2018-2028: La década más peligrosa

Hace 90 años, Estados Unidos estaba sumido en la Gran Depresión, y hace 80 años, la Segunda Guerra Mundial estaba a punto de comenzar. Sin embargo, como era de esperar, la mayoría de los estadounidenses y europeos ni siquiera pueden imaginar que tales escenarios se repitan a lo largo de sus vidas.

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Hay dos catalizadores principales que pueden desencadenar guerras catastróficas en la próxima década:

– la crisis económica y de endeudamiento en Occidente

– las rivalidades entre las grandes potencias (EE.UU. + UE contra Rusia + China).

Las tensiones geopolíticas que actualmente hierven a fuego lento pueden llegar a un punto álgido muy pronto. Sin una precaución y prudencia extraordinarias, estaremos destinados a convertirnos en nuevas víctimas del ciclo inexorable de la historia.

“Estados Unidos es el número 2”

¿Cuántos políticos y élites estadounidenses pueden imaginarse a sí mismos diciendo: “Estados Unidos es la segunda economía más grande del mundo”? ¿Cómo reaccionarán los estadounidenses cuando lo escuchen por primera vez? Habrá conmoción, enojo, negación y mucha culpa y culpabilización. Sin embargo, la mayoría de los estadounidenses no se dan cuenta de que este escenario no sólo es casi inevitable, sino que ocurrirá dentro de los próximos 8-10 años.

Consideremos que el PIB nominal de China ha crecido un 200% desde 2008, mientras que el de Estados Unidos creció sólo un 35%. Incluso si China se ralentiza mucho y crece sólo un 100% y EE.UU. continúa al mismo ritmo, China será el número 1 antes de 2028.

¿Qué significa el ascenso de China para las corporaciones occidentales y los globalistas que las controlan? Pérdida de poder y riqueza. Y eso es algo que los globalistas no van a dejar que suceda.

El aumento de China va más allá del PIB. A finales de 2017, US News and World Report clasificó a la Universidad Tsinghua de China como la número uno en ciencias de la computación e ingeniería, destronando al MIT (NdE: MIT, por sus siglas en inglés, es el Instituto de Tecnología de Massachusetts, en Estados Unidos). En áreas de alta tecnología como 5G, vehículos sin conductor, vehículos eléctricos, drones de pasajeros (“coches voladores”), impresión 3D, Inteligencia Artificial, súper computadoras, computación cuántica y muchos otros campos, China es la número uno o número dos.

A lo largo de la historia, una potencia establecida nunca ha observado pasivamente cómo una potencia emergente ocupaba su lugar. Como señala el profesor de Harvard Graham T. Allison, el 75% de las veces, el poder establecido entra en guerra directa con el poder emergente.

Después de la caída de la Unión Soviética, la frase favorita de los intelectuales estadounidenses fue “el fin de la historia”. Y John Bolton afirmó que sólo debería haber un país en el Consejo Permanente de Seguridad de la ONU: ¡EE.UU.! ¡Estados Unidos ha ganado la Guerra Fría y seguirá siendo una hiperpotencia para siempre! Todos aceptarán el excepcionalismo estadounidense y permanecerán sumisos.

Desgraciadamente, llegó Putin y resucitó al oso ruso que estaba en la unidad de cuidados intensivos. Frustró a los globalistas en Ucrania y Siria, sobrevivió a una caída en el precio del petróleo (de 115 a 45 dólares en sólo seis meses), previno el colapso de la economía rusa a pesar de las severas sanciones, acumuló enormes reservas de oro y divisas, e incluso logró desarrollar misiles balísticos intercontinentales hipersónicos que pueden evadir los aclamados sistemas de defensa de misiles de Estados Unidos.

Peor aún, Putin está trabajando con los chinos en versiones independientes de Internet, del sistema bancario, del sistema de tarjetas de crédito, etc. Todo esto ha convertido a Putin en el enemigo público número uno de los globalistas.

En la década de 1960, la CIA inventó todo tipo de ataques de falsa bandera para culpar a Rusia (mató a refugiados cubanos en Miami, compró aviones rusos para atacar instalaciones militares de EE.UU. etc.). Ahora, la acusación del hackeo/la interferencia por parte de Rusia y el drama del envenenamiento de un espía son sólo el preludio; se puede esperar mucho más en los próximos meses y años.

