La cumbre de Trump y Putin – por Alfredo Jalife-Rahme

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El presidente de EU, Donald Trump, dijo el pasado 21 de junio que está considerando reunirse con su homólogo ruso, Vladimir Putin.

Es notorio el desasosiego de la prensa británica que parece lamentar la cumbre de los hoy dos máximos mandatarios del planeta en el rubro geoestratégico/nuclear (http://bit.ly/2KjHbXV), como es el caso del rotativo globalista The Financial Times (FT) (25/06/18), controlado por los banqueros Rothschild y su conspicuo instrumento disruptivo, George Soros.

Los globalistas, representados por Gran Bretaña (GB), pueden resultar los grandes perdedores de la cumbre de Trump y el zar Vlady Putin quien no repetirá los graves errores inconcebibles de Gorbachov y Yeltsin quienes colocaron a Rusia al borde de la extinción después de haber sucumbido a todos los engaños de Daddy Bush y Clinton.

FT juzga que la cumbre de Trump y Putin va, pero que sus expectativas son muy bajas cuando es “improbable un acuerdo sustancial ( sic)”.

Entre sollozos, FT adelanta que “John Bolton, halcón ( sic) consejero de Seguridad Nacional de Trump, embarnece la agenda con el canciller ruso Sergei Lavrov y luego con el mismo Putin”.

Se filtra que por consideraciones logísticas, Austria ya no será el sitio conveniente de la cumbre que se celebrará después de la visita de Trump a GB el 13 de julio, lo cual conduce que sería después del cierre del Mundial de futbol el día 15 de julio en Moscú –donde Rusia obtuvo un resonante triunfo de relaciones públicas– y que podría tener lugar, a mi juicio, en Finlandia o Islandia (al estilo de Reagan y Gorbachov).

La rusofobia mezclada de Putin-fobia del FT no tiene remedio y considera que la cumbre será un logro para Putin cuando Rusia la ha buscado por 18 meses, pero que tampoco hace que el Kremlin eche las campanas al vuelo por un triunfo elusivo.

Ningún tema es mas jerárquico que el control de las armas nucleares que hace palidecer los temas de Siria y Norcorea.

Tanto Kissinger como el influyente republicano Newton Leroy Gingich están dispuestos a digerir la supuesta anexión de Crimea, que siempre ha sido rusa, mientras promueven un acomodamiento en Ucrania, cuya desestabilización fue operada por Vicky Nuland (http://bit.ly/2N0Xze9), con una inversión de 5 mil millones de dólares del Departamento de Estado con el fin de golpear las entrañas de Rusia y provocar su cambio de régimen, de acuerdo con el guion de los neoconservadores straussianos que han dominado durante una generación la agenda de republicanos y demócratas.

FT cita a Daniel Fried, anterior funcionario del Departamento de Estado que encabezó la política fallida de sanciones contra Rusia, quien sugiere que la cooperación potencial de Trump y Putin radicaría en coordinar las relaciones militares y limitar la escala de ejercicios militares. ¡Con eso sobra y basta!

Está en juego la supervivencia en el planeta cuando la colisión de EU y Rusia ha llegado al borde del precipicio nuclear, por lo que el Boletín de los Científicos Atómicos ha colocado las manecillas del reloj del Día Final a dos minutos de medianoche (http://bit.ly/2N27qAA).

El freno a la carrera armamentista constituye la jerarquía de la agenda de las dos máximas superpotencias geoestratégicas nucleares del planeta.

Hay avisos, como la ominosa guerra nuclear susceptible de extinguir la vida en el planeta que deben ser escuchados: Casandra tuvo finalmente razón después de advertir la caída de Troya.

Mientras NYT, controlado por la secta facciosa del globalista Soros, se mofa del romance de Trump y Putin (https://nyti.ms/2yK532f), Matthew Rojansky, de Russia Insider, aborda con sobriedad el aspecto crucial de la cumbre, pese al escepticismo imperante, cuando en Moscú la opinión predominante es que Trump “es un rehén del establishment unánimemente (sic) anti-ruso de Washington” y que “cualquier acuerdo puede ser anulado por el Congreso y aún ( sic) por su propia administración” (http://bit.ly/2IuQyiq).

El deterioro de la seguridad global por si sola, exacerbada por el caos planetario, vale la pena para la cumbre de Trump y Putin.

La mínima desescalada que consigan será benéfica para la salud del planeta y su riesgo de un Armagedón.

