Bolsonaro, encumbrado por la geopolítica israelí y el Pentágono – por Diego Pappalardo

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La confluencia de actores y factores de poder en torno a la figura de Jair Bolsonaro como Presidente, se debe a diversos intereses que pretenden, cada uno, alcanzar sus  objetivos y metas, resituando a Brasil como eje regional  pero bajo el liderazgo geopolítico israelí y en concordancia franca con el diseño del Pentágono. El alineamiento instantáneo con el Estado de Israel y el Pentágono, le garantizaría a Jair Bolsonaro el apalancamiento y la fortaleza imprescindibles para ocupar el Palacio del Planalto y le daría el empuje exigido para imponer  el proceso de cambios en lo económico,  lo político y lo social, para el agrado de los socios, aliados y la base de votantes cumplimentando, por supuesto, con la agenda original.

El soporte cardinal internacional de Bolsonaro es el grupo de poder sionista, mediante la contribución operativa conjunta del rey de los casinos y mega donante multimillonario Sheldon Adelson, el premier israelí, Benjamín Netanyahu, y el empresario Rupert Murdoch. La idea de la intervención sionista en Brasil  es gestionar un activo estratégico y  estimular para  que Bolsonaro emprenda acciones contra Irán, Hezbollah y Palestina, reconociendo al estado sionista su derecho a existir, su preeminencia, la legitimidad histórica y el imperativo geopolítico de concretar el Gran Israel. Pero Adelson, como buen capitalista que es, también tiene una ambición empresarial: calcula invertir 10 mil millones de dólares en Brasil para un complejo integrado de Hotel, Resort y Casino. En Brasil, desde la década de 1940, existe la prohibición para el funcionamiento de casinos físicos pero con Bolsonaro en la Casa Presidencial, Adelson obtendrá lo que otros no pudieron durante décadas.

No fue por turismo placentero la visita de Bolsonaro a Israel en 2016, donde se  entrevistó  con Netanyahu y otros referentes políticos y religiosos para perfilar su candidatura presidencial y, abjurando de su bautismo católico, se sumergió en las aguas del Río Jordán para ser bautizado en el protestantismo por el pastor sionista cristiano  Everaldo Dias Pereira. De ahí que no es ninguna novedad el flujo de dinero israelí y el activismo militante del protestantismo adorante del Estado de Israel en la campaña electoral de Jair Bolsonaro y, por ende,  la alegría de Netanyahu por la victoria de Bolsonaro y su promesa de estar en la asunción presidencial de Bolsonaro el 1º de enero de 2019,registrando un nuevo hito histórico en las relaciones entre Israel y Brasil.

Para los estrategas del Pentágono, reticentes a consentir la inserción influyente  de Pekín en la región, Jair Bolsonaro y su equipo son cartas confiables para afrontar la rivalidad geomilitar global entre los Estados Unidos y China.

Algunos de los militares profesionales que apuntalan a Bolsonaro,  detentan relaciones fluidas y amistosas con logias masónicas, se pliegan a los dictados del Pentágono, ponderan nocivamente a China y  aspiran a reordenar Brasil para que pueda prosperar el boceto preestablecido. Consecuentemente, los militares norteamericanos y brasileños se fusionaron contra el enemigo asiático pero eso no implicará una rotura inmediata de los lazos  diplomáticos y comerciales entre Brasilia y Pekín. Por cierto, los militares en torno a Bolsonaro van a participar en la gestión del Estado pero no regirán hegemónicamente, por lo que no se dará ninguna apropiación del poder político por parte del bando militar, menos aún se desarrollará un programa armamentístico nuclear.

Cabe añadir que no creemos que haya una ola conservadora dominante en el país ya que la sociedad brasileña no es igual a otras, por ejemplo la húngara,  y porque el bolsonarismo cosechó aproximadamente  un tercio del voto LGBT. En algunos participantes del complejo de alianzas que generaron el triunfo de Bolsonaro, se encuentran puntos en común entre ellos y Los Deplorables,  pero también marcadas diferencias, aunque es cierta la avenencia entre Eduardo Bolsonaro y Donald Trump Jr., a quien Bolsonaro hijo conoció a principios de 2018 en el SHOT Show 2018, que se efectuó en Sands Expo and Convention Center, propiedad de Adelson.

De acuerdo con lo dicho por el diputado federal brasileño, la cita entre él y el hijo primogénito del presidente de los EE.UU., la habría facilitado Royce Gracie, la leyenda mundial de  las artes marciales mixtas y amigo del Estado de Israel, y en ella hablaron sobre la candidatura del presidente electo de Brasil. Fue también el mismo Eduardo, tercer hijo de Bolsonaro, el que acercó a Steve Bannon al sector bolsonarista.

Mucho se está hablando de un tsunami bolsonarista que se extendería por todo el Cono Sur de América,  y, muy especialmente, en la Argentina.  Para nuestro humilde entender, esa es una imagen  propagandística con acentuada  exageración verbalística, por lo que no habrá ningún traslado directo y automático del fenómeno Bolsonaro a la Argentina en las elecciones presidenciales de 2019.

Si todo prosigue como se espera, Brasil continuará teniendo, por un tiempo más, problemas de gobernabilidad; Bolsonaro, desde el Planalto, trabajará en su Administración con distintas tendencias de poder, operará para conseguir la transferencia definitiva del control del poder político, no adoptará  el sistema del proteccionismo económico, pese a que reescribirá acuerdos bilaterales, por consiguiente, países como la Argentina podrían reducir su aptitud competitiva frente Brasil si no introducen los cambios coherentes.

Bolsonaro Presidente no es un accidente, tampoco es un descuido democrático, es una vertebración doméstica con aciertos y errores pero, sobre todo, con articulación decisiva internacional y allí está la superclave.

Diego Pappalardo, 5 noviembre 2018

Fuente Red Internacional

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