\/\/redinternacional.net\/?p=1181"},"modified":"2018-04-19T19:52:04","modified_gmt":"2018-04-19T19:52:04","slug":"como-la-estructura-ritual-del-noticiero-de-television-formatea-nuestras-mentes","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/redinternacional.net\/2018\/04\/19\/como-la-estructura-ritual-del-noticiero-de-television-formatea-nuestras-mentes\/","title":{"rendered":"C\u00f3mo la estructura ritual del noticiero de televisi\u00f3n formatea nuestras mentes"},"content":{"rendered":"

\"JULIAN<\/p>\n

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Propaganda es lo que hacen los dem\u00e1s… <\/span>Si bien el telespectador actual pone cada vez m\u00e1s atenci\u00f3n al tratamiento de ciertas noticias en particular en los noticieros de televisi\u00f3n, lo cierto es que raramente se cuestiona la estructura misma de este tipo de programa. Sin embargo, para Pierre Mellet, la forma es el fondo, en este caso: concebido como un rito, el desarrollo del noticiero televisivo es en s\u00ed toda una pedagog\u00eda, es en s\u00ed mismo una forma de propaganda que nos ense\u00f1a a someternos al mundo que nos muestran y que pretenden hacernos aprender, pero cuya comprensi\u00f3n tratan de impedirnos al tiempo que tratan de impedirnos tambi\u00e9n que pensemos ese mundo.<\/p>\n

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El noticiero de televisi\u00f3n es el coraz\u00f3n de la informaci\u00f3n contempor\u00e1nea. Este espacio, que hoy constituye la principal fuente de informaci\u00f3n de una gran parte de los franceses, comenz\u00f3 siendo, en la Francia de 1949, un simple subproducto conformado con im\u00e1genes que la casa Gaumont y las Actualit\u00e9s Fran\u00e7aises no hab\u00edan querido proyectar en las salas cinematogr\u00e1ficas. Fue, al principio, un simple desfile de im\u00e1genes acompa\u00f1adas de un comentario sonoro. El \u00abpresentador\u00bb no se sent\u00f3 ante el telespectador hasta 1954, cuando el noticiero televisivo fij\u00f3 su horario, a las 20 horas, o sea las 8 p.m. A partir de entonces, la puesta en escena del noticiero de televisi\u00f3n se ha ido incrementando constantemente durante todos estos a\u00f1os mientras que la informaci\u00f3n ha quedado marginada \u2013si alguna vez estuvo realmente presente\u2013 para convertir este teatro no ya en un noticiero sino en un espect\u00e1culo ritualizado, en una ceremonia lit\u00fargica. La funci\u00f3n del noticiero de las 8 p.m. no es informar, en el sentido de establecer un esfuerzo de comprensi\u00f3n de mundo, sino divertir a los telespectadores, al tiempo que les recuerda aquello que deben saber<\/i>.<\/p>\n

El siguiente an\u00e1lisis se basa en los dos principales noticieros televisivos que se transmiten en Francia a la 8 p.m., el del canal TFI y el de France 2, pero puede, en muchos aspectos, tener muchas similitudes con los noticieros de televisi\u00f3n de otros pa\u00edses, principalmente en \u00abOccidente\u00bb.<\/p>\n

