Medio Oriente: quien desestabiliza a la Region? – por Diego Pappalardo

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Si atendiendo a sus ínsitos intereses, una entidad estatal emerge con aspiraciones de proyección general y lo  plasma insistentemente en la facticidad, palmariamente, se transformará en un contrapeso en la disputa por el dominio de la  competencia interestatal. Generalmente, en el trasfondo de esa competencia no están los valores de un sistema de gobierno o las reglas y los hábitos de comportamiento social, sino la biología pura y la voluntad de una comunidad (minoritaria o mayoritaria) de registrar en la Historia su capacidad de Poder.

Esa lucha se efectúa  en todas las formas posibles, empleando todos los medios posibles y sin reparar mayormente en lo legal e ilegal de los actos cometidos y por cometer, porque lo que importa son los resultados específicos que proporcionen progreso y preeminencia a sus exponentes.

La yuxtaposición de intereses vitales y de supervivencia en Medio Oriente impone una dinámica acelerada en la complejidad de las  relaciones de poder que se desarrolla en la región.

Las facciones de poder sionista que respaldan el liderazgo político del primer ministro, Benjamín Netanyahu, no conciben un estado de Israel que esté acotado geográfica y geopolíticamente hablando. Para esas camarillas, la existencia de la entidad estatal israelí requiere de un acrecentamiento territorial y del ejercicio de un  rol como superior eje regional. Su entorno geopolítico debe reconstituirse de modo tal que el Proyecto Gran Israel sea una realidad consecuente con los fundamentos convergentes religiosos, políticos y económicos que le dotan de su razón de ser. Allí radica el principal problema de la  estabilidad y la seguridad de Israel, es decir,  en su pretensión de ser y estar allí lo que deviene en confrontación constante con sus competidores, los cuales no están constreñidos por ninguna razón objetiva (sea ésta de índole religiosa, histórica, geopolítica, política, etc., etc.) a ceder, mansa y obedientemente, sus propios proyectos geopolíticos y, sobre todo, su derecho a no ser interferido por el actor sionista ni por ningún otro polo de poder externo.

Para los estrategas halcones de  Israel, la configuración de un Medio Oriente,  caracterizado por la inestabilidad, el conflicto y el caos, es elemental para debilitar a sus antagonistas, neutralizar a sus retadores peligrosos y lograr la dominación de su estructura.

Para los tomadores de decisiones sionistas antes mencionados, es imperativo operar simultáneamente con diferentes maniobras,   conservando el soporte espacial que posee y expandirse absorbiendo más territorios, recursos y participando activamente en la construcción de bloques geoestratégicos que le reditúen beneficios, tales son los casos de la alianza que teje con Arabia Saudita y otras petromonarquías y la asociatividad mediterránea con Chipre y Grecia. A la vez que practican una serie de seducción, presión y conminación contra lideratos políticos suprarregionales para que no se les ocurra menguar la cooperación política, militar y económica que tienen para con Israel.

Irán, con evidente importancia geoestratégica y, tras haber estado durante décadas contenido por el sionismo y ciertas facciones rectoras occidentales, se reconstituyó en un centro de gravitación para reasumir un protagonismo histórico que colisiona inevitablemente con la mega estrategia de Israel. Teherán ampara  a las entidades que Israel hostiga y ataca y junto a ellas vertebró el corredor Teherán-Beirut, desafiando la colusión israelí-saudí.

De ahí que prominentes voces israelíes afirman que Irán es su máximo enemigo.

El hegemón israelí está sufriendo  la contracción como agente  moral y el debilitamiento como competidor en el sistema internacional, lo cual  le insta a tensionar aún más la situación regional para sus propios intereses, posiciones y oportunidades.

Diego Pappalard, 2018

publicado originalmente en Rambla Libre

 

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El imperialismo lleva al Golfo Pérsico al borde de una guerra devastadora

Emiratos Árabes Unidos ha prometido una investigación profesional y transparente sobre el “sabotaje deliberado” de cuatro buques en el Golfo Pérsico, que ha aumentado la tensión en un contexto de guerra de agresión de Estados Unidos contra Irán.

El domingo, dos petroleros saudíes, uno noruego y otro emiratí, fueron blanco de misteriosos sabotaje frente al emirato de Fujairah, según el gobierno de Abu Dhabi. No hubo víctimas y los barcos dañados no se hundieron.

Esto “se llevará a cabo de forma profesional”, aseguró el ministro de Estado de Asuntos Exteriores de Emiratos, Anwar Gargash, prometiendo que los hechos se “establecerían claramente”.

Cuando se le preguntó sobre el posible papel iraní, el enviado de Estados Unidos a Irán, Brian Hook, se limitó a indicar que las autoridades estadounidenses ayudarían a los investigadores, a petición de Emiratos.

