El G7 implosiona en Canadá mientras el grupo de Shanghái asciende en China – por Alfredo Jalife-Rahme

alfredo-jalifeqwer

En vísperas de la cumbre del G7 en Charlevoix (Quebec), el canadiense Trudeau y el galo Macron se unieron ante la “ofensiva proteccionista” de Trump y se pronunciaron por un “multilateralismo fuerte”.

Ambos calificaron de “risible” invocar la “seguridad nacional” para justificar los aranceles de 25% al acero y 10% al aluminio y consideraron que las acciones unilaterales de Trump “causarían daño al propio EEUU”.

El anterior banquero de los Rothschild, el presidente Macron, llegó hasta alardear en forma correcta y con una frase desafiante que “el mercado de los otros seis países del G7 es mayor que el mercado estadounidense”.

 

El disfuncional G7 naufraga y refleja la correlación geoestratégica de fuerzas de la coyuntura cuando primero se había expandido a un G8 con Rusia, que nunca lo fue, ya que Moscú jamás tuvo acceso a sus reuniones financieras, por lo que en su momento lo bauticé como el G7,5.

No sería nada improbable en la etapa de Trump que EEUU se salga del G7 —que se reduciría a un G6— cuando la canciller alemana Angela Merkel desea el retorno de Rusia en forma gradual.

Los otros miembros del ‘G6’ andan dando tumbos y oscilan entre las dos máximas superpotencias geoestratégicas del planeta: EEUU y Rusia, sin contar a China.

En forma quizá sarcástica el ministro galo de finanzas, Bruno Le Maire, adelantó que “la Cumbre será de un G6+1“. El malestar europeo a los agravios unilaterales de Trump se ha acumulado: desde su desplante al cambio climático hasta su retractación al acuerdo nuclear con Irán cuando amenaza propinar sanciones a los firmantes europeos.

 

Hasta ahora, ni el Secretario de Estado, Mike Pompeo, ni el Secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, han respondido a las súplicas de los ministros de Alemania, Francia y Gran Bretaña de proteger a las empresas europeas que operan en Irán de las ominosas nuevas sanciones de Trump. El presidente estadounidense anunció que solamente tendrá reuniones bilaterales con los francófonos Trudeau y Macron, al margen de la cumbre del G7.

Resulta que el ‘Gulliver’ Trump desprecia demasiado a los ‘liliputienses’ que pueden acabar con amarrarlo a la realidad geopolítica / geoeconómica.

La canciller alemana Ángela Merkel no oculta su escepticismo sobre la cumbre del G7: “sucede que ya tenemos un grave problema aquí con los acuerdos multilaterales”.

 

Merkel comentó que no existe una posibilidad ahora para el retorno de Rusia al G8 pero indicó que apoyaba el diálogo con Rusia.

No es ningún secreto que Trump prefiere acuerdos bilaterales con el fin, primero, de despedazar la cohesión de bloques en su contra, y, luego, aplastar al contrincante valetudinario, como es el caso de sus vecinos y aliados en el caduco orden mundial: México y Canadá.

En el descalabrado Occidente no existe el Grupo de Shanghái que ni merece una sola línea. Antes de participar en la Cumbre del Grupo de Shanghái en Qingdao, Vladímir Putin realizó una entrevista donde alabó que el mandarín Xi es “un socio confiable“, en clara alusión a Trump que no respeta los acuerdos firmados por su país.

El presidente ruso consideró que China es el principal socio comercial de Rusia, con un volumen de 87.000 millones de dólares en 2017, y catalogó al Grupo de Shanghái como un “poderoso grupo que será un factor importante para nuestro desarrollo y tendrá influencia en la situación internacional”.

 

Según Putin, “las tarifas de Trump le dieron a Europa una lección”.

En su célebre Conferencia Anual, que este año duró cuatro horas y media sin interrupción, el mandatario ruso comentó que los líderes europeos ignoraron sus advertencias de los peligros de un mundo dominado por EEUU. Hoy los europeos reciben su castigo por haber mostrado una excesiva deferencia a EEUU. Para el mandatario ruso, los aranceles de Trump a los metales europeos equivalen a “sanciones”.

El mandarín Xi es el anfitrión de la 18va cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái (SCO, por sus siglas en inglés) en Qingdao, la ciudad costera en el Mar Amarillo de la provincia Shandong, que cuenta con una base naval y es famosa por su cervecería de origen alemán.

 

La elección de Qingdao como sede de la cumbre del Grupo de Shanghái no fue gratuita ya que es “un puerto importante y una base de producción para los trenes bala y electrodomésticos”, como el Grupo Haier, principal productor de aparatos domésticos del mundo.

A mi juicio, el problema radica en que las velocidades de la Ruta de la Seda y del Grupo de Shanghái son diferentes cuando el segundo, de reciente asunción, corre más aprisa que el primero.

Para la agencia de noticias Xinhua “la Cumbre de Qingdao desembocará en un Grupo de Shanghái más dinámico” ya que un año después de su expansión que incluyó a India (con el padrinazgo de Rusia) y a Pakistán (con el padrinazgo de China) “está destinado a jugar un papel más influyente y sustancial para promover la seguridad regional, la paz y la seguridad”.

El Grupo de Shanghái representa el “60% de la masa euroasiática, casi la mitad de la población mundial, y más del 20% del PIB global”. Además de los cuatro países citados, comprende otros cuatro centroasiáticos miembros de la antigua URSS —Kazajstán, Kirguistán, Tayikistán y Uzbekistán— que, a mi juicio, constituyen tanto la conectividad para el magnificente proyecto del siglo XXI, la Ruta de la Seda, así como su zona de amortiguamiento contra el maquinado terrorismo yihadista.

 

Para Li Jianmin, investigador de la Academia de Ciencias Sociales de China, el Grupo de Shanghái y la Ruta de la Seda están relacionados entre sí.

En 2017, el comercio entre China y el resto de los miembros del Grupo de Shanghái alcanzó casi 218.000 millones de dólares: un incremento del 19%.

De hecho, se avizora que detrás de la negociación bilateral entre Trump y Kim Jong-un en Singapur, el Grupo de Shanghái apuntale al mandatario de Norcorea para que no se encuentre tan solo.

Deutsche Welle resalta que China celebra la Cumbre del Grupo de Shanghái “casi al mismo tiempo que la Cumbre del G7 en Canadá” y pregunta si se trata de una “competencia de modelos rivales o pura coincidencia” cuando se vislumbra una “alianza de Rusia y China“. Para la cadena de noticias alemana, el Grupo de Shanghái “podría convertirse en un rival para la Cumbre del G7”.

Según Mathieu Duchatel, vicedirector del Programa para Asia y China en el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, mediante la cumbre del Grupo de Shanghái, China “envía el mensaje de que el club del G7 es un grupo rival” porque mantienen “puntos de vista divergentes sobre las reglas del orden internacional”. Duchatel no está actualizado y no se entera de que Trump ha roto “las reglas del orden internacional en todos los ámbitos”.

Desde hace nueve años señalo que el declive del G7 viene de atrás y es reflejo de la decadencia geoeconómica de sus miembros, con la excepción asombrosa de Alemania.

Trudeau incluyó temas “políticamente correctos” cuando los temas geopolíticos y geoeconómicos en la fase del nacionalismo económico y proteccionista de Trump están a punto de llevar a su implosión al G7.

Lo cierto es que el G7 se desploma aún más, mientras, el Grupo de Shanghái asciende en forma lenta, pero muy segura.

Alfredo Jalife-Rahme, 8 junio 2018

 

Fuente

Print Friendly, PDF & Email