El contexto<\/h3>\n

Con su horario de las 8 p.m., el noticiero de televisi\u00f3n se ha convertido, como lo fue la misa en su \u00e9poca, en la cita de toda la sociedad (aunque cada uno est\u00e1 en su casa). Se trata, parad\u00f3jicamente, de un espacio esencial de socializaci\u00f3n. Cada cual descubre cada noche el mundo en el que vive, y puede a partir de ese momento hablarle de ese mundo a quienes le rodean, discutir sobre los temas del momento con seguridad en cuanto a la importancia de estos, por el hecho mismo de que fueron mencionados en \u00abel noticiero de televisi\u00f3n\u00bb. Todo est\u00e1 montado, preparado de antemano, como un ritual religioso: el horario fijo, la duraci\u00f3n (unos 40 minutos), el presentador-sacerdote inamovible, o casi inamovible, el tono inc\u00f3modo, serio, distante, casi objetivo, pero nunca verdaderamente neutro, las im\u00e1genes seleccionadas, el orden jer\u00e1rquico de las noticias. Como en todo ritual, lo mismo vuelve permanentemente, y se integra alrededor de una aparente evoluci\u00f3n cotidiana. En los mismos horarios se anuncian las mismas historias, contadas por los mismos reportajes, introducidas y comentadas con las mismas palabras, poniendo en pantalla a los mismos personajes, ilustradas con las mismas im\u00e1genes. Se trata de un ciclo sin fin y sin fondo.<\/p>\n

En la apertura, la presentaci\u00f3n introduce una m\u00fasica abstracta que sugiere la mezcla del tiempo que pasa, la precipitaci\u00f3n de los hechos, y una forma de intemporal necesaria en toda ceremonia m\u00edstica. Mientras se oye la m\u00fasica, un globo antecede a la aparici\u00f3n del presentador, o un travelling hacia \u00e9ste \u00faltimo lo pasar de la sombra a la luz. Todo sucede como si nos fueran a revelar<\/i> la verdad del mundo.<\/p>\n

El presentador hace el papel de gu\u00eda y de autentificador. Personaje principal y trascendental, el presentador est\u00e1 en el centro mismo del dispositivo de credibilidad del noticiero de las 8 p.m. La noticia nos llega a trav\u00e9s de \u00e9l, tambi\u00e9n es \u00e9l quien la legitima, le confiere importancia y la da como \u00abverdadera\u00bb. Es tambi\u00e9n el presentador quien puede tranquilizar al telespectador: si el mundo va mal y parece completamente indescifrable, el presentador es \u00abel que sabe\u00bb y el que nos lo puede explicar.<\/p>\n

(En otros casos, los presentadores son dos. La relaci\u00f3n con el telespectador se hace entonces muchos menos profesoral y paternalista, pero m\u00e1s parecida a la conversaci\u00f3n, y puede parecer m\u00e1s fr\u00edvola. Claro est\u00e1, no tendremos nunca dos presentadoras, o dos presentadoras, sino siempre un d\u00fao heterosexual. El asunto es no asustar a la representaci\u00f3n de la familia burguesa cristiana. Como ese tipo de puesta en escena resulta poco frecuente en Francia, no abundaremos en ese sentido).<\/p>\n

Credibilidad e informaci\u00f3n<\/h3>\n

\u00abSe\u00f1oras y se\u00f1ores, veamos los titulares de la actualidad de este lunes 6 de agosto\u00bb<\/i>, nos dice el presentador al principio de cada noticiero. Por consiguiente, no se trata de un sumario, de una selecci\u00f3n que la redacci\u00f3n ha hecho entre la informaci\u00f3n del d\u00eda, sino de los \u00abtitulares de la actualidad\u00bb, o sea que se trata precisamente de lo que hay que saber<\/i> sobre el mundo en este d\u00eda. No hay nada que entender<\/i>, el \u00abperiodismo\u00bb no busca m\u00e1s que ense\u00f1arnos<\/i> el mundo [en el sentido de aprender]. El presentador no da ninguna clave, \u00e9l no descifra nada, solamente nos dice lo que es<\/i>. No se nos presenta una \u00abvisi\u00f3n\u00bb de la actualidad sino la Actualidad misma.<\/p>\n

