‘Notre Dame’ y el ‘Nuevo Orden Mundial’ – por Xavier Bartlett

Catedral_de_Notre-Dame_de_Paris._FachadaHace poco dediqué en La otra cara del pasado un artículo a los grandes monumentos del pasado, haciendo especial énfasis en que muchos de ellos fueron construidos con unos patrones y criterios que les daban una tremenda solidez y durabilidad. Puse como ejemplo el reciente caso del desastre de la catedral de Notre Dame, que soportó un fuerte incendio y quedó muy dañada, pero que estuvo lejos de venirse abajo. Sin embargo, desde los medios y desde las declaraciones oficiales se hizo un enorme melodrama, con el discurso catastrofista de que se rozó la destrucción total de no haber sido por la intervención eficaz y entregada de los bomberos.

En fin, mi conocimiento técnico es escaso, pero por los precedentes históricos, ya vi que se había construido una historia trágica sobredimensionada para producir un gran impacto emocional mundial, lo cual me recordó –a otra escala– a los muchos atentados y desgracias que son objeto de un bombardeo mediático en todo el planeta a fin de causar una fuerte impresión y un cierto estado de opinión entre la población. En todos esos eventos, hay imágenes inmediatas y constantes en la televisión, así como debates, declaraciones de expertos, impresiones de la gente común que lo graba todo con el móvil y lo comparte en las redes, etc. Pero, como uno ya está escarmentado y sospecha de todo lo que aparentemente es espontáneo, me propuse buscar algo de información fuera de los canales oficiales, porque todo me olía un poco a chamusquina (nunca mejor dicho en este caso).

El resultado me ha llevado –una vez más– a los terrenos oscuros de la manipulación y la conspiración, y que conste que yo nunca los busqué ni les di crédito en principio. Simplemente, me los he ido encontrando en el camino del análisis del mundo real, y por desgracia he de admitir que al final permiten explicar de una manera bastante razonable la paranoica realidad que vivimos, al estilo de lo que apuntaba el autor Kingsley Dennis cuando hablaba de cierta hiperrealidad, o un mundo construido artificialmente ante nuestros ojos y nuestras mentes. Así, al igual que lo sucedido en Nueva York en 2001, en cuanto los entendidos y especialistas han rascado un poco sobre la versión oficial, la supuesta verdad mediática se viene abajo con relativa facilidad. No voy a insistir ahora en el caso de las Torres Gemelas, pero sólo deseo recordar que el impacto de un misil –perdón, quise decir un “avión”– en cada torre, siendo muy grave no era suficiente para derribar esos monstruos de acero y hormigón. Según los expertos (arquitectos e ingenieros), por lo que vieron y por los restos observados entre las ruinas, tuvo lugar una demolición controlada después del impacto procedente del exterior.

En el caso de Notre Dame, se ha vendido la historia de un desgraciado –y fortuito– accidente, sin ninguna intención, debido probablemente a alguna negligencia que aún está por determinar. No obstante, por lo poco que he podido recopilar, se dan una serie de hechos curiosos, que paso a enumerar:

  • La catedral está bajo la custodia del estado francés, no del arzobispado, por lo cual el gobierno francés es el responsable de su cuidado y mantenimiento. El presidente Macron apareció por allí rasgándose las vestiduras, cuando de hecho él es el primer responsable de la desgracia o de los medios para minimizarla.
  • El gobierno francés, por de pronto, ha prohibido a los arquitectos exponer públicamente sus opiniones sobre lo acaecido en Notre Dame, sin la supervisión previa del Ministerio de Cultura.
  • Los bomberos no aparecieron por allí hasta que se dio la segunda alarma, una hora después de que estallara el incendio. (Curiosamente, en el atentado yihadista de Niza, la policía no hizo acto de presencia hasta 45 minutos después de la masacre.)
  • La catedral tiene vigilancia las 24 horas, a cargo de dos personas, pero parece ser que no hubo una reacción rápida ante el primer fuego.
  • Toda la instalación eléctrica había sido renovada recientemente.
  • El armazón del techo, compuesto por antiguas vigas de roble de gran tamaño, era enormemente sólido y muy difícil de quemar, según ha podido demostrar un simple carpintero francés con una antigua viga de madera a la que sometió a diversas fuentes de fuego[1].
  • Algunas estatuas y cuadros sitos en la catedral fueron retirados semanas antes del incendio. Asimismo, otras reliquias fueron salvadas “milagrosamente”.
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El desastre de las Torres Gemelas de Nueva York

¿Es posible pues que se hubieran manipulado de algún modo las vigas y otras estructuras para provocar el incendio y luego facilitar su propagación? ¿Se evitó emprender una reacción más rápida y contundente? Estas son cuestiones que se quedan en el terreno de las hipótesis, a falta de una investigación verdaderamente autónoma e independiente, lo cual ya podemos decir que es prácticamente inviable, pues el estado controla todos los resortes en estos casos, como sucedió en Nueva York (o en cualquier lugar del mundo).

No obstante, más allá de lo que pudiera pasar y de las maniobras ocultas, se van acumulando en todo el mundo una serie de eventos que no pueden ser casuales. Ya en Francia habían tenido lugar poco antes algunos incendios en pequeñas iglesias que apenas trascendieron a la prensa. Y a nadie se le escapa que ya ha habido múltiples ataques a templos cristianos en otras localizaciones, sobre todo en países de Tercer Mundo o en países de tradición islámica. El último caso ha sido el sangriento ataque de Sri Lanka, en que parece que también hubo una gran negligencia por parte del propio estado. Y luego, como viene siendo habitual, se producen detenciones, a veces se abaten a los terroristas, y sale a la luz una enorme cantidad de información sobre las células terroristas. En suma, como siempre, aparte del bombardeo mediático, hay una tremenda reacción política y una relativa eficacia policial después de los atentados. Antes no hay nada.

Con todo, nada de esto tendría sentido si no existiera una dinámica prefabricada de acción-reacción, diseñada desde lo más alto para crear un ambiente de creciente miedo, confrontación y conflicto. Así, no es de extrañar que se difundan a bombo y platillo los ataques producidos a mezquitas y sinagogas a cargo de personajes blancos de clase media, que son calificados de violentos, supremacistas, radicales, ultraderechistas y fundamentalistas cristianos. O sea, una especie de locos o fanáticos anti-semitas que quieren destruir la diversidad y la tolerancia cultural, étnica y religiosa. Visto el panorama, es evidente que se está produciendo un escenario internacional de acción-reacción a base de atentados y matanzas, bajo un trasfondo de lucha identitaria por las creencias.

Por consiguiente, y una vez abandonado el reino de la ingenuidad, podríamos afirmar que cada vez que los medios sacan a la palestra estos hechos luctuosos con todo lujo de detalles, estamos ante la retransmisión de una realidad diseñada y fabricada para crear un impacto global cuyos últimos fines son más bien oscuros. ¿O tal vez no tan oscuros? En un artículo de hace unos años, ya puse de manifiesto que la realidad política, social y económica de nuestro mundo quizá esté marcada por planes previos proyectados a muchos años vista. Por supuesto, en estos casos, los escépticos oficiales y las autoridades recurren siempre a los mismos argumentos para desmentirlos: se trataría de gente inestable, conspiranoicos, rumores sin fundamento, amantes del protagonismo o sensacionalismo, etc. Pero lo cierto es que la realidad se va construyendo día a día, a pasos más o menos cortos o largos, y a poca gente se le escapa que se atisba en el horizonte un escenario de choque de religiones y culturas a gran escala, con tres grandes actores: el judaísmo, el Islam y el cristianismo, las tres religiones monoteístas derivadas de la tradición judía.

En este contexto, ya me referí a una carta enviada el día 15 de agosto de 1871 por un personaje norteamericano de nombre Albert Pike –jurista, militar y declarado satanista (entre otros títulos, Soberano Pontífice de la Masonería Universal)– a uno de sus seguidores, Giuseppe Mazzini, un líder nacionalista italiano. En dicho documento[2], Pike esbozaba un plan estratégico para provocar tres grandes guerras mundiales, a fin de implantar un Nuevo Orden Mundial, y precisamente era el conflicto religioso a tres bandas el que iba a ser el protagonista de ese último desastre global. Así, se orquestaría una guerra planetaria a través del enfrentamiento múltiple entre las grandes religiones, en el cual todas las fuerzas en liza resultarían destruidas y las naciones quedarían totalmente exhaustas y desesperadas, lo que conduciría a su vez a la imposición de un Orden Mundial único (luciferino), después de que los pueblos hubieran rechazado la religión como fuente de todos los males.

¿Puede ocurrir esto o es un simple escenario de ciencia-ficción? ¿Tiene algo que ver lo que está sucediendo con ese horizonte tenebroso? ¿Estamos ante una estrategia de calculada gradualidad para ir metiendo a la opinión pública en el campo deseado? ¿Habrá un in crescendo de todos estos hechos desgraciados relacionados con la religión y las creencias? Existe un refrán en castellano que dice: “Piensa mal y acertarás”. Me encantaría creer que sólo es un lema para pesimistas y que las cosas se van a enderezar cuando peor parezcan estar.

Xavier Bartlett, 30 abril 2019

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NOTAS

[1] Este hecho, junto con otras pruebas y reflexiones, ha sido expuesto en un interesante vídeo de unos 20 minutos de la investigadora y profesora del arte Pilar Baselga en su blog: http://nomoriridiota.blogspot.com/

[2] La fuente de esta información es el escritor y oficial de inteligencia canadiense Willian G. Carr, que aseguró haber visto esta carta en un museo y haber copiado su contenido. Otras fuentes, empero, ponen en duda su autenticidad.

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