{"id":11284,"date":"2023-07-04T18:59:15","date_gmt":"2023-07-04T18:59:15","guid":{"rendered":"https:\/\/redinternacional.net\/?p=11284"},"modified":"2023-07-06T19:10:04","modified_gmt":"2023-07-06T19:10:04","slug":"el-imperio-fallido-el-origen-medieval-de-la-desunion-europea-por-laurent-guyenot","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/redinternacional.net\/2023\/07\/04\/el-imperio-fallido-el-origen-medieval-de-la-desunion-europea-por-laurent-guyenot\/","title":{"rendered":"DOSSIER: El imperio fallido – El origen medieval de la desuni\u00f3n europea – por Laurent Guy\u00e9not"},"content":{"rendered":"
<\/p>\n
<\/p>\n
Europa era una civilizaci\u00f3n. Desde Carlomagno hasta, digamos, el siglo XVI, la civilizaci\u00f3n europea fue la \u00abCristiandad\u00bb. \u00abLa Fe es Europa, y Europa es la Fe\u00bb, en palabras de Hillaire Belloc[1]<\/a>. La Cristiandad occidental ten\u00eda Roma como capital, y el lat\u00edn como lengua. Pero esta unidad era, en teor\u00eda, s\u00f3lo espiritual. Roma era la sede del papado, y el lat\u00edn la lengua de la Iglesia, conocida s\u00f3lo por una \u00ednfima minor\u00eda. Europa ten\u00eda, pues, una unidad religiosa, pero no pol\u00edtica. A diferencia de cualquier otra civilizaci\u00f3n, Europa nunca madur\u00f3 hasta convertirse en un cuerpo pol\u00edtico unificado. En otras palabras, Europa nunca fue un imperio en ninguna de sus formas. Tras el fracaso del Imperio Carolingio, demasiado breve y oscuro para que podamos distinguir su realidad de su leyenda, Europa cristaliz\u00f3 progresivamente en un mosaico de Estados-naci\u00f3n independientes.<\/p>\n Los Estados-naci\u00f3n fueron en realidad una invenci\u00f3n europea, cuyos primeros embriones tomaron forma en el siglo XIII. Antes de la Edad Media, s\u00f3lo hab\u00eda dos tipos de Estados: las ciudades-estado y los imperios. \u00abO bien la ciudad-estado se convert\u00eda en el n\u00facleo de un imperio (como Roma)… o bien permanec\u00eda peque\u00f1a, militarmente d\u00e9bil y, tarde o temprano, v\u00edctima de la conquista\u00bb[2]<\/a>.<\/p>\n Adem\u00e1s del cristianismo, los principados de Europa estuvieron unidos, durante toda la Edad Media, por el parentesco de sus soberanos, fruto de una diplomacia basada en alianzas matrimoniales. Pero esta comunidad de sangre y de fe no impidi\u00f3 que los Estados fueran entidades pol\u00edticas separadas, celosas de su soberan\u00eda y siempre deseosas de ampliar sus fronteras.<\/p>\n En ausencia de una autoridad imperial superior, esta rivalidad engendr\u00f3 un estado de guerra casi permanente. Europa es un campo de batalla en constante ebullici\u00f3n. Si se piensa en Europa como una civilizaci\u00f3n, entonces hay que pensar en sus guerras como guerras civiles. As\u00ed es como el historiador alem\u00e1n Ernst Nolte analiz\u00f3 los dos conflictos europeos del siglo XX[3]<\/a>. Ni la religi\u00f3n com\u00fan ni los lazos familiares impidieron que la civilizaci\u00f3n europea se desgarrara a s\u00ed misma con un odio y una violencia sin precedentes. Recordemos que, en v\u00edsperas de la Primera Guerra Mundial, el rey Jorge V, el k\u00e1iser Guillermo II y el zar Nicol\u00e1s II eran primos hermanos y todos defensores de la fe cristiana.<\/p>\n El objetivo declarado de la \u00abconstrucci\u00f3n europea\u00bb a partir de los a\u00f1os 50 era hacer que estas guerras europeas fueran imposibles o al menos improbables. Pero este proyecto era un anacronismo, porque comenz\u00f3 en un momento en que la civilizaci\u00f3n europea ya estaba muerta, sin energ\u00eda vital para resistirse a ser colonizada por el nuevo imperio de la baraja. Nunca ha habido una gran narrativa europea que una con un orgullo com\u00fan a todos estos pueblos hacinados en la pen\u00ednsula europea. Cada pa\u00eds tiene su peque\u00f1o nacional romano, ignorado o contradicho por los relatos de los libros de texto de sus vecinos. Ciertamente hay algunos mitos compartidos. Carlomagno, por ejemplo. Pero las interminables disputas sobre \u00e9l ilustran precisamente la cuesti\u00f3n; como si Carlomagno tuviera que ser franc\u00e9s o alem\u00e1n. El otro mito europeo es el de las Cruzadas. Pero las Cruzadas ilustran con la misma precisi\u00f3n la incapacidad de los europeos para unirse en torno a un proyecto para Europa. Con las Cruzadas, los papas dijeron a los europeos que la cuna de su civilizaci\u00f3n era una ciudad en el otro extremo del mundo, disputada por otras dos civilizaciones (bizantina e isl\u00e1mica), y les pidieron que lucharan por ella como si su propia civilizaci\u00f3n dependiera de ello. No puede haber un proyecto m\u00e1s antieuropeo. De hecho, las Cruzadas no hicieron sino exportar las rivalidades nacionales a Oriente Pr\u00f3ximo. Claro, son una buena historia, pero sobre todo una gran mentira, ya que su \u00fanico resultado duradero fue la destrucci\u00f3n de la cristiandad oriental y la reunificaci\u00f3n del mundo musulm\u00e1n, pronto organizado en un nuevo Imperio Otomano que se llevar\u00eda por delante partes de Europa.<\/p>\n La Edad Media, en cualquier caso, es el principio y el fin de la gran narrativa europea. La noci\u00f3n de \u00abcivilizaci\u00f3n europea\u00bb evoca la Edad Media y nada m\u00e1s. Y es l\u00f3gico. Europa fue una civilizaci\u00f3n brillante durante la Edad Media cl\u00e1sica (siglos XI-XIII). Pero como esta civilizaci\u00f3n medieval no consigui\u00f3 formar un cuerpo integrado, se fragment\u00f3 en varias microcivilizaciones, cada una de las cuales jugaba su propio juego imperial contra las dem\u00e1s. As\u00ed tuvimos, en el siglo XIX, un imperio franc\u00e9s, luego un imperio brit\u00e1nico y un imperio alem\u00e1n, todos tratando de destruirse mutuamente. Eran imperios coloniales: al no haber conseguido crear un imperio en casa, los europeos exportaron sus rivalidades en conquistas depredadoras. En \u00faltima instancia, dieron origen al imperio estadounidense, nacido en el genocidio y la esclavitud, y destinado a traer la peste del woke<\/a> sobre sus progenitores.<\/p>\n De ah\u00ed la hip\u00f3tesis planteada por el historiador Caspar Hirschi, seg\u00fan la cual la historia europea se caracteriza por una rivalidad entre centros de poder que luchan por la supremac\u00eda imperial sin poder alcanzarla nunca:<\/p>\n una cultura pol\u00edtica imperialista, dictada por el ideal de un \u00fanico poder universal heredado de la Antig\u00fcedad romana, coexisti\u00f3 dentro de una estructura territorial fragmentada, donde cada una de las grandes potencias ten\u00eda una fuerza similar (Imperio, Papado, Francia, Inglaterra y m\u00e1s tarde Arag\u00f3n). En el \u00e1mbito de la Cristiandad romana, esto condujo a una intensa e interminable competici\u00f3n por la supremac\u00eda; todos los reinos principales aspiraban al dominio universal, pero se imped\u00edan mutuamente conseguirlo<\/em>[5]<\/a>.<\/p>\n As\u00ed que las naciones son, seg\u00fan Hirschi, \u00abel producto de un anacronismo duradero y contundente\u00bb. Y el nacionalismo no es m\u00e1s que \u00abun discurso pol\u00edtico construido por aspirantes a imperios que fracasan cr\u00f3nicamente y que est\u00e1n atrapados en una batalla para mantenerse a raya unos a otros\u00bb[6]<\/a>. Hirschi no identifica el mecanismo que impidi\u00f3 a una u otra potencia ganar esta competici\u00f3n. As\u00ed que pregunt\u00e9monos: \u00bfQu\u00e9 ocurri\u00f3? O, mejor dicho, \u00bfqu\u00e9 no ocurri\u00f3? En todas partes, las civilizaciones tienden a unificarse en alguna forma de unidad pol\u00edtica, en torno a una ciudad o etnia dominante. S\u00f3lo en la cristiandad occidental tenemos una civilizaci\u00f3n sin Estado, es decir, un cuerpo sin cabeza.<\/p>\n \u00bfPor qu\u00e9 Europa no es un Imperio? No es por falta de voluntad: Hirschi tiene raz\u00f3n en este punto: Europa anhelaba ser un Imperio, lo deseaba intensamente, pero fracas\u00f3. Los propios pueblos aspiraban a ese ideal, sin\u00f3nimo de unidad, paz y prosperidad. Imperio no debe entenderse aqu\u00ed en su sentido moderno. Como explica Ernst Kantorowicz en su biograf\u00eda de Federico II Hohenstaufen:<\/p>\n El Imperio Mundial ideal de la Edad Media no implicaba el sometimiento de todos los pueblos bajo el dominio de uno solo. Representaba la comunidad de todos los reyes y pr\u00edncipes, de todas las tierras y pueblos de la Cristiandad, bajo un emperador romano, que no pertenecer\u00eda a ninguna naci\u00f3n y que, al margen de todas las naciones, gobernar\u00eda a todas desde su trono en la Ciudad Eterna<\/em>[7]<\/a>.<\/p>\n Incluso tras la ca\u00edda de los Hohenstaufen, que estuvieron a punto de alcanzar este ideal (m\u00e1s adelante), el sue\u00f1o perdur\u00f3. El Imperio era un ser metaf\u00edsico, la imagen misma de Dios, como sosten\u00eda Dante Alighieri en De Monarchia<\/em> (c. 1310):<\/p>\n el g\u00e9nero humano es m\u00e1s semejante a Dios cuando es m\u00e1s uno, porque el principio de la unidad reside s\u00f3lo en \u00c9l. … Pero el g\u00e9nero humano es m\u00e1s uno cuando todos est\u00e1n unidos, un estado que es manifiestamente imposible a menos que la humanidad en su conjunto se someta a un solo Pr\u00edncipe, y en consecuencia est\u00e9 m\u00e1s de acuerdo con esa intenci\u00f3n divina que mostramos al principio de este cap\u00edtulo que es el bien, es m\u00e1s, que es la mejor disposici\u00f3n de la humanidad[8]<\/strong><\/a><\/em>.<\/p>\n Por tanto, la teor\u00eda de Caspar Hirschi carece de una pista del factor inhibidor que impidi\u00f3 la unificaci\u00f3n de Europa, a pesar del empuje colectivo \u2014casi podr\u00eda decirse org\u00e1nico\u2014. Pero Hirschi tambi\u00e9n se equivoca en su descripci\u00f3n de la din\u00e1mica europea. La competencia por el Imperio no fue, como \u00e9l escribe, entre \u00abel Imperio [alem\u00e1n], el Papado, Francia, Inglaterra y, m\u00e1s tarde, Arag\u00f3n\u00bb. Hasta mediados del siglo XI, s\u00f3lo el primero, conocido oficialmente como Romanum imperium<\/em>, reivindic\u00f3 la soberan\u00eda imperial. Entonces surgi\u00f3 otra potencia para desafiar sus pretensiones: el papado. Durante tres siglos, la competencia entre el emperador y el Papa domin\u00f3 la pol\u00edtica europea. Desde los debates intelectuales hasta los campos de batalla, Europa se vio totalmente arrastrada a esa lucha. Ning\u00fan otro factor es comparable en intensidad e influencia en la Edad Media cl\u00e1sica.