Las Llamas del Odio: la Iglesia Católica, presa de las llamas – por Israel Shamir

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Los rabinos no lamentan el desastre parisino. “Es un castigo divino por haber quemado el Talmud”, sugiere el prominente rabino de Betel, Shlomo Aviner[1], sobre el incendio de la Catedral de Notre Dame. En 1242, los franceses investigaron el Talmud, establecieron que el códice contenía volúmenes de discursos de odio, y terminaron quemando 1200 códices del Talmud en la plaza de la recién construida Catedral de Notre-Dame. “El día del castigo ha llegado”, entona dramáticamente el rabino. ¡Pues no tan rápido, Sr. rabino! Si hemos de conectar estos dos acontecimientos – la quema histórica del Talmud y la reciente destrucción de la catedral –, el punto central de toda esta historia es que, en otro tiempo, Francia gozaba de un sistema inmunitario fuerte y viril. La destrucción medieval de ese libro funesto fortificó una inmunidad saludable frente a los legalismos del Talmud, lo que permitió que la catedral sobreviviera a guerras y revoluciones por el mágico número de 777 años. Pero nada dura para siempre, desafortunadamente: la resistencia del pueblo francés se ha agotado.

Tal vez sea tiempo de revacunar al pueblo francés contra los planes talmúdicos. Quizás el despreciable espíritu de intolerancia talmúdica y de supremacía judía deba ser exorcizado una vez más del corazón de Francia por otros 777 años. Ojalá la reconstrucción de la catedral inspire un nuevo espíritu de fidelidad hacia Nuestra Señora. Pero es poco probable que esto suceda. De hecho, en el clima actual, resulta más probable que las autoridades francesas conviertan los restos quemados de Notre-Dame en el próximo Museo de la Tolerancia.

Hace 777 años, un judío llamado Nicholas Danin[2], quién negó el Talmud, abandonó el judaísmo, recibió a Cristo y entró en la Iglesia, reveló públicamente el odio talmúdico ocasionando una disputa en la que al final la asamblea, escandalizada y extremadamente ofendida, decidió reunir todos los ejemplares existentes del Talmud y quemarlos en la plaza pública. En la Francia de Macron, Nicholas Danin sería arrastrado hacia la justicia por la LICRA (la Liga Internacional Contra el Racismo y el Antisemitismo) y condenado a prisión, o tal vez a la hoguera. Danin, no el Talmud, sería declarado culpable de delito de odio si sus jueces fuesen entrenados, como ya todos los estamos, en el filosemitismo. ¿Existe la más mínima razón para devolver las ruinas de Notre-Dame a la Iglesia Católica? ¿Por qué no mejor enviárselas directamente al CRIF (Consejo Representativo de las Instituciones Judías de Francia)?

En el mismo artículo, el rabino Shlomo Aviner, francés de nacimiento, recuerda a sus fieles que todas las iglesias cristianas pueden verse destruidas en cualquier momento (al menos en Israel), pero que todavía no ha llegado el momento oportuno. En lo que respecta a la catedral francesa, declara que “no estamos obligados a destruirla”, aunque “el cristianismo es el principal enemigo de los judíos”. Se supone que un judío debe regocijarse ante la vista de una iglesia en llamas y recitar una bendición especial al dios de la venganza quien derriba la casa de los orgullosos. El poder judío en Francia no cesa de aumentar mientras que la importancia de la Iglesia disminuye; la vieja catedral tenía mínimas posibilidades de sobrevivir a este golpe del destino. Será reconstruida pero con otra identidad: no católica, algo que no se parecerá a una iglesia. Será diseñada para atraer a los turistas, sin necesidad de consultar a los franceses nativos. Es algo que ya se está decidiendo[3] a sus espaldas.

La destrucción de la catedral ya se contemplaba desde hace mucho tiempo. Cuando las brujas exhibicionistas de Femen celebraron ahí su misa negra, agredieron a los sacerdotes y azotaron las antiguas y venerables campanas en las torres de Notre-Dame, un tribunal francés las absolvió[4] inmediatamente de todos los cargos y en su lugar penalizó a los guardias de seguridad que intentaron detener el sacrilegio. Y aun esto no fue suficiente para los enemigos de la Iglesia: por su osada blasfemia, las Femen recibieron el Premio Internacional a la Laicidad[5] de Francia en 2017, se creó una estampilla postal en honor a Inna Shevchenko, la co-fundadora y líder de Femen, quien sirvió como modelo para una nueva Marianne, el ícono francés. El francés Dominique Venner, escritor e historiador católico, se suicidó en la Catedral en 2013 para alertar a sus conciudadanos sobre las lóbregas nubes que amenazan a su amada Francia, en vano.

