Integrar a las minorías: Mapuches, patriotas y patriotismo

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A lo largo de mi vida puedo decir que conocí varias formas de patriotismo. Transmitidas en la escuela, por los medios, en la política, o en circuitos “paraestatales” de formación, de izquierda, de derecha o nacionalista (o combinaciones). Son formas de patriotismo que operan en la realidad actual, no pasada. Aunque algunas se presenten como “originarias” son todas formas en las que se disputa el concepto de patria y de nación en el presente (o en mi presente de ya 50 años).

Para empezar por una de las ideas más fuertes de Patria que conocí y observo muchas veces presente, mencionemos al patriotismo oligárquico. Surgió del liberalismo post rosista, combinado con la posesión de la tierra por parte de una elite como base material. Se basa en una concepción geográfica, de fronteras claras, de instituciones liberales completas y penetrantes en toda la sociedad, con un fuerte discurso simbólico unificador y legitimante del presente de la clase dominante: la oligarquía terrateniente capitalista y exportadora. Tiene un folklore de respaldo que incorpora a “todos” desarmados y subordinados, “extinguidos”, bajo el manto de una Argentina homogénea, productora primaria felizmente asociada al capital ingles. Es un patriotismo mas bien escolar, pero de gran eficacia y exitoso en la construcción del Estado y sus instituciones modernas en lo relativo al contexto histórico. Su máxima expresión es Roca, eficiente y moderno, que eliminó las fronteras internas y consolido las externas y le dio a las instituciones un carácter nacional.

También conocí el patriotismo peronista. Con un origen en concepciones militares de defensa nacional, de la llamada corriente nacionalista de las primeras décadas del siglo, a la cual se deben obras como YPF, la fabrica militar de Aviones, Zapla, SOMISA, FM, etc. etc.. Todas pensadas en sentido de “hacer patria”. Abreva de varios generales famosos como Savio, Mosconi, Baldrich, pero era expresión de una corriente de importante penetración en las FFAA. No solo tiene ese origen “militar”, sino que estuvo combinado con ideas circulantes de enorme fuerza, como las de sectores de izquierda nacionalista (cuyo paradigma fue FORJA, pero no sólo ella); y con una fuerte penetración en el movimiento obrero, lo que acentuó el sentido social de la formulación final. Es el origen de las ideas de Patria del peronismo en el gobierno. Este patriotismo se basa en un Estado fuerte, controlador de las riquezas, poseedor de las grandes empresas estratégicas para el desarrollo industrial. Es una concepción de Patria mas densa, generalizando, la patria existe libre si hay un Estado que controle las palancas básicas de la economía y garantice la integración justa de los trabajadores a la nación (unificador e integrador de las masas). Fue la ideología oficial del peronismo original y sin dudas es proyecto con enorme fuerza en la historia al hacerse ideología de la clase obrera. Es un patriotismo social, que piensa a una Argentina “grande con que San Martín soñó”, a la cabeza de países hermanos para independizar America latina de las formas de “neocolonialismo”.

“El patriotismo siempre se identifica frente a un “otro” o en relación a “otros”. Este patriotismo que emana en los medios que se construye frente a “los mapuches” rebeldes que quieren arrebatar soberanía al Estado y a los argentinos es sorprendente por varias razones”

De este patriotismo se devinieron versiones de izquierda o derecha, pero todas abrevan en este origen. Sea explícitamente, o porque el origen del peronismo está combinado con una transición histórica de nuestra sociedad, que cambió profundamente en esos años y dio lugar a nuevos sujetos y nuevas ideologías. El patriotismo de izquierda rescata fundamentalmente las razones sociales tanto de las causas nacionales como de la industrialización e independencia. Mientras que el de derecha, más conservador, pone énfasis en cuestiones ideológicas y culturales, adjudicando a la presencia de “ideología exóticas” los problemas de formación de nuestra nacionalidad y relegando a un segundo plano las cuestiones sociales y económicas.

Existe también un patriotismo malvinero. Surgido de la guerra de 1982 y especialmente de la derrota en la misma. Esa derrota desnudó a una geopolítica de “amigos y enemigos” estratégicos en la que Argentina se encontraba inmersa y que para muchos no era tan clara hasta ese momento. Nada es mas claro que el sonido de las armas como para develar de que lado está cada uno. Este patriotismo es difuso en algunos planos, pero ve que Inglaterra y la OTAN son los enemigos de la Patria. Que la Patria se constituye frente a esos enemigos. Y con un poquito de inteligencia, visualiza que los organismos financieros y el orden que se asocia a la OTAN es contradictorio con la cuestión Malvinas. Como también con un mínimo de agudeza puede identificar el saqueo económico que ejerce el imperialismo sobre los recursos del sur, y sin demasiado esfuerzo se puede proyectar al saqueo del continente. Tiene mucho de geopolítico y militar, ya que se referencia y realimenta en la ocupación militar de las Islas Malvinas y el Atlántico Sur, como con la posible pérdida de derechos sobre la Antártida.

Hasta existe un “patriotismo” futbolero, que para muchos intelectuales antipatriotas era el posible antídoto y canalización inofensiva de los sentimientos patrióticos de las masas, imposibles de eliminar. Una alternativa de todos los anteriores. Como bien expresaba Luis Alberto Romero en un articulo de La Nación en la era menemista.

Indudablemente hubo otras formas de patriotismo, pero que no operan en el presente,. Como el irigoyenista abandonado hasta declarativamente por los radicales, o los anteriores a la mal llamada “Organización nacional” (1852-1880), que es histórico y digno de estudio, pero que solo opera a través de las interpretaciones que se hacen de él en todos los anteriores patriotismos.