<\/p>\n Los papas impidieron deliberada y persistentemente la expansi\u00f3n del imperio alem\u00e1n, que era, por razones geogr\u00e1ficas e hist\u00f3ricas, la \u00fanica potencia capaz de unificar pol\u00edticamente Europa. La unificaci\u00f3n de Europa s\u00f3lo pod\u00eda comenzar por la unidad de Alemania e Italia, pero esto es precisamente a lo que el papado se resisti\u00f3 con todas sus fuerzas, y sus poderes sobrenaturales. En el proceso, el papado consolid\u00f3 otros reinos emergentes, al tiempo que imped\u00eda que ninguno de ellos prevaleciera. Al final, ni el emperador ni el papa pudieron reinar sobre Europa. Y as\u00ed, s\u00f3lo en el siglo XIV, cuando el imperio alem\u00e1n hab\u00eda perdido impulso, Francia, luego Inglaterra y finalmente Espa\u00f1a, empezaron a manifestar sus propias inclinaciones imperiales y entraron en una competici\u00f3n que s\u00f3lo pod\u00eda conducir a un punto muerto, y a una Europa permanentemente dividida.<\/p>\n Por tanto, la acci\u00f3n pol\u00edtica de los papas, desde el inicio de la reforma gregoriana a mediados del siglo XI, es la \u00fanica raz\u00f3n por la que Europa no se convirti\u00f3 en un imperio \u2014en el sentido medieval de \u00abreino de reinos\u00bb, como lo fue el Oikoumene bizantino\u2014 y, por tanto, no pudo construir los cimientos de su futura unidad cultural, ling\u00fc\u00edstica y pol\u00edtica. Esto es lo que intentar\u00e9 demostrar en este art\u00edculo. Al cortar las alas al Imperio alem\u00e1n y reducirlo finalmente al rango de una naci\u00f3n entre otras, el papado convirti\u00f3 a Europa en un conjunto de Estados rivales unidos \u00fanicamente por las leyes de la guerra.<\/p>\n Lo que a veces se denomina la \u00abpol\u00edtica equilibrada\u00bb del papado, enfrentando a un Estado contra otro, y en particular a Francia contra Alemania, era un medio y no un fin. El objetivo \u00faltimo de los papas no era crear una \u00abEuropa de las naciones\u00bb, sino gobernar el Imperio. Este proyecto fue concebido por un grupo de intelectuales cuya primera figura central fue el monje cluniacense Hildebrando, a quien el cardenal Pedro Dami\u00e1n, que le conoc\u00eda bien, llam\u00f3 en una ocasi\u00f3n \u00absan Satan\u00e1s\u00bb. Lleg\u00f3 a ser Papa con el nombre de Gregorio VII en 1073. Las l\u00edneas maestras de su programa est\u00e1n contenidas en las 27 proposiciones de su famoso Dictatus Papae<\/em>, entre ellas: \u00abS\u00f3lo el Papa puede con derecho ser llamado universal. … S\u00f3lo \u00e9l puede usar la Insignia Imperial. … Todos los pr\u00edncipes besar\u00e1n los pies s\u00f3lo del Papa. … Se le puede permitir deponer emperadores\u00bb. Ese programa defini\u00f3 el papado durante tres siglos. Ciento treinta a\u00f1os despu\u00e9s de Gregorio VII, Inocencio III afirm\u00f3 estar por encima de los reyes porque: \u00abEl Se\u00f1or dio a Pedro no s\u00f3lo el se\u00f1or\u00edo sobre la Iglesia universal, sino tambi\u00e9n sobre el mundo entero\u00bb. El mismo d\u00eda de su consagraci\u00f3n, en 1198, afirm\u00f3 su derecho a hacer y deshacer reyes y emperadores, porque: \u00abA m\u00ed se me ha dicho en la persona del profeta: ‘Te he puesto sobre naciones y sobre reinos, para desarraigar y para derribar, para asolar y para destruir, para edificar y para plantar’\u00bb (Jerem\u00edas 1, 10)[9]<\/a>.<\/p>\n Es un craso error considerar estas palabras como metaf\u00f3ricas. Los medios utilizados para hacerlas realidad (resumidos en este art\u00edculo) demuestran que deben entenderse literalmente. Los medios inclu\u00edan la excomuni\u00f3n y la deposici\u00f3n de cualquier soberano insumiso. En la Edad Media, \u00e9sta era un arma muy poderosa, ya que la mayor\u00eda de la gente cre\u00eda, o fing\u00eda creer, en el poder del Papa para enviar a la gente al cielo o al infierno. El historial de Inocencio III incluye la excomuni\u00f3n de un emperador, siete reyes e innumerables se\u00f1ores. Para muchos de sus contempor\u00e1neos, Inocencio III era el verus imperator<\/em>. Llev\u00f3 a cabo una pol\u00edtica exterior que s\u00f3lo puede calificarse de imperial: \u00abSu ambici\u00f3n era vincular al papado, mediante lazos de vasallaje pol\u00edtico, al mayor n\u00famero posible de reyes de Europa\u00bb[10]<\/a>.<\/p>\n Contrariamente al imperio de los reyes alemanes, el proyecto imperial del Vaticano no ten\u00eda ninguna posibilidad de \u00e9xito final, porque no ten\u00eda m\u00e1s legitimidad que la gigantesca mentira de la Donaci\u00f3n de Constantino. El primer rev\u00e9s fue una famosa bofetada infligida en 1303 a Bonifacio VII, que hab\u00eda declarado, sencillamente: Ego sum Caesar, ego imperator<\/em>. El rey franc\u00e9s Felipe el Hermoso juzg\u00f3 al Papa por sodom\u00eda, brujer\u00eda y herej\u00eda, y se sacudi\u00f3 el yugo. Bohemia se rebel\u00f3 en el siglo siguiente (la revoluci\u00f3n husita). Despu\u00e9s, los pr\u00edncipes alemanes respondieron a la llamada de Lutero (A la nobleza cristiana de la naci\u00f3n alemana<\/em>, 1520). El imperio papal fracas\u00f3, pero su logro duradero es haberse interpuesto en el camino del \u00fanico imperio que pod\u00eda triunfar, y haber dejado a Europa cr\u00f3nicamente dividida tanto por ambiciones nacionales como por credos religiosos.<\/p>\n Pero, \u00bfpor qu\u00e9 hablar de \u00abfracaso\u00bb? Despu\u00e9s de todo, se puede ver en el orden europeo de Estados-naci\u00f3n un gran \u00e9xito. Por tanto, hay que distinguir dos cuestiones. La primera es: \u00bffue posible, o incluso inevitable, la unidad pol\u00edtica de Europa sin la oposici\u00f3n del papado? Esta pregunta puede responderse mediante un estudio hist\u00f3rico objetivo. Eso es lo que voy a hacer. La segunda pregunta es subjetiva: \u00bfera deseable la unidad imperial de Europa? Depende entonces del punto de vista. El nacionalista responder\u00e1 que es una suerte que Europa no fuera un imperio, porque entonces las naciones no habr\u00edan existido, o muy poco. As\u00ed que Thomas Tout puede escribir: \u00abEl conflicto entre el Papado y el Imperio… hizo posible el crecimiento de los grandes estados nacionales del siglo XIII, de los que vendr\u00eda la salvaci\u00f3n definitiva de Europa\u00bb[11]<\/a>.<\/p>\n Pero \u00bfde qu\u00e9 salvaci\u00f3n estamos hablando? \u00bfLa de una Europa incendiada y ensangrentada durante la Guerra de los Cien A\u00f1os (1337-1453), las Guerras Italianas (1494-1559) y luego la Guerra de los Treinta A\u00f1os (1618-1648)? Esta \u00faltima, por cierto, fue orquestada en gran parte por el cardenal Richelieu, que financi\u00f3 y arm\u00f3 a los protestantes (tanto luteranos como calvinistas) para arruinar el Imperio de los Habsburgo cat\u00f3licos. Era, dijo, \u00abpor el bien de la Iglesia y de la Cristiandad, porque la monarqu\u00eda universal, a la que aspira el rey [Habsburgo] de Espa\u00f1a, es muy perjudicial para la Cristiandad, para la Iglesia y para el Papa\u00bb[12]<\/a>.<\/p>\n En realidad, la Guerra de los Treinta A\u00f1os fue la punzada de nacimiento de una Europa que ya no ten\u00eda nada de cristiana. \u00abEn el espacio de tres d\u00e9cadas, escribe Arnaud Blin, el universo geopol\u00edtico europeo se transform\u00f3 por completo. La idea medieval de una Europa cristiana unificada dio paso a un tablero de ajedrez pol\u00edtico regido por un nuevo mecanismo de relaciones internacionales basado en el conflicto de intereses, el equilibrio de poder y el amoralismo de la realpolitik<\/em>\u00bb[13]<\/a>. Lo que la Paz de Westfalia (1648) inaugur\u00f3, Montesquieu lo describi\u00f3 un siglo despu\u00e9s en El esp\u00edritu de la Ley<\/em>:<\/p>\n Una nueva enfermedad ha estallado en Europa: ha infectado a nuestros gobernantes y les ha hecho mantener ej\u00e9rcitos desproporcionados. Tiene sus recurrencias y pronto se hace contagiosa; inevitablemente, porque tan pronto como un Estado aumenta el n\u00famero de sus tropas, como se las llama, los dem\u00e1s aumentan al mismo tiempo las suyas, de modo que la ruina general es lo \u00fanico que resulta de ello. Todo monarca mantiene permanentemente en pie ej\u00e9rcitos tan numerosos como ser\u00edan necesarios si su pueblo estuviera en peligro inminente de exterminio; y esta lucha de todos contra todos se llama paz[14]<\/strong><\/a><\/em>.<\/p>\n Para pagar a estos ej\u00e9rcitos, se necesitaban constantemente m\u00e1s impuestos y m\u00e1s deuda, hasta que finalmente, tras las guerras napole\u00f3nicas, Europa qued\u00f3 esclavizada a los especuladores de la guerra, con los Rothschild<\/em> como adalides. Europa, despu\u00e9s de inventar el Estado-naci\u00f3n, invent\u00f3 la guerra industrial.<\/p>\n Suponiendo que las naciones europeas pudieran alguna vez liberarse del parasitismo financiero, \u00bfpodr\u00edan alguna vez vivir en paz unas con otras siendo cada una soberana? No, y por una sencilla raz\u00f3n: el mundo est\u00e1 ahora compuesto de imperios, y ninguna naci\u00f3n puede competir con los imperios. Sin unidad pol\u00edtica, Europa siempre estar\u00e1 sometida a uno u otro imperio.<\/p>\n Para liberarse de las garras de la OTAN, Europa no tiene, tal como est\u00e1n las cosas, otra alternativa que aliarse con el imperio ruso, pues la Federaci\u00f3n Rusa es, en efecto, tanto una civilizaci\u00f3n como un imperio, heredera de la civilizaci\u00f3n bizantina y del imperio destruido por el papado. Quienes afirman que Europa debe temer a Rusia tanto como a Estados Unidos (como hacen muchos afiliados a la \u00abNouvelle Droite\u00bb francesa) son a\u00fan m\u00e1s incoherentes y peligrosos que los nacionalistas que anhelan la soberan\u00eda de su naci\u00f3n. El realista no ve alternativa entre Estados Unidos y Rusia, porque no la hay. El realista no renuncia a Europa, pero apuesta por que el orden mundial multipolar que Rusia est\u00e1 promoviendo ser\u00e1 mucho m\u00e1s favorable para Europa que la dominaci\u00f3n estadounidense.<\/p>\n Por \u00faltimo, el realista acepta que, a pesar de tantas adversidades, Alemania sigue siendo el l\u00edder natural y leg\u00edtimo de Europa. Podemos debatir por qu\u00e9 es as\u00ed, pero no podemos negarlo. No se trata s\u00f3lo de econom\u00eda. En sus m\u00e1s altos logros, la civilizaci\u00f3n europea es alemana (y lo dice un franc\u00e9s). Nada suceder\u00e1 a menos que Alemania tenga las agallas de denunciar y la voluntad de resistir al tinglado de Washington, y de formar una alianza genuina y duradera con Rusia.