¿De qué es nombre el terrorismo? – por Youssef Hindi

La combinación del terrorismo sionista y wahabí

¿Quién le hablará de los orígenes de los terrorismos vectores del caos generalizado? ¿Quién le explicará el papel geopolítico de esta lógica destructiva en la confrontación de bloques?

Hasta la fecha, los sociólogos y otros expertos no han sido capaces de poner en categorías distintivas eficientes los diferentes tipos de terrorismo, en tanto que herramienta geoestratégica, desde una perspectiva histórica.

 

Perspectiva ideológico-histórica

Por cualquiera conocida, al menos superficialmente, la seudo teoría del Choque de civilizaciones de Samuel Huntington promovida a golpe de grandes refuerzos mediáticos, disecciona el mundo por eras civilizacionales y religiosas. Una diversidad de culturas presentadas como una fuente de divergencia, y que constituiría el trasfondo de los conflictos geopolíticos; sobreentendiendo entonces, que sólo una uniformización cultural y política de toda la Humanidad aboliría los conflictos. Una visión del fin de la historia a lo Francis Fukuyama, que la realidad no deja de desmentir.

Lo que es menos conocido es que esta llamada teoría fue tomada prestado de quien fuera ayudante de Huntington, Bernard Lewis, que en 1957 desarrolló su concepto de choque de civilizaciones, según el cual el mundo cristiano y el musulmán estarían ontológicamente destinados a entrar en conflicto, hasta el final de la “historia”, o más bien, hasta que estas dos civilizaciones se destruyeran mutuamente en una guerra escatológica a favor de un tercero…

Mis recientes investigaciones históricas [1] remontando la genealogía del sionismo y de esta estrategia del Choque, ponen en evidencia que lo que Lewis ha erigido en teoría del enfrentamiento de las dos religiones más importantes de la humanidad, es en realidad una estrategia mesiánica elaborada en la Edad Media, en el marco del proyecto de restablecimiento del Reino de Israel; proyecto que dará origen al sionismo político bajo una forma atea a finales del siglo XIX.

Bernard Lewis – que poseía las nacionalidades israelí, británica y estadounidense – no es solo un simple historiador, sino un estratega que trabajó en el corazón del aparato de Estado británico, luego estadounidense y, en última instancia, para los intereses de Israel. Es por otra parte, uno de los apátridas influyentes, miembros y/o aliado del poderoso lobby pro-Israel en los Estados Unidos, que empujó a la Administración Bush a destruir Irak, [2] en beneficio del expansionismo del estado hebreo.

El papel histórico de Lewis habría sido el de proporcionar un ropaje científico, un disfraz teórico, a esta estrategia mesiánica. El de Huntington, popularizarla entre las masas con el fin de proporcionar una justificación a este caos mundial que no tendrá lugar si no es empujado por poderosas fuerzas motrices [3].

 

Los terrorismos

El terrorismo no tuvo siempre este carácter internacional, ni este tinte que algunos ideólogos cercanos a los círculos sionistas y neoconservadores califican como fascismo verde [o, más frecuentemente en español, islamofascismo. N.dT.]. El terrorismo no siempre gozó tampoco de una promoción mediática hollywoodiense a escala mundial.

Lo que se denomina, a veces injustamente, “terrorismo” puede cubrir un gran número de definiciones y de manifestaciones.

Se puede hacer un paralelo entre los métodos de terror político de la expansión cromwelliana del siglo XVII, del wahabismo en la Península Arábiga por la espada de la tribu de Saud en el siglo XVIII, así como de la Revolución de 1789, que precedió a las revoluciones social-anarquistas de los siglos XIX y XX. Estas revoluciones, acompañadas de conquistas territoriales, tienen todas en común el exterminio sistemático de masas como medio de dominación ideológica. El objetivo es construir las instituciones de la modernidad sobre las ruinas de las tradicionales.

La ideología socialista de estas catástrofes históricas también dio origen a la Haganá, fundada a inicios de la década de 1920, y al Irgún que resultó de ella. Organizaciones terroristas del hogar nacional judío (Yishuv) que generaron el Tsahal y que tenían el papel de apoyar y de extender las colonias en Palestina.

