El mito de la masacre de la Plaza de Tienanmen

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Mientras la revista trotskista española “Sin Permiso” sigue ejerciendo de fiel portavoz del imperialismo al denunciar la “tragedia” de Tienanmen (1), ocurrida en Pekín en 1989, el antiguo diplomático australiano Gregory Clark afirma en un reciente artículo que dicha tragedia es un mito y una operación de intoxicación informativa por parte del imperialismo británico (2).

Clark, que actualmente reside en Japón, donde dirige una universidad, la califica como una de las operaciones más espectaculares  de desinformación por parte del Reino Unido, casi a la altura del mito de las armas de destrucción masiva con las que justificaron la agresión a Irak. Los hechos, escribe Clark, ni siquiera ocurrieron en la misma Plaza de Tienanmen sino en las calles adyacentes.

El artículo lo escribe Clark con motivo del 26 aniversario de aquella matanza y sostiene que las tropas chinas no ametrallaron a los estudiantes chinos indefensos en la noche del 3 al 4 de junio de 1989, aportando como prueba varios testimonios de testigos presenciales de los hechos, entre ellos un equipo de TVE, un corresponsal de la agencia Reuters y los propios manifestantes, quienes siempre reconocieron que en la Plaza sólo entró una unidad  del ejército chino para pedir a los pocos centenares de estudiantes que permanecían en ella que abandonaran el lugar.

La falsificación de la historia comenzó con un artículo publicado seis días después de los hechos en el diario de Hong Kong South China Morning Post, cuando Hong Kong aún era colonia británica, por un supuesto estudiante del que nunca más se supo. Este tipo de historias anónimas y rumores son una de las técnicas tradicionales de los imperialistas británicos encargados de las operaciones de desinformación.

A pesar de ello, el 12 de junio el New York Times retomó el bulo, al que añadió fotos que mostraban 400 autobuses de transporte de tropas incendiados, seguidas por la más conocida, que mostraba a un estudiante plantado delante de un carro de combate en actitud de pretender detener su avance hacia el centro de la Plaza para proteger a los manifestantes.

A raíz de la “noticia” del New York Times, el mito adquirió vida propia y empezó a circular por todas las televisiones, constituyendo una de las noticias más relevantes de Asia en el pasado siglo, e incluso todo un icono del hombre que protesta contra un gobierno despótico, como el de Pekín, o la lucha en condiciones muy desiguales, la humanidad contra la maquinaria de guerra… algo más bien propio de filósofos de cátedra que de las crónicas políticas de finales del siglo pasado.

La intoxicación imperialista transmitió que los estudiantes quemaron los autobuses de tropas encolerizados después de que comenzaran a disparar. En realidad, fueron quemados antes, como se comprobó al observar los cadáveres calcinados y colgados de cuerdas sobre los pasos de cebra de la calzada. Un fotógrafo de Reuters logró tomar las imágenes, que jamás han sido publicadas. Otras fotos muestran a los soldados chinos gravemente afectados por las quemaduras que buscan refugio en las casas vecinas. Algunos de ellos abrieron fuego contra la multitud que se congregaba por los alrededores, causando un número indeterminado de muertos.

La embajada de Estados Unidos en Pekín publicó en internet los informes puntuales de los acontecimientos según se iban produciendo. Inicialmente el gobierno chino quiso enviar tropas desarmadas para evacuar la Plaza de los estudiantes congregados en ella, que eran cada vez menos numerosos. Bloqueados por la multitud, las tropas armadas llegaron en autobús y fueron recibidos por los estudiantes con bombas incendiarias, con un resultado aterrador. Algunas unidades militares trataron de calmar a los soldados, presas del pánico. Uno de los informes de la embajada relata el asesinato por los estudiantes de un soldado del ejército chino que trataba de entrar en la Plaza para explicar la carnicería que estaba ocurriendo en los alrededores.

En lo que concierne al estudiante que se plantó delante de los carros de combate, el propio fotógrafo dijo que tomó la imagen desde la ventana de la habitación del hotel en el que se hospedaba al día siguiente de los hechos y que los tanques no trataban de entrar en la Plaza sino de abandonar la zona.

