Sin salida (al mar) se ha quedado Bolivia luego del fallo de la Haya – por Dario Herchhoren

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Sin salida (al mar) se ha quedado Bolivia luego del fallo del Tribunal Internacional de Justicia de la Haya, en el contencioso entre el estado plurinacional de Bolivia y la República de Chile.

Todo esto tiene su origen en la que se llamó “guerra del Pacífico” que se desarrolló entre Chile y la Confederación Peruano Boliviana en la década de 1870, y que derivó en que Bolivia que en aquel entonces tenía costas sobre el Pacífico perdiera 400 kilómeros lineales de ribera marítima, y quedara encerrada para siempre como un estado mediterráneo (en medio de la tierra).

El Tribunal de La Haya argumenta en consonancia con las tesis de Chile que hubo un tratado entre Chile y Bolivia, que fijó las fronteras definitivas entre ambos paises, y que todo fue de conformidad.

Sin embargo hay que explicitar que dicho tratado fue el resultado de una guerra que sostuvieron ambos contendientes por la apropiación de dos productos de extraordinaria importancia estratégica en aquellos tiempos, y que eran el guano y el salitre. El guano son los excrementos que las aves guaneras excretan sobre las playas, y que constituyen con el salistre extraordinarios fertilizantes naturales que eran indispensables para la exhausta agricultura europea, cuyos campos y prados estaban superexplotados, y habían perdido su fertilidad, por lo cual sus cosechas eran francamente escuálidas y no podían alimentar a la creciente población que demandaba cada vez más alimentos.

Pero lo que no dice la sentencia del Tribunal de La Haya, es que esa guerra como casi todas las guerras, salvo las de liberación, fue impuesta a dos pueblos hermanos por la voracidad del imperialismo inglés, que empujó al gobierno chileno de esa época a agredir a Bolivia y a Perú con el objeto de apoderarse por la fuerza de los productos que producía tanto Bolivia como Perú.De esa agresión ni Chile, ni Bolivia ni Perú obtuvieron beneficio alguno.

El Tribunal de La Haya hace una simple lectura jurídica y explica que en el tratado entre Chile y Bolivia, Bolivia “acepta” el trazado de la nueva frontera que la condena a perpetuidad a abandonar la posibilidad de contar con costas al mar abierto.

Es necesario decir que ese tratado que Chile invoca, y que el Tribunal de La Haya acepta, fue firmado por Bolivia con una pistola en la sien, y que dicha pistola estaba manejada por la monarquía inglesa, siempre tan respetuosa en la defensa de los intereses de los pueblos pobres.

Pero hay algo más en todo esto. Si el Tribunal de La Haya hubiera fallado a favor de que Chile está obligado a negociar con Bolivia una salida soberana al Pacífico , se abriría una puerta a que Méjico demandara a los USA, por la apropiación por la fuerza bruta de más de la mitad del territorio mejicano, y que fué incorporado en forma filibustera al propio territorio estadounidense.

Tampoco el tribunal podría soslayar que el estado palestino reclamara a Israel todo el territorio usurpado y que llevaría a la total desapación de la entidad sionista.

Al analizar la situación que se ha planteado con este fallo no debemos perder de vista, que el Tribunal de La Haya es parte de un aparato mucho mayor, que tiene por objeto la pervivencia del capitalismo, y que ese Tribunal no está para defender la justicia en el sentido de estabecer normas de equidad, que sería lo propio de un Tribunal, sino para mantener el “statu quo”.

Ahora solo cabe mirar al frente y resolver en forma negociada la situación. Bolivia utiliza una autorización de uso de una franja de cuatro kilómetros de costa que le ha dado Perú por 99 años, pero esa no es una solución que incida en la soberanía boliviana, ya que se trata una mera “autorización”, y ese territorio siempre es de propiedad de Perú.

La otra salida al océano que tiene Bolivia es a través de los ríos Pilcomayo y Bermejo, que son navegables, y que son afluentes del gran río Paraná, que es navegable en toda su extensión y que desagua en el Río de La Plata, y este en el Atlántico. De hecho Bolivia tiene una pequeña flota de buques mercantes y de guerra, y tiene un arma de marina, pero todo esto no compensa la pérdida de su territorio marítimo soberano. Otra vez, un pueblo es agredido por el imperialismo, y la “justicia” falla en favor del agresor.

Dario Herchhoren, 4 octubre 2018

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