<\/p>\n Despu\u00e9s de estas observaciones preliminares, ahora contar\u00e9 la historia de Europa con el prop\u00f3sito de demostrar la teor\u00eda de que el papado medieval fue la causa principal del fracaso de Europa para conseguir la unidad pol\u00edtica, y por lo tanto la causa \u00faltima de su completa subyugaci\u00f3n por Washington. (En realidad, lo que Washington est\u00e1 haciendo ahora a Europa se parece mucho a lo que el papado estaba haciendo a Europa hace siglos, como argument\u00f3 brillantemente<\/a> Michael Hudson).<\/p>\n El papado ser\u00e1 considerado aqu\u00ed \u00fanicamente como un poder pol\u00edtico, que sin duda lo fue. No se hablar\u00e1 del cristianismo como sistema de creencias o pr\u00e1ctica religiosa. El papado y la religi\u00f3n de Cristo son dos cosas distintas <\/em>\u2014algunos dir\u00edan opuestas<\/em>\u2014. De hecho, hasta Gregorio VII, <\/em>\u00abel papado estaba casi ausente de la vida de los cristianos fuera de Roma<\/em>\u00bb[15]<\/a>.<\/p>\n Empecemos por el principio. \u00bfC\u00f3mo se origin\u00f3 la civilizaci\u00f3n europea medieval? Generalmente se acepta que brot\u00f3 sobre las ruinas del Imperio Romano de Occidente, cuya ca\u00edda se atribuye a las invasiones b\u00e1rbaras y se fecha en 476, tres siglos antes de Carlomagno. El historiador belga Henri Pirenne cuestion\u00f3 esta idea recibida en Mahoma y Carlomagno<\/em>, publicado en 1937, y su teor\u00eda sigue en pie, para quienes la conocen.<\/p>\n En realidad, las invasiones b\u00e1rbaras no destruyeron el Imperio Romano de Occidente, porque ninguno de los pueblos \u00abb\u00e1rbaros\u00bb que se asentaron en los territorios del Imperio trat\u00f3 nunca de destruirlo. \u00abNada animaba a los germanos contra el Imperio\u00bb, explica Pirenne, \u00abni motivos religiosos, ni odio racial, ni mucho menos consideraciones pol\u00edticas. En lugar de odiarlo, lo admiraban. Todo lo que quer\u00edan era establecerse all\u00ed y beneficiarse de \u00e9l. Y sus reyes aspiraban a las dignidades romanas\u00bb[16]<\/a>.<\/p>\n Adem\u00e1s, nunca pensaron que el Imperio Romano hubiera ca\u00eddo, estuviera cayendo o fuera a caer. Todos sus ojos estaban puestos en la capital del Imperio Romano, Constantinopla. \u00abHasta el siglo VIII, no hay otro elemento positivo en la historia que la influencia del Imperio\u00bb[17]<\/a>. El obispo de Roma, naturalmente, era nombrado o aprobado por el Basileus o su representante en R\u00e1vena (esto se conoce como el \u00abPapado Bizantino\u00bb).<\/p>\n \u00abDe todos los rasgos de esa maravillosa estructura humana que es el Imperio Romano, el m\u00e1s llamativo y el m\u00e1s esencial es su car\u00e1cter mediterr\u00e1neo\u00bb, escribi\u00f3 Pirenne. \u00abEl mar interior, en el pleno sentido del t\u00e9rmino Mare nostrum, era el veh\u00edculo de las ideas, de las religiones y de las mercanc\u00edas\u00bb[18]<\/a>. Por eso todos los pueblos b\u00e1rbaros compet\u00edan por el acceso al Mediterr\u00e1neo. La parte meridional de Europa occidental sigui\u00f3 siendo plenamente romana mientras comerciara libremente con Oriente. El norte de Europa (Austrasia, Sajonia y Frisia) se vio menos afectado, ya que su econom\u00eda se basaba en la explotaci\u00f3n de grandes latifundios agr\u00edcolas y no depend\u00eda del comercio mediterr\u00e1neo. Esto explica el ascenso de los francos austrasios, que incluso se beneficiaron de una intensificaci\u00f3n del comercio mar\u00edtimo y fluvial en el norte, lo que compens\u00f3 en parte el declive del comercio mediterr\u00e1neo. Constantinopla empez\u00f3 a comerciar a trav\u00e9s de los escandinavos del Rus que se establecieron en N\u00f3vgorod y Kiev.<\/p>\n Dado que el centro de gravedad pol\u00edtico se desplaz\u00f3 hacia el Norte, el papado romano se volvi\u00f3 naturalmente hacia all\u00ed en busca de protecci\u00f3n. Los papas no fueron los \u00fanicos en cortejar a Pipino el Breve y sus herederos; en 781, se concert\u00f3 un matrimonio entre el hijo de la emperatriz bizantina y la hija de Carlomagno. Pero el compromiso se rompi\u00f3 por rencillas religiosas, y la coronaci\u00f3n de Carlomagno en Roma el d\u00eda de Navidad del a\u00f1o 800 marc\u00f3 la primera ruptura entre Oriente y Occidente.<\/p>\n La ceremonia de coronaci\u00f3n puso de manifiesto la complementariedad de papa y emperador: el primero corona al segundo, lo hace aclamar por el pueblo de Roma y luego se postra ante \u00e9l. Esto imita el modelo bizantino, salvo por un detalle importante: \u00abEn Bizancio la coronaci\u00f3n imperial nunca fue m\u00e1s que una ceremonia accesoria. Cuando el soberano era elegido por el Senado o el ej\u00e9rcito (ya fuera por aceptaci\u00f3n t\u00e1cita o expresa, por entronizaci\u00f3n leg\u00edtima o usurpada), entraba inmediatamente en posesi\u00f3n de todos sus poderes. La liturgia de la coronaci\u00f3n, que a veces ten\u00eda lugar un a\u00f1o m\u00e1s tarde, no a\u00f1ad\u00eda nada\u00bb[20]<\/a>.<\/p>\n Hubo otra gran innovaci\u00f3n respecto al modelo bizantino: el acuerdo entre Carlomagno y el papa Silvestre I inclu\u00eda la confirmaci\u00f3n por parte del primero de una donaci\u00f3n hecha por su padre Pipino al papa Esteban II, de la ciudad de Roma y de un vasto territorio a su alrededor. Esta \u00abDonaci\u00f3n de Pipino\u00bb utilizaba a su vez como base jur\u00eddica la \u00abDonaci\u00f3n de Constantino\u00bb, probablemente la falsificaci\u00f3n m\u00e1s audaz de toda la historia de la humanidad, y sin duda la de mayores consecuencias.<\/p>\n En primer lugar, la Donaci\u00f3n de Constantino es el fundamento de la pretensi\u00f3n papal de gobernar sobre el emperador, ya que muestra a Constantino el Grande dando a \u00abSilvestre el pont\u00edfice universal y a todos sus sucesores hasta el fin del mundo\u00bb todas las insignias imperiales: diadema, tiara, bandolera, manto p\u00farpura, t\u00fanica carmes\u00ed, cetros, lanzas, estandartes, \u00aby toda la ventaja de nuestra alta posici\u00f3n imperial, y la gloria de nuestro poder\u00bb. Sobre la base de esta falsificaci\u00f3n, los papas afirmar\u00edan m\u00e1s tarde que el primer emperador cristiano les hab\u00eda otorgado toda la autoridad imperial y el derecho a conferirla al emperador de su elecci\u00f3n, o a quit\u00e1rsela, e incluso, en caso de vacante, a gobernar ellos mismos como emperadores.<\/p>\n Pero por qu\u00e9 detenerse ah\u00ed, pens\u00f3 el falsificador. Constantino, ahora en calzoncillos, cedi\u00f3 al papa \u00abnuestro imperial palacio de Letr\u00e1n\u00bb, as\u00ed como \u00abla ciudad de Roma y todas las provincias, distritos y ciudades de Italia o de las regiones occidentales\u00bb. Y para asegurarse de que el Papa era realmente el due\u00f1o del mundo occidental, Constantino decidi\u00f3 trasladarse a Bizancio, \u00abpues, donde la supremac\u00eda de los sacerdotes y la cabeza de la religi\u00f3n cristiana ha sido establecida por un gobernante celestial, no conviene que all\u00ed tenga jurisdicci\u00f3n un gobernante terrenal\u00bb. Sobre esta base, los papas prohibir\u00edan m\u00e1s tarde a los emperadores occidentales residir en Roma.<\/p>\n Como ya he dicho, la Donaci\u00f3n de Constantino es la base de la Donaci\u00f3n de Pipino y de su confirmaci\u00f3n por Carlomagno. En realidad, existen dudas sobre la existencia de la \u00abdonaci\u00f3n de Pipino\u00bb, ya que no se conoce ning\u00fan acto aut\u00e9ntico[21]<\/a>. Lo que s\u00ed es bastante seguro es que el patrimonio papal se asegur\u00f3 a finales del siglo X mediante el \u00abPrivilegio Ottoniano\u00bb (Privilegium Ottonianum<\/em>), firmado por Ot\u00f3n el Grande, cuyo original se encuentra en los archivos vaticanos. Este documento, que hace referencia expl\u00edcita a la Donaci\u00f3n de Constantino (y que muy posiblemente sea una falsificaci\u00f3n), concede al Papa una larga lista de dominios, incluyendo \u00abla ciudad de Roma con su ducado\u00bb, \u00abtodo el exarcado de R\u00e1vena\u00bb, as\u00ed como Venecia, C\u00f3rcega y Sicilia (entonces ocupada por los sarracenos).<\/p>\n Este vasto territorio, ampliado posteriormente hasta alcanzar el tama\u00f1o de un ducado, atraviesa la pen\u00ednsula it\u00e1lica. Una r\u00e1pida ojeada sobre el mapa explica por qu\u00e9 los papas estar\u00e1n obsesionados por el temor de ver su Patrimonium Petri<\/em> tomado en un movimiento de pinza. Su prioridad constante ser\u00e1 impedir que ning\u00fan soberano reine tanto en el sur como en el norte de Italia. Por lo tanto, incluso antes de preguntarnos por qu\u00e9 Europa no logr\u00f3 la unidad pol\u00edtica, tenemos la respuesta a por qu\u00e9 Italia nunca logr\u00f3 su propia unidad pol\u00edtica: la unidad de Italia estaba condicionada por la desaparici\u00f3n de los Estados Pontificios, y la prueba de ello es que ambas cosas suceder\u00edan simult\u00e1neamente en 1859. El Imperio carolingio s\u00f3lo dur\u00f3 unos cuarenta a\u00f1os, hasta que, seg\u00fan se nos dice, fue dividido entre los nietos de Carlomagno de una forma que desaf\u00eda la l\u00f3gica (Tratado de Verd\u00fan, 843), y de nuevo en la generaci\u00f3n siguiente (Tratado de Pr\u00fcm, 855)[23]<\/a>. As\u00ed que no nos detengamos m\u00e1s en los carolingios, y pasemos a los otones, los verdaderos fundadores de lo que llegar\u00eda a llamarse el Sacro Imperio Romano Germ\u00e1nico.<\/p>\n Ot\u00f3n el Grande es hijo de Enrique el Pajarero, duque de Sajonia, que en 911 fue elegido rey por una coalici\u00f3n de pr\u00edncipes deseosos de unir sus cinco ducados (Lorena, Sajonia, Franconia, Suabia y Baviera) contra los ataques de daneses, eslavos y h\u00fangaros. El nombre de \u00abalem\u00e1n\u00bb ten\u00eda poco uso en la \u00e9poca, por lo que fue designado \u00abrey de los romanos\u00bb, testimonio del prestigio perdurable de la civilizaci\u00f3n romana, identificada con la cristiandad.