El conocido escritor taiwanés Hu Dedjian estaba en la Plaza en aquel momento en huelga de hambre y explicó así lo sucedido: “Algunos dicen que 200 personas murieron en la Plaza y otras gritan que fueron 2.000. También hay historias de carros de asalto aplastando a los estudiantes que trataban de salir. Debo decir que yo no vi nada de eso. Esa noche yo estuve en Tienanmen hasta las 6 y media de la mañana. No he dejado de preguntarme: ¿vamos a utilizar la mentira para atacar a un enemigo que miente?”

Un detallado informe de la Columbia Journalist Review, titulado “El mito de la masacre de Tienanmen y el precio a pagar por una prensa pasiva” se lamentaba de la preferencia de los medios de comunicación por las historias sangrientas. Sin embargo, nada de eso parece haber desacreditado la leyenda oficiosa de la masacre de Tienanmen.

Una parte de la responsabilidad incumbe al propio gobierno de Pekín, lo cual siempre fue asumido de manera expresa. Entonces se hallaba más que nunca bajo la férula de Den Xiaoping que dos años antes había expulsado del gobierno a Hu Yaobang, antiguo Secretario General del Partido Comunista de China, porque se había escorado excesivamente hacia Estados Unidos. En 1989 la división interna aún no se había superado y los partidarios de Den Xiaoping seguían temiendo que Estados Unidos manejara ciertas riendas dentro del país, lo cual no era descabellado del todo.

En el desencadenamiento de las protestas Tienanmen concurrió mucha frustración por la deriva capitalista de China, alimentada sin duda por manejos del imperialismo que luego se hicieron típicos en otros países, desde las revoluciones de colorines hasta las primaveras árabes.

No cabe duda que la protesta era absolutamente legítima, ni tampoco que se agrupó de manera pacífica y que inicialmente contra ella no intervinieron ni la policía ni las tropas del ejército. El secretario general del Partido Comunista de China, Zhao Ziyang en persona, trató de negociar con ellos personalmente. Pero a medida que durante seis semanas la concentración se prolongó, fue perdiendo fuelle porque la pasividad del gobierno chino sorprendió a los imperialistas que movían los hilos desde la trastienda. Necesitaban carnaza y empujaron a los peones que aún les quedaban en las calles a la provocación.

No se sabe la manera en que los estudiantes se apoderaron de las bombas incendiarias, ni tampoco quién las fabricó. Pero es un arma completamente desconocida en las protestas chinas.

(1) http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=8055

(2) Tiananmen Square Massacre is a Myth, All We’re ‘Remembering’ are British Lies, http://www.ibtimes.co.uk/tiananmen-square-massacre-myth-all-were-remembering-are-british-lies-1451053

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Del mismo autor:

Plaza de Tienanmen: otro caso de intoxicación mediática recurrente durante 30 años

Desde hace 30 años las cadenas de intoxicación, incluida La 2 de TVE, difunden reportajes recordando el aniversario de la masacre de la Plaza de Tiananmen, en Pekín, el 4 de junio. Un brutal ejército chino reprime unas manifestaciones pacíficas…

En otra entrada ya refutamos ese relato (1) y los informes de Wikileaks también lo desmienten. En aquel momento la embajada de Estados Unidos en Pekín describió una escena muy diferente que, como es normal, la intoxicación no tiene en cuenta.

10.000 personas, en su mayoría estudiantes, ocuparon la Plaza de Tienanmen en 1989 durante seis semanas. El gobierno negoció con los manifestantes, pero no se llegó a ningún acuerdo y cuando trataron de sacarlos de la Plaza, se resistieron.

El 3 de junio el gobierno trasladó las tropas al centro de Beijing, pero los convoyes militares se retrasaron. Algunos fueron atacados y la embajada de Estados Unidos informó que los manifestantes tomaron rehenes entre los soldados:

“La tensión aumentó a lo largo de la tarde a medida que los vecinos de Beijing expresaban su enojo acosando al personal militar y policial y atacando sus vehículos. Los estudiantes exhibieron las armas, el equipo militar y los vehículos capturados, incluso frente al complejo de dirección de Zhongnanhai. Un esfuerzo por liberar al personal militar aún en cautiverio o por despejar la entrada sur de Zhongnanhai puede haber causado un ataque con gas lacrimógeno limitado en esa zona alrededor de las 15.00 horas (hora local)”.

Otro cable del 3 de junio decía lo siguiente: “A las tropas aún no se les ha ordenado usar la fuerza. El hecho de que muchos de ellos usen cascos y armas automáticas sugiere que la opción de la fuerza es real”.