A partir de ah\u00ed, lo importante para el presentador es \u00abaparentar\u00bb. Su credibilidad no est\u00e1 basada en su calidad de periodista sino en su carisma, en la empat\u00eda que logra crear, en su manera de tranquilizar y su apariencia de hombre honesto e inteligente. David Pujadas puede perfectamente anunciar que Alain Jupp\u00e9 se retira de la vida pol\u00edtica y Patrick Poivre d\u2019Arvor nos puede presentar una falsa entrevista de Fidel Castro [El autor menciona aqu\u00ed dos incidentes que realmente sucedieron. Nota del Traductor.]. A pesar de ello, los mantienen en el mismo puesto, con el apoyo de sus superiores, y sin perder por ello su estatus como \u00abperiodista\u00bb\u00a0[1<\/a>] ni su credibilidad ante el p\u00fablico. Todo sucede como si las noticias que nos entregan finalmente no tuvieran importancia. La noticia est\u00e1 ah\u00ed \u00fanicamente para justificar el ritual, como la lectura de los Evangelios<\/i> en la misa, sin ser nunca la raz\u00f3n central, el n\u00facleo, que en realidad est\u00e1 siempre en otra parte, en la repetici\u00f3n constante de las consignas morales, pol\u00edticas y econ\u00f3micas del momento. \u00abEste es el Bien, este es el Mal\u00bb, nos dice el presentador.<\/p>\n

La jerarqu\u00eda de la informaci\u00f3n es por tanto inexistente. Aunque una de las primeras cosas que se hace en todo \u00abdiario\u00bb es determinar los temas que parecen m\u00e1s importantes para tratar de establecer un desarrollo (espec\u00edfico en cada redacci\u00f3n) de la informaci\u00f3n en orden decreciente, de lo importante a lo insignificante, en el noticiero no es as\u00ed, ni en lo m\u00e1s m\u00ednimo. Nos llevan de los restos mortales del cardenal Lustiger al accidente de la Feria des Loges, y despu\u00e9s viene el desenlace del caso del secuestro del peque\u00f1o Alexandre en la isla de la Reuni\u00f3n, seguido del suicidio de un agricultor ante las acciones de los militantes antiOGM, para pasar despu\u00e9s al subsidio de inicio del curso escolar, a la espele\u00f3loga belga atrapada en una cueva, la campa\u00f1a electoral antiestadounidense entre los dem\u00f3cratas, la intervenci\u00f3n de Reporteros Sin Fronteras que denuncia la falta de libertad de expresi\u00f3n en China, la propia China como destino tur\u00edstico, el despido de Laure Manaudou, un accidente durante una carrera en Estados Unidos, el festival Fiesta de Sete, el fallecimiento del periodista Henri Amouroux y, para terminar, el del bar\u00f3n Elie de Rothschild\u00a0[2<\/a>]. No existe ni la m\u00e1s m\u00ednima coherencia, en ning\u00fan momento. Los temas parecen haber sido escogidos \u00fanicamente en funci\u00f3n de su insignificancia casi generalizada, o de su aparente insignificancia. Todo aparece mezclado, amor y odio, risas y llantos, la empat\u00eda se mezcla con la grandilocuencia, las im\u00e1genes espectaculares o risibles con los dramas pat\u00e9ticos, y la omnipresencia de la fatalidad nos recuerda constantemente el predominio de la muerte sobre la vida.<\/p>\n

El reportaje<\/h3>\n

Despu\u00e9s de los \u00abtitulares\u00bb anunciados, el presentador pasa a la introducci\u00f3n del reportaje. El reportaje es el ejemplo que nos demuestra lo que el presentador nos dice. En efecto, todo lo que ser\u00e1 dicho y demostrado en el reportaje aparece ya en la introducci\u00f3n del mismo. El presentador resume constantemente, en vez de limitarse \u2013como debiera hacerlo\u2013 a presentar. Esto crea una redundancia. Lo que ya se ha dicho una vez en forma de introducci\u00f3n se repite despu\u00e9s sistem\u00e1ticamente en el reportaje. Se enuncian las mismas informaciones, resumidas la primera vez y la segunda alargadas para la elaboraci\u00f3n de la historia que se cuenta. El reportaje agrega muy poco a lo ya dicho por el presentador, no hace m\u00e1s que desarrollar los detalles anodinos que sirven de contrapeso a \u00abla objetividad\u00bb del presentador creando el \u00abacercamiento\u00bb. A los elementos iniciales, mencionados en la introducci\u00f3n, se agregan despu\u00e9s en la historia los detallitos rom\u00e1nticos necesarios para concretar su ense\u00f1anza l\u00fadica<\/i>.<\/p>\n