<\/p>\n Ot\u00f3n I fue elegido a su vez rey de los romanos en 936, y a\u00f1adi\u00f3 a este t\u00edtulo el de rey de Italia gracias a su matrimonio con la viuda del rey anterior y a una guerra de conquista. Su victoria sobre los h\u00fangaros en 955 le convirti\u00f3 en el salvador de la cristiandad occidental. En agradecimiento a su protecci\u00f3n, el Papa Juan XII le coron\u00f3 \u00abEmperador de los Romanos\u00bb en Roma en 962. As\u00ed pues, fue la salvaguarda de las fronteras orientales de la Cristiandad por parte de Ot\u00f3n, por un lado, y la uni\u00f3n de Alemania e Italia, por otro, lo que constituy\u00f3 el punto de partida del Imperio. Pero la unidad real de Alemania e Italia siempre se vio dificultada por la barrera de los Alpes que se interpon\u00eda entre ambas y por sus diferentes tradiciones pol\u00edticas: Alemania segu\u00eda siendo una confederaci\u00f3n perdida de ducados feudales, mientras que Italia era m\u00e1s bien una constelaci\u00f3n de ciudades-estado. Los emperadores, residentes en Alemania, tendr\u00edan grandes dificultades para ganarse y mantener la lealtad de las ricas ciudades italianas, cuyas tendencias separatistas explotar\u00edan los papas.<\/p>\n El hijo y el nieto de Ot\u00f3n I, Ot\u00f3n II y Ot\u00f3n III, fueron a su vez elegidos reyes de los romanos y luego coronados emperadores, respectivamente en 973 y 996. Los otones instauraron as\u00ed la tradici\u00f3n seg\u00fan la cual los pr\u00edncipes alemanes eligen a su rey, que se convierte de derecho en candidato al t\u00edtulo de emperador hasta su coronaci\u00f3n por el Papa. En general, el rey reinante obtiene en vida el acuerdo de los pr\u00edncipes para la elecci\u00f3n de su hijo, pero la realeza germ\u00e1nica sigue siendo en principio electiva.<\/p>\n Al tiempo que reclamaban el imperium para Occidente, los otones reconoc\u00edan a los emperadores orientales de la dinast\u00eda macedonia. Ot\u00f3n I negoci\u00f3 el matrimonio de su hijo Ot\u00f3n II con la princesa Te\u00f3fano, sobrina del emperador bizantino Juan Tzimisces. Ot\u00f3n III, el hijo nacido de esta uni\u00f3n, creci\u00f3 bajo la influencia de su madre y su corte bizantina. \u00c9l mismo consigui\u00f3 la mano de una sobrina del emperador Basilio II, pero cuando ella desembarc\u00f3 en Bari en 1002, fue para enterarse de que Ot\u00f3n III hab\u00eda muerto. S\u00f3lo ten\u00eda 21 a\u00f1os.<\/p>\n La pol\u00edtica exterior de los otones se inspiraba en el concepto constantinopolitano de la Oikoumene. Favorec\u00edan la aparici\u00f3n de reinos cristianos aut\u00f3nomos bajo su tutela, convirti\u00e9ndose el emperador en padrino de los reyes a los que autorizaba a llevar la corona. En Oriente, los otones emprendieron la cristianizaci\u00f3n de los eslavos de m\u00e1s all\u00e1 del Oder (Polonia y Bohemia) y de los h\u00fangaros. Bohemia (capital Praga) acab\u00f3 convirti\u00e9ndose en parte integrante del Imperio, mientras que Polonia acabar\u00eda alej\u00e1ndose del Imperio, pero permaneciendo amarrada a la Iglesia latina. En Hungr\u00eda, bajo Ot\u00f3n II, el rey G\u00e9za hizo bautizar a su hijo como Esteban, y Ot\u00f3n III le concedi\u00f3 la corona real.<\/p>\n En Occidente, los otones tomaron el control de Lotaringia (la futura Lorena, incluida Alsacia). Ot\u00f3n I se la confi\u00f3 a su hermano Bruno, tambi\u00e9n arzobispo de Colonia. \u00c9ste cas\u00f3 a su hermana Hedwige con el duque de los francos Hugo el Grande, padre de Hugo Capeto, que fue educado por Bruno. El arzobispo Adalbero de Reims, tambi\u00e9n miembro de la familia otona, y Gerberto de Aurillac, tutor y amigo de Ot\u00f3n III, hicieron coronar rey de los francos a Hugo Capeto en 987[24]<\/a>. As\u00ed naci\u00f3 la dinast\u00eda real de los Capetos a la sombra del Imperio, como parte de lo que en la \u00e9poca se llam\u00f3 \u00abel orden ot\u00f3n\u00bb.<\/p>\n En su relaci\u00f3n con la Iglesia, los emperadores otones trataron de reproducir la sinfon\u00eda bizantina entre el Basileus y el patriarca de Constantinopla. En virtud del Privilegio Ottoniano, el papa, una vez elegido, deb\u00eda prestar juramento de fidelidad al emperador. En 963, Ot\u00f3n I cruz\u00f3 los Alpes para deponer al papa Juan XII y nombrar a Le\u00f3n VIII en su lugar. Exigi\u00f3 que el pueblo de Roma prometiera que \u00abno elegir\u00eda ni ordenar\u00eda a ning\u00fan papa si no era con el consentimiento del se\u00f1or Ot\u00f3n o de su hijo\u00bb[25]<\/a>. Ot\u00f3n III hizo papa a su primo Bruno (Gregorio V), quien le coron\u00f3 emperador en 996. A la muerte de Gregorio, coloc\u00f3 a su tutor y amigo Gerberto de Aurillac, que tom\u00f3 el nombre de Silvestre II, se\u00f1alando as\u00ed a Ot\u00f3n III como un nuevo Constantino. El derecho del emperador a nombrar papa o deponer a un papa indigno se consideraba parte de su atribuci\u00f3n, como protector de la Iglesia, como ocurr\u00eda en el Imperio de Oriente.<\/p>\n Alemania ten\u00eda una Iglesia nacional, al cuidado de unos pocos arzobispos y unos cuarenta obispos, en gran medida independiente de Roma. Los arzobispos eran tambi\u00e9n los cancilleres del Imperio, y los obispos constitu\u00edan la columna vertebral de la administraci\u00f3n imperial, contrarrestando el poder de los duques. \u00abEl obispado tend\u00eda as\u00ed a convertirse en un feudo, sobre todo porque, adem\u00e1s de poderes espirituales, el obispo dispon\u00eda de una base temporal constituida por tierras y rentas diversas\u00bb[26]<\/a>. Por ello, no era infrecuente que los obispos fueran elegidos entre los miembros de la familia real. Como ya se ha mencionado, un hermano de Ot\u00f3n I, Bruno de Sajonia, fue arzobispo de Colonia, y uno de sus hijos bastardos, Guillermo, fue arzobispo de Maguncia.<\/p>\n En conclusi\u00f3n, los otomanos sentaron las bases de una estructura imperial sostenible que fue respetada por la mayor\u00eda de los pr\u00edncipes de Europa. Aunque compet\u00edan con el Imperio Bizantino en algunas cuestiones territoriales, exist\u00eda la sensaci\u00f3n de que hab\u00edan restaurado la unidad bipartita del Imperio Romano, sin\u00f3nimo de cristiandad. Antes de la prematura muerte de Ot\u00f3n III, hab\u00eda planes para que los dos imperios unieran sus fuerzas contra los sarracenos que ocupaban el sur de Italia y Sicilia. Ot\u00f3n III habr\u00eda hecho entonces de Roma su capital.<\/p>\n Los otomanos admiraban y segu\u00edan las tradiciones bizantinas. Como protectores de la Iglesia \u2014a\u00fan entendida como comunidad de cristianos\u2014, tambi\u00e9n eran responsables de evitar que el papado cayera bajo intereses facciosos.<\/p>\n Sin embargo, la Donaci\u00f3n de Constantino fue el gusano en la fruta. La pretensi\u00f3n del papa de poseer en exclusiva Roma y un vasto principado a su alrededor acabar\u00eda por situarle como rival del emperador. La cabeza espiritual pronto empezar\u00eda a morder a la cabeza temporal.<\/p>\n Al morir Ot\u00f3n III sin descendencia, la corona fue confiada al nieto del hermano de Ot\u00f3n I, Enrique II (1002-1024). Entonces se extingui\u00f3 la rama masculina de la casa de Sajonia y los pr\u00edncipes alemanes eligieron a Conrado de Franconia, fundador de la dinast\u00eda salia. En diez a\u00f1os de reinado, Conrado II ampli\u00f3 los dominios del Imperio, asegur\u00e1ndose el reino de Borgo\u00f1a, que hab\u00eda absorbido el reino de Arl\u00e9s. Llev\u00f3 as\u00ed las tres coronas de Alemania, Italia y Borgo\u00f1a, una tr\u00edada que constitu\u00eda la base de un edificio pol\u00edtico del que el Imperio era la corona. A Conrado II le sucedi\u00f3 su hijo Enrique III (1039-1056).<\/p>\n El \u00absistema eclesi\u00e1stico imperial\u00bb estaba entonces firmemente asentado. Sin embargo, el control de los emperadores sobre el papado siempre fue precario, ya que el poder y los bienes del Papa eran codiciados por las familias aristocr\u00e1ticas italianas. Entre 1012 y 1045, los condes de T\u00fasculo monopolizaron la sede de San Pedro. En 1046, Enrique III depuso a tres papas rivales y nombr\u00f3 en su lugar al obispo de Bamberg (Clemente II). A la muerte de \u00e9ste, diez meses m\u00e1s tarde, nombr\u00f3 al obispo de Toul, Bruno von Egisheim-Dagsburg, que tom\u00f3 el nombre de Le\u00f3n IX. La implicaci\u00f3n del emperador en el nombramiento del papa no suscit\u00f3 ninguna protesta, ni de la Iglesia ni del pueblo; se ajustaba a la tradici\u00f3n de Carlomagno y Ot\u00f3n III[27]<\/a>. Le\u00f3n IX es en realidad un buen ejemplo de papa nombrado por el emperador, muy apreciado por los historiadores clericales. Thomas Tout escribe sobre \u00e9l:<\/p>\n A pesar de su alta cuna, Bruno hab\u00eda abandonado hac\u00eda tiempo la pol\u00edtica para dedicarse al servicio de la Iglesia y se hab\u00eda convertido en un ardiente disc\u00edpulo de la escuela de Cluny. Arzobispo de Toul, hab\u00eda gobernado su di\u00f3cesis con admirable cuidado y prudencia … Durante los cortos cinco a\u00f1os de su pontificado, se entreg\u00f3 de todo coraz\u00f3n a una pol\u00edtica de reforma. … la caracter\u00edstica especial de su pontificado fueron sus constantes viajes por toda Italia, Francia y Alemania. Durante estos viajes, Le\u00f3n fue infatigable en la celebraci\u00f3n de s\u00ednodos, en la asistencia a ceremonias eclesi\u00e1sticas, en la consagraci\u00f3n de iglesias y en el traslado de reliquias de m\u00e1rtires. Su omnipresente energ\u00eda hizo que los principales pa\u00edses de Europa se dieran cuenta de que el papado no era una mera abstracci\u00f3n, e impuls\u00f3 en gran medida la centralizaci\u00f3n de todo el sistema eclesi\u00e1stico bajo la direcci\u00f3n del Papa<\/em>[28]<\/a>.<\/p>\n Le\u00f3n IX quer\u00eda prohibir la pr\u00e1ctica de la \u00absimon\u00eda\u00bb, la venta de cargos eclesi\u00e1sticos, considerada una forma de corrupci\u00f3n. Enrique III apoy\u00f3 la reforma de Le\u00f3n IX. Pero Le\u00f3n IX se rode\u00f3 de reformadores m\u00e1s radicales, como Hildebrando o Humberto de Moyenmoutier, quien, en su Adversus Simoniacos <\/em>escrito en 1057, dio el paso radical de asimilar la investidura laica a la simon\u00eda.