Israel pisa el acelerador hacia una guerra de consecuencias desconocidas

 

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La llegada a la Casa Blanca de Donald Trump ha desatado los más bajos instintos del régimen israelí. Envalentonado, el Estado de Israel bombardea periódicamente Siria y apunta con su arsenal a su gran enemigo: Irán.

Para buena parte de la opinión pública europea el conflicto puede sonar remoto. Cabría recordar que por el estrecho de Ormuz pasa cerca del 40% del petroleo que se comercializa en el planeta. Dicho estrecho tiene 35 kilómetros, Irán es el principal país ribereño y hundiendo dos o tres petroleros podría quedar bloqueado.

Si un día al ir a comprar el pan o la leche, cuando vayamos a llenar el depósito de nuestro vehículo o a coger el autobús el precio de todo ello ha subido un 35%, porque los judíos han atacado Irán, podríamos dirigirnos a la embajada de Israel para solicitar una indemnización. Aunque ya se sabe que no es la generosidad precisamente una de las virtudes de esas gentes. O podríamos pedir una explicación a esos políticos y politiquillos que afirman que “Israel es una garantía para la paz y estabilidad mundial”.

 

Francisco Alonso, 2 mayo 2018

Fuente

 

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