El reportaje se compone de dos cosas: la imagen y el comentario de la imagen. Si quitamos el sonido, la imagen pierde todo su significado. Todo tendr\u00eda que estar basado en la imagen, pero lo que se produce en la televisi\u00f3n es precisamente lo contrario: el comentario nos cuenta lo que la imagen no hace m\u00e1s que ilustrar. Esta \u00faltima est\u00e1 ah\u00ed solamente para realzar el comentario. Es una sucesi\u00f3n de paisajes similares, de rostros y gestos intercambiables, pegados uno detr\u00e1s del otro y sin v\u00ednculo alguno entre s\u00ed. En la televisi\u00f3n, la imagen s\u00f3lo sirve para justificar el comentario, para autentificarlo. La imagen permite que el comentario parezca \u00abverdad\u00bb. Y se lo permite precisamente porque, al no decir nada la imagen por s\u00ed misma, el comentario la transforma en aquello que nos dice el comentario. Y es ah\u00ed precisamente donde reside el verdadero peligro de este medio. Al tener la imagen una fuerza de convicci\u00f3n muy importante, es m\u00e1s f\u00e1cil convencer cuando, luego de haber despojado la imagen de todo su sentido, usted la convierte en prueba que autentifica el discurso. A partir de ah\u00ed, todo se basa en el comentario, y en el car\u00e1cter cre\u00edble de la historia que nos van a contar.<\/p>\n

\u00abEn el reportaje<\/i>, se\u00f1ala el antrop\u00f3logo Stephane Breton, el comentario es lo que nos soplan desde los bastidores, ese submundo prohibido al telespectador (\u2026) y del que brota, como una revelaci\u00f3n, un sentido que se impone a la imagen. La significaci\u00f3n no aparece en la escena sino fuera de ella, cuando la dice alguien que sabe\u00bb<\/i>\u00a0[3<\/a>]. El periodista no aparece sino muy raramente, al final del reportaje. O\u00edmos, por tanto, una voz despersonificada. Se trata de una palabra divina que se nos impone para explicarnos aquello que no entender\u00edamos mirando solamente las im\u00e1genes. Al no haber interlocutor, no hay contradicci\u00f3n. El reportaje es como un hilo que se desenrolla siguiendo una l\u00f3gica propia, la que el periodista quiere que nos aprendamos, aquella en la que los \u00abtestigos\u00bb aparecen uno detr\u00e1s de otro \u00fanicamente para acreditar la palabra que de todas maneras ya nos dijo lo que ellos han de explicarnos. Como mismo sucede con la introducci\u00f3n, la redundancia es constante en el reportaje. Todo \u00abtestigo\u00bb es presentado no seg\u00fan su funci\u00f3n, ni con el objetivo de justificar su lugar en el reportaje en ese preciso momento, sino en dependencia de lo que va a decirnos. Y la palabra del \u00abtestigo\u00bb acredita el comentario dando un punto de vista necesariamente \u00abverdadero\u00bb. \u00abSi \u00e9l lo dice, as\u00ed debe ser\u00bb. Y muy a menudo, el \u00abtestigo\u00bb no tiene absolutamente nada que decir, pero de todas maneras lo dice porque el periodista tiene que dar prueba de su objetividad y de la autenticidad de su reportaje, de su investigaci\u00f3n, demostrando que realmente estuvo en el lugar y que por tanto puede hacer que veamos lo que es.<\/p>\n

