La revolución de la incultura

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Cuando escuchamos la palabra Revolución, de inmediato se nos presenta un movimiento relacionado a un cambio social organizado, masivo, intenso, y generalmente repentino que intenta hacer una modificación de ciertas condiciones pre-existentes.

Sin embargo, este cambio no siempre resulta repentino; existen hoy revoluciones graduales en el mundo cuyo manejo inteligente de los tiempos, tiene la intención de lograr que al ser suficientemente lento su desarrollo no sea identificada como una revolución, a fin de no ser rechazada por la masa.

De esta manera se busca dar tiempo a que las personas no se alerten, pero se hace con la intención de que poco a poco las mentalidades se vayan adaptando a la filosofía de esa revolución, de ese cambio, sin darse cuenta de la realidad. Consecuentemente, las revoluciones tienen mayor estabilidad cuanto más lentas y más graduales son.

Según la Física, toda masa en movimiento que parta desde cero con una cierta velocidad y luego se detenga, dará origen a un fenómeno de oscilación de energía que gradualmente se disipará hasta descargar dicha energía en otra cosa, como ser calor, ruido o vibraciones mecánicas.

Esto significa que toda revolución es una acción que origina necesariamente una reacción contraria debido al principio de inercia que nos indica que todo tiende a permanecer en el estado en que se encuentra, moviéndose si es que se mueve o quedándose quieta si es que estaba detenida.

Las revoluciones sociales suelen no estar exentas de conflictos violentos y generalmente están propuestas para la alteración de un sistema político, gubernamental o económico. Esto genera reacciones sociales de forma inevitable, por lo que los Poderes tras las Sombras buscan realizarlo sin apuro, a veces tardando décadas, pero lo van introduciendo en la sociedad de manera que se forme un acostumbramiento gradual que no tenga impedimentos ni consecuencias posteriores, lo que yo llamaría un “atontamiento” gradual de la conciencia, justamente contrario a lo que los místicos llaman “avivamiento de la Conciencia” que es un despertar a la realidad.

En otro artículo de este blog ya traté en detalle la estrategia Problema (acción) – Reacción – Solución, en la que la misma gente pedirá que se realice el cambio, aunque esta solución se manifestará de un modo que sumerja a la persona aún más que el mismo problema, porque para eso ha sido diseñada.

Matemáticamente, el concepto de revolución implica un movimiento más definido que puede generar algo nuevo pero que a la larga, terminará en el mismo punto en que fue generada. Puede que tal vez más arriba o más abajo, pero en estas revoluciones políticas/económicas se ha realizado un cambio justamente con el objetivo final de que no cambie nada; sin embargo en el caso social, se busca siempre que quede un residuo útil aprovechado por quienes motivaron dicha revolución.

El mundo está en constante revolución aunque muchas personas no se dan cuenta de ello. La revolución tecnológica tendría un aparente motivo de hacernos la vida más fácil y más atractiva, pero en el fondo está buscando prescindir de aquellas personas que no se den cuenta que deben actualizarse.

Cada día, los televisores, los autos, los aviones, son más inteligentes y las personas se van volviendo más primitivas, menos inspiradas, más limitadas, más cómodas, más dependientes de los aparatos inteligentes.

Estamos maravillados de lo que podemos aprender y obtener del poder de Internet, pero esto será válido hasta el día en que nos suspendan Internet; ese día nos encontraremos nuevamente como hace 100 años atrás. Ése es el poder que nos van robando de a poco, ya que la revolución nos vuelve más dependientes y más frágiles.

Es como domesticar a un animal salvaje: se le da comida procesada y así olvidará su instinto cazador, volviéndose esclavo de quien lo alimenta a riesgo de morir de hambre si no lo hace, porque ya no sabe cómo alimentarse por sí mismo. Es el mismo principio que utilizan los gobiernos populistas; alimentas al ciudadano y se vuelve tu esclavo.

Lo mismo pasa con “la revolución de la incultura”. Se hacen cambios permanentemente en nombre de Reformas Educativas que inevitablemente tienen el resultado de hacer que las personas olviden cómo se escribe correctamente, cómo se lee en voz alta, cómo se articulan las oraciones, qué pasó en la historia, qué importancia tiene la geografía, qué desarrollo mental está contenido en la matemática.

