Lo políticamente incorrecto como ideología de resistencia al Mundialismo

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“El mundialismo es un proyecto ideológico, un tipo de religión laica que está trabajando para establecer un gobierno mundial y la disolución de todas las naciones del mundo en una sola humanidad.”

Este título implica responder a dos preguntas preliminares:

1) ¿Qué es el mundialismo?
2) ¿Qué es lo políticamente correcto?

Comencemos con el mundialismo.

El mundialismo no es globalización.

La globalización es un proceso inevitable de cambios materiales e inmateriales, debido a los avances tecnológicos. No podemos ir en contra de ella y no es conveniente hacerlo. El rechazo de la globalización no es un deseo de un retorno al pasado civilizacional. No más de lo que el decrecimiento es un deseo de recesión… Es muy conveniente ser capaz de llegar a Six-Fours en pocas horas en TGV, ¡y gratificante notar que un gran número de miembros activos del Partido Populista ha tenido los medios financieros para llegar hasta allí! ¡No! Lo que está en cuestión es el mundialismo.

El mundialismo es un proyecto ideológico, un tipo de religión laica que está trabajando para establecer un gobierno mundial y la disolución de todas las naciones del mundo en una sola humanidad. La disolución de las Naciones bajo el pretexto de la paz universal. La diversidad de las naciones y de los pueblos se considera la causa de las guerras que han ensangrentado el mundo desde los albores de la humanidad.

Este proceso estuvo lógicamente muy presente después de la guerra del 14 a través de la Sociedad de Naciones. Y lógicamente menguó con los peligros crecientes que condujeron a la Segunda Guerra Mundial. Y regresó con fuerza suficiente después de 1945, sobre los escombros de las Naciones, con la OTAN y de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Declaración, pequeño paréntesis, que no hay que confundir con la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, que pensaba estos derechos en el contexto específico de una nación arraigada: la nación francesa, en nombre de un modelo civilizatorio, del que a menudo habla JC Martínez: el universalismo francés. Una civilización con un destino global, alternativa tanto al destino islámico de la Ummah como al liberalismo anglosajón…

De modo que, tras la Segunda Guerra Mundial, tuvimos dos sistemas ideológicos en lucha contra las naciones y los pueblos, considerados como intrínsecamente belicosos: el socialismo ruso, ahora muerto (¡no me ensañaré por lo tanto, inútilmente!) y el capitalismo norteamericano, gran vencedor, hasta ahora, de la Guerra Fría.

El mundialismo actural es, por lo tanto, doble:

Al mismo tiempo es un proyecto ideológico de la Ilustración descarriado: un proyecto donde la paz universal, la humanidad reconciliada por la Razón de Kant, sensible a superar el oscurantismo de la escolástica que condujo a las guerras de religión en Europa, finalmente se convirtió al oscurantismo de los derechos del hombre… El oscurantismo de los derechos del hombre… O sea, la prohibición, so pena de blasfemia y de herejía, de utilizar en lo sucesivo su Razón para criticar todos los perjuicios concretos de estos procesos totalitarios sobre la humanidad concreta.

Un mundialismo que es también, al mismo tiempo, la pendiente ineluctable de la sociedad de mercado: pasar de la libre empresa del emprendedor libre al capitalismo financiero orwelliano, en el que cada hombre es reducido en lo sucesivo al papel de asalariado/consumidor, esclavo por aquello que llamamos en el marxismo: la ley de concentración del capital impuesta por la tasa decreciente de ganancia…

Tenemos aquí la convergencia de dos procesos unificadores: uno que es ideológico, pensado: los derechos del hombre universales; el otro que es económico, sufrido: la plena mercantilización bajo la religión del lucro. Dos procesos basados hoy en un mismo proyecto: el de la gobernanza mundial bajo la égida del capitalismo anglosajón, en nombre de la ideología abstracta de los derechos del hombre abstracto…

En resumen:

Los derechos del hombre son ahora el catecismo de la disolución de los pueblos y de las naciones arraigadas, al servicio de la abstracción generalizada del capitalismo financiero mundialista, con miras a su dominación mundial y plena.