El reportaje, en el noticiero de televisi\u00f3n, no es la realizaci\u00f3n de una investigaci\u00f3n que explora diferentes pistas sino el relato de un hecho cualquiera mostrado como algo fundamental. Es una visi\u00f3n del mundo sin otra alternativa, que trata de dar una apariencia de objetividad. El presentador dice lo que es, y el reportaje lo muestra. Y es ah\u00ed precisamente que la imagen peca por su falta de sentido, y que el comentario parece convertirse en palabra divina. \u00abHe aqu\u00ed el mundo\u00bb, nos dice el presentador, \u00aby he aqu\u00ed la prueba\u00bb, contin\u00faa el reportaje. Y \u00bfc\u00f3mo poner en duda la prueba si nos la ponen ante nuestros asombrados ojos? La realidad se construye entonces sobre la an\u00e9cdota, en vez de construirse sobre un conjunto de hechos m\u00e1s o menos contradictorios que permitan mirar una situaci\u00f3n en un intento de tener de ella una visi\u00f3n global para poder dar despu\u00e9s un an\u00e1lisis.<\/p>\n

Las consignas<\/h3>\n

Todo esto se relaciona con la l\u00f3gica de difusi\u00f3n de la moral. El noticiero de televisi\u00f3n, como casi todos los medios, es un \u00f3rgano de difusi\u00f3n de las consignas del momento. Nunca discute el sistema, parece como si ni siquiera conociera su existencia, pero destila constantemente las \u00f3rdenes de la clase dominante. El noticiero de televisi\u00f3n forma parte de ese \u00abservicio p\u00fablico\u00bb,<\/i> al que se refiere Guy Debord en sus Commentaires sur la soci\u00e9t\u00e9 du spectacle<\/i>[Comentarios sobre la sociedad del espect\u00e1culo. Nota del Traductor.], \u00abque<\/i> [administra] con un \u201cprofesionalismo\u201d imparcial la nueva riqueza de la comunicaci\u00f3n de todos mediante los medios masivos de difusi\u00f3n, comunicaci\u00f3n que ha alcanzado al fin la pureza unilateral, en la que se no obliga a admirar pasivamente la decisi\u00f3n ya tomada. Lo que nos comunican son<\/i> \u00f3rdenes; y, muy armoniosamente, quienes han impartido esas \u00f3rdenes son precisamente los mismos que nos dir\u00e1n lo que piensan de ellas\u00bb<\/i>\u00a0[4<\/a>] .<\/p>\n

El noticiero de las 8 p.m., surgido de una sociedad en la que se ha destruido la memoria, transmite las consignas, como en toda forma de acondicionamiento, mediante la repetici\u00f3n permanente y cotidiana. Las historias que nos cuentan parecen diferentes entre s\u00ed, cuando en realidad son todas similares. Todo en ellas se repite, noche tras noche, constantemente, y a todos los niveles. S\u00f3lo cambian los nombres y los rostros. Pero la pel\u00edcula es siempre id\u00e9ntica. Nos muestran un presente perpetuo y que permite ocultar todos los movimientos del poder. Si ya no se muestran las evoluciones, es porque ya no tienen vigencia. El noticiero de televisi\u00f3n divulga por tanto la moral burguesa (cristiana y capitalista) en un bloque compacto. Es un v\u00f3mito largo y lento que se escurre, diluido y diseminado durante toda la duraci\u00f3n del noticiero de las 8 p.m. Y que comprende varias formas de difusi\u00f3n:<\/p>\n