Son reformas que tienden a entorpecer en lugar de mejorar, a atontar en lugar de hacer despertar haciendo que la persona olvide cómo decidir, cómo elegir, cómo distinguir lo incorrecto, cómo defender su suelo, sus derechos, su futuro. Para que se acostumbre a que todo da igual, de forma que ni se le ocurra hacer algo para crecer y mejorarse.

Obviamente quien no sabe interpretar un texto, no sabe pensar y tampoco podrá aprender, por lo que difícilmente pueda llegar a darse cuenta de las maniobras a las que está sometido. Aquellos que no conocen la historia de su país nunca comprenderán los potenciales que posee ni sabrán aprovecharlos ni defenderlos, y al no aprender las viejas lecciones caerán una y otra vez en el mismo error.

Tampoco serán capaces de evaluar y aprovechar esos potenciales y los entregarán a cambio de espejitos de colores, como por ejemplo, exportando los granos de soja en lugar de procesarlos y vender productos derivados de la soja, que pueden ir desde alimentos hasta biocombustibles.

Quienes compran el elemento básico le aplicarán procesos tecnológicos y multiplicarán por decenas de veces su valor, tal como hace Japón, que no tiene otra cosa que no sea tecnología y toda la materia prima y los combustibles debe importarlos pero su balanza comercial siempre está a su favor debido al valor agregado, ya que exporta productos manufacturados.

Muy pocos saben, por ejemplo, que los “tochos” de hierro (grandes “ladrillos” de metal) argentinos hace algunos años se exportaban a Japón, donde solamente se les agregaba la leyenda Made in Japan pintada con un sello amarillo y se los exportaba al mundo multiplicando varias veces su valor con sólo colocarles dicho sello.

Hasta existieron productos que exhibían la leyenda “Hecho con acero japonés” siendo que utilizaban el hierro argentino. A ese grado de estupidez nos han conducido; a vender por centavos lo mismo que luego compraremos por cientos de dólares.

Esto no es casual, obedece a planificaciones muy estudiadas por quienes buscan enriquecerse aprovechándose de la ignorancia popular, por eso es que todas las reformas educativas siempre tienden a reducir el contenido y la calidad de la enseñanza de forma que cuanto más inculto y elemental sea un pueblo, más fácil será dominarlo y aprovecharse de él, ya que no se dará cuenta de que es explotado, y además, aplaudirá contento porque tiene que esforzarse menos.

Han logrado hacer la revolución de cambiar todo para que no cambie nada, pero se han quedado con el residuo. Así es como hacen con el dinero, capitalizando el esfuerzo de millones de personas, concediendo préstamos pero cosechando buenos intereses, cambiando numeritos de computadora por tierras, ríos y lagos, como hacen con los préstamos a la Argentina.

Miles de millones de seres ignorantes en el mundo están dominados por unos pocos que centralizan el conocimiento y por lo tanto el poder y el dinero, lo que les permite dirigir el destino, la economía, la salud, la vida y la muerte del 99,9% de la población.

¿Cómo es que logran hacer que progrese la incultura? Por empezar, reduciendo la exigencia y el contenido de los planes de estudio, aburriendo y desanimando a quienes quieren realmente estudiar, generando situaciones económicas que mantengan ocupada a la persona que sólo puede intentar sobrevivir y de ninguna manera tenga tiempo y oportunidades para estudiar y aprender.

Mostrando falsamente que estudiar no rinde como ser corrupto, trabajar no rinde tanto como traficar droga, y así, siempre desvalorizando el esfuerzo aplicado a ser mejores y minimizando la cultura frente a otros aspectos como la diversión, el dinero fácil y la delincuencia.

Desde hace décadas, comenzaron por el rock, han logrado ir captando conciencias mediante la música. Llevando a la persona a estados de frenesí que le hacen creer que vivir en alegría consiste en sólo disfrutar de esos momentos de alienación, como si fuese una droga subliminal que no les permite pensar en otra cosa o desear algo mejor.