Dominación sobre nuestros bolsillos como sobre nuestras almas …

Lo políticamente incorrecto

Hecha esta rápida presentación, es muy fácil llegar a nuestra segunda definición: ¿qué es lo políticamente correcto? Y, por lo tanto: ¿qué es lo políticamente incorrecto? Lo políticamente correcto es todo lo que acepta someterse, consciente o inconscientemente, al catecismo de los derechos del hombre. ¡Lo políticamente incorrecto es todo lo que se le resiste y opone!

El derecho-humanismo no tiene por lo tanto nada que ver con los derechos reales de los hombres reales, ligados a su cultura local, a su nación (como la locura por los Juegos Olímpicos o los torneos de fútbol sigue demostrando, ya que estos son de hecho las luchas entre naciones y ciudades que son aclamadas). El derecho-humanismo es hoy en día el brazo armado del mundialismo ideológico, la perorata que acompaña en lo sucesivo todo entrar en vereda, todo aplastamiento de cualquier movimiento de resistencia al mundialismo económico-ideológico, ya sea militar, político o cultural… Por lo tanto, es actuar en nombre de los derechos del hombre lo que lleva, por supuesto, al derecho a la intervención humanitaria, y entonces, al deber de injerencia militar del Señor Kouchner, que bombardea hoy la pequeña nación serbia, que se resiste, en nombre de su cultura y de su historia, a la apisonadora mundialista bajo dirección norteamericana. Ello, en nombre de la ideología totalitaria y belicosa de los derechos del hombre que se burla hoy de los derechos reales de los hombres reales en todo el mundo. Sea el derecho de los serbios a permanecer serbios, como también el derecho de los musulmanes a seguir siendo musulmanes en Irán o Afganistán…

Pero es así, también en nombre de los derechos del hombre… como son destruidas, en el interior de las naciones y de los pueblos, las solidaridades sociales tradicionales contra el capitalismo mundialista, sustituyendo las conquistas sociales, especialmente las de los trabajadores y las clases medias, por los derechos de pseudo minorías oprimidas (en realidad, minorías que actúan…): derechos de los homosexuales, derechos de las mujeres, derechos de los jóvenes, derechos de los negros… que son otros tantos segmentos de mercado al servicio del mundialismo ideológico-mercantil, como tuvo a bien ilustrarnos la por otra parte excelente publicidad “United colors of Benetton”, del ex-trotskista devenido publicista señor Toscani.

De ahora en adelante, toda resistencia a este corte a medida: la negativa a considerar a los serbios como enemigos de la humanidad en su intento de preservar su estilo de vida. La negativa a considerar a los gays como una categoría social, ya que la diversidad de los homosexuales no se puede reducir a un autoproclamado lobby gay, y la sodomía restante, de todos modos, sigue siendo una actividad de ocio privada… En definitiva, cualquier negativa a someterse al fraude de sus pseudo derechos del hombre, que consiste, en realidad, en someter a los hombres a la dominación del mercado mundialista, ¡es considerado por el mismo poder igual que si fueran crímenes contra la humanidad! ¡Aquí es donde estamos! Sentencia de “crimen contra la humanidad” que permite, en los hechos, dar caza a quien es acusado, excluirlo de la humanidad, reducido al nivel de subhombre que ya no se beneficia más de los tales famosos derechos del hombre: los pueblos alemán y japonés después de la guerra, el pueblo palestino hoy en día, los iraníes mañana, los militantes y votantes del Frente Nacional en Francia, desde hace 30 años. Hablemos ahora, precisamente, sobre el FN.