\"-\"La acusaci\u00f3n<\/strong>. Es constante, y generalmente la enuncian los \u00abtestigos\u00bb, lo cual permite hacerle creer al periodista que ha mostrado una \u00abopini\u00f3n\u00bb y que por tanto ha presentado una visi\u00f3n objetiva de la situaci\u00f3n. Un incendio destruye una casa, y es porque los bomberos deber\u00edan haber llegado antes. Un violador ha salido de prisi\u00f3n porque ten\u00eda derecho a una reducci\u00f3n de la condena, y es porque la justicia no funciona bien. Un gobierno se niega a plegarse al ultim\u00e1tum de Occidente, y se trata de una dictadura, de un pa\u00eds subdesarrollado donde se mezclan la estupidez y la barbarie, y, mejor a\u00fan, donde la censura amordaza a los opositores, que a su vez est\u00e1n necesariamente de acuerdo con los puntos de vista de Occidente pero no lo pueden decir. El objetivo es siempre encontrar alguien a quien condenar para recordar lo que est\u00e1 \u00abbien\u00bb y lo que est\u00e1 \u00abmal\u00bb y poder aplicar toda la sem\u00e1ntica cristiana del \u00abperd\u00f3n\u00bb, de la \u00abdecadencia\u00bb, etc.<\/p>\n

\"-\"La evidencia<\/strong>. Utilizada sobre todo para zanjar sin discusi\u00f3n las cuestiones econ\u00f3micas, esta consiste en divulgar los dogmas o las decisiones gubernamentales sin ponerlas jam\u00e1s en tela de juicio. Este es el caso, por ejemplo, del \u00abcrecimiento\u00bb, que constituye siempre la v\u00eda necesaria para la supervivencia que nunca se pone en tela de juicio y cuyas cifras nos anuncia el presentador con cara de cat\u00e1strofe: \u00abel crecimiento ser\u00e1 s\u00f3lo de 1,2% este a\u00f1o, seg\u00fan los expertos\u00bb…<\/p>\n

\"-\"La hagiograf\u00eda<\/strong>. Al igual que la misa, el noticiero de televisi\u00f3n tiene que hablar de sus santos. As\u00ed nos ofrecen el retrato de alguien que \u00abha triunfado\u00bb, ya sea porque acaba de fallecer, porque \u00abha ganado en todo\u00bb, porque \u00abse hizo a s\u00ed mismo\u00bb, etc. Es el prisma de la excepci\u00f3n que establece el modelo a seguir suscitando admiraci\u00f3n y respeto. \u00abEsto es lo que usted no ha logrado ser, lo que usted deber\u00eda ser, lo que usted nunca llegar\u00e1 a ser y lo que usted por consiguiente debe adorar\u00bb, nos repite constantemente el noticiero de televisi\u00f3n.<\/p>\n

\"-\"El vecindario<\/strong>. Particularmente eficaz. El objetivo es decir que \u00abFrancia es el \u00faltimo pa\u00eds de Europa en abordar este asunto\u00bb. Es el mecanismo que rige la sociabilidad de base, la pertenencia al grupo mediante la imitaci\u00f3n, mediante la reproducci\u00f3n de lo que parece hacer o de lo que parece ser. El presentador nos dice entonces: \u00abEllos hacen esto. \u00bfPor qu\u00e9 nosotros hacemos otra cosa?\u00bb, presuponiendo que nuestra manera de actuar es necesariamente menos adecuada. \u00abEn Estados Unidos, trabajar despu\u00e9s de los 65 a\u00f1os no representa ning\u00fan problema\u00bb.<\/i> No se hace nunca el m\u00e1s m\u00ednimo an\u00e1lisis de los puntos positivos y negativos del sistema del vecino. Se nos ofrece \u00fanicamente una mirada \u00abobjetiva\u00bb, que nos dice: \u00abEsto es lo que hacen all\u00e1, y por eso es mejor que aqu\u00ed\u00bb.<\/p>\n

\"-\"El folklore<\/strong>. Aqu\u00ed es cuando nos presentan, con una sonrisa en los labios y con la indulgencia con la que se mira al artista que puede parecernos un poco loco pero que a fin de cuentas no le hace da\u00f1o a nadie, a la gente que vive de forma un poco diferente. Es \u00fanica y exclusivamente en este tipo de tema que el presentador subraya el car\u00e1cter \u00abexcepcional\u00bb de las personas que nos van a presentar, como para disuadirnos de actuar como ellas.<\/p>\n