<\/p>\n La muerte de Enrique III en 1056 dej\u00f3 como heredero a un hijo de cinco a\u00f1os, ya elegido rey de los romanos en 1054, pero colocado bajo la regencia de su madre. El papado aprovech\u00f3 la minor\u00eda de Enrique IV para romper sus lazos de dependencia del poder temporal. El partido reformista hizo nombrar a su candidato Etienne IX sin el acuerdo imperial, y su sucesor Nicol\u00e1s II estableci\u00f3 nuevas reglas para la elecci\u00f3n del papa: los siete cardenales (obispos de los alrededores de Roma) deb\u00edan elegir al nuevo candidato, y luego hacerlo aceptar por el resto del clero romano. En la pr\u00e1ctica, esto tendi\u00f3 a reforzar el control de las familias aristocr\u00e1ticas de Roma, como los Colonna y los Orsini (de quienes proceder\u00eda Bonifacio VIII).<\/p>\n En 1073, fue Hildebrando quien, tras trabajar a la sombra de otros papas, tom\u00f3 el poder con el nombre de Gregorio VII. El decreto que promulg\u00f3 en 1075, prohibiendo a cualquier laico nombrar a un obispo o a un abad, marca el inicio de la Controversia de las Investiduras: \u00abSi un emperador, un rey, un duque, un conde o cualquier otra persona laica presume dar investidura de cualquier dignidad eclesi\u00e1stica, que sea excomulgado\u00bb[29]<\/a>.<\/p>\n Enrique IV, que entonces ten\u00eda 26 a\u00f1os, no se lo tom\u00f3 en serio, pero cuando intervino en la elecci\u00f3n del arzobispo de Mil\u00e1n, Gregorio VII le record\u00f3 que sus \u00f3rdenes eran tan vinculantes como las de Dios. Enrique IV respondi\u00f3 con una carta brutal, en la que llamaba al \u00abhermano Hildebrando\u00bb \u00abfalso monje\u00bb, fornicador y sembrador de discordia. Cont\u00f3 con el apoyo del episcopado alem\u00e1n, que se reuni\u00f3 en Worms el 24 de enero de 1076 y declar\u00f3 usurpador a Gregorio VII.<\/p>\n Gregorio VII emple\u00f3 entonces el arma m\u00e1gica que se hab\u00eda forjado para s\u00ed mismo: declar\u00f3 a Enrique IV excomulgado y depuesto, pues, dice, \u00abhe recibido de Dios el poder de atar y desatar en el Cielo y en la Tierra\u00bb[30]<\/a>. En el clima de inestabilidad pol\u00edtica del Imperio, varios se\u00f1ores alemanes amenazaron con elegir un nuevo rey. En un intento desesperado por impedirlo, Enrique IV cruz\u00f3 los Alpes en pleno invierno e implor\u00f3, como penitente, el perd\u00f3n de Gregorio VII, quien le permiti\u00f3 esperar tres d\u00edas y tres noches, descalzo, en la nieve, frente al castillo de Canossa. As\u00ed es, al menos, como cuentan este episodio los cronistas favorables al Papa, que lo utilizaron para demostrar c\u00f3mo el Papa puede aplastar a un rey alem\u00e1n y luego levantarlo por gracia de su humillaci\u00f3n.<\/p>\n Enrique IV obtuvo el levantamiento de la excomuni\u00f3n, pero la tregua dur\u00f3 poco. En marzo de 1080, el Papa excomulg\u00f3 de nuevo a Enrique y aprob\u00f3 al rey elegido por los pr\u00edncipes alemanes rebeldes, Rodolfo, duque de Suabia. A la muerte de Rodolfo, el Papa pidi\u00f3 a los pr\u00edncipes que encontraran \u00abun rey adecuado para el honor de la Santa Iglesia\u00bb, y que le hicieran hacer el siguiente voto al legado papal:<\/p>\n A partir de esta hora ser\u00e9 vasallo de buena fe del bendito ap\u00f3stol Pedro y de su vicario que ahora vive en la carne, el papa Gregorio; y todo lo que el papa me encomiende con las palabras ‘en verdadera obediencia’ lo cumplir\u00e9 fielmente, como debe hacer un cristiano… Con la ayuda de Cristo, rendir\u00e9 a Dios y a san Pedro todo el honor y servicio debidos; y el d\u00eda en que llegue por primera vez a la presencia del papa, me convertir\u00e9 en caballero de san Pedro y suyo por un acto de homenaje<\/em>[31]<\/a>.<\/p>\n Esto fue demasiado para los pr\u00edncipes alemanes, que ahora dieron todo su apoyo a Enrique IV. Los arzobispos y obispos alemanes depusieron oficialmente a Gregorio VII y eligieron como nuevo papa a Wibert de Parma, obispo de R\u00e1vena, que tom\u00f3 el nombre de Clemente III. Cuando Enrique IV march\u00f3 sobre Roma, Gregorio pidi\u00f3 ayuda a los normandos, que le liberaron, pero saquearon Roma y le prendieron fuego. En marzo de 1084, Enrique IV se hizo con el dominio de la ciudad y fue finalmente coronado emperador por Clemente III. Gregorio VII muri\u00f3 aislado en Salerno en mayo de 1085.<\/p>\n No obstante, el partido gregoriano se mantuvo fuerte y la lucha se reanud\u00f3 cuando el franc\u00e9s Eudes de Chatillon, antiguo prior de Cluny, fue elegido papa con el nombre de Urbano II, con las mismas ideas y la misma energ\u00eda que Gregorio VII. Urbano II confirm\u00f3 la excomuni\u00f3n de Enrique IV y decidi\u00f3 expulsarlo de Italia.<\/p>\n El conflicto continu\u00f3 bajo el hijo de Enrique IV, Enrique V, que tambi\u00e9n sufri\u00f3 la excomuni\u00f3n. Se resolvi\u00f3 temporalmente con el Concordato de Worms firmado el 23 de septiembre de 1122. El emperador renunci\u00f3 a cualquier derecho a nombrar obispo, mientras que el Papa reconoci\u00f3 que los prelados eran vasallos del emperador en lo que respecta a sus dominios, y le concedi\u00f3 el derecho a estar presente o representado durante sus elecciones, y a intervenir en caso de discordia. En su libro On the Medieval Origins of the Modern State<\/em>, Joseph Strayer considera la victoria del papado como el punto de inflexi\u00f3n en el destino de Europa:<\/p>\n Al afirmar su car\u00e1cter \u00fanico, la Iglesia agudiz\u00f3 involuntariamente los conceptos sobre la naturaleza de la autoridad secular. … Cuando la Iglesia y el Imperio cooperaban estrechamente, como lo hab\u00edan hecho bajo Carlomagno y los Otones, pod\u00eda admitirse la supremac\u00eda imperial, al menos en teor\u00eda; pero el Conflicto de las Investiduras debilit\u00f3 al Imperio m\u00e1s que a cualquier otra organizaci\u00f3n pol\u00edtica secular. Otros gobernantes resolvieron sus disputas con los reformadores de forma independiente y en mejores t\u00e9rminos que el emperador. … Cada reino o principado deb\u00eda ser tratado como una entidad separada; se hab\u00edan sentado las bases de un sistema multiestatal<\/em>[32]<\/a>.<\/p>\n De hecho, el Concordato de Worms no fue en absoluto un golpe mortal para el Imperio. Pero la Controversia de las Investiduras fue s\u00f3lo una batalla en una guerra mucho mayor por el poder pol\u00edtico supremo sobre Europa. La cuesti\u00f3n, expl\u00edcita en el program\u00e1tico Dictatus Papae<\/em> de Gregorio VII, era la voluntad del papa de dominar al emperador. Lo que llamamos la Reforma Gregoriana, por el nombre de Gregorio VII, fue m\u00e1s que una reforma de la Iglesia; fue un golpe de Estado dirigido por una conspiraci\u00f3n monacal a lo largo de dos siglos para convertir al papa en el \u00abverdadero emperador\u00bb. La ambici\u00f3n teocr\u00e1tica del Papa se apoyaba en una doctrina conocida hoy como agustinismo pol\u00edtico, extra\u00edda de la obra del padre latino m\u00e1s influyente. El agustinismo tiende a absorber el orden natural en el orden religioso. Desaf\u00eda la concepci\u00f3n cl\u00e1sica de que, puesto que Dios ha creado al hombre como ser social, siempre ha existido una \u00abley natural del Estado\u00bb mucho antes de la existencia de la Iglesia[33]<\/a>. Los primeros cristianos se atuvieron a este principio, confiando en las palabras de Cristo y de Pablo[34]<\/a>. La Iglesia de Oriente nunca lo discuti\u00f3, por la sencilla raz\u00f3n de que ni el emperador Constantino ni sus sucesores, que hicieron del cristianismo la religi\u00f3n del Imperio, derivaron su poder de la Iglesia.<\/p>\n Los reformadores gregorianos insist\u00edan, por otra parte, en que los emperadores, as\u00ed como todos los soberanos mundanos, no pod\u00edan recibir su autoridad directamente de Dios, sino s\u00f3lo a trav\u00e9s de la Iglesia. Estos reformadores eran en su mayor\u00eda monjes, que ve\u00edan su estilo de vida de otro mundo como superior al mundo secular. Su proyecto, escribe Robert Moore, era \u00abdividir el mundo, tanto las personas como los bienes, en dos reinos distintos y aut\u00f3nomos, no geogr\u00e1fica sino socialmente\u00bb[35]<\/a>. \u00abLa Iglesia\u00bb se entend\u00eda ahora como una sociedad de \u00e9lite separada, que exclu\u00eda a los cristianos corrientes. Pero de este primer paso sigui\u00f3 un segundo, que fue situar a \u00abla Iglesia\u00bb por encima del resto del mundo cristiano, convertirla en un Estado por encima de todos los Estados. Humberto de Moyenmoutier escribi\u00f3 en 1057: \u00abas\u00ed como el alma supera al cuerpo y lo manda, as\u00ed tambi\u00e9n la dignidad sacerdotal supera a la real o, podemos decir, la dignidad celestial a la terrenal\u00bb[36]<\/a>.<\/p>\n Peor a\u00fan, Gregorio VII declar\u00f3 que la realeza no deriva de Dios, sino del diablo: \u00ab\u00bfQui\u00e9n no sabe que los reyes y los duques descienden de aquellos que, despreciando a Dios, mediante la arrogancia, el saqueo, la traici\u00f3n, el asesinato, en fin, mediante casi todos los cr\u00edmenes, incitados por el pr\u00edncipe de este mundo, el diablo, se esforzaron por dominar a sus iguales… con ciega codicia e intolerable presunci\u00f3n\u00bb[37]<\/a>. Por eso Gregorio VII afirm\u00f3 haber recibido de Cristo el poder de San Pedro \u00abde retirar y conceder a quienquiera, seg\u00fan sus m\u00e9ritos, imperios, reinos, principados, ducados, marquesados, condados y la propiedad de todos los hombres\u00bb[38]<\/a>.<\/p>\n Hay una paradoja, por no decir una flagrante hipocres\u00eda, en la pretensi\u00f3n del papado de estar por encima del mundo. Pues el papado ten\u00eda su propio reino mundano, los Estados Pontificios. Por lo tanto, los papas jugaban el mismo juego geopol\u00edtico que los reyes, s\u00f3lo que con reglas diferentes, y con un arma \u00fanica con la que ning\u00fan otro gobernante pod\u00eda competir. Vimos que su primer objetivo era proteger su Estado Pontificio controlando el norte de Italia y el sur de Italia, y asegur\u00e1ndose de que nunca cayeran en las mismas manos. Pero eso no era suficiente. Desarrollaron una estrategia consistente en convertir el mayor n\u00famero posible de reinos en feudos vasallos de la Santa Sede, con obligaciones feudales y el pago de un censo anual en plata u oro.<\/p>\n Hab\u00eda comenzado en 1059 bajo el papa Nicol\u00e1s II (a instigaci\u00f3n de Hildebrando), con el Tratado de Melfi que invest\u00eda al normando Roberto Guiscard como duque de Apulia y Calabria (sur de Italia) y, si lograba conquistarla, conde de Sicilia como vasallo del papa. \u00abAs\u00ed se consum\u00f3 la famosa alianza entre los normandos y el papado, que al unir el poder militar m\u00e1s fuerte de Italia a la pol\u00edtica papal, permiti\u00f3 a la Santa Sede blandir la espada temporal casi con tanto efecto como la espiritual. De este modo, el Papado asumi\u00f3 una soberan\u00eda feudal sobre el sur de Italia que perdur\u00f3 durante toda la Edad Media\u00bb[39]<\/a>.