En Francia, la implacable lucha contra la Iglesia, liderada por los judíos y sus aliados, sigue dando frutos. En 2013, el gobierno del presidente Hollande obligó a los ciudadanos a aceptar el matrimonio gay a pesar de las innumerables manifestaciones[6] en contra por parte de los católicos franceses. La influencia de la LICRA en Francia excede incluso la que ejerce la ADL (la Liga Anti-Difamación) en los Estados Unidos. Católicos como Alain Soral y Dieudonné están ahora en camino a la cárcel por ofender la sensibilidad de los judíos (y como usted sabe, los judíos pueden ser muy sensibles). Persiguen a los chalecos amarillos de la misma manera que a la Iglesia y por la misma razón: ambos se componen de recios provincianos que rememoran los tiempos de la Francia cristiana.

El terrible incendio en París debería ser un presagio y una advertencia para todos los franceses: ¡Recuperen sus lazos con la Iglesia! Sálvenla y valórenla pues quizás no esté con ustedes para siempre. ¿Y quién los salvará una vez que los haya abandonado? La Iglesia de Francia debería llegar a la gente apoyando a los chalecos amarillos contra el gobierno anticristiano de Macron. Su gobierno no hizo nada por defender a la Iglesia y el incendio no apareció de la nada. Macron es definitivamente culpable, si no es por acción, entonces por su negligencia criminal. Muy fácil de imaginarlo brindando con champagne al ver las noticias. Todos deberíamos desconfiar de gente de poder propensa a regocijarse por la destrucción de nuestras iglesias.

Los activistas contra la Iglesia en Francia marcharon, como en los Estados Unidos, bajo la bandera de ‘curas pedófilos’. Este claro caso de falacia ad hóminem (¿o deberíamos decir “embuste”, o quizás “tropo”?) tiene como blanco directo el corazón de la Iglesia. Nadie dice nada sobre la falsedad de esta burla, están demasiado ocupados rasgándose las vestiduras. Pero si usted hace alusión a los “judíos estafadores”, la LICRA o sus organizaciones hermanas se les vendrán encima o le tocarán en la puerta de su casa recitando con devoción religiosa: Puede ser que haya estafadores que son judíos, pero eso no los hace a todos ‘judíos estafadores’. Y si acaso usted osa decir ‘judío estafador’, será entonces culpable de antisemitismo. Pero el cuento de los ‘curas pedófilos’ no está nada mal: se obliga a la Iglesia a practicar ella misma unas purgas entre sus dirigentes, mientras a los judíos se les deja en paz, libres de seguir el rumbo que los lleva a un desenlace autodestructivo.

Los judíos se describen a sí mismos como “una nación de sacerdotes”, los sacerdotes de la fe más anticristiana del planeta. A medida que la influencia de la Iglesia judía aumenta, la fuerza de la Iglesia cristiana disminuye. Es un juego de suma cero.

Incluso quienes no se interesan mucho en las cosas del espíritu pueden ver que la historia amenaza con repetirse. Cada vez que las fuerzas de la oscuridad preparan un nuevo ataque contra la humanidad, hacen uso de su enorme arsenal para acallar toda eventual resistencia, y siempre comienzan apuntando a su enemigo declarado: la Iglesia. El Tercer Reich empleó también esta estrategia: antes de comenzar la guerra, lanzaron una oportuna campaña[7] contra los ‘curas amigos del sexo’, para amenazar a la Iglesia y silenciarla. Y ahora le toca a nuestro Cuarto Reich: la Iglesia se opuso a la guerra de Irak, fue firme en su defensa de Palestina, se opone a un inminente ataque contra Irán y se muestra implacable en su oposición a una guerra contra Rusia. Es más que evidente: hay que someter a la Iglesia, ponerla de rodillas.

Pero no se puede manchar a la Iglesia por las infames acciones cometidas por sus siervos. Si un sacerdote abusa de un chico, entonces el crimen es suyo y no de la Iglesia. Asimismo, si un soldado abusa de un niño, no es culpa del ejército; y si un político abusa de un chico, la nación no tiene la culpa. Ya que ahora denunciamos a la Iglesia católica por los crímenes cometidos por sus curas, ¿no deberíamos también demandar a su competencia tradicional, los judíos, por cada crimen cometido por un judío? Si vamos a responsabilizar a la Iglesia por sus “curas abusadores”, ¿quizás sea momento de responsabilizar también a la comunidad judía internacional por sus “judíos estafadores”? ¿O por sus judíos belicistas? ¿O por las masacres de no-judíos en Palestina?