Esto no son m\u00e1s que algunos ejemplos.<\/p>\n

An\u00e9cdota y fatalidad<\/h3>\n

Dos formas de representaci\u00f3n del mundo caracterizan principalmente el noticiero de televisi\u00f3n, y constituyen los dos movimientos principales de difusi\u00f3n de las consignas: la an\u00e9cdota y la fatalidad.<\/p>\n

La an\u00e9cdota<\/strong> aparece al principio de cada tema. Todo parte del hecho en particular, del hecho espec\u00edfico del d\u00eda, y se extiende hacia el problema m\u00e1s amplio que este parece contener en s\u00ed mismo, o que los periodistas hacen como si creyeran que lo contiene. Es una ret\u00f3rica particular que encontramos hoy en la base de todo discurso pol\u00edtico o period\u00edstico, una inversi\u00f3n de la l\u00f3gica, del desarrollo efectivo de la demostraci\u00f3n y del an\u00e1lisis del mundo: ahora es la excepci\u00f3n lo que explica la regla, lo que la construye. Todo parte del hecho particular para prolongarse, como si este \u00faltimo contuviera en s\u00ed mismo todas las causas y todas las consecuencias que han dado lugar a la situaci\u00f3n m\u00e1s general que se supone que demuestra. El noticiero de las 8 p.m. no se preocupa jam\u00e1s por describir fen\u00f3menos end\u00e9micos, o los saca siempre de la cadena de hechos que los han llevado a la situaci\u00f3n actual. Es una necesidad dial\u00e9ctica l\u00f3gica para quien quiere transmitir las consignas sin tomarse el trabajo de explicarlas, lo cual lo obliga a complicar todav\u00eda m\u00e1s su propia demostraci\u00f3n y lo lleva a darse cuenta de que las cosas son menos simples de lo que \u00e9l trat\u00f3 de hacer creer. Para que las consignas sean divulgadas eficazmente, no se puede dejar abierta la posibilidad de contradecirlas. Por tanto, m\u00e1s vale no explicar nada. De todas formas, como ya dijimos anteriormente, el objetivo no es que la gente entienda<\/i>, sino que aprenda<\/i>.<\/p>\n

La fatalidad<\/strong>, por su parte, mece el conjunto del noticiero de televisi\u00f3n. Los hechos suceden por causa de una desgracia fortuita, de un azar distra\u00eddo que por desgracia afecta siempre a los mismas (personas, naciones\u2026). Es un lamento constante: \u00absi los bomberos hubieran llegado antes\u00bb, \u00absi el violador no hubiese salido de prisi\u00f3n\u00bb, \u00absi \u00c1frica no fuera un continente pobre y corrupto\u00bb, etc. La fatalidad es el basamento de toda religi\u00f3n ya que permite no tener nunca nada que justificar y porque recuerda el deber de sumisi\u00f3n ante la trascendencia, ya que siempre estamos \u00abpor debajo\u00bb. La fatalidad equivale a repetir permanentemente una especie de condena, y agrega con amargura (aunque no siempre): \u00ablas cosas son as\u00ed\u00bb. El sistema se regula a s\u00ed mismo y es \u00abel mejor sistema posible\u00bb, el hombre es un ser \u00abmalo\u00bb y se pasa la vida \u00abcay\u00e9ndose\u00bb y \u00abvolvi\u00e9ndose a caer\u00bb a pesar de todos los intentos por \u00abperdonarlo\u00bb, el pobre es responsable de su propia situaci\u00f3n porque es demasiado perezoso para buscar soluciones y aplicarlas, incluso hasta cuando se le da la soluci\u00f3n, etc. Es un suspiro constante, un llamado permanente a la impotencia y a la sumisi\u00f3n ante el sufrimiento. El mundo gira y nada podemos hacer\u2026<\/p>\n