En la década de 1990, los neoconservadores de Israel y Estados Unidos (¿recuerdan el Proyecto para un nuevo siglo americano?) soñaban con la hegemonía sobre Oriente Medio. Si pudieran eliminar a Irak e Irán, su dominio sería completo. Imagínese controlar todo ese petróleo y las vías fluviales estratégicas por las que pasa gran parte del comercio mundial.

Y si las empresas occidentales pueden construir oleoductos/gasoductos desde Oriente Medio hasta Europa, esta última puede decir “Nyet” [No] al petróleo/gas ruso. Sin Europa como cliente, Rusia sufriría inmensamente y se rendiría, o eso es lo que piensan.

Controlar Oriente Próximo también significa controlar las rutas terrestres y marítimas de la iniciativa china del Cinturón y la Ruta. Unos pocos “rebeldes moderados” en los países correctos pueden afectar enormemente a los trenes con destino a Europa desde China.

Por eso Siria e Irán son tan importantes para todos los bandos de la lucha geopolítica.

(…)

El talón de Aquiles de China es que está rodeada por Estados vasallos de Estados Unidos (Taiwán, Japón y Corea del Sur por ahora). Filipinas solía ser la marioneta de Estados Unidos, pero ahora está inclinándose hacia China y Rusia, gracias a su tenaz presidente Duterte. Aún está por verse cómo resultará Corea del Norte. La India, que fue colonizada por los británicos durante 200 años, está padeciendo amnesia y cediendo rápidamente su soberanía a los Estados Unidos.

Las élites japonesas (bajo la presión de los globalistas) están tratando de cambiar su constitución para que Japón pueda reconstruir su ejército. Esto es obviamente una señal siniestra.

Por lo tanto, los globalistas tienen muchas opciones para librar una guerra indirecta contra China. Asia ha estado creciendo rápidamente y disfrutando de una prosperidad sin precedentes, pero es muy probable que se arruinen al convertirse en peones sacrificados en el tablero de ajedrez geopolítico.

Si bien los globalistas tienen un poderoso ejército y Estados vasallos para imponer su hegemonía, también tienen una tremenda debilidad: una economía falsa basada en la deuda y la impresión de dinero. La enorme fuerza de Estados Unidos se basa en el petrodólar, un sistema injusto que obliga a otros países a comprar petróleo y otros productos básicos en dólares estadounidenses. Si se elimina eso, el Imperio Americano empieza a tambalearse. Sin una enorme demanda de dólares y fondos públicos, las tasas de interés subirán, la deuda se volverá cara y los pagos de intereses sobre la deuda existente se dispararán.

Es por eso que China, el mayor importador de petróleo, acaba de iniciar contratos a futuro de petróleo que comercian en yuanes. Antes de que finalice el año, China tiene previsto anunciar sistemas en los que se pueda comprar y vender petróleo directamente en yuanes. Si China saliera de la hegemonía globalista, no habría mejor manera que estableciendo el petroyuan, especialmente si está respaldado por oro.

Gracias al Estado Profundo y a los Demócratas, las relaciones entre Estados Unidos y Rusia continuarán deteriorándose a medida que se amontonen las sanciones. Los globalistas también intentarán utilizar la histeria antirrusa para crear un ejército de la UE, reforzar la OTAN y provocar a Rusia con sistemas de defensa antimisiles y reforzamiento militar en sus fronteras.

Estados Unidos continuará reforzando sus tropas para rodear China, agitando el mar del sur de China, incitando a los separatistas musulmanes en el oeste de China (Xinjiang) y tratando de poner a los países asiáticos en contra de China.

También habrá interminables guerras económicas, propagandísticas e híbridas contra Rusia y China en los próximos años.

América representa el 5% de la población mundial. No puede esperar gobernar el otro 95% para siempre. El dominio unipolar de Estados Unidos es un parpadeo en la historia. Tenemos que aprender a coexistir con otras grandes potencias y centrarnos en crear un mundo pacífico y próspero.

En lugar de eso, las élites de Estados Unidos están colmadas de arrogancia y fantasías hegemónicas. Los estadounidenses (y tristemente la mayoría de los europeos también ahora) ignoran la geopolítica, se dejan llevar fácilmente por la propaganda y están programados para aceptar historias descabelladas sin exigir evidencias o pruebas. La combinación de élites despiadadas y masas crédulas es extremadamente peligrosa.

Sin gran moderación, diplomacia, sabiduría y compromisos, corremos el riesgo de toparnos con una catástrofe nuclear en la próxima década sin darnos cuenta.

 

Chris Kanthan, 31 marzo 2018

 

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