En una segunda etapa al pasar el tiempo, estimulando ritmos de cadencias repetitivas y lentas de manera de lograr que la persona se acostumbre a vibrar bajo; a ese tipo de persona, una sublime melodía clásica podría resultarle insoportable, por ejemplo. De esa forma lo hunden en un estado de conciencia tan bajo que les es posible manejar sus emociones y sus estados mentales a sus antojos y disposición.

Todo esto está orquestado a todos los niveles, y cuando uno de estos músicos, actores o personajes del espectáculo se presta, lo colman de éxito, pero si alguno de ellos se da cuenta y decide reaccionar, lo eliminan de modo que parezca un accidente.

Así han hecho con infinidad de actores y cantantes, entre ellos, Michael Jackson, por ejemplo. Tanto las radios como los canales de TV propagan sin parar, ritmos que alteran el estado emocional, generando atontamiento por una parte o violencia, por otra.

Por ejemplo, es casi imposible escuchar la voz de quien ha realizado un video de Youtube y distinguirla de la música estruendosa, repetitiva e insoportable que se superpone.

Todo lo repetitivo es absolutamente una táctica demoníaca, destinada al atontamiento de la mente, al descenso en la vibración y al sometimiento por abandono.

Por eso, se observa que muchas personas van al medio del campo y en lugar de aprovechar a escuchar los maravillosos sonidos de la naturaleza, del mar, del río, de la brisa entre las hojas, de los cantos de los pájaros, ponen a todo volumen el equipo de sonido de su auto y abren las puertas para que todos los que se encuentren cerca “disfruten” de sus ritmos primitivos, repetitivos y adormecedores.

En otras palabras, en esta nueva revolución se trata de destruir la cultura y reducir las mentes humanas a su mínimo estado de pensamiento, de discernimiento, de diferenciación, así se los puede manejar más fácilmente económica y políticamente. La “cultura” del menor esfuerzo subliminalmente les está diciendo: “deja, no te preocupes, pensar es un esfuerzo, mejor yo pienso por tí”; lo que implica “yo decido por tí… lo que es mejor para mí”.

No es casualidad que en Argentina, por ejemplo, desde el 1990 hasta el 2000, la cerveza estuvo financiada a un valor bajísimo para el público mientras que los integrantes de bandas de música tropical recibían gratuitamente equipos electrónicos y aval publicitario. Cerveza y circo para todos. Luego, fútbol para todos.

El motivo de esto ha sido mantener entretenido al grueso de la población y sumergido de tal modo que no se diera cuenta que estaban siendo manipulados, robados y estaban hipotecando su futuro; ahora se están viendo los efectos en este país, pero ya es tarde.

De ser uno de los países más ricos del mundo han convertido a Argentina en uno de los más pobres, comparable a míseros países africanos. Y aún, la población en general, sigue sin comprenderlo y aplaudiendo a sus captores.

En la India, por ejemplo, desde hace décadas se ha impulsado el estudio y la educación. ¿El resultado? India se está proyectando como potencia mundial y en EEUU mismo prefieren personal hindú debido a su alto grado de inteligencia y educación. Los programadores hindúes son preferidos aún antes que los mismos nativos de EEUU.

Quien tenga dudas, simplemente entre al chat de soporte de cualquier programa de computación y se encontrará con que quien lo atiende en idioma inglés es un joven o una joven hindú, que se identificará fácilmente por su alto grado de colaboración, su respeto, y por supuesto por su nombre hindú.

La cultura es la base estructural de cualquier potencia; en mis jóvenes épocas de estudiante de Ingeniería recuerdo que podíamos adquirir libros técnicos rusos traducidos al castellano, por una mínima fracción de lo que costaban los nacionales.

Actualmente, la tecnología rusa en cuanto a armamento es la más avanzada indiscutiblemente en el mundo, superando ampliamente a la israelí y a la norteamericana, que en su momento fueron las más adelantadas en el mundo.

Esto evidentemente no se debe a la cumbia, al reggaetón ni a la bachata; tampoco al fútbol, a la cerveza ni al fernet, que por supuesto, todo eso se mantiene reservado para el mundo subdesarrollado de modo que permanezca aún más subdesarrollado, más manejable e irremediablemente más inmerso en la revolución de la incultura.

Emilio Gallardo, 29 septiembre 2019

Sitio del autor: http://www.elsenderodelser.com

profesorleonqn@gmail.com

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