El hocico de Willy – por Ana Pavón

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Hace mucho tiempo que Willy no trabaja. Willy no hace nada que merezca reconocimiento alguno. Pero cada vez que rebuzna, los medios corren a ponerle un altavoz en el hocico ¿Qué sería de Willy sin ellos?

Willy dice que vivimos en una dictadura, que está oprimido y aquí no hay libertad de expresión. Y lo dice en una iglesia, después de cagarse en Dios, el mismo día en que tenía que haberse presentado ante un juez y frente a los micrófonos de una decena de medios. No sé… Así, como dictadura, pues parece un poco birria, Willy.

Resulta que grandes intelectuales de chichinabo apoyan a Willy. Afirman que está en su derecho de decir lo que quiera. No como los fachas que dicen que los niños tienen pene o los obispos que condenan el aborto, claro. Esos que se callen la boca.

Porque lo de Willy no es ofender los sentimientos religiosos de nadie. Ni es delito de odio ni nada, como extender una pancarta a 100m de una mezquita salafista el día después de un atentado religioso (delito de odio es lo de la pancarta, no el atentado, cuidao)

Así que, nada. Confiemos en que todo acabe pacíficamente. Que la justicia ignore al cansino de Willy, que pase de él. Pelillos a la mar. Lo que sea para que vuelva a su amada Venezuela. Que el puñetero párroco de la San Carlos Borromeo se declare ateo de una santa vez y deje la Iglesia. Que desaparezca y deje de hacer el ridículo ya.

Pero sobre todo, que el señor Toledo no vuelva a torturarnos representando ningún papel, por Dios. Eso es lo más importante.

 

Ana Pavón, 23 mayo 2018

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