La renegociación del TLCAN pasará a manos del próximo presidente de México – por Ariel Noyola Rodríguez

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El Gobierno mexicano aún no consigue una segunda versión del TLCAN. El presidente de EE.UU., Donald Trump, quiere imponer sus demandas a toda costa. Si no hay acuerdo, la modernización del pacto comercial pasará a manos del próximo presidente de México. Según la mayoría de las encuestas, Andrés Manuel López Obrador es el candidato favorito.

No hay plazo que no se cumpla. El Gobierno de Enrique Peña Nieto está a punto de fracasar en su intento de materializar una segunda versión del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) junto con sus pares de Canadá y EE.UU. Si el secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, no logra pronto un acuerdo definitivo, la renegociación del TLCAN pasará a ser una responsabilidad del próximo presidente de México, quien tomará posesión el 1 de diciembre de este año.

Los resultados alcanzados hasta ahora son muy pobres. Las rondas de negociaciones comenzaron en agosto de 2017 y apenas se han concluido seis de un total de 30 capítulos. El calendario electoral de EE.UU. está ejerciendo una fuerte presión sobre los equipos de negociación. Es que la Administración del presidente Trump necesita, por una parte, tener mayoría en el Congreso y, por otra parte, cumplir con los tiempos fijados por la Autoridad de Promoción del Comercio (TPA, por sus siglas en inglés).

El problema no es tanto que Trump quede inhabilitado para negociar el TLCAN por contravenir las reglas de la TPA (aunque el plazo establecido venza, el permiso para negociar acuerdos comerciales se prorroga automáticamente a no ser que el Congreso lo impida), sino que el Partido Republicano pierda la mayoría en el Congreso después de la elección intermedia de noviembre próximo. Hay que recordar que el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Paul Ryan, había lanzado el ultimátum de que el jueves 17 de mayo era la fecha límite para alcanzar un ‘acuerdo en principio’.

El panorama político estadounidense es muy cambiante y nada garantiza que el Partido Republicano vaya a conservar la mayoría en el Congreso a partir de enero de 2019. Es más, algunos de los senadores republicanos que se encuentran actualmente en funciones, como Pat Toomey, se han declarado opuestos a avalar una nueva versión del TLCAN que contenga los polémicos planteamientos de Trump, pues consideran que varios de ellos pueden causar estragos en la economía.

En el plano externo la principal oposición viene de México. Los capítulos de mayor controversia no han registrado avances. Las reglas de origen del sector automotriz, por ejemplo, se mantienen como uno de los ejes de la disputa que impiden hasta la fecha alcanzar un acuerdo definitivo.

Si bien semanas antes los medios de comunicación habían manejado la información de que el Gobierno de Trump se había flexibilizado en sus demandas sobre el tema, hasta el momento las contrapropuestas presentadas por Canadá y México han sido rechazadas por el equipo de negociación estadounidense.

Chantajes de Trump alientan especulación contra el peso mexicano

Para imponer sus condiciones, Trump se ha valido de una de sus armas predilectas para salirse con la suya: el chantaje. Desde el comienzo de las negociaciones, el magnate de Nueva York ha venido publicando diversos mensajes a través de Twitter en los que ha señalado que tanto Canadá como México han venido sacando ventaja de EE.UU. de mala manera desde que entró en vigor el TLCAN.

México es su ‘chivo expiatorio’, a su juicio, el principal responsable de la quiebra de cientos de empresas y el consecuente desempleo crónico que padece EE.UU. Los inmigrantes mexicanos, según Trump, se robaron los puestos de trabajo de los estadounidenses. El inquilino de la Casa Blanca no ha tenido empacho en incentivar campañas de odio y persecución. Terminar la construcción de un muro a lo largo de la frontera es una de las condiciones que Trump le ha puesto a México: si el Gobierno de Peña Nieto no se hace cargo del financiamientode la polémica obra, no habrá TLCAN.

Aunque Trump todavía no ordena abandonar la mesa de negociaciones del TLCAN, como sí lo hizo en el caso del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP, por sus siglas en inglés), sus amenazas han sido aprovechadas por quienes especulan contra el peso mexicano. Sumado a lo anterior, el repunte del dólar y la desaceleración de la economía mexicana han terminado por pulverizar la estabilidad de la moneda nacional. El tipo de cambio está a punto de romper la barrera de los 21 pesos por dólar ante la falta de un acuerdo definitivo para modernizar el TLCAN.