Sin embargo nunca vi formas de patriotismo como las que aparecen en relampagazos en los medios masivos y los funcionarios a raíz del “conflicto mapuche” (adrede entre comillas). Un llamado explícito desde el gobierno y los medios de comunicación a defender la Nación contra un pequeño grupo de personas que supuestamente estaría queriendo crear una nación independiente en una parte del territorio argentino.

De más debería estar decir que eso es imposible, que no es el planteo de la amplísima mayoría de los aborígenes, al menos hoy.

Pero quizás haya que aclararlo. Primero deberían ganarse para la rebelión a una parte de los indígenas o mapuches de una región determinada, después conseguir que esa base humana fuera suficiente para construirse en alguna forma jurídica con hipotético dominio territorial y finalmente conseguir apoyo internacional (algo así como los kurdos de Irak o los kosovares contra Serbia. Ya los ejemplos suenan ridículos, además de reaccionarios). Por eso es fantasía. Ya que según se ve con claridad las formas jurídicas que sustraen parte de la soberanía en esas mismas regiones y otras (mucho mas amplias que deberíamos atender) son grupos empresarios y propietarios poderosos: “aborígenes” noratánticos.

O sea volviendo al punto, el patriotismo siempre se identifica frente a un “otro” o en relación a “otros”. Este patriotismo que emana en los medios que se construye frente a “los mapuches” rebeldes que quieren arrebatar soberanía al Estado y a los argentinos es sorprendente por varias razones. ¿Por qué los indígenas no serian argentinos? De hecho lo son. Y, ¿por qué no cuestionar, o aunque sea enunciar, la extranjerización brutal de la tierra en esos mismos lugares?

Y por otro, ni siquiera Roca y su generación hicieron eso. Sino que las tribus indígenas, se consideraran ellas mismas argentinas o no, fueron atacadas o subordinadas en función de la ocupación territorial y la puesta en producción de la tierra bajo parámetros terratenientes. El discurso macro era “frente a Chile”. En realidad una carrera para ver quién consolidaba el dominio territorial más o menos efectivo que se adjudicaba hacia el sur.

“Si todos los patriotismos que mencioné expresan algún tipo de proyecto nacional sea oligárquico, popular, elitista o de los oprimidos, este patriotismo no conduce a resultados eficaces en ese sentido estratégico”

Pero no. Este patriotismo oficial y de los medios es nuevo. Hoy nos habla de que “los mapuches son un riesgo de seguridad nacional”. Y apelan al patriotismo para suprimir ese riesgo. Son los mismos, con nombre y apellido (los Lanata, etc.) que consideran que hay que defender el derecho ¡de los kelpers! (una ínfima minoría de gente que se sostiene gracias a los intereses geopolíticos de la potencia ocupante).

Si todos los patriotismos que mencioné expresan algún tipo de proyecto nacional sea oligárquico, popular, elitista o de los oprimidos, este patriotismo no conduce a resultados eficaces en ese sentido estratégico.

El problema de todos los pueblos aborígenes se relaciona con la falta de igualdad, la discriminación y el problema de la tierra. Y el problema de la tierra es uno de los principales problemas de la nación a lo largo de nuestra historia. No es un problema aborigen. Desde el peruano Mariátegui (que escribió para una sociedad donde los indígenas tienen un peso infinitamente superior al nuestro), asumimos los nacionalistas, los revolucionarios, los progresistas que la cuestión de los pueblos indígenas tiene para los que luchan por la liberación de sus patrias un principio de respuesta, en las reformas sociales y en la incorporación de los indígenas con su aporte a la construcción de la nación hacia el futuro. Sin pretender hacer de esta referencia una exclusiva

Miento si digo que es la primera vez que veo este patriotismo que se forma contra los débiles o hermanos. Lo vi desgraciadamente en otros países de Latinoamérica, y lo vi en relación con cuestiones de la inmigración. No respaldo al indigenismo (un anacronismo divisionista y ahistórico, en muchos casos emanado de usinas noratlánticas y sus ONGs), ni creo que las oleadas de inmigrantes sean un consecuencia feliz del progreso humano. Hay que tener políticas al respecto no dejar esa cuestión a regulación del mercado. Es claro que las raíces (y mucho mas que estas) de los problemas que se pretenden instalar hoy con los indígenas son de carácter económico y en segunda instancia cultural, para nada una rebelión nacional que afecta nuestra patria.

Una nación que margina, desplaza de la tierra, expulsa del trabajo, arrebata el futuro a las comunidades, solo genera desintegración, rebelión, rechazo y genera diversas formas de resistencia. Algunas sanas otras no, pero todas consecuencia de la exclusión y de la falta de proyectos para la vida de los pueblos. O sea la falta de proyecto nacional.

La dirigencia actual que encabeza un antiproyecto de ese tipo solo puede sostenerse con consenso a través de recursos ideológicos que la legitimen, en ese caso (y solo como una pequeña parte) inventando un patriotismo antiindígenas (que sin dudas encontrará en los agredidos una respuesta de mayor aislamiento o quizás resentimiento y “genere” identidades nacionales alternativas).

Quizás el gobierno que motoriza esta operación crea que es inofensiva dada el reducido numero de los sindicados como rebeldes, o quizás no le importe ayudar a la desintegración de nuestro país y sea parte de su antiproyecto. No sabemos.

Pero la patria se construye, como dijo Artigas hace ya 200 años, con reformas que le otorguen bienestar al pueblo que es su sustancia, dando tierra y trabajo “primero a los más necesitados”.

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