Alfredo Jalife-Rahme, 27 junio 2018

 

Fuente

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VER TAMBIEN SU ARTICULO DEL 24 DE JUNIO:

Si Trump se reunió con el mandatario Kim Jong-un en Singapur con el fin de resolver un rescoldo añejo de 65 años que se gangrenó a escala nuclear, a fortiori, su anhelada cumbre transcendental con el zarVlady Putin se ha vuelto un imperativo para reordenar al mundo, hoy inmerso en un caos global (http://bit.ly/2Mi29DD).

De cara a las cruciales elecciones del primer martes de noviembre, interconectadas nolens volens con las de México cuatro meses antes, Trump abrió varios frentes: a escala doméstica –mediante su guerra demográfica que no se atreve a pronunciar su nombre contra los mexicanos (https://sptnkne.ws/hRC7)–, a escala regional –con sus pleitos comerciales con sus socios humillados Canadá/México, el amago de una invasión militar a Venezuela y la incrustación simultánea de Colombia a la OTAN–, mientras opera reajustes dramáticos a nivel global en sus tortuosas relaciones con China –donde destacan sus guerras tecnológica y financiera detrás de la cortina de humo de su “guerra comercial (https://sptnkne.ws/hRJu)”– y, sobre todo, con Rusia en la fase de parusía del zar Vlady Putin, quien el 1° de marzo exhibió su presunta superioridad militar con su panoplia supersónica de ensueño que parece haber conseguido la paridad militar con Estados Unidos.

La panoplia supersónica rusa es negada como bluff por los legendarios propaladores de fake news de The New York Times y The Wa-shington Post, en contraste con la docta opinión del general John Hyten, del Comando Estratégico de EU (Stratcom), quien advirtió que “había que tomar en serio (sic) las nuevas armas hipersónicas de Rusia (http://bit.ly/2KfJrfB)”.

Mike Pompeo, secretario de Estado y ex director de la CIA, comentó que la cumbre entre Trump y el zarVladypodría concretarse después de la visita a Moscú del megahalcón John Bolton, asesor de Seguridad Nacional de Trump (https://reut.rs/2Kbw8wu).

Ya Trump había adelantado que tenía la intención de reunirse con su homólogo ruso en julio, en el intermezzo de su visita a Gran Bretaña (GB) y a la cumbre de la OTAN en Bruselas (https://bloom.bg/2MdamsI).

Más precavido, Dmitry Peskov, portavoz del Kremlin, indicó la probabilidad de la visita de Bolton a Moscú, sin precisar si sería recibido por el zarVlady y, mucho menos, sin definir la próxima cumbre entre los mandatarios de las dos superpotencias geoestratégicas (http://bit.ly/2KeDbVe).

No se puede soslayar la frase trascendental de Trump para dislocar al agónico G-7 en su cumbre en Canadá, donde exhortó al reingreso de Rusia al G-8, lo cual indispuso a GB: “Rusia debería estar en esta reunión, ¿Por qué tenemos una reunión sin Rusia? (…) Les guste o no, y puede ser políticamente incorrecto, pero tenemos un mundo que administrar (http://bit.ly/2K2RGzo)”.

El verbo administrar es clave: sin Rusia, no se diga China, no puede existir administración del mundo.

Uno de los máximos kremlinólogos, el académico estadunidense Gibert Doctorow (GD), interpreta los alcances de la cumbre que detectó sea muy posible de celebrar debido a dos indicios: 1. La sede en Viena, donde gobierna Sebastián Kurz y cuyo euroescepticismo es apreciado por Trump y Putin; 2. La visita de incógnito a Moscú de Henry Kissinger en esta fase sensible, con el pretexto del Mundial de futbol, cuando se ha posicionado como el principal consejero tras bambalinas de Trump y a quien le ha urgido “acomodarse con Rusia por una variedad de razones estratégicas geopolíticas (http://bit.ly/2IjQrpX)”.

Si la reunión se celebrase antes de la cumbre de la OTAN sería un golpe brutal de Trump, similar a la humillación que le asestó al G-7.

Según GD, el principal objetivo de Kissinger radica en desacoplar la incipiente (sic) asociación estratégica de Rusia y China que ha desecho todo lo que Nixon y Kissinger consiguieron en la década de los 70. También GD reconoce que Putin no es muy dado en traicionar a sus aliados, como es el caso del mandarín Xi Jinping.

El problema es que los geoestrategas de EU siguen obsesionados con un elusivo G-2 cuando el mundo ha asentado sus reales en un G-3: EU/Rusia/China.

Alfredo J.-R

24 junio 2018

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