Hay que distinguir dos tipos de terrorismo cuyo análisis permite ver bajo un ángulo diferente la geopolítica mundial:

• El terrorismo wahabí bajo control de Estados Unidos, de corrosión, de fragmentación de las naciones y conquista territorial,

• Y el terrorismo sionista (por el que comenzaré), que es un terrorismo de división y de provocación.

Mientras que los ingleses, al final de la Primera Guerra Mundial, habían creado el hogar nacional judío en beneficio de los sionistas, el Irgún llevó a cabo en la década de 1940 acciones violentas contra el Imperio Británico que terminaron, para echarlos de Palestina [4], especialmente con el atentado con bomba que afectó las oficinas del mandato británico en el Hotel Rey David, el 22 de julio de 1946.

Detalle que es importante: los terroristas del Irgun estaban para la ocasión vestidos como árabes para culpar a los palestinos…

Tenemos un buen ejemplo de ataque bajo bandera falsa; acciones encubiertas que los israelíes llevarán a cabo repetidas veces contra sus aliados para arrastrarlos a conflictos armados. Por ejemplo:

• En 1954, los agentes israelíes trataron de hacer estallar varios objetivos de su aliado estadounidense en Egipto, con el fin de empujarlo contra los egipcios.

• En 1967, los estadounidenses evitaron entrar en la guerra de los seis días, debido a la amenaza de la Unión Soviética, aliada de Siria y Egipto. Los israelíes trataron de arrastrar a los Estados Unidos a la guerra atacando su nave de reconocimiento USS Liberty; ataque que los israelíes querían hacer pasar por una agresión egipcia, como en 1954.

Encontramos el mismo patrón en los atentados del 11 de septiembre de 2001, que finalmente arrastraron a los Estados Unidos a una guerra contra una parte del mundo musulmán, de acuerdo con la estrategia del Choque de civilizaciones, al servicio del proyecto israelí de despiece del mundo musulmán [5]. Los atentados atrajeron las miradas suspicaces de un cierto número de analistas, científicos y políticos.

Algunos elementos me permiten pensar que estamos tratando con el mismo método estratégico empleado en 1946, 1954 y 1967.

Entre los numerosos conjuntos de pruebas que ponen en evidencia la implicación, al menos indirectamente, de los servicios secretos israelíes en estos atentados espectaculares, están las cinco personas festejando, tomando fotografías delante de las torres en llamas, y que fueron detenidas por la policía de Nueva York en posesión de documentos que probaban que conocían los blancos y la hora exacta de los atentados. Resultó que eran agentes del Mossad llamados Sivan y Paul Kurzberg, Yaron Shmuel, Oded Ellner y Omer Marmari.

Otros treinta agentes israelíes que se hacían pasar por estudiantes de arte vivían cerca de 15 de los 19 presuntos secuestradores [6].

Un artículo del New York Times del 18 de febrero de 2009, reveló que Ali al-Jarrah, primo de un pirata del vuelo UA93, Ziad al-Jarrah, fue durante 25 años un espía del Mossad, infiltrado en la resistencia palestina y en Hezbolá desde 1983.

Por otra parte, la institución que forma a los militares norteamericanos, la U.S Army School for Advanced Military Studies, hizo un informe citado por el Washington Times en la víspera de los atentados del 11 de septiembre, en el que describe al Mossad como “capaz de cometer un ataque sobre las fuerzas estadounidenses y de disfrazarlos como actos cometidos por los palestinos y los árabes“.

Por otra parte, los periodistas del periódico Le Monde, revelaron en febrero de 2015, que un agente del Mossad residente en Panamá, Shimon Yalin Yelinik, reconoció haber ayudado económicamente a los terroristas del 11 de septiembre.

El actual primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu admitió, regocijándose, que era a Israel a quien beneficiaba el crimen. El periódico israelí Maariv informó el 17 de abril de 2008, de las declaraciones de Netanyahu, que declaró que los atentados del 11 de septiembre habían sido “beneficiosos para Israel“, a lo que añadió: “Nos beneficiamos de una cosa, los atentados contra las Torres gemelas y el Pentágono, y el ataque norteamericano contra Irak. Estos acontecimientos hicieron oscilar a la opinión pública estadounidense a nuestro favor“.