En la madrugada del 4 de junio, los soldados finalmente llegaron al centro de la ciudad e intentaron expulsar a la multitud de la Plaza de Tiananmen:

“Los estudiantes arrojaron escombros sobre al menos un vehículo blindado de transporte de tropas y los incendiaron, basándose en el abordaje cerca de la escena. ABC informó de que otro vehículo blindado de transporte de tropas está en llamas. Los testigos presenciales informaron que las tropas y la policía antidisturbios se encontraban en el extremo sur de la Plaza y que las tropas se trasladaban a la Plaza desde el lado oeste de la ciudad”.

Los soldados reaccionaron como todos los soldados en cuanto vieron a sus colegas asados en la barbacoa:

“Se dice que hubo disparos indiscriminados de las tropas en la Plaza. Podemos escuchar disparos desde la embajada y el complejo diplomático en Jianguomenwai. Los testigos presenciales informan de la presencia de gas lacrimógeno en la plaza, bengalas disparadas en la parte superior y rastreadores disparados en la parte superior de la plaza”.

La mayor parte de la violencia no se produjo en la Plaza, que ya estaba lo suficientemente vacía en ese momento, sino en las calles que la rodeaban. Los soldados trataron de repeler a la multitud sin usar sus armas:

“La situación en el centro de la ciudad es muy confusa. Las investigaciones en el Hotel de Pekín revelaron que las tropas están empujando a una gran multitud de manifestantes hacia el este en Changanjie. Aunque estas tropas no parecen estar disparando a la multitud, las investigaciones reportan disparos detrás de las tropas que vienen de la Plaza”.

Una vez que la Plaza fue finalmente despejada, el movimiento de protesta estudiantil colapsó. No está claro cuántas personas murieron durante el incidente. Las cifras varían de varias decenas a varios centenares. Tampoco se sabe cuántos de ellos eran soldados y cuántos eran manifestantes violentos o transeúntes inocentes.

El New York Times ha aprovechado el 30 aniversario de los incidentes del 4 de junio para promover -una vez más- la imagen de una supuesta “resistencia civil exitosa” (2) que se ha convertido en un símbolo mundial de libertad y desafío, inmortalizado por fotos, programas de televisión, carteles y camisetas.

Pero tres décadas después de que el ejército chino aplastara las manifestaciones de Tiananmen, “El hombre del tanque”, la persona que valientemente se enfrentó a un convoy de tanques que corrían por una avenida en Pekín, sigue siendo un misterio. ¿Fue realmente un héroe?

No sabemos lo que aquel hombre quería o si formó parte de las manifestaciones siquiera. Según el que tomó la foto, Jeff Widener, de la agencia AP, la foto data del 5 de junio, el día después del incidente de la Plaza de Tiananmen. Los tanques se alejaban de la plaza y no hacia ella. No fueron bloqueados por un estudiante, sino por un hombre con una bolsa de compras que cruzaba la calle y que había decidido jugar al pollo con los tanques que se iban. El tanque se tuvo que salir de su camino para evitar causarle heridas.

El vídeo más completo de la detención del tanque (3) muestra que el hombre habló con el comandante del tanque, que no está tratando de ahuyentarlo. La escena termina después de dos minutos cuando los transeúntes civiles finalmente le dicen que siga adelante. Los farsantes del New York Times aseguran que “el gobierno ha tratado de eliminar la memoria del hombre del tanque, censurando las imágenes suyas en línea y castigando a los que lo mencionan”.

El periódico añade que “como resultado de la campaña del gobierno, muchas personas en China, especialmente los jóvenes chinos, no reconocen su imagen”.

En contra de lo que dice el New York Times, en las redes sociales se habla corrientemente del asunto, mucho más que en occidente. El documental “La Puerta de la Paz Celestial” (4), estrenado en 1995, está considerada como el mejor sobre aquellos acontecimientos. Explora el contexto político e incluye muchas entrevistas y escenas originales.

(1) https://movimientopoliticoderesistencia.blogspot.com/2015/06/el-mito-de-la-masacre-de-la-plaza-de.html
(2) https://www.nytimes.com/2019/06/03/world/asia/tiananmen-tank-man.html

(3) https://www.youtube.com/watch?v=qq8zFLIftGk
(4) https://www.youtube.com/watch?v=1Gtt2JxmQtg
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