<\/p>\n En 1073, Landolfo VI, pr\u00edncipe de Benevento (sur de Italia), se reconoci\u00f3 vasallo de Gregorio VII, y a su muerte el principado pas\u00f3 bajo el dominio directo de la Santa Sede. La condesa Matilde, firme partidaria de Gregorio VII (el castillo de Canossa era su residencia principal), tambi\u00e9n cedi\u00f3 la Toscana como feudo de la Santa Sede.<\/p>\n Gregorio VII extendi\u00f3 sus ambiciones se\u00f1oriales m\u00e1s all\u00e1 de Italia. A menudo utiliz\u00f3 el doble significado de fidelitas<\/em>, como \u00abfe\u00bb religiosa y \u00abfidelidad\u00bb feudal, para reivindicar la soberan\u00eda de la Santa Sede sobre todos los pr\u00edncipes cristianos. Cinco pr\u00edncipes espa\u00f1oles aceptaron convertirse en sus vasallos[40]<\/a>.<\/p>\n El tipo de chanchullo que Gregorio VII utiliz\u00f3 para someter a vasallaje a algunos pr\u00edncipes queda mejor ilustrado por esta carta amenazadora de 1080 al pr\u00edncipe sardo Orzocor:<\/p>\n No queremos ocultaros el hecho de que vuestro pa\u00eds nos ha sido solicitado por muchos pueblos: nos han prometido grandes tributos si permit\u00edamos que fuera invadido; tal es as\u00ed que desean dejarnos una mitad de toda la tierra para nuestro propio uso y mantener la otra mitad en fidelidad a nosotros. Aunque esto nos ha sido repetidamente exigido <\/em>\u2014no s\u00f3lo por normandos, toscanos y lombardos, sino tambi\u00e9n por ciertos pueblos de m\u00e1s all\u00e1 de los Alpes<\/em>\u2014, decidimos no dar nunca nuestro asentimiento a nadie en este asunto, hasta que os hubi\u00e9ramos enviado a nuestro legado y hubi\u00e9ramos descubierto vuestra opini\u00f3n… Si persever\u00e1is en vuestra lealtad a San Pedro, os prometemos que sin duda su ayuda no os faltar\u00e1 ni ahora ni en el futuro<\/em>[41]<\/a>.<\/p>\n En otro ejemplo, Gregorio propuso al rey Swein II Estrithson de Dinamarca invadir \u00abcierta provincia muy rica junto al mar, que est\u00e1 en poder de herejes viles e innobles, y deseamos que uno de vuestros hijos sea nombrado duque y pr\u00edncipe y defensor de la cristiandad en esa provincia\u00bb, siempre que el pr\u00edncipe vikingo acepte poseerla como feudo del papa[42]<\/a>.<\/p>\n Gregorio pidi\u00f3 a Guillermo el Conquistador que le \u00abrindiera lealtad\u00bb, record\u00e1ndole \u00abcu\u00e1n eficaz me mostr\u00e9 en tus asuntos y con cu\u00e1nto esfuerzo trabaj\u00e9 para que alcanzaras la dignidad de la realeza\u00bb. Se quej\u00f3 de que su reputaci\u00f3n se hab\u00eda resentido por su apoyo: \u00abFue por esto por lo que fui tachado de infamia por algunos de los hermanos, que se quejaban de que al conferir tal favor, hab\u00eda dedicado mis energ\u00edas a perpetrar tantos asesinatos\u00bb. De hecho, el polemista antigregoriano Wenrich de Tr\u00e9veris satiriz\u00f3 la pol\u00edtica papal en una carta de 1081: \u00abNo faltan hombres que se apoderaron de reinos con violencia tir\u00e1nica, cuyos caminos al trono pasaron por la sangre, que pusieron una diadema sangrienta sobre sus cabezas. Todos ellos son llamados amigos del se\u00f1or Papa; todos son honrados con sus bendiciones y saludados por \u00e9l como pr\u00edncipes victoriosos\u00bb[43]<\/a>.<\/p>\n La pol\u00edtica de Gregorio VII fue llevada a cabo por sus sucesores. Tras la crisis desencadenada por el asesinato del arzobispo Tom\u00e1s Becket (1170), Enrique II Plantagenet se vio obligado a revocar las Constituciones de Clarendon, que hab\u00edan sometido a los cl\u00e9rigos a la jurisdicci\u00f3n real, y a declarar por carta al papa Alejandro III: \u00abEl reino de Inglaterra est\u00e1 bajo vuestra jurisdicci\u00f3n; no reconozco, en derecho feudal, otro soberano que vos\u00bb[44]<\/a>.<\/p>\n En 1139, Alfonso I de Portugal se reconoci\u00f3 vasallo del pont\u00edfice romano y le pag\u00f3 tributo. Cuando su hijo Sancho dej\u00f3 de pagar, Inocencio III le amenaz\u00f3 con la excomuni\u00f3n. Pedro de Arag\u00f3n viaj\u00f3 a Roma en 1204 y entreg\u00f3 su corona a Inocencio III, para recibirla a cambio de su mano, declarando Arag\u00f3n feudo del papa. Tras la muerte de Pedro, Inocencio III asumi\u00f3 la tutela de su hijo, nombr\u00f3 a sus propios consejeros y constituy\u00f3 el gobierno del rey menor[45]<\/a>. \u00abDurante sus dieciocho a\u00f1os como papa\u00bb, escribe Malcolm Barber, \u00abInocencio hizo y deshizo gobernantes; presidi\u00f3, en un momento u otro, como estados vasallos, los reinos de Sicilia, Iberia e Inglaterra, as\u00ed como posiblemente Hungr\u00eda, Polonia y Bulgaria\u00bb[46]<\/a>. Se trata de una pol\u00edtica imperial con otro nombre.<\/p>\n Fue tambi\u00e9n la prerrogativa del emperador de la que se apoderaron los papas cuando levantaron ej\u00e9rcitos de \u00abcruzados\u00bb en todos los reinos, ducados y condados de Europa, utilizando de nuevo su poder m\u00e1gico para decidir la salvaci\u00f3n o la condenaci\u00f3n de los hombres: los se\u00f1ores condenados al infierno por cr\u00edmenes de sangre obtendr\u00e1n su billete al cielo derramando la sangre de los infieles o los herejes. La Primera Cruzada fue predicada por Urbano II en el Concilio de Clermont el 27 de noviembre de 1095. El extraordinario eco de su serm\u00f3n, lanzando a los caminos a miles de caballeros y multitudes de gente corriente, debi\u00f3 de parecerle al propio papa la deslumbrante manifestaci\u00f3n del poder que Dios le hab\u00eda dado para reinar sobre Europa. Mientras predicaba la cruzada, Urbano II confirm\u00f3 la excomuni\u00f3n de Enrique IV y excomulg\u00f3 al rey de Francia Felipe I por haber repudiado a su esposa y tomado la de otro. Thomas Tout se\u00f1ala:<\/p>\n Nada muestra m\u00e1s claramente la fuerza y la naturaleza del poder papal que el hecho de que este mayor resultado de la monarqu\u00eda universal de la Iglesia se haya producido en un momento en que todos los principales reyes de Europa eran enemigos abiertos del Papado. Enrique IV era un viejo enemigo, Felipe de Francia hab\u00eda sido deliberadamente atacado, y Guillermo Rufo de Inglaterra era indiferente u hostil. Pero en el siglo XI el poder de los reyes m\u00e1s fuertes contaba muy poco. Lo que hizo triunfar el empe\u00f1o de Urbano fue la apelaci\u00f3n al enjambre de peque\u00f1os caciques feudales, que realmente gobernaban Europa, y al feroz e indisciplinado entusiasmo del pueblo llano, en quien resid\u00eda realmente la fuerza \u00faltima de la Iglesia<\/em>[47]<\/a>.<\/p>\n Retomemos ahora la \u00e9pica historia de la lucha entre papas y emperadores donde la interrumpimos, y llev\u00e9mosla a su lamentable conclusi\u00f3n. A la muerte de Enrique V en 1125, la dinast\u00eda de los Salios lleg\u00f3 a su fin. Comenz\u00f3 entonces un periodo de rivalidad entre dos poderosas familias alemanas: los Hohenstaufen, de Suabia, y los Welfs, de Sajonia y Baviera.<\/p>\n Los Hohenstaufen se impusieron con la elecci\u00f3n de Conrado III en 1138. Le sucedi\u00f3 en 1152 su sobrino Federico, apodado Barbarroja. El hecho de que su madre fuera una Welf jug\u00f3 a su favor. Federico I concert\u00f3 el matrimonio de su hijo, el futuro emperador Enrique VI, con Constanza de Hauteville, hija del rey normando de Sicilia. Cuando en 1189 Guillermo I de Sicilia muri\u00f3 sin descendencia, su herencia pas\u00f3 a Constanza, lo que convirti\u00f3 al hijo de Enrique VI y Constanza, el futuro Federico II, en rey de Sicilia. De este modo, los Hohenstaufen hicieron realidad el sue\u00f1o de Ot\u00f3n III \u2014pesadilla del Papa\u2014, la uni\u00f3n del sur de Italia al Imperio.<\/p>\n Como era de esperar, los Hohenstaufen entraron casi constantemente en conflicto con los papas. Barbarroja fue el primero en atribuir el adjetivo Sacrum<\/em> al Imperio Romano, para significar que su legitimidad proced\u00eda directamente de Dios y no de la Iglesia. Un incidente ocurrido durante una dieta convocada por Barbarroja en Besan\u00e7on en 1157 ilustra la manzana de la discordia. El legado papal, el cardenal Roland Bandinelli, vino a recordar al emperador que hab\u00eda recibido su t\u00edtulo imperial del Papa. Barbarroja respondi\u00f3 haciendo circular la siguiente declaraci\u00f3n:<\/p>\n El Imperio lo tenemos por elecci\u00f3n de los pr\u00edncipes s\u00f3lo de Dios, que dio el mundo para ser gobernado por las dos espadas necesarias, y ense\u00f1\u00f3 por medio de San Pedro que los hombres deben temer a Dios y honrar al rey. Quien diga que recibimos la corona imperial del se\u00f1or Papa como un beneficio, va contra el mandato divino y la ense\u00f1anza de Pedro, y es culpable de falsedad<\/em>[48]<\/a>.<\/p>\n Cuando Rolando Bandinelli se convirti\u00f3 en papa como Alejandro III, Federico se neg\u00f3 a reconocerlo y apoy\u00f3 a un rival. Alejandro III excomulg\u00f3 al emperador y provoc\u00f3 una rebeli\u00f3n entre las ciudades del norte de Italia. Durante su carrera, Barbarroja dirigi\u00f3 cuatro expediciones militares para someterlas, y arras\u00f3 Mil\u00e1n en 1162. Fue un fracaso. Con el apoyo del Papa, las ciudades rebeldes formaron la Liga Lombarda y reconstruyeron Mil\u00e1n. En Venecia, en 1177 \u2014cien a\u00f1os despu\u00e9s de Canossa\u2014 Barbarroja se humill\u00f3 ante el papa Alejandro III y reconoci\u00f3 la autonom\u00eda de las ciudades lombardas.<\/p>\n Diez a\u00f1os m\u00e1s tarde, otro papa, Urbano III, estaba a punto de excomulgar de nuevo a Federico Barbarroja cuando llegaron a Europa noticias de la ca\u00edda del reino de Jerusal\u00e9n. Urbano muri\u00f3 y fue sustituido por Gregorio VIII, que convoc\u00f3 una nueva cruzada (la tercera). Federico parti\u00f3 antes que Felipe Augusto y Ricardo Coraz\u00f3n de Le\u00f3n en 1189. Esperaba aprovechar esta oportunidad para ponerse al frente y forjar una alianza con el emperador bizantino. Pero tras algunos \u00e9xitos militares contra Saladino, muri\u00f3.