Querían enterrar la presunción de inocencia y están hundiendo el feminismo izquierdista

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Este viernes, después de una de las campañas de desprestigio más rastreras de la historia de EEUU, Brett Kavanaugh logró los apoyos necesarios en el Senado para ser miembro del Tribunal Supremo.

Católico, padre de familia y provida: un enemigo a batir

Kavanaugh es un católico de origen irlandés, padre de familia y además provida. Lo tiene todo para ser odiado por una izquierda que no tolera que nadie se salga de su férreo redil ideológico. El 2 de julio, siendo miembro de la Corte de Apelaciones de Estados Unidos, fue nominado por Donald Trump como candidato a convertirse en miembro del Tribunal Supremo, el órgano encargado de interpretar la Constitución de EEUU. Su entrada en ese tribunal podría decantarlo a favor de la defensa de la vida de la concepción, lo que podría suponer una revisión de la sentencia del caso Roe contra Wade, que en 1973 sirvió para desproteger los derechos de los hijos por nacer en ese país, autorizando su eliminación. Como consecuencia de ello, en estos 45 años 60 millones de hijos por nacer han sido matados y descuartizados en EEUU. Detrás de esta matanza hay negocios multimillonarios, que forman un poderoso e influyente grupo de presión que recibió 4.000 millones de dólares en subvenciones durante el mandato de Obama, utilizando parte de ese dinero para apoyar su reelección y también la campaña electoral de la abortista Hillary Clinton.

“Me Too”: un movimiento contra la presunción de inocencia

El pasado mes de septiembre, en un plazo de pocos días y tras circular durante meses acusaciones anónimas, ante las que el acusado se veía totalmente indefenso, aparecieron tres casos de mujeres que denunciaron -sin ningún tipo de pruebas- haber sufrido abusos sexuales por parte de Kavanaugh en su adolescencia. En los tres casos se trataba de supuestas agresiones ocurridas en la primera mitad de la década de 1980. Era cuando menos sorprendente que las tres denunciantes hubiesen permanecido calladas casi cuatro décadas, siendo Kavanaugh un miembro de la Corte de Apelaciones. Las acusadas tenían a su favor al movimiento “Me Too”, con el que diversas mujeres han acusado a famosos de cometer abusos sexuales contra ellas, en muchos casos sin presentar nada que pueda corroborar su testimonio. Ese movimiento se ha convertido en una caza de brujas equiparable a lo que en su momento fue el macartismo. Hace ya tiempo quedó en evidencia que se trataba de una batalla en torno a la presunción de inocencia, un derecho fundamental que el feminismo de izquierdas se ha propuesto enterrar sin ningún disimulo.

El FBI no halla nada contra Kavanaugh, pero él y su familia ya han sido linchados

Contra todo un linchamiento mediático, y contando en todo momento con el apoyo de Trump, Kavanaugh negó esas acusaciones y defendió su inocencia. Incluso tuvo que someterse a una investigación del FBI, que no corroboró ninguna de las acusaciones lanzadas contra el juez. Todas ellas, insisto, acusaciones sin pruebas, sin testimonios que las ratifiquen y con diversas contradicciones. Poco importaba ya lo que dijese el FBI: la prensa ya estaba crucificando a Kavanaugh. Tanto él como su familia han sido linchados por una campaña mediática basada en acusaciones inconsistentes, una campaña con la que algunos han dejado muy claro su propósito: destruir su reputación, al precio que fuese, enterrando su derecho a la presunción de inocencia. En este caso, esta campaña difamatoria tenía un claro propósito político. Cabe preguntarse cuántas de las acusaciones similares lanzadas al amparo del movimiento “Me Too” no han tenido un propósito de extorsión o incluso de simple venganza.

El vergonzoso papel del periodismo en esta moderna caza de brujas

Algunos se han visto obligados a tomar drásticas medidas contra esta moderna caza de brujas. El pasado mes de abril el New York Post informaba que el aumento de las extorsiones y chantajes como consecuencia del movimiento “Me Too” está obligando a hombres ricos y famosos a instalar cámaras de vigilancia en sus hogares para poder protegerse de falsas acusaciones. “Las acusaciones anónimas ahora son posibles, y los medios de comunicación creen que el tribunal de la opinión pública no debe aceptar nada que se parezca a un tribunal de justicia”. señaló un ejecutivo a ese diario. El papel del periodismo en este fenómeno ha sido vergonzoso: muchos medios se han erigido en jueces que no admiten ninguno de los derechos procesales propios de una democracia. No importa la presunción de inocencia, ni la ausencia de pruebas, testimonios e indicios contra el acusado. Cabe preguntarse hasta qué punto algunos medios se han servido de ese movimiento para hundir a personas famosas con fines políticos, ideológicos o incluso económicos. ¿Los cazadores de brujas acabarán convirtiéndose en cazados? El tiempo lo dirá.

Efecto boomerang: dos feministas de izquierdas son acusadas de abusos

De momento, una de las promotoras del movimiento, Asia Argento, ya ha siso señalada como autora de abusos sexuales contra un menor, con el que había mantenido una relación amorosa y al que había pagado 380.000 dólares para asegurarse su silencio. Unos días antes de que se conociese ese caso, otra feminista, Avital Ronell, fue acusada de acosar sexualmente a un joven, que aportó decenas de correos electrónicos que respaldaban esa acusación. Estos dos casos han dañado seriamente la credibilidad del movimiento feminista, que después de clamar con ira contra supuestos abusadores sexuales contra los que no se aportaba ni una sola prueba, ha sido incapaz de dirigir ni una sola crítica contra Argento y contra Ronnell. Incluso muchas feministas han salido en su apoyo. Una doble vara de medir que evidencia que ese movimiento no otorga credibilidad a una denuncia de abuso sexual si se sale de la tesis paranoica del feminismo de izquierdas, que sostiene que el mundo se divide en hombres opresores y mujeres oprimidas.

El fanatismo del feminismo izquierdista se está volviendo contra él

Pero además de los citados casos, la agresividad y totalitarismo del movimiento “Me Too” han acabado volviéndose contra él. Somos muchos hombres, pero también muchas mujeres, los que estamos hartos de un movimiento fanático que se cree con poder para arruinar la vida de toda persona decente que se ponga en su camino. Cada vez más gente abre los ojos y se da cuenta de que el feminismo izquierdista no busca la igualdad, sino una venganza contra el hombre. Que los grandes medios sigan apoyando esa ofensiva contra la presunción de inocencia sólo está sirviendo para minar su credibilidad. Veamos dos ejemplos muy recientes.

Anoche el diario progresista El País, que se ha convertido en un pasquín feminista radical, publicaba una panfletaria noticia sobre los apoyos obtenidos por Kavanaugh en el Senado. Hace tiempo que tengo la costumbre, ante noticias así, de revisar las opiniones de los lectores: los comentarios más valorados ponen a caldo al diario por sostener acusaciones sin pruebas y sin ninguna credibilidad. El comentario más valorado afirma: “menuda farsa, progres! Trump os está volviendo locos!” En otro periódico que se apunta a las tesis progres, El Mundo, ha pasado lo mismo: “Pese a lo que dice toda la prensa europea y gran parte de la estadounidense, las acusaciones son tan ridículas que sólo pueden intensificar el hartazgo antifeminista que ha llevado a Trump al poder”, dice el comentario más valorado. La conclusión de todo esto es que las feministas de izquierdas querían enterrar la presunción de inocencia, y al final están hundiendo el feminismo progre y la credibilidad de los medios que lo apoyan. ¡Seguid así, lumbreras!

Elentir, 6 octubre 2018

Fuente

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