El mismo Netanyahu, entrevistado por un periodista francés de I-télé, el 7 de agosto de 2014, anunció en forma de amenaza apenas velada: “Si ustedes, Francia, no son solidarios con Israel, ustedes serán golpeados por el terrorismo“.

No tenemos en la mano las pruebas tangibles de la implicación de la inteligencia israelí en los atentados que afectaron a Francia en 2012 y 2015, sin embargo, el periodista de Figaro Georges Malbrunot, dijo en un tweet, 17 días después de los atentados del 13 de noviembre de 2015: “La DGSI se ha opuesto a la ayuda propuesta por Israel después de los ataques terroristas en París, dice un militar” y agregó “el Mossad se ha beneficiado de la luna de miel entre Nicolas Sarkozy e Israel a partir de 2007 para reforzar su implantación en Francia“. Y terminó con las palabras de la DGSI, que reveló en estos términos que: “El Mossad ya tiene una actividad importante sobre el territorio francés, y no hay que reforzarla“.

Esto confirma el testimonio del antiguo ministro de asuntos exteriores francés, Roland Dumas, que escribió en 2011 en su libro Coups et Blessures: “Los israelíes lo hacen a su modo en Francia, y manipulan los servicios de inteligencia franceses, la DST, como les parece… el lobby judío, como lo llamó Mitterrand, trabajaba con ardor“.

Este terrorismo de tipo sionista se conjuga perfectamente con el terrorismo nihilista wahabí, emanación de dos ideologías aparentemente extrañas entre sí. Se combinan sobre los planos histórico y geopolítico, como parte de la estrategia del Choque de civilizaciones.

Llama la atención observar que el wahabismo y el sionismo, bajo su forma controlada por el Estado, emergen en el mismo periodo, y son sostenidas por el mismo poder militar, el de los británicos.

Los británicos que apoyaron a distancia la realización del proyecto sionista al día siguiente de la Primera Guerra Mundial, paralelamente apoyaron los empujes expansionistas de los sauíes-wahabíes en la Península Arábiga desde principios de la década de 1920.

Así como en lo que respecta al Estado de Israel, los norteamericanos, herederos del Imperio Británico, tomaron su relevo en el apoyo a Arabia Saudita desde 1945, y contribuyeron a la difusión de la doctrina wahabita en todo el mundo [7].

El terrorismo wahabita, desde su origen, ha sido una herramienta geoestratégica de los británicos y los estadounidenses contra sus enemigos. Como he dicho anteriormente, este terrorismo es utilizado por los atlantistas como agente de corrosión y para hacer estallar las naciones tomadas como blanco.

Por otra parte, Zbigniew Brzezinski, entonces Consejero de Seguridad Nacional de los Estados Unidos bajo la presidencia de Jimmy Carter, fue el supervisor de una operación de coordinación de la CIA con la inteligencia paquistaní y saudí, para financiar y armar a los futuros terroristas, incluyendo a Bin Laden; esto desde finales de la década de 1970 a fin de atraer a la Unión Soviética al cementerio afgano.

Esta estrategia se utilizó de nuevo a finales de la década de 1990 en Chechenia, para hacer implosionar la Federación de Rusia, a partir de 2003 en Irak, y desde 2011 en Libia, Siria, Yemen y mañana (otra vez) en Algeria.

Esta realidad, el New York Times acabó por admitirla titulando, el 23 de enero de 2016: “Los Estados Unidos se apoyan sólidamente ​​en el dinero saudí para apoyar a los rebeldes sirios“.

 

Conclusión geopolítica

Tomemos ahora un poco de altura geoestratégica.

El principal reto de la geopolítica de bloques es el control de Eurasia, cuyo centro está en el Oriente Próximo.

La política atlantista, cuya estrategia para los años 2000 fue elaborada por Zbigniew Brzezinski en 1997, es, y cito: “penetrar profundamente en el continente euroasiático, convertiendo a Europa en uno de los pilares fundamentales de una gran estructura colocada bajo la égida norteamericana y que se extiende por toda Eurasia[8].

Una estrategia que gira principalmente en contra de Rusia, apuntando al desmantelamiento, si no a su debilitamiento, en particular, como escribió Brzezinski, empujando la independencia de Ucrania; lo que modificaría la naturaleza misma del Estado ruso, con el fin de que deje de ser un imperio euroasiático [9].