<\/p>\n Le sucedi\u00f3 su hijo Enrique VI, que muri\u00f3 en 1197, dejando un \u00fanico hijo de tres a\u00f1os. La enemistad entre los Welf y los Hohenstaufen se reanud\u00f3. Un grupo de pr\u00edncipes alemanes eligi\u00f3 al hermano menor de Enrique VI, Felipe de Suabia, mientras que los partidarios de los Welf eligieron a Ot\u00f3n IV de Brunswick. El joven y en\u00e9rgico papa Inocencio III intervino. Temiendo la unificaci\u00f3n de toda Italia bajo la misma familia, se puso del lado de Ot\u00f3n y excomulg\u00f3 a Felipe, tras haber hecho prometer a Ot\u00f3n que nunca intentar\u00eda unir Sicilia al Imperio. Sigui\u00f3 una guerra de una d\u00e9cada entre las dos facciones[49]<\/a>.<\/p>\n Nada m\u00e1s ser coronado emperador en 1209, Ot\u00f3n IV traicion\u00f3 su promesa y lanz\u00f3 su ej\u00e9rcito sobre Sicilia. Inocencio III lo excomulg\u00f3 inmediatamente y convenci\u00f3 a los pr\u00edncipes de Alemania para que eligieran un nuevo rey. Fallecido Felipe de Suabia, la elecci\u00f3n recay\u00f3 en su sobrino, el hijo de Enrique VI Hohenstaufen, Federico, que contaba ya diecis\u00e9is a\u00f1os y estaba en plena posesi\u00f3n de su t\u00edtulo de rey de Sicilia.<\/p>\n El Papa no tuvo m\u00e1s remedio que apoyarle frente a Ot\u00f3n IV, pero condicion\u00f3 su apoyo a que Federico se comprometiera a jurarle fidelidad, a proteger los principados pontificios y a renunciar a Sicilia en favor de su hijo Enrique, nacido de su reciente matrimonio con Constanza de Arag\u00f3n. Federico accedi\u00f3 y, durante su coronaci\u00f3n como Rey de los Romanos en Aquisgr\u00e1n en 1215, incluso hizo la inesperada promesa de liderar una cruzada para recuperar Jerusal\u00e9n. As\u00ed explica Ernst Kantorowicz esta iniciativa que tom\u00f3 por sorpresa al Papa:<\/p>\n Fue un golpe maestro de diplomacia casi inspirado el que impuls\u00f3 al joven rey a ponerse a la cabeza del movimiento cruzado. Sin saberlo, arrebat\u00f3 as\u00ed el liderazgo y la direcci\u00f3n de la Cruzada de las manos del Imperator papal<\/em>[50]<\/a>.<\/p>\n Abandonado por el Papa, Ot\u00f3n IV se ali\u00f3 con el rey de Inglaterra Juan Lackland, mientras que Felipe Augusto apoyaba a Federico II. La derrota de Ot\u00f3n IV en la batalla de Bouvines, el 27 de julio de 1214, asegur\u00f3 a Federico II la uni\u00f3n de la mayor\u00eda de los pr\u00edncipes alemanes. Pas\u00f3 ocho a\u00f1os viajando por Alemania para pacificar el reino, y luego regres\u00f3 a Sicilia dejando el gobierno de Alemania a su hijo Enrique. Esto era contrario al juramento que hab\u00eda hecho a Inocencio III, pero el nuevo papa, Honorio III, fue complaciente y le coron\u00f3 emperador en 1220, al tiempo que le instaba a cumplir sus votos cruzados.<\/p>\n Pero en 1227, Federico estaba ocupado reorganizando Sicilia y a\u00fan no hab\u00eda partido hacia Tierra Santa. El nuevo papa Gregorio IX (padre y disc\u00edpulo de Inocencio III) utiliz\u00f3 esto como pretexto para excomulgarlo. Tras una tormentosa entrevista entre ambos, el papa llam\u00f3 a Federico \u00abmonstruo salido del mar, cuya boca s\u00f3lo se abre para blasfemar de Dios\u00bb.<\/p>\n No obstante, Federico se embarc\u00f3 hacia Tierra Santa en junio de 1228, suponiendo, err\u00f3neamente, que la excomuni\u00f3n caer\u00eda por s\u00ed sola. Pero \u00ablo que las galeras imperiales transportaban ese 28 de junio de 1228 no era un ej\u00e9rcito de temibles guerreros y fan\u00e1ticos dispuestos a combatir, era una misi\u00f3n cultural, cient\u00edfica, art\u00edstica y t\u00e9cnica\u00bb[51]<\/a>. Entre tanto, Federico hab\u00eda establecido relaciones amistosas con el emir Fahkr ed-Din, embajador del sult\u00e1n de Egipto Al-Kamil, y hab\u00eda intercambiado con \u00e9ste una profusi\u00f3n de lujosos regalos. Envi\u00f3 al sult\u00e1n joyas, ropajes de seda, halcones sicilianos (Federico era un entusiasta de la cetrer\u00eda y autor de un tratado sobre el tema) y su propio caballo con su silla de montar y sus arreos enjoyados. A cambio, recibi\u00f3 regalos igualmente prestigiosos, como un planetario de valor incalculable y un elefante que le lleg\u00f3 a ser muy querido. Aunque medio alem\u00e1n y medio normando de nacimiento, Federico hab\u00eda crecido en Sicilia en contacto con la cultura \u00e1rabe. Aficionado a las matem\u00e1ticas, la astronom\u00eda y la medicina, quiso hacer de su \u00abcruzada\u00bb un puente entre dos civilizaciones. En el mundo \u00e1rabe, \u00abning\u00fan pr\u00edncipe occidental hab\u00eda suscitado tanto afecto y comprensi\u00f3n como \u00e9l\u00bb, escribe Kantorowicz. \u00abNo s\u00f3lo admiraban el saber enciclop\u00e9dico del Emperador, que manten\u00eda una correspondencia erudita con los sabios de Egipto y Siria, Irak, Arabia, Yemen, as\u00ed como Marruecos y Espa\u00f1a, sino que segu\u00edan con inter\u00e9s incansable todos los acontecimientos m\u00e1s importantes de su vida\u00bb[52]<\/a>.<\/p>\n Federico se reuni\u00f3 con su amigo Fahkr ed-Din en Tierra Santa y, tras negociaciones pac\u00edficas, lleg\u00f3 a un acuerdo con el sult\u00e1n Al-Kamil en Jaffa el 18 de febrero de 1229. El sult\u00e1n devolvi\u00f3 Jerusal\u00e9n, Bel\u00e9n, Nazaret y algunas otras ciudades, sin otra contrapartida que la posesi\u00f3n de la mezquita de Al-Aqsa. Federico se coron\u00f3 rey de Jerusal\u00e9n antes de regresar apresuradamente a Sicilia, donde el papa hab\u00eda hecho correr el rumor de su muerte y lanz\u00f3 su propio ej\u00e9rcito para apoderarse de Sicilia.<\/p>\n El prestigio de Federico a su regreso fue inmenso, y oblig\u00f3 al Papa a levantar la excomuni\u00f3n. Federico recuper\u00f3 f\u00e1cilmente el control de su reino siciliano. El emperador bizantino Juan III Doukas Vatatzes, que desde su exilio en Nicea preparaba la reconquista de Constantinopla a los latinos, le envi\u00f3 una embajada cargada de ricos presentes[53]<\/a>. La amistad entre ambos emperadores se sellar\u00e1 en 1244 con el matrimonio de Constanza de Hohenstaufen, hija de Federico, con el emperador griego.<\/p>\n El regreso de Federico de Tierra Santa inaugur\u00f3 un periodo de diez a\u00f1os durante el cual marcar\u00eda su siglo con una huella indeleble en campos tan diversos como las instituciones pol\u00edticas, el derecho, la ciencia, el arte y la arquitectura. Se le atribuye la construcci\u00f3n de m\u00e1s de 200 castillos, algunos de espectacular originalidad como el octogonal Castel del Monte en Apulia, expresi\u00f3n de su amor por la geometr\u00eda.<\/p>\n Este periodo fue testigo de la expansi\u00f3n del Imperio hacia Oriente, con la ayuda de la Orden Teut\u00f3nica, de la que el Gran Maestre Hermann von Salza era su m\u00e1s fiel amigo. \u00abEn dos d\u00e9cadas, los Caballeros Teut\u00f3nicos conquistaron Prusia y Livonia, fundaron ciudades (Thorn, Kulm, Elbing), construyeron all\u00ed fortalezas y atrajeron a colonos alemanes. … Al mismo tiempo, la influencia alemana se extendi\u00f3 en los estados vecinos del Imperio, en Bohemia, en Hungr\u00eda, en Polonia, donde los soberanos acogieron en gran n\u00famero a los colonos alemanes para desarrollar las riquezas de su pa\u00eds\u00bb[54]<\/a>.<\/p>\n Federico cre\u00f3 una universidad en N\u00e1poles y una facultad de medicina en Salerno, ambas libres de prohibiciones can\u00f3nicas y del uso exclusivo del lat\u00edn. Redact\u00f3 para este reino un c\u00f3digo de leyes, el Liber Augustalis<\/em>, que llevaba en su pre\u00e1mbulo que los pr\u00edncipes de las naciones hab\u00edan sido creados \u00abpor imperiosa necesidad de las cosas, no menos que por inspiraci\u00f3n de la Divina Providencia\u00bb[55]<\/a>. \u00abEl esp\u00edritu cient\u00edfico y el enfoque experimental que Federico fomentaba fueron especialmente fulminados por el papa Gregorio IX, que volvi\u00f3 a excomulgarlo en 1239 y maldijo a \u00abeste rey de peste [que] afirma abiertamente que el hombre s\u00f3lo debe creer lo que puede demostrarse por la experiencia y la raz\u00f3n\u00bb[56]<\/a>. En 1236, Federico moviliz\u00f3 un gran ej\u00e9rcito para someter a las ciudades lombardas rebeldes que, con el aliento papal, le prohib\u00edan el acceso a Italia. Recibi\u00f3 el apoyo de muchos reyes europeos, entre ellos Luis IX de Francia, Enrique III de Inglaterra (con cuya hermana Isabel se cas\u00f3) y B\u00e9la de Hungr\u00eda. Europa estaba en v\u00edas de alcanzar su unidad. Por ello, Federico esperaba volver a hacer de Roma la capital del Imperio. Esto era, por supuesto, contrario a la pol\u00edtica invariable de los papas, que, invocando la Donaci\u00f3n de Constantino, se reservaban el prestigio imperial de Roma.<\/p>\n La energ\u00eda desplegada por Gregorio IX para perjudicar a Federico II (incluso mediante intentos de asesinato) s\u00f3lo ser\u00eda igualada por la de su sucesor, Inocencio IV, que manten\u00eda el mismo principio de plenitudo potestatis<\/em> del papa. En julio de 1245, en el Concilio de Lyon, Inocencio IV rechaz\u00f3 la propuesta de Federico de apaciguar sus diferencias, confirm\u00f3 su excomuni\u00f3n y lo declar\u00f3 depuesto. Cabe destacar que, en esta ocasi\u00f3n, protest\u00f3 el devoto rey de Francia Luis IX:<\/p>\n Por muy poderoso y respetado que sea, el Papa no tiene derecho a deponer a un rey. Todo monarca est\u00e1 en su trono en virtud del Derecho Divino, y el Derecho Divino es superior al Derecho Apost\u00f3lico que el Papa ostenta como heredero de San Pedro. Por lo tanto, nos oponemos formalmente a que el Papa Inocencio deponga al emperador Federico, porque este acto, que genera un desorden sin fin, tendr\u00eda como principal efecto sacudir a la comunidad cristiana hasta sus cimientos[57]<\/strong><\/a><\/em>.<\/p>\n Ante la negativa del Papa a negociar, Federico llam\u00f3 a todos los pr\u00edncipes de Europa a una revuelta general contra el papado, en un manifiesto que debi\u00f3 oler a la m\u00e1s peligrosa herej\u00eda para el Papa:<\/p>\n Dios es testigo de que nuestra intenci\u00f3n siempre ha sido obligar a los eclesi\u00e1sticos a seguir los pasos de la Iglesia Primitiva, a vivir una vida apost\u00f3lica y a ser humildes como Jesucristo. En nuestros d\u00edas la Iglesia se ha mundanizado. Nos proponemos, pues, hacer una obra de caridad quitando a esos hombres los tesoros de que est\u00e1n llenos para su condenaci\u00f3n eterna. … Ay\u00fadanos a deponer a esos prelados orgullosos, para que podamos dar a la madre Iglesia gu\u00edas m\u00e1s dignos que la dirijan<\/em>[58]<\/a>.