Una vez terminada la transmisi\u00f3n de las consignas, el mensajero divino se despide de nosotros, concluyendo el serm\u00f3n del d\u00eda y sin olvidarse nunca de citarnos para el d\u00eda siguiente a la misma hora. Y luego, desaparece. Mientras recoge los papeles que demuestran su seriedad, la c\u00e1mara se aleja de \u00e9l, la penumbra se hace m\u00e1s intensa y se funde poco a poco con el mismo tipo de m\u00fasica que dio inicio a la ceremonia.<\/p>\n<\/div>\n

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Pierre Mellet<\/div>\n
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[1<\/a>] Patrick Poivre d\u2019Arvor, reconocido como la estrella del periodismo franc\u00e9s, no tiene el carnet de periodista porque sus principales ingresos no provienen del periodismo sino de sus actividades como consejero y de sus escritos.<\/p>\n

[2<\/a>] informaciones mencionadas en el noticiero de las 8 p.m. del canal France 2 correspondiente al lunes 6 de agosto de 2007.<\/p>\n

[3<\/a>] Stephane Breton, T\u00e9l\u00e9vision<\/i>, Hachette Litt\u00e9rature, 2005.<\/p>\n

[4<\/a>] Guy Debord, Commentaires sur la soci\u00e9t\u00e9 du spectacle<\/i>, Gallimard, Folio, 1996.<\/p>\n<\/div>\n<\/article>\n<\/div>\n<\/div>\n<\/div>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"

  Propaganda es lo que hacen los dem\u00e1s… Si bien el telespectador actual pone cada vez m\u00e1s atenci\u00f3n al tratamiento de ciertas noticias en particular en los noticieros de televisi\u00f3n, lo cierto es que raramente se cuestiona la estructura misma de este tipo de programa. Sin embargo, para Pierre Mellet,...<\/p>\n","protected":false},"author":1,"featured_media":1182,"comment_status":"open","ping_status":"open","sticky":false,"template":"","format":"standard","meta":{"footnotes":""},"categories":[1376,1380,1366],"tags":[],"class_list":["post-1181","post","type-post","status-publish","format-standard","has-post-thumbnail","hentry","category-analisis","category-prensa-internet-censura-redes_sociales-correccion_politica-fake_news","category-all"],"_links":{"self":[{"href":"https:\/\/redinternacional.net\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/1181","targetHints":{"allow":["GET"]}}],"collection":[{"href":"https:\/\/redinternacional.net\/wp-json\/wp\/v2\/posts"}],"about":[{"href":"https:\/\/redinternacional.net\/wp-json\/wp\/v2\/types\/post"}],"author":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/redinternacional.net\/wp-json\/wp\/v2\/users\/1"}],"replies":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/redinternacional.net\/wp-json\/wp\/v2\/comments?post=1181"}],"version-history":[{"count":1,"href":"https:\/\/redinternacional.net\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/1181\/revisions"}],"predecessor-version":[{"id":1183,"href":"https:\/\/redinternacional.net\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/1181\/revisions\/1183"}],"wp:featuredmedia":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/redinternacional.net\/wp-json\/wp\/v2\/media\/1182"}],"wp:attachment":[{"href":"https:\/\/redinternacional.net\/wp-json\/wp\/v2\/media?parent=1181"}],"wp:term":[{"taxonomy":"category","embeddable":true,"href":"https:\/\/redinternacional.net\/wp-json\/wp\/v2\/categories?post=1181"},{"taxonomy":"post_tag","embeddable":true,"href":"https:\/\/redinternacional.net\/wp-json\/wp\/v2\/tags?post=1181"}],"curies":[{"name":"wp","href":"https:\/\/api.w.org\/{rel}","templated":true}]}}