El objetivo principal es Rusia, que se enfrenta a una doble estrategia, expuesta en un artículo publicado en 2015 [10]: la de Brzezinski, representando los intereses del imperialismo estadounidense, y la mucho más discreta del sionismo, representada, entre otros, por Henry Kissinger, que consiste en separar a Rusia, por una estrategia de circunvalación, de sus aliados en el Medio Oriente, especialmente Irán y Siria.

Hasta el momento, la Rusia de Putin ha resistido a los avances de Kissinger, que declaraba el 11 de mayo de 2014, que no había que aislar a Rusia y que está en el interés de todos que se mantenga en el sistema internacional.

Ya en mayo de 2008 tendía la mano a Rusia, considerando que los Estados Unidos deberían buscar un acuerdo con Rusia, mientras que designaba a Irán como un peligro para el mundo circundante, en conformidad con la doctrina geopolítica de Israel.

Enviaba ahí un mensaje claro a los rusos: ustedes serán mantenidos en el sistema internacional a condición de que abandonen a sus aliados de Oriente Próximo, en beneficio de Israel.

Sin embargo, este trato geopolítico es una trampa tendida a Rusia con el fin de debilitarla a lo largo del tiempo.

La conclusión es lógica: de la estabilización y la sostenibilidad de Oriente Medio, del Magreb y de Europa, depende la creación de un eje estratégico, provechoso para todos, de Brest a Vladivostok, pasando por Rabat y Argel; y así, materializar la peor pesadilla de Brzezinski: distender los lazos transatlánticos, lo que pondrá fin a la primacía de Norteamérica en Eurasia.

 
Youssef Hindi, 02.08.2016

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Youssef Hindi es escritor e historiador de la escatología mesiánica. Es autor de «Occident et Islam – Sources et genèse messianiques du sionisme. De l’Europe médiévale au Choc des civilisations» (Éditions Sigest)” [“Occidente y el Islam – Fuentes y génesis mesiánicas del Sionismo. De la Europa medieval al Choque de las civilizaciones“], en el que revela los orígenes místicos, hasta ahora desconocidos, del sionismo y la doctrina estratégica del Choque de civilizaciones.

REFERENCIAS

1] Occident et islam – Sources et genèse messianiques du sionisme, éd. Sigest, 2015.

2] Stephen Walt y John Mearsheimer, Le lobby pro-israélien et la politique étrangère américaine, éd. La Découverte, 2009, p. 270.

3] Youssef Hindi, op. cit.

4] Henry Laurens, L’Orient arabe, Arabisme et islamisme de 1798 à 1945, éd. Armand Colin, 1993, p. 353.

5] Oded Yinon’s «A strategy for Israel in the Nineteen Eighties», Publicado por la Association of Arab-American University Graduates, Inc., Belmont, Massachusetts, 1982, Special Document N° 1 (ISBN 0-937694-56-8). Apareció en hebreo en KIVUNIM, A Journal for Judaism and Zionism; Issue N°, 14-Winter, 5742, febrero 1982, Editor: Yoram Beck. Comité editorial: Eli Eyal, Yoram Beck, Ammon Hadari, Yohann Manor, Elieser Schweid. Publicado por el Department of Publicity/The World Zionist Organization, Jerusalem.

Nueva traducción a partir del inglés, Le Plan sioniste pour le Moyen-Orient, éd. Sigest, Paris, 2015. 6] Youssef Hindi, op. cit.

Sobre la expansión de la doctrina wahabí a través de los petrodólares ver: Hamadi Redissi, Le pacte de Nadjd, ou comment l’islam sectaire est devenu l’islam, 2007, éd. Seuil.

Sobre el wahabismo en tanto que ideología de destrucción del Islam, ver: Jean-Michel Vernochet, Les Egarés, le wahhabisme est-il un contre Islam?, 2013, éd. Sigest. [Existe traducción al español, incluida en el libro Galiana Ros, Manuel, “Yihadismo wahabita”, Ed. Esparta]

7] Zbigniew Brzezinski, Le grand échiquier, 1997.

9] Zbigniew Brzezinski, op. cit.

10] Youssef Hindi, La Russie, l’Europe et l’Orient, Revue Europe & Orient, N° 21, 2015.

Fuente

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