AMLO y su defensa de la soberanía nacional

Las relaciones con EE.UU. se han vuelto uno de los temas más candentes de la campaña electoral mexicana. Y no es para menos, pues no se trata únicamente de la renegociación del TLCAN, sino de redefinir la relación bilateral y poner un alto a los agravios lanzados por el ejecutivo estadounidense.

En lo que va de su Administración, Trump no ha cejado en su intento de concluir la construcción de un muro en la frontera con México. Además, a no ser por un revés emitido por la Corte en febrero pasado, Trump habría cancelado el programa Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas en inglés), con lo cual, miles de jóvenes mexicanos se habrían visto obligados a abandonar territorio estadounidense.

Pronunciamientos contundentes de parte del Gobierno han brillado por su ausencia. Ante la amenaza de desplegar elementos de las Fuerzas Armadas de EE.UU. en la frontera, el senado mexicano solicitó suspender la cooperación bilateral en materia migratoria y de seguridad en tanto Trump no se condujera con respeto. El presidente Peña Nieto no se atrevió a adoptar el exhorto de los legisladores.

Por la amplia ventaja que registra en las encuestas frente a sus principales adversarios, todas las miradas están puestas sobre Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Pero hay dudas sobre si un Gobierno encabezado por el exalcalde de la Ciudad de México será capaz de sacar a flote la renegociación del TLCAN y, en paralelo, exigir un trato respetuoso de parte de Washington.

La embestida de Trump en contra de los mexicanos no es un asunto menor y AMLO lo sabe. No por casualidad el político tabasqueño eligió una ciudad fronteriza para iniciar su campaña electoral rumbo a la presidencia. Desde Ciudad Juárez, Chihuahua, AMLO expresó a principios de abril que, una vez convertido en presidente, “México no será piñata de ningún Gobierno extranjero”.

Sin embargo, AMLO es consciente de que, lo que menos necesita México en estos momentos es escalar las tensiones con el vecino del Norte. El Proyecto Alternativo de Nación 2018-2024 establece como una prioridad establecer una excelente relación con EE.UU. Pero una buena relación entre los dos países no implica sumisión, por eso, uno de los principios que debe regir la política exterior de México, apunta el documento, es la no intervención.

Un Gobierno encabezado por AMLO no permitiría injerencias extranjeras. Además, en este documento y en numerosas entrevistas, AMLO ha puesto en claro que la relación bilateral que el nuevo Gobierno de México propondrá a EE.UU. tendrá como eje la ‘cooperación para el desarrollo’. Su objetivo es que la relación bilateral deje de poner énfasis en los asuntos de seguridad y defensa para, en lugar de ello, convertir a EE.UU. en un aliado que promueva el desarrollo económico del país.

AMLO asegura que, una vez instalado en la presidencia, convencerá a Trump de que a EE.UU. le conviene que en México haya paz, estabilidad y prosperidad para, en esa medida, desincentivar el flujo migratorio. AMLO no está en contra del TLCAN, sin embargo, opina que promover el libre comercio no es suficiente para alcanzar el desarrollo. Su mira está puesta en la defensa de la soberanía nacional: la recuperación del campo y el autoabastecimiento de combustibles son algunas de las acciones que pretende llevar a cabo durante su Gobierno. No obstante, surge la pregunta de hasta qué punto estas medidas chocarán de lleno con los intereses de las grandes empresas propiedad de EE.UU.

Más allá de la renegociación del TLCAN, la promesa de AMLO es devolver a México su grandeza. Y para ello, no hay mejor fórmula que defender la soberanía nacional sobre los recursos naturales y, sobre todo, actuar con plena libertad a la hora de tomar decisiones, sin intromisiones de ningún Gobierno extranjero. No obstante, resulta difícil pensar que AMLO conseguirá convencer a Trump de que a Washington le conviene convertir a México en una ‘potencia mundial’. Todo proyecto político que busca enaltecer la soberanía y dignidad nacionales ha sido incompatible con el imperialismo auspiciado no solamente por Trump, sino por las altas esferas del poder estadounidense.

Ariel Noyola Rodríguez, 22 mayo 2015

 

Fuente SPUTNIK

Ariel Noyola Rodríguez: Economista egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Corresponsal del Centro de Investigación sobre la Globalización (Global Research) en América Latina. Forma parte de varios Grupos de Trabajo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO). El Club de Periodistas de México lo ha galardonado en dos ocasiones con el Premio Nacional de Periodismo en la categoría de Mejor Análisis Económico y Financiero.

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