Quedan muchas zonas grises, incluida la naturaleza de los “actos de sabotaje”, mientras que se ha observado al menos un agujero en el casco del petrolero noruego y la identidad de los autores y patrocinadores. La empresa Thome, que fletó el Andrea Victory, dijo que el barco había sido “golpeado por un objeto indeterminado”, sin más aclaraciones.

Emiratos Árabes Unidos y Arabia saudí son aliados cercanos de Estados Unidos, que está provocando constantemente a Teherán, ya sea con la excusa de la cuestión nuclear o con sus acciones desestabilizadoras en Oriente Medio.

Estados Unidos se ha retirado unilateralmente del acuerdo nuclear firmado con Irán y ha intensificado las sanciones, poniendo a la Unión Europea entre la espada y la pared.

Pero el actor principal es Israel, autor material de los sabotajes, con los que pretende llevar a Estados Unidos a la guerra abierta contra Irán.

Por su parte, puesto a la defensiva, Irán considera los sabotajes marítimos “preocupantes y lamentables” y ha pedido una investigación. Ha respondido a la renuncia de Washington al acuerdo nuclear con la suspensión parcial algunos de sus compromisos nucleares.

La estrategia de Irán es evidente: en caso de guerra no van a limitar el teatro de operación a su suelo, sino que extenderán las hostilidades a toda la región de Oriente Medio, lo que es una evidente advertencia dirigida a Emiratos Árabes Unidos y Arabia saudí.

Tras los incidentes marítimos la presión sobre Irán es creciente. El lunes Trump dijo: “Si [los iraníes] hacen algo, sufrirán enormemente”.

El viernes pasado, el Pentágono anunció el envío a la región de un buque de guerra con vehículos, incluidos vehículos anfibios, y una batería de misiles Patriot, además del despliegue de un portaaviones y bombarderos B-52.

La semana pasada el Secretario de Defensa interino de Estados Unidos, Patrick Shanahan, presentó un plan en una reunión con los asesores de Trump para enviar a Oriente Medio hasta 120.000 soldados si Irán ataca a las fuerzas estadounidenses.

El presidente iraní Hassan Rohani expresó el lunes por la noche a los clérigos la determinación de Teherán de hacer frente al enemigo estadounidense. “Si Dios quiere, pasaremos por este momento difícil con la gloria y la cabeza bien alta […] Irán es demasiado grande para ser intimidado por nadie”, afirmó.

Los europeos han expresado su preocupación por la renovada tensión entre Washington y Teherán e informaron al Secretario de Estado estadounidense Mike Pompeo, que se encontraba en Bruselas, de su preocupación por el riesgo de un conflicto “accidental” en el Golfo Pérsico.

Las entrevistas de Pompeo fueron difíciles. “Le dije claramente que nos preocupan las tensiones en la región y que no queremos una escalada militar”, dijo el jefe diplomático alemán Heiko Maas tras su reunión.

Poco antes el jefe de la diplomacia británica Jeremy Hunt dijo lo mismo: “Estamos muy preocupados por el riesgo de que se produzca un conflicto por accidente”.

¿Accidente? No hay accidente cuando acercas la antorcha al depósito de gasolina.

No se llama accidente; se llama provicación.
Mayo 2019
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Un agujero en WhatsApp permitió la instalación de un programa de espionaje israelí

Un agujero en WhatsApp permitió la instalación remota de un programa de espionaje desarrollado por una empresa israelí especializada, según The Financial Times

El fallo fue explotado por NSO Group, una empresa secreta israelí, que desarrolló su propia herramienta, Pegasus, para explotarla. NSO Group vende sus servicios principalmente a centrales de espionaje de Oriente Medio y Occidente.

La laguna permite espiar toda la actividad de un teléfono móvil con una simple llamada, incluso si la víctima no responde a ella.

Según Citizen Lab, un abogado de derechos humanos fue atacado por Pegasus el 12 de mayo. El programa permite localizar a su objetivo, leer sus mensajes y correos electrónicos y activar, subrepticiamente, el micrófono y la cámara del teléfono.

“NSO Group vende sus aplicaciones a gobiernos conocidos por sus repetidas violaciones de derechos humanos y les proporciona las herramientas para espiar a sus oponentes y críticos”, asegura Amnistía Internacional en una declaración fechada el 13 de mayo. “En agosto de 2018, un funcionario de Amnistía Internacional fue atacado por Pegasus, al igual que militantes y periodistas de Arabia saudí, México y Emiratos Árabes Unidos”.

La ONG anunció que presentaría una denuncia contra el Ministerio de Guerra israelí, la autoridad supervisora del Grupo NSO, “que ignoraba las montones de pruebas que vinculaban a NSO Group con los ataques contra los defensores de los derechos humanos […] Mientras se vendan productos como Pegasus sin un control efectivo, los derechos y la seguridad de los funcionarios, periodistas y disidentes de Amnistía Internacional en todo el mundo están en peligro. Varias asociaciones israelíes han presentado denuncias similares.

Mayo 2019
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