<\/p>\n Federico muri\u00f3 en 1250 a la edad de 55 a\u00f1os. Su hijo Conrado, hijo de Yolanda de Brienne, parti\u00f3 de Alemania hacia Sicilia, pero muri\u00f3 dos a\u00f1os m\u00e1s tarde, a la edad de 26 a\u00f1os. Su hermanastro Manfred se declar\u00f3 regente del reino de Sicilia en nombre del hijo de Conrado, Conradino, que s\u00f3lo ten\u00eda dos a\u00f1os. Pero el Papa concedi\u00f3 el reino a Carlos de Anjou, un personaje ambicioso y sin escr\u00fapulos, muy diferente de su hermano Luis IX. Carlos desembarc\u00f3 en Sicilia en enero de 1266 con un poderoso ej\u00e9rcito de mercenarios y venci\u00f3 a Manfred, que muri\u00f3 en la batalla (el Papa hizo desenterrar sus restos y arrojarlos al r\u00edo Garigliano). Carlos captur\u00f3 a Conradino y lo hizo decapitar. La joven viuda de Manfred tambi\u00e9n fue capturada y encarcelada, donde muri\u00f3 al cabo de cinco a\u00f1os. Se dice que los ojos de sus tres hijos varones fueron arrancados y que tambi\u00e9n murieron r\u00e1pidamente en prisi\u00f3n.<\/p>\n Luchando contra el formidable poder de cuatro papas, excomulgado tres veces, Federico II hab\u00eda logrado, sin embargo, dotar al Imperio de una influencia y un prestigio sin parang\u00f3n, que podr\u00edan haber transformado Europa para siempre. Pero su muerte y el planeado exterminio de su descendencia por el papado rompieron el impulso.<\/p>\n A pesar de todos los esfuerzos del papado por asimilarlo al Anticristo, comenzaron a desarrollarse leyendas a su alrededor, que lo confund\u00edan con su abuelo y tocayo. En palabras de Francis Rapp:<\/p>\n Los dos grandes Hohenstaufen asumieron el papel de Endkaiser, de <\/em>\u00abemperador del fin de los tiempos<\/em>\u00bb, que un d\u00eda saldr\u00e1 de la monta\u00f1a para renovar el Imperio y traer al mundo una larga era de paz. Cargada de esta esperanza mesi\u00e1nica, la idea imperial mantuvo toda su vitalidad a pesar de las miserias que aflig\u00edan al Imperio en la realidad. Esta expectativa de un futuro brillante reconfortaba a los alemanes, entristecidos por el espect\u00e1culo del presente. Cuando recordaban el pasado, encontraban motivos para sentirse orgullosos, de un orgullo mezclado con amargura, pues si el siglo de los Hohenstaufen simbolizaba a sus ojos el Imperio en plena vigencia, esta gloria ten\u00eda la luz desgarradora del ocaso, ya que, al apogeo, segu\u00eda inmediatamente la ca\u00edda, la ruina que el Papa hab\u00eda querido… En la memoria del pueblo alem\u00e1n qued\u00f3 profundamente grabada la imagen del Imperio de los Hohenstaufen, soberbio y tr\u00e1gico<\/em>[59]<\/a>.<\/p>\n Despu\u00e9s de 1250, la sede imperial quedar\u00eda vacante durante sesenta a\u00f1os, ya que el papado se neg\u00f3 a coronar a un sucesor. No fue hasta 1310 cuando un rey de Alemania, Enrique VII de Luxemburgo, descendi\u00f3 sobre Roma para ser coronado emperador. Pero el Imperio se hab\u00eda visto privado de todas sus conquistas italianas, mientras que los capetos se hab\u00edan apoderado de sus provincias occidentales. El debilitamiento del poder imperial hab\u00eda sumido a los propios ducados germ\u00e1nicos en guerras feudales y bandolerismo.<\/p>\n Con la llegada de la era de la p\u00f3lvora y la pol\u00edtica maquiav\u00e9lica, el ideal medieval del Imperio como unidad espiritual ordenada por Dios se convirti\u00f3 en mito. La filosof\u00eda pol\u00edtica pas\u00f3 del concepto de auctoritas (legitimidad metaf\u00edsica) al de potestas (poder f\u00edsico)[60]<\/a>. Cuando Francia empez\u00f3 a manifestar sus propias ambiciones imperiales bajo Luis XIV, los diplom\u00e1ticos de otros pa\u00edses abogaron por el equilibrio de poder entre los estados europeos.<\/p>\n Parad\u00f3jicamente, cuando la arrogancia imperial francesa resurgi\u00f3 bajo Napole\u00f3n, fue la ocupaci\u00f3n de Alemania y la disoluci\u00f3n de lo que quedaba del Sacro Imperio Romano Germ\u00e1nico lo que dio a los alemanes una nueva conciencia nacional y revivi\u00f3 el recuerdo de la grandeza de la Alemania medieval. En 1815, el poeta Friedrich R\u00fcckert compuso su balada \u00abBarbarroja\u00bb reviviendo el mito del gran emperador. El gran Richard Wagner pregunt\u00f3: \u00ab\u00bfCu\u00e1ndo volver\u00e1s, Federico, espl\u00e9ndido Sigfrido?\u00bb[61]<\/a>.<\/p>\n Parece como si el fantasma sangriento y furioso de los Hohenstaufen volviera para atormentar a Alemania y a Europa. No es casualidad que la biograf\u00eda m\u00e1s exaltada de Federico II se publicara en alem\u00e1n en 1927. Podemos observar en la portada de la edici\u00f3n original un s\u00edmbolo que promet\u00eda un futuro brillante pero tr\u00e1gico. Se dice que el libro de Ernst Kantorowicz caus\u00f3 una gran impresi\u00f3n en Hitler y Goering, que se lo ofrecieron a Mussolini. No es casualidad que la operaci\u00f3n por la que Hitler apost\u00f3 el futuro de Alemania llevara el nombre en clave de \u00abBarbarroja\u00bb.<\/p>\n Al periodista norteamericano Hubert Knickerbocker, que en 1938 le pidi\u00f3 su opini\u00f3n sobre Hitler, Carl Jung respondi\u00f3:<\/p>\n \u00c9l es el altavoz que magnifica los susurros inaudibles del alma alemana hasta que pueden ser escuchados por el o\u00eddo consciente del alem\u00e1n. Es el primer hombre que le dice a cada alem\u00e1n lo que ha estado pensando y sintiendo todo el tiempo en su inconsciente sobre el destino alem\u00e1n… El poder de Hitler no es pol\u00edtico; es m\u00e1gico<\/em>[62]<\/a>.<\/p>\n Laurent Guy\u00e9not, 23 de febrero de 2023<\/p>\n Fuente: https:\/\/www.unz.com\/article\/the-failed-empire\/<\/a><\/p>\n Traduccion ASH para Red Internacional<\/a><\/p>\n <\/p>\n [1]<\/a> Hillaire Belloc, Europe and the Faith, 1920.<\/em><\/p>\n [2]<\/a> Joseph Reese Strayer, On the Medieval Origins of the Modern State<\/em>, Princeton UP, 1973, p. 11.<\/p>\n [3]<\/a> Ernst Nolte, Der Europ\u00e4ische B\u00fcrgerkrieg 1917-1945. Nationalismus und Bolschewismus,<\/em> Herbig, 2000. El t\u00edtulo se traduce como \u00abla guerra civil europea\u00bb.<\/p>\n [4]<\/a> Ernest Renan, Qu\u2019est-ce qu\u2019une nation? <\/em>1882.<\/p>\n [5]<\/a> Caspar Hirschi, The Origins of Nationalism: An Alternative History from Ancient Rome to Early Modern Germany, <\/em>Cambridge UP, 2012, p. 14.<\/p>\n [6]<\/a> Ibid.<\/em>, p. 2.<\/p>\n [7]<\/a> Ernst Kantorowicz, Frederick the Second (1194-1250), <\/em>(1931) Frederick Ungar publishing, 1957, p. 385.<\/p>\n [8]<\/a> De Monarchia of Dante Alighieri, <\/em>trans. Aurelia Henry, Boston, 1904, Libro I, cap\u00edtulo VIII, pp. 26-27, En f iles.libertyfund.org\/files\/2196\/Dante_1477.pdf.<\/em><\/p>\n [9]<\/a> Malcolm Barber, The Two Cities: Medieval Europe 1050-1320, <\/em>Routledge , <\/em>1992, p. 106.<\/p>\n [10]<\/a> T. F. Tout, The Empire and the Papacy<\/em> (918-1273), fourth edition, Rivingtons, Londres, 1903, p. 325.<\/p>\n [11]<\/a> Tout, The Empire and the Papacy, op. cit., pp. 6 and 2.<\/em><\/p>\n [12]<\/a> Citado en Arnaud Blin, 1648, La Paix de Westphalie, ou la naissance de l\u2019Europe politique moderne, \u00c9ditions Complexe<\/em>, 2006, pp. 70-71.<\/p>\n [13]<\/a> Blin, 1648, La Paix de Westphalie<\/em>, op. cit., pp. 5-6.<\/p>\n [14]<\/a> Montesquieu, Esprit des Lois, <\/em>Livre XIII, chap. xvii, citado en Bertrand de Jouvenel, On Power: Its Nature and the History of Its Growth, <\/em>Beacon Press, 1962, p. 383.<\/p>\n [15]<\/a> Jacques Van Wijendaele, Propagande et pol\u00e9mique au Moyen \u00c2ge: La Querelle des Investitures (1073-1122), <\/em>Br\u00e9al, 2008, p. 111.<\/p>\n [16]<\/a> Henri Pirenne, Mahomet et Charlemagne, 1937, Texto Tallandier, 2021, p. 23.<\/em><\/p>\n [17]<\/a> Ibid., <\/em>pp. 71-72.<\/em><\/p>\n [18]<\/a> Ibid., <\/em>p. 19.<\/p>\n [19]<\/a> Ibid., <\/em>p. 162.<\/em><\/p>\n
\nLa Uni\u00f3n Europea no se apoya en ninguna \u00abconciencia de civilizaci\u00f3n\u00bb, en el sentido en que se habla de \u00abconciencia de clase\u00bb. Mucha gente se siente unida a su naci\u00f3n y puede decir, como Ernest Renan, que \u00abuna naci\u00f3n es un alma, un principio espiritual\u00bb[4]<\/a>, pero nadie percibe a Europa como un ser espiritual, dotado de \u00abindividualidad\u00bb y de un destino propio.<\/p>\nEl nacimiento de Europa<\/strong><\/h4>\n
\nEso cambi\u00f3 a mediados del siglo VII, con la conquista \u00e1rabe-musulmana. A diferencia de los b\u00e1rbaros germ\u00e1nicos, los \u00e1rabes ten\u00edan el proyecto de sustituir la civilizaci\u00f3n y el imperio romano-cristianos por una nueva civilizaci\u00f3n y un nuevo imperio. Por ello, su conquista de Siria y el norte de \u00c1frica destruy\u00f3 la unidad del mundo mediterr\u00e1neo. La navegaci\u00f3n entre Oriente y Occidente se vino abajo. \u00abA principios del siglo VIII, su desaparici\u00f3n fue completa\u00bb[19]<\/a>. La actividad portuaria ces\u00f3 en Occidente. Europa se encerr\u00f3 en s\u00ed misma. Las arcas de los reyes merovingios se vaciaron, al igual que su autoridad.<\/p>\n
\nTeniendo en cuenta que todos los privilegios papales enumerados anteriormente se remontan a la Donaci\u00f3n de Constantino, no es exagerado decir que la historia europea fue, en gran medida, moldeada \u2014y condenada\u2014 por esta \u00fanica falsificaci\u00f3n papal. El sacerdote italiano Arnaldo de Brescia (1090-1155) vio en ella la mano del Anticristo (pag\u00f3 la blasfemia con su vida). Uno de sus contempor\u00e1neos, de nombre Wetzel, escribi\u00f3 al emperador Federico Barbarroja que es sabido por todos en Roma que la Donaci\u00f3n es \u00abuna mentira y una leyenda her\u00e9tica\u00bb[22]<\/a>. Sin embargo, desde el siglo VIII hasta el XV, cuando la falsificaci\u00f3n fue expuesta de manera erudita, la pol\u00edtica imperial del papado descans\u00f3 enteramente en esta gigantesca mentira.
\n<\/strong><\/p>\nLa dinast\u00eda Otoniana y el prometedor comienzo del Imperio<\/strong><\/h4>\n
La dinast\u00eda Salia y la controversia sobre la investidura\u00a0\u00a0 <\/strong><\/h4>\n
\n<\/strong><\/p>\nLa monarqu\u00eda papal <\/strong><\/h4>\n
Los Hohenstaufen<\/strong><\/h4>\n
\nFederico no se olvid\u00f3 de Alemania y, tras deponer a su hijo como rey por rebeli\u00f3n, restableci\u00f3 solemnemente la \u00abPaz P\u00fablica\u00bb en una gran Dieta en Maguncia en 1235 (el edicto se emiti\u00f3 en alem\u00e1n, una primicia en la historia).<\/p>\nEp\u00edlogo<\/strong><\/h4>\n
NOTAS<\/h4>\n