Un pajarillo me cuenta que los judíos modernos jamás aceptarían una responsabilidad colectiva. Añoran su soberbia de cuando se enfrentaban a Poncio Pilato. Los judíos de hoy están dispuestos a actuar colectivamente para cobrar, pero no a la hora de pagar. La generación actual de blancas palomas de la Iglesia podría aprender una lección pragmática o dos de estas viejas serpientes astutas sobre cómo sobrevivir en este mundo de judíos.

Un pequeño consejo: desestimen a las supuestas víctimas de abuso del clero del siglo pasado. Mándenlos a su casa. No siento pena por estos demandantes tardíos. ¿Por qué esperaron 20 años para hacer sus denuncias? Cuando se agrede a algún niño, se echa a gritar y corre a su casa en busca de sus padres o de la policía. Si no corrieron o gritaron, es porque no fueron agredidos. Atribúyanselo a una torpe insinuación por parte de un patético amateur; fue una experiencia desagradable y vergonzosa, sin duda, pero poco probable de repetirse después de un firme regaño. Repróchenselo a ustedes mismos por haber enviado señales ambiguas y sigan con su vida. Únanse a la humanidad: cada uno de nosotros, hasta mamá y papá, hemos tenido que aguantar un beso o un abrazo no deseado. Las leyes deberían ser razonables. Permitir acusaciones después de 20 años por transgresiones jamás denunciadas no es razonable. Sólo una acusación inmediata debería considerarse válida, y 24 horas es más que suficiente para presentar una denuncia formal en la mayoría de los casos.

Ahora, si ha ocurrido una violación, por supuesto que el culpable debe ser castigado. Pero no hay que dejar que el denunciante saque provecho de su denuncia del crimen. Es la regla indispensable de toda justicia. Hubo una época en que el denunciante podía reclamar un tercio de las propiedades del denunciado. Muy a menudo se exceden estos reclamos en el actual ambiente de apego a las demandas legales.

El ángulo “pedófilo” es un tanto engañoso. ¿A qué nos referimos cuando hablamos de “menores”? ¿Le ofende la relación entre Romeo y Julieta? Como todo buen ciudadano americano, debería indignarle: Julieta tenía 14 años; por lo tanto a Romeo, en nuestros días, habr’ia que enjuiciarlo y mandarlo a la cárcel por “pedófilo”, junto con su cómplice, el buen Fray Lorenzo. Sin duda alguna, el padrecito Lorenzo sería considerado un “cura abusador”, y algún Dershowitz le sacaría un millón de ducados a la Diócesis de Verona por el pecado de haber amparado las citas de los enamorados. Edgar Allan Poe se casó con una muchacha de 14 años; bajo las leyes actuales, el poeta americano tendría que escuchar el “nevermore” de su cuervo en una celda. El profeta Mahoma se casó con Aisha, de 9 años, pero Jacob, el patriarca bíblico, lo superó: se casó con Raquel, quien tenía sólo 7 años. En nuestro mundo moderno, Jacob y Mahoma serían perseguidos, extraditados y encarcelados. Y es posible que hasta a las personas mejor ubicadas no les vaya muy bien frente a nuestra actual justicia ilustrada: María, la madre de nuestro Señor, tenía apenas 14 años en el momento de la Anunciación.

La tradición griega aprueba a las mujeres maduras que acepten compartir su experiencia con muchachos en pleno desarrollo. En el clásico griego Dafnis y Cloe, una mujer experimentada y madura de nombre Lycaenion, enseñó al joven Dafnis cómo atender a su novia para su mutua satisfacción. La BBC informa sobre el caso de una joven maestra de 26 años que fue arrestada[8] por tener relaciones sexuales con un alumno de 15. Hasta el fiscal admitió que es “el sueño de cualquier colegial recibir esa clase de atención de parte de una maestra joven y atractiva”, lo cual no le impidió condenarla. En los Estados Unidos, a Pamela Rogers la condenaron a años de prisión por tener relaciones con un joven tan alto como usted y yo, pero que tenía sólo 13 años en aquel entonces, exactamente la misma edad que tenía mi bisabuelo cuando se casó. Si la señora Rogers hubiese torturado emocionalmente y humillado al muchacho, seguro que habría disfrutado de una carrera exitosa en la educación pública. Quién sabe, hasta podría haber sido Secretaria de Estado.

Los estadounidenses y los británicos han inventado el absurdo concepto de “estupro”, como si un fiscal supiera mejor que los chicos y chicas lo que quieren. Los grandes pensadores franceses, Sartre y Derrida, Foucault y De Beauvoir, habían apelado en 1977 contra esta trampa legal, un instrumento de acusación selectiva. Los sensatos españoles establecieron la edad de consentimiento a los 13 años, mientras que los aún más sensatos musulmanes no establecen en lo absoluto una edad límite para el matrimonio porque se oponen firmemente a las relaciones extramaritales. Los judíos se guiaban por el Talmud, el cual estipula que las chicas están autorizadas a casarse a la edad de ‘tres años y un día’ (aunque se prefiere esperar hasta los nueve años), y prohíbe con razón la sodomía.

De hecho, casi todos los casos de supuesto abuso sexual por parte del clero son de homosexuales; las supuestas víctimas deberían más bien demandar a las organizaciones por los derechos de los gays que infestaron la Iglesia en vez de acosarla porque la Iglesia no logró mantenerlos a raya. Pero a los dirigentes de la Iglesia no se les permite ni siquiera contemplar tal sugerencia. No pueden decir “pederastia”, tienen que aparentar que se trata de “pedofilia”. No se les permite expulsar a un sacerdote homosexual, por temor a ser acusados de “homofobia”.

La violencia sexual hacia un niño o una niña por parte de un hombre adulto es un acto repulsivo y criminal, pero tales acusaciones son extremadamente escasas en la historia de los abusos del clero.

No debemos permanecer indiferentes al gran trabajo que ha hecho la Iglesia, pues es la única con el potencial de transformar el depredador entorno neo-judaico en uno cristiano y amante de la paz. La Iglesia afirma la primacía del espíritu y de nuestras capacidades divinas de pensamiento y de reproducción; estas opiniones llenas de esperanza son aborrecidas por nuestros amos del mundo. En el nivel más profundo, la Iglesia es el principal adversario del mal en nuestro mundo. Los amos del mundo han formado una especie de Iglesia rival, la Iglesia de la oscuridad, y no permitirán competidores.

Por muy dominantes que sean, no son omnipotentes. No hay magia alguna en sus hechizos. No poseen poderes mágicos que los protejan. Son impostores. Explotan los viejos mitos de la humanidad, olvidándose de que nada funciona sin la ayuda de Dios. Como rebeldes ante Dios, serán derrotados. Como charlatanes, serán desenmascarados. Su caída es inminente. Debemos rechazarlos del todo, tan rotundamente como cuando confesamos nuestra fe.

La Iglesia católica es una de las grandes defensoras de Palestina. Tiene un patriarca palestino y hace su mejor esfuerzo por defender al pueblo palestino. Todas las iglesias establecidas apoyan a Palestina, con las iglesias apostólicas tomando el papel de líder, y las católicas a menudo las encabeza a todas. Durante el sitio de Belén por los judíos en 2002, la Iglesia católica lideró la resistencia. Lo sé porque yo también participé[9]. Hubo una época en que la Iglesia lideró la cruzada para liberar la Tierra Santa. Con un espíritu valiente y altruista, podría liderar una nueva cruzada por la paz y liberarla de nuevo.

Hubo también una época en que Francia alcanzó los niveles más altos de equidad económica, sofisticación social e integridad moral, en unión con la Iglesia. La terrible advertencia del incendio de Notre-Dame debería provocar un shock entre los franceses que los haga volver al apoyo de la Iglesia, así como también debe suscitar el despertar de la Iglesia misma frente a la “humareda de Satanás” que impregna sus murallas.

Israel Shamir, 19 de abril de 2019

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Traducción: Daniel Osuna

En colaboración con: Paul Bennett

Publicado originalmente al espanol por: Red Internacional

Publicación original en inglés

Traduccion original al frances

Más información sobre los curas abusadores aquí: http://www.israelshamir.com/spanish/tinieblas-occidentales/

Contacto del autor: adam@israelshamir.net

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[1] Dsponible en español: http://www.radiojai.com/rj/noticom.php?cod=11459

[2] Disponible en inglés: https://www.haaretz.com/jewish/.premium-1242-all-talmuds-in-paris-are-burned-1.5281064

[3] Disponible en inglés: http://www.unz.com/sbpdl/rolling-stone-magazine-argues-rebuilding-of-notre-dame-cathedral-shouldnt-reflect-frances-white-catholic-history-but-its-multicultural-muslim-future/

[4] Disponible en español: https://www.aciprensa.com/noticias/absuelven-a-activistas-de-femen-que-danaron-campana-de-catedral-de-notre-dame-33884

[5] Disponible en inglés: https://www.lifesitenews.com/news/france-honors-leader-of-topless-protest-group-with-international-award

[6] Artículo del autor disponible en inglés: http://www.unz.com/ishamir/the-french-spring/

[7] Disponible en inglés: https://en.wikipedia.org/wiki/Talk:Catholic_Church_sexual_abuse_cases#Nazi_propaganda

[8] Disponible en inglés: http://news.bbc.co.uk/2/hi/uk_news/england/west_midlands/6122466.stm

[9] Artículo del autor disponible en inglés: http://www.israelshamir.net/English/Convoy.htm

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