Desmontada rápidamente esta implacable mecánica, acerquémonos a Francia y a su movimiento nacional… Este movimiento nacional al cual me uní por espíritu de resistencia al mundialismo y que se materializa en los últimos 30 años en el Frente Nacional, este movimiento de resistencia nacional unificado gracias el genio político de Jean Marie Le Pen. Un Jean Marie Le Pen al que aprovecho para saludar caluorosamente… Primer comentario, entendido como eso, y me atrevo a decir ¡”bien entendido”! El Frente Nacional no es ni un movimiento de derecha ni un movimiento de izquierda, ya que la derecha se remite al mercado, y por lo tanto al mundialismo, igual que la izquierda se remite al internacionalismo, que es lo mismo… El Frente Nacional bien entendido es, por lo tanto, esencialmente un movimiento, transversal, de resistencia al mundialismo, al mismo tiempo opuesto a su economía de derecha liberal y a su ideología de izquierda derechohumanista, siendo el catecismo de izquierda la coartada humanista de los procesos económicos de concentración del Capital y de dominación por los “Amos del Mercado”…

De este análisis se debe lógicamente deducir que si el Frente Nacional, como un movimiento de oposición nacional al mundialismo, quiere ser coherente, debe al mismo tiempo luchar contra el mundialismo mercantil y luchar contra la corrección política, que es su ideología…

Sin embargo, es aquí donde me permito una crítica tanto de las imprecisiones de ayer como de las tentaciones de hoy…

Durante muchos años, el Frente Nacional era políticamente incorrecto en lo ideológico (me refiero a las placenteras y útiles provocaciones de nuestro presidente…) pero por desgracia, era demasiado liberal en lo económico, lo que significaba hacer el trabajo de insumisión sólo a la mitad… señalo, de pasada, que el nacional-liberalismo es un oxímoron, puesto que liberal quiere decir “privatizado”, y que cuando se privatiza todo (banco central, servicios públicos, ejército…), la política, incluso la del FN, pierde el control sobre la nación.

Actualmente en el Frente Nacional, la tendencia entre lo políticamente correcto y el liberalismo es un poco a la inversa: gran rigor crítico del mundialismo económico, pero renuncia de lo políticamente incorrecto a favor de la des-demonización, lo que equivale a la misma inconherencia y a la misma impotencia política: ya que someterse a la dictadura de los derechos humanos y al chantaje del crimen contra la humanidad, es encontrarse eventualmente en pelotas y a campo raso frente a la ideología mundialista. El lema que resume mejor lo que quiero decir, lema que es espetado de forma permanente, subyacente por todas partes y al que no se debe renunciar, es el famoso “¡Nunca más!”, dando a entender: “¡Mundialismo o Auschwitz!”, con, para los recalcitrantes, la no menos famosa “Reductio ad Hitlerum”.

En resumen de esta breve exposición:

Lo políticamente incorrecto no es en modo alguno un juego inútil de provocaciones. Incluso si no siempre se entiende de esta manera, es la doctrina de la resistencia a la mundialización. Doctrina de la desobediencia sin la cual, la crítica limitada al mundialismo económico es insuficiente, impotente e incluso incoherente, tanto como lo es lo políticamente incorrecto sin extenderse a la doctrina liberal… ¡Incoherencia económica de ayer superada hoy en el FN gracias al excelente trabajo de Marine Le Pen!.

Por lo tanto, no sólo el pensamiento políticamente incorrecto no debe ser abandonado, sino que, en momentos en los que la izquierda, que alguna vez tuvo la sartén por el mango con el marxismo, ha abandonado todo pensamiento entregándose al oscurantismo de los derechos del hombre… En un momento en el que nadie piensa, ni a la izquierda ni a la derecha, puesto que desde hace mucho tiempo la derecha empresarial se conforma simplemente con hacer negocios… podemos, los nacionales, en tanto que los únicos críticos efectivos del Sistema, recuperar el control en el plano de las ideas, llegar a ser, en el desierto, los autores intelectuales del mañana y encarnar, nosotros y sólo nosotros, ¡la renovación del Genio Francés!

¡Viva la desobediencia, entonces!

¡Y larga vida a la Francia rebelde!

 

Alain Soral,  2 